viernes, 16 de julio de 2010

RECONCILIARSE CON LA PROPIA SOMBRA

Jean Monbourquette

Casi todos los místicos afirman haber experimentado las bajezas y los engaños de su sombra negra: orgullo, espíritu de poder, celos, envidia, necesidad de venganza, deseo de posesión, tentaciones sexuales, etc. Incluso el apóstol más celoso, si no es consciente de su sombra, la proyectará un día u otro sobre sus fieles, y su acción apostólica resultará pervertida o neutralizada.

Hay un principio fundamental en psicoterapia que vale igualmente para todo acompañamiento espiritual: sólo puede cambiar su interior aquél que primero lo ha aceptado efectivamente.

El perfeccionista que se declara en guerra contra sus inclinaciones malas, sus defectos, sus debilidades y sus pecados hace que le resulte imposible progresar en el plano moral y espiritual. Alimenta su sombra, que proyecta después sobre los demás. Se vuelve entonces execrable a sus propios ojos. Su falta de compasión para consigo mismo y para con los demás acentuará el sentimiento de fracaso moral y la desestima de sí mismo. De esta forma queda encerrado en un círculo vicioso súmamente debilitador. En la búsqueda voluntarista y loca de una seudo-perfección ¿no se debería preferir la auténtica santidad que es gracia?

Deberíamos ejercer la práctica de la caridad, enseñada por Jesucristo, primero con uno mismo: "Alimentar al hambriento, perdonar un insulto, amar a mi enemigo en nombre de Cristo: todos estos gestos revelan una gran virtud. Lo que hago al más pequeño de mis hermanos se lo hago a Cristo mismo... pero ¿qué ocurre si descubro que el más pequeño de todos, el más pobre de todos los mendigos, el más desvergonzado de los ofensores -el verdadero enemigo de mí mismo, en una palabra, habitan todos ellos en mí y que yo mismo necesito la ayuda de mi propia amabilidad, que yo soy también el enemigo que necesita ser amado?

Mientras que la función del perfeccionamiento moral y social de la persona pertenece al ego, el trabajo de la armonización de la persona con su sombra es obra de su Sí-Mismo (Dios-Imago Dei), en virtud de su poder creador, curativo y organizador del ser. Sin embargo, no será eficaz más que en quien considere a Dios como Bueno, Compasivo y Lleno de Amor. ¿Qué ocurrirá entonces en las personas que se hagan de El una idea aterradora? Jamás se atreverán a abandonarse con confianza a su poder de integración. De hecho, he conocido a personas incurables en el plano espiritual porque estaban atormentados por una especie de Super-Yo acusador y tiránico al que llaman su "destino" o su "Karma". Su pesimismo espiritual les impedirá crecer. Sólo quienes consideren a su Centro, Dios, su Sí-Mismo, como una realidad llena de ternura, podrán acoger adecuadamente el lado sombrío de su persona.

2 comentarios :

  1. Felicitaciones y Gracias. El trabajo transmite paz, conocimiento, senderos hacia la Divinidad Josè Boulogne

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  2. Gracias por tu comentario. Esa es precisamente la idea y me alegro que así sea. Bendiciones.

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