lunes, 21 de julio de 2014

De “Nicodemo, el hagiorita” (1749–1809):

Otro Gran maestro de oración extraído de la filocalia (Amor por lo bello)
 
• De qué manera el espíritu entra en el corazón....El espíritu, una vez en el corazón, no se detenga solamente en la contemplación, sin hacer nada mas. Allí encontrará la razón, el verbo interior gracias al cual razonamos y componemos obras, juzgamos, examinamos y leemos libros íntegros en silencio, sin que nuestra boca profiera una palabra. Que vuestro espíritu entonces, habiendo encontrado el verbo interior, sólo le permita pronunciar la corta oración llamada monológica: «¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, tened piedad de mí!»
Pero esto no basta. Debéis además poner en movimiento la potencia volitiva de vuestra alma, en otros términos, decir esta oración con toda vuestra voluntad, con toda vuestra potencia, con todo vuestro amor. Mas claramente, que vuestro verbo interior aplique su atención, tanto con su vista mental como con su oído mental, a esas únicas palabras, y mejor aún, al sentido de las palabras.

 
 Así, permaneciendo sin imágenes ni figuras, sin imaginar ni pensar ninguna otra cosa, sensible o intelectual, exterior o interior, se producirá algo bueno. Pues Dios está mas allá de todo lo sensible y lo inteligible. Por lo tanto, el espíritu que quiere unirse a Dios por la oración debe salir de lo sensible y lo inteligible y trascenderlo para obtener la unión divina. De allí las palabras del divino Nilo (Evagrio): «En la oración, no te figures la divinidad, no dejes a tu espíritu sufrir la impronta de una forma cualquiera, permanece en cambio, inmaterial ante lo inmaterial, y tú comprenderás».
 
• Razones por las cuales se debe retener la respiración durante la oración. Dado que vuestro espíritu –el acto de vuestro espíritu tiene por costumbre extenderse y dispersarse sobre los objetos sensibles y exteriores al mundo, es necesario qué, al pronunciar esta santa oración, no respiréis continuamente como se acostumbra según la naturaleza.
Retened un poco vuestra respiración, hasta que vuestro verbo interior haya dicho una vez la oración. Entonces respirad según la enseñanza de los Padres.

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