martes, 26 de octubre de 2010

C.G.Jung - REFLEXION

El Universo no nos juzga, sólo nos provee de consecuencias y de lecciones y de oportunidades para equilibrarnos y aprender a través de la Ley de la causa y el efecto.

La Compasión nace del reconocimiento que cada uno de nosotros lo estamos haciendo tan bien como podemos dentro de los límites de nuestras creencias y capacidades actuales.

Que yo alimente a los hambrientos, perdone un insulto, y ame al enemigo – éstas son grandes virtudes. Pero si tuviera que descubrir que los más pobres entre los mendigos y el más imprudente entre los ofensores están todos dentro de mí y que yo sobrevivo necesitando de las limosnas de mi propia caridad: que yo mismo soy el enemigo que tiene que ser amado – ¿Entonces qué?

lunes, 25 de octubre de 2010

DIOS UNO Y TRINO

Trabajo hecho por mí en un exámen de Teología.

"¿Quién es para usted el Dios cristiano? ¿Qué ha comprendido de El?

Para mí el Dios cristiano es un Dios que se acerca, que se deja encontrar, un Dios único que es esencialmente amor y que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Jesucristo revela esa bondad misericordiosa de Dios, padre de todos los hombres, que va en busca del que se ha perdido y lo salva.

Jesús, que nos revela ese rostro del Padre, n os enseña además a relacionarnos con El: a vivir una experiencia única, transformante y divinizante de nuestro ser a partir del saber escucharlo (contemplación).

Para mí es un Dios que se hace cognoscible y experimentable tanto en forma natural, a partir de las cosas creadas que reflejan su hermosura, como así también a partir de la Verdad Revelada en la cual se nos presenta como el que existe desde la eternidad, habita en el cielo y gobierna la tierra; todo es dispuesto por su Providencia y existe por su omnipotencia sin que El tenga que dar cuenta a nadie de sus inescrutables designios (representación bíblica de Dios).

Sin embargo, he aprendido que el conocimiento natural de Dios deberá estar ILUMINADO POR LA FE. Fe y razón son ambas don de Dios y usadas JUNTAMENTE nos llevan fácilmente a un conocimiento más profundo de los misterios revelados para poder así transmitirlos en un lenguaje adecuado a las exigencias del hombre actual.

El conocimiento de Dios obtenido mediante la analogía de la fe es más profundo que el conseguido mediante la analogía natural porque la analogía de la fe hace referencia a la enseñanza y actividad salvífica de Jesús que son realidades mucho más semejantes a Dios que las realidades creadas puramente naturales.

El Dios cristiano se nos revela TRINITARIO: Padre, Hijo y E. Santo en mútua relación de SUPREMA ARMONIA, enseñándonos que nosotros, hechos a su imagen y semejanza, también encontramos nuestra realización personal, cuando, a imitación suya, sabemos relacionarnos con nuestro prójimo y con El, o mejor dicho, con El en nuestros hermanos.

Este Dios no abandona al hombre rebelde, sino que lo perdona y le envía la liberación en la persona de su Hijo, el Verbo/Palabra encarnada. Precisamente, realiza la salvación porque es la VERDAD, es decir la perfecta correspondencia entre las promesas divinas y su realización.

Mi Dios es esperanza, un Dios que siempre pactó con el hombre; un Dios cuya justicia es esencialmente bondad y misericordia: fuente de salvación para el hombre al que justifica es decir, lo hace efectivamente justo delante de Dios.

Un Dios que nos viene a enseñar que la muerte y el sufrimiento, a partir de la muerte y resurrección del Hijo Unigénito, cobran ahora otro sentido y por lo tanto, han sido VENCIDOS definitivamente perdiendo su poder opresor sobre la humanidad. El nos ha LIBERADO del peso del dolor y de la muerte. Un Dios que, lejos de condenar la rebeldía del hombre, se solidariza con El, con su dolor y carga sobre sí los pecados del mundo, misterio que sólo es entendible en la clave del AMOR, un amor totalmente LIBRE. En Jesucristo Dios se hace cercano porque viene a sufrir por y con nosotros. Experimenta por dentro nuestro sufrimiento eligiendo libremente rebajarse, anonadarse, aceptando la muerte. Cristo lo hizo por AMOR: obedeciendo por amor al Padre, pero también aceptando la condición humana por amor a nosotros. Nuestro dolor, vivido en Cristo=Amor, tiene un carácter transitorio y una finalidad expiatoria y pedagógica.

