viernes, 26 de febrero de 2016

CUARESMA: TIEMPO DE INTROSPECCION PARA EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL

 
Así, cuando la persona reconoce su pecado, “ se desvela la contradicción entre luz y tinieblas, entre santidad y pecado, y se inicia el drama que conduce a la reconciliación y redención del mundo" (H. U. VON BALTHASAR, Gloria VI, ,19).

sábado, 20 de febrero de 2016

El Reino de Dios está dentro de nosotros: el arte de meditar


Queridos amigos:
Les comparto este hermoso video en el que el Padre Pablo D'ors nos habla de SILENCIO Y QUIETUD como camino hacia la CONTEMPLACION (UNIDAD).

Recordar pausar la música de fondo del blog, clickeando las líneas perpendiculares del ícono "música bella", debajo y a la derecha de esta página.


jueves, 18 de febrero de 2016

♥ Observando el conflicto por Sergi Tores

Queridos amigos:
Les comparto un ejercicio valiosísimo en nuestro camino de autoconocimiento, para llegar a la contemplación. No importa de qué tradición venga. No debemos tener prejuicios, sino, como dice el documento Nostra Aetate del Concilio Vaticano II, tomar todo lo bueno que provenga de cualquier gran tradición no cristiana. 


Estos son ejercicios preparatorios para la oración contemplativa cristiana. Para nosotros los cristianos, no son un fin en sí mismo, sino un medio para permitir al Espíritu Santo del Señor que obre en nosotros sin obstáculos. Esto se llama ORACION PURA. Primero los ejercicios, luego la media hora de meditación en silencio y quietud que puede ser repitiendo el mantra cristiano que utilicemos cada uno de nosotros: ABBA, JESUS, JESUS EN VOS CONFÍO, siempre tratando de acompasarlo con la respiración.

NOTA: Recordar poner pausa en el ícono "bella música" que figura a la derecha y al pie de este blog, clickeando sobre las líneas perpendiculares. Así podrán disfrutar de este bello ejercicio de autoconocimiento.

miércoles, 17 de febrero de 2016

LA ORACIÓN ES LUZ DEL ALMA

De las Homilías del Pseudo-Crisóstomo (Suplemento, Homilía 6, Sobre la oración: PG 64, 462-466)
 
Nada hay mejor que la oración y coloquio con Dios, ya que por ella nos ponemos en contacto inmediato con él; y, del mismo modo que nuestros ojos corporales son iluminados al recibir la luz, así también nuestro espíritu, al fijar su atención en Dios, es iluminado con su luz inefable. Me refiero, claro está, a aquella oración que no se hace por rutina, sino de corazón; que no queda circunscrita a unos determinados momentos, sino que se prolonga sin cesar día y noche.
 
Conviene, en efecto, que la atención de nuestra mente no se limite a concentrarse en Dios de modo repentino, en el momento en que nos decidimos a orar, sino que hay que procurar también que cuando está ocupada en otros menesteres, como el cuidado de los pobres o las obras útiles de beneficencia u otros cuidados cualesquiera, no prescinda del deseo y el recuerdo de Dios, de modo que nuestras obras, como condimentadas con la sal del amor de Dios, se conviertan en un manjar suavísimo para el Señor de todas las cosas. Y también nosotros podremos gozar, en todo momento de nuestra vida, de las ventajas que de ahí resultan, si dedicamos mucho tiempo al Señor.
La oración es luz del alma, verdadero conocimiento de Dios, mediadora entre Dios y los hombres. Por ella nuestro espíritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios con abrazos inefables, deseando la leche divina, como un niño que, llorando, llama a su madre; por ella nuestro espíritu espera el cumplimiento de sus propios anhelos y recibe unos bienes que superan todo lo natural y visible.
 
La oración viene a ser una venerable mensajera nuestra ante Dios, alegra nuestro espíritu, aquieta nuestro ánimo. Me refiero, en efecto, a aquella oración que no consiste en palabras, sino más bien en el deseo de Dios, en una piedad inefable, que no procede de los hombres, sino de la gracia divina, acerca de la cual dice el Apóstol: Nosotros no sabemos pedir como conviene, pero el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras.
 
Semejante oración, si nos la concede Dios, es de gran valor y no ha de ser despreciada; es un manjar celestial que satisface al alma; el que lo ha gustado, se inflama en el deseo eterno de Dios, como en un fuego ardentísimo que inflama su espíritu.
 
Para que alcance en ti su perfección, pinta tu casa interior con la moderación y la humildad, hazla resplandeciente con la luz de la justicia, adórnala con buenas obras, como con excelentes láminas de metal, y decórala con la fe y la grandeza de ánimo, a manera de paredes y mosaicos; por encima de todo coloca la oración, como el techo que corona y pone fin al edificio, para disponer así una mansión acabada para el Señor y poderlo recibir como en una casa regia y espléndida, poseyéndolo por la gracia como una imagen colocada en el templo del alma.

domingo, 14 de febrero de 2016

QUÉ SIGNIFICA CONVERTIRSE - TOMADO DEL BLOG CAFE DIALOGO DE JOSE LUIS VAZQUEZ BORAU

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Lo que es propio del mundo es “la ignorancia de sí”, de las cosas del alma, y la orientación de la inteligencia hacia el provecho, la apropiación y la dominación del mundo exterior, las cosas y las personas. Convertirse significa salir del mundo, salir del exterior y entrar dentro de sí, nuestra conciencia, nuestro yo auténtico.
Sólo tiene vida espiritual quien se separa de las cosas y de las personas para orientarse hacia su propia alma, donde las cosas se implican las unas dentro de las otras, ya que en el mundo interior no hay partes, nada más hay la unidad. En el mundo interior todo está relacionado con todo. Si captamos una parte lo captamos todo.
Solamente quien vive la vida espiritual puede hacer un acto libre siguiendo el consejo del Padre en su interior. Quien tan sólo sigue la vida intelectual no actúa, sólo reacciona, ya que la causa de los actos está fuera de ellos. El verdadero conocimiento viene de la Inteligencia Espiritual (IES) iluminada por la gracia, que ordena y pacifica a toda la persona, incluyendo los instintos y las funciones del cuerpo.

viernes, 12 de febrero de 2016

MEDITA CON SERGI TORRES

Queridos amigos: Les comparto este hermoso material, permitiéndome recordarles que deberán pausar la música de fondo