Otro Gran maestro de oración extraído de la filocalia (Amor por lo bello)
• De qué manera el espíritu entra en el corazón....El espíritu, una vez
en el corazón, no se detenga solamente en la contemplación, sin hacer
nada mas. Allí encontrará la razón, el verbo interior gracias al cual
razonamos y componemos obras, juzgamos, examinamos y leemos libros
íntegros en silencio, sin que nuestra boca profiera una palabra. Que
vuestro espíritu entonces, habiendo
encontrado el verbo interior, sólo le permita pronunciar la corta
oración llamada monológica: «¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, tened
piedad de mí!»
Pero esto no basta. Debéis además poner en movimiento
la potencia volitiva de vuestra alma, en otros términos, decir esta
oración con toda vuestra voluntad, con toda vuestra potencia, con todo
vuestro amor. Mas claramente, que vuestro verbo interior aplique su
atención, tanto con su vista mental como con su oído mental, a esas
únicas palabras, y mejor aún, al sentido de las palabras.
Así,
permaneciendo sin imágenes ni figuras, sin imaginar ni pensar ninguna
otra cosa, sensible o intelectual, exterior o interior, se producirá
algo bueno. Pues Dios está mas allá de todo lo sensible y lo
inteligible. Por lo tanto, el espíritu que quiere unirse a Dios por la
oración debe salir de lo sensible y lo inteligible y trascenderlo para
obtener la unión divina. De allí las palabras del divino Nilo (Evagrio):
«En la oración, no te figures la divinidad, no dejes a tu espíritu
sufrir la impronta de una forma cualquiera, permanece en cambio,
inmaterial ante lo inmaterial, y tú comprenderás».
• Razones por las
cuales se debe retener la respiración durante la oración. Dado que
vuestro espíritu –el acto de vuestro espíritu tiene por costumbre
extenderse y dispersarse sobre los objetos sensibles y exteriores al
mundo, es necesario qué, al pronunciar esta santa oración, no respiréis
continuamente como se acostumbra según la naturaleza.
Retened un poco vuestra respiración, hasta que vuestro verbo interior haya dicho una vez la oración. Entonces respirad según la enseñanza de los Padres.
Retened un poco vuestra respiración, hasta que vuestro verbo interior haya dicho una vez la oración. Entonces respirad según la enseñanza de los Padres.
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