Dios, mi Dios, es enemigo del mal, combate con nosotros contra el mal. De lo negativo del pecado y del sufrimiento, Dios sabe sacar lo positivo del perdón, de la expiación y la solidaridad con Cristo y con los hermanos, Dios, con suma sabiduría y amor, sabe sacar bien del mal, aunque por caminos que superan nuestra comprensión.

Por último, diré que mi Dios es un Dios creador que crea mediante el Verbo en el Espíritu Santo. Un Dios que ha creado por puro amor y que invita al hombre a continuar y perfeccionar su obra. Un Dios que quiere que compartamos su Gloria con El.

En la creación está involucrada toda la Trinidad.

En cuanto a sus atributos decimos que es Eterno, Invisible, Incorruptible, Inmortal, creador y Señor y que es absolutamente inabarcable y sólo pálidamente descriptible por medio de criterios de semejanza e imágenes humanas. Sin embargo, accesible por la GRACIA, don gratuito de Dios. Por eso decimos que es totalmente necesario que la reflexión teológica esté iluminada por una FE VIVA animada por el AMOR y que se transfigure en ORACIÓN. A través de la experiencia contemplativa guiada por el Espíritu Santo, el Hijo nos revelará, si es Su Voluntad, al Padre según su promesa: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Este camino hacia el misterio de Dios tendrá un Sello Trinitario pues nuestros pasos se dirigirán hacia el Crucificado, será recorrido con la ayuda del Espíritu Santo y, al final, nos arrojará en los brazos de un Padre que nos ama desde siempre.

Por eso el encuentro con el misterio de Dios no se reduce al mero conocimiento sino que supone un movimiento hacia El de TODO el hombre que comprende conjuntamente conocimiento, libertad y amor.

El es el Santo, el Totalmente Otro.

“YO SOY EL QUE SOY”.

domingo, 17 de octubre de 2010

¿MISTICOS?


Para vivir una vida que no esté dominada por el deseo de sentirse importante, sino anclada firmemente en el conocimiento del primer amor de Dios, tenemos que ser místicos. Místico es una persona cuya identidad está profundamente enraizada en el amor primero de Dios.

Si hay algún eje central que vaya a necesitar el líder cristiano del día de mañana, es el de vivir constantemente en la presencia del Uno que no deja de preguntarnos: “¿Me amas?” “¿Me amas?” “¿Me amas?”. Es la práctica de la oración contemplativa. Por medio de esta oración, podemos evitar sentirnos arrastrados de un asunto urgente a otro y ser unos extraños a nuestro propio corazón y al de Dios. La oración contemplativa nos hace sentirnos, constantemente, como en casa, enraizados y a salvo, incluso hasta cuando estamos de camino de un sitio a otro y, a menudo, rodeados por sonidos de violencia y de guerra. La oración contemplativa nos ayuda a profundizar en el conocimiento de que ya somos libres, de que hemos encontrado un lugar en el que permanecer, de que ya pertenecemos a Dios, incluso cuando todo y todos a nuestro alrededor parecen sugerirnos lo contrario.

A los sacerdotes y a cuantos se dediquen al servicio ministerial en el futuro no les bastará con ser personas honradas, bien preparadas, deseosas de ayudar a sus hermanos, los hombres, y capaces de responder con creatividad a los problemas candentes de nuestro tiempo. Todo eso es muy valioso e importante, pero no es lo esencial del liderazgo cristiano. La pregunta central es: ¿los líderes del futuro son verdaderos hombres y mujeres de Dios, personas que experimentan el deseo ardiente de vivir en la presencia de Dios, de escuchar la voz de Dios, de mirar la belleza de Dios, de estar en contacto con la Palabra encarnada de Dios y de saborear plenamente la infinita bondad de Dios?

El sentido primero de la palabra “teología” es el de “unión con Dios en la oración”. Hoy, la teología se ha convertido en una materia académica más y, a menudo, los teólogos advierten que les es difícil orar. Pero para el futuro del liderazgo cristiano es de vital importancia el aspecto místico de la teología, de tal manera que cuanto se diga, todo consejo que se dé y toda estrategia que se desarrolle procedan de un corazón que conoce íntimamente a Dios.

Palabras como de derecha, reaccionario, conservador, liberal y de izquierda, son usadas para juzgar las opiniones de las personas, y, así, muchas discusiones parecen más batallas políticas por el poder que una búsqueda espiritual de la verdad.

Los líderes cristianos no pueden ser simplemente personas con opiniones bien formadas sobre los problemas candentes de nuestro tiempo. Su liderazgo debe enraizarse en la amistad permanente, íntima, con la Palabra encarnada, Jesús, y necesitan encontrar ahí la fuente de sus palabras, consejos y orientaciones. Por medio de la práctica de la oración contemplativa, los líderes cristianos deben aprender a escuchar una y mil veces la voz del amor, a encontrar allí la fuente de la sabiduría y del valor para orientar cualquier problema que se les plantee. Tratar sobre problemas importantes sin estar enraizado en una profunda relación personal con Dios, conduce fácilmente a la división porque, antes de darnos cuenta, el ego se siente implicado en la opinión sobre cualquier tema. Pero cuando estamos firmemente arraigados en una intimidad personal con la fuente de la vida, podemos ser flexibles sin caer en el relativismo, firmes en nuestros planteamientos sin ser rígidos, espontáneos en el diálogo sin llegar a ser ofensivos, corteses y generosos a la hora del perdón sin ser excesivamente blandos, y verdaderos testigos sin convertirnos en manipuladores.

Para que el liderazgo cristiano sea verdaderamente fructífero en el futuro, se requiere un giro desde la moral a la mística.

viernes, 15 de octubre de 2010

SANTA TERESA, LA DE JESUS

En medio del camino, Teresa se había encontrado con Dios. Y no hay encuentro con El sin misión. Teresa escribió:

¿QUE MANDAIS HACER DE MI?

"Soberana Majestad, eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía,
Dios, alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, pues me creastes
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues me sufristes,
vuestra, pues me llamastes,
vuestra porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandás hacer de mí?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador;
Véisme aquí, mi dulce amor,
amor dulce, véisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mí?"

lunes, 11 de octubre de 2010

MARANATHA MEDITATION

Favor recordar que para ver y escuchar videos o films, se debe clickear en el botón de pausa que corresponde a la música bella de fondo. El logo se encuentra abajo, a la derecha.

sábado, 9 de octubre de 2010

VIDA CON DIOS

P. I. Larrañaga

Vida con Dios implica compromisos concretos y exigentes en un largo proceso de transfiguración, proceso en el que el que ora va muriendo lentamente a aquellos rasgos negativos de personalidad que se oponen al espíritu del Señor y se va revistiendo de los modales y estilo de Jesús.

No nos hagamos ilusiones porque las ilusiones terminan en desilusiones. No existe conversión total, madurez total, equilibrio total. La vida entera es un proceso, un caminar en medio de muchos retrocesos, contramarchas, caídas y recaídas y no nos tenemos que asustar por esto. Las caídas no tienen importancia. Lo importante es levantarse después de cada caída y partir de nuevo. El camino de la santidad está lleno de caídas y fracasos. ¿Cambiar? No se puede cambiar. Los códigos genéticos nos acompañarán hasta la muerte. Se puede mejorar.

Cuando por las razones que sea abandonamos la vida de oración por un lapso de tiempo más o menos largo, ¡cómo nos renace el amor propio! ¡Cuánto nos cuesta perdonar! ¡De qué manera el disgusto más pequeño nos hace polvo! ¡Cómo por cualquier cosa nos ponemos impacientes, irascibles, agresivos, intolerantes, nerviosos!...

Sólo un Jesús vivo en el corazón es capaz de transformaciones extraordinarias. El hecho de que Jesús esté alerta y vivo en mi conciencia depende a su vez del grado de profundidad y frecuencia de mi trato personal con El, es decir, de los tiempos fuertes de oración (dos medias horas diarias y por lo menos un “desierto” al mes).

Ese Jesús con quien he tratado, baja conmigo a la lucha de la vida. Con El “a mi derecha” las dificultades se asumen con facilidad, las ofensas se perdonan sin dificultad, las repugnancias se aceptan con naturalidad, la amargura se transforma en dulzura, la irritabilidad en mansedumbre, cada superación es compensada con el regalo de la alegría, crece el amor, aumentan las ganas de estar con El y así entramos en un circuito vital en el que la vida adquiere sentido porque el Señor se convierte en recompensa y en El y con El las renuncias se transforman en liberación y las privaciones en plenitud.

El objetivo final de toda oración es la transfiguración del orante: la figura del hombre viejo tiene que eclipsarse ante el resplandor de la figura de Jesús.

Jesús resucitado alumbra con su resplandor el mundo desconocido del inconsciente. Hacemos lo que no queremos porque desde esas galerías inaccesibles y oscuras del inconsciente emergen los impulsos desconocidos que nos asaltan y dominan y nos obligan a actuar de la manera que no queremos.

Cuanto más humilde sea el orante y cuánto más vaya muriendo a sus lados negativos, ya no será el orante quien viva, sino Jesús: El será quien gobierne los territorios del orante. Si supiéramos tomar en serio al Señor, podríamos caminar por la vida de milagro en milagro.

Programa de santificación cristificante:

Ante cualquier circunstancia de mi vida diaria, preguntarme ¿qué haría Jesús en mi lugar? En síntesis este programa consiste entonces en sentir como Jesús sentía, pensar como Jesús pensaba, hablar como Jesús hablaba, amar como Jesús amaba, pisando siempre sus pisadas.

¿Qué tal si lo practicamos y en 2 ó 3 años hablamos?

Si quiero transformar el mundo, primero tengo que empezar por mí. Sólo se necesita decisión y disciplina y simplemente entregarse en manos de Jesús y de la Virgen quienes seguramente nos asistirán y guiarán en nuestro camino espiritual.

CAMINO DE LUZ

A. de Mello

Sus discípulos le preguntaron a un maestro oriental: “¿Qué te ha proporcionado la iluminación” Y contestó: “Primero tenía depresión y ahora sigo con la misma depresión, pero la diferencia está en que ahora no me molesta la depresión”.

Si sufres es que estás dormido. El dolor existe pero el sufrimiento no. El sufrimiento no es real sino obra de tu mente.

Estar despierto es aceptarlo todo no como ley ni como sacrificio ni como esfuerzo, sino por iluminación. El sufrimiento sólo existe cuando te resistes o revelas contra el dolor: esa lucha inútil da por resultado el sufrimiento.

Estar despierto es no dejarte afectar por nada ni por nadie. Y eso es ser libre.

Pero, existe el miedo a ser libres.

Lo contrario al miedo es el amor. Donde existe el amor, no hay miedo. El místico es el que es capaz de liberarse completamente del miedo: por eso no es violento. (El odio es una consecuencia del miedo) . El enemigo del amor no es el odio sino el miedo . El miedo genera los deseos. Los deseos son otra consecuencia del miedo. El que no tiene miedo está seguro y no desea nada. El apego es miedo y el miedo te impide amar.

No puede llamarse malo al que comete actos equivocados creyendo que hace bien, o al que hace esto compulsivamente defendiéndose de peligros que sólo están en su imaginación. Ese es un ser dormido al que hay que despertar o un enfermo al que hay que curar.

El sufrimiento que padeces es el equivalente a tu resistencia a la realidad.

HAY QUE DISFRUTAR DE TODO PERO SIN APEGARSE A NADA.

“En el amor no hay temor. Al contrario, el amor perfecto echa fuera todos los miedos”. (1Jn 4,18)

Y si Dios está con nosotros… ¿quién estará contra nosotros?

lunes, 4 de octubre de 2010

FRANCESCO

P. I. Larrañaga

Francisco (el de Asís) dijo: "Mala cosa es un sabio engreído, pero peor aún es un ignorante sin espíritu".

Y siguió diciendo:

"A nosotros nos corresponde vivir en chozas transitorias. Como los ministros buscan resultados eficientes, necesitan vivir en sólidas mansiones. Luego necesitarán bibliotecas bien surtidas. Más tarde harán sutiles acrobacias intelectuales para demostrar que lo que hacen está bien hecho. Perderán el espíritu de simplicidad y adquirirán el espíritu de complicación. Cuando el guardián les corrija algún defecto, sacarán cien argumentos para tapar la boca a cualquiera, demostrando que están en la posición correcta. Justificarán brillantemete lo injustificable, llevando siempre el agua a su propio molino. Serán capaces de levantar teorías sobre una pata del trípode. Al ser sabios, recibirán honores. Al recibir honores, entrarán en conflicto con otros que reciban mayores honores. Por ser sabios, se sentirán poderosos y utilizarán modales de poder y dominación sobre sus hermanos. Se les olvidará servir la mesa y lavar los pies."

Nunca tan actual el discurso del Hermano!!!

Francisco no nació dialéctico. En este terreno se sentía desarmado. Era una nulidad en el manejo de sutilezas mentales. Había vislumbrado la terrible iniquidad de la racionalización. Francisco percibió que el intelectual, con suma destreza manipula palabras y teorías (y también "teologías") y generalmente lo hace sin rubor y, a veces, con frivolidad, colocando las palabras al servicio de sus intereses. Es lo que se llama "prostitución" de la palabra o sofisma.

El Hermano, en cambio, era simple y directo y se sentía muy mal en la discusión. Nunca fue "fuerte" en las palabras sino en los hechos.

Decía: "yo quiero vivir pobre y humilde".

Hablando con un alto funcionario de la Iglesia (un Cardenal), le dijo: "hablan de organización poderosa, disciplina férrea... Señor Cardenal: ¡Poder! ¡Conquista!, yo tengo otras palabras: ¡Cuna! ¡Pesebre! ¡Calvario!. Los ministros tienen una fraseología cautivadora. Es la piel, señor Cardenal; si me permite decir, la careta.
La realidad es otra: nadie quiere ser pequeñito, nadie quiere aparecer como débil ni en los tronos ni en la Iglesia. Todos somos enemigos instintivos de la Cruz y del Pesebre, comenzando por los hombres de la Iglesia. Podemos derramar lágrimas ante el Pesebre de Navidad y sentirnos orgullosos levantando la cruz hasta en los campos de batalla, pero nos avergonzamos de la Cruz. No estoy juzgando a nadie, sino analizando los hechos. En la redondez de la tierra no hay pecador como yo.
El soldado que va dentro de nosotros quiere dominar, emerger, enseñorear. Este instinto feo se viste de ornamentos sagrados y decimos: hay que confundir a los albigenses, hay que aniquilar a los sarracenos, hay que conquistar el Santo Sepulcro... En el fondo, es el instinto salvaje de dominar y prevalecer".

Nunca tan actual el discurso del Pobre de Asís!!! Entonces cabe la pregunta: ¿por qué las cosas no han cambiado? o tal vez mejor dicho ¿por qué el hombre no ha crecido y permanecen aún esas estructuras primitivas de dominación? El problema no es de índole político, social o económico, es ante todo ESPIRITUAL. El hombre quiere ser libre y se ha "emancipado" hasta de Dios. Este mundo "libre" es ESCLAVO de esa "libertad": una "libertad" que prescinde de Dios porque Dios molesta. El hombre que no depende de Dios, depende de sí mismo, es decir, se constituye en Dios y termina por adorarse a sí mismo. Ya vemos los resultados de que una creatura tan limitada como es el hombre -tanto más aún el hombre sin Dios- lleve las riendas solo. El hombre sin Dios es un vegetal, o peor aún, una piedra: no busca el bien común sino el privado.

Un filósofo de fé dijo:" O el Misterio, o el absurdo. O lo Sobrenatural, o lo antinatural". El hombre sin Dios no respeta ni la ley natural. La verdadera libertad del hombre es aquella que está supeditada a la voluntad de Dios. Juan Pablo II dijo "el esfuerzo humano es indispensable, pero no es suficiente. La paz debe buscarse en la meditación y en la plegaria".

El hombre espiritual es un ser transfigurado.

Continuó Francisco (el de Asís) hablando al Cardenal que no quería aprobar la espiritualidad de la órden de los "frailes menores de la pobreza":

"No tenemos nada. No tenemos estudios ni preparación intelectual. No tenemos casas ni propiedades. Nos faltan influencias políticas. Nos falta base para ser recomendados. No podemos impresionar porque no ofrecemos palpables utilidades apostólicas ni eficacias sonoras. Parecemos una extraña Orden de la Santa Ignorancia y de la Santa Impotencia... No podemos ofrecer a la Iglesia universidades para formar combatientes para la defensa de la verdad. No disponemos de un escuadrón bien compacto de dialécticos para confundir a los albigenses. No tenemos amplios recintos monásticos para cobijar a los hombres que quieran consagrarse a Dios. No tenemos nada, no podemos nada, no valemos nada..."

Y en esto, llegado al clímax más agudo, el Pobre de Dios, este varón forjado en la montaña de las Bienaventuranzas y cuyas cuerdas vibraban al unísono con las de Cristo, se puso de pie, levantó los brazos y la voz y añadió:

"Justamente por eso, porque somos impotentes y débiles como el Crucificado, porque hemos llegado al paralelo total de la inutilidad y la inservilidad como Cristo en la cruz, por eso el OMNIPOTENTE revestirá de omnipotencia nuestra impotencia. Desde nuestra inutilidad, el Todopoderoso sacará las energías inmortales de la redención y por medio de nosotros, indignos, inútiles, ignorantes y pecadores, quedará patentizado ante la faz del mundo entero que no salvan ni la ciencia, ni el poder, ni la organización, sino SOLO NUESTRO DIOS Y SALVADOR. Será la victoria de nuestro Dios y no de la diplomacia".

El Cardenal se levantó sin decir nada y se retiró para que Francisco no lo viera con lágrimas en los ojos.

viernes, 1 de octubre de 2010

UNA JOVEN SANTA


"Entre los doctores de la Iglesia, Teresa del Niño Jesús y de la santa Faz es la más joven, pero su ardiente itinerario espiritual, tanta madurez en sus intuiciones de la fe expresadas en sus escritos, la hacen merecedora de tener un puesto entre los grandes maestros y doctores de la Iglesia...

Su camino espiritual es en realidad muy exigente, como lo es el Evangelio. Pero es un camino penetrado del sentido de abandono confiado en el Padre, confiado a la misericordia divina, que hace más ligera la entrega espiritual, más rigurosa...

Teresa de Lisieux es una Santa que permanece joven, a pesar de los años que pasen, y se propone como un modelo eminente y un guía para el camino cristiano de nuestro tiempo..." - Juan Pablo II

SANTA TERESITA DEL NIÑO JESUS Y DE LA SANTA FAZ


Mi Vocación es el Amor
Jean Lafrance

Maestra del abandono activo y confiado a la acción del Espíritu Santo. Este movimiento se sitúa sobre el plano de una perfecta disponibilidad de un ser a la acción de Dios. Se trata de volver a Dios, aunque sólo sea unos instantes, para desplegar ante él nuestras preocupaciones y nuestros proyectos para que él sea el dueño de ellos.

Ella misma lo expresó así: "Jesús se complace en enseñarme el único camino que conduce a esta divina hoguera. Este camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en los brazos de su padre".

El hombre estará siempre tentado de querer adueñarse de Dios por medio de sus obras, de su ascesis y de su oración: todas estas actitudes son movimientos falsos. No debe levantar las manos para apoderarse de Dios, sino que debe bajarlas en un movimiento de acogida y de deseo. Hay que desear a Dios con todas las fuerzas de su ser, pero renunciando a conquistarlo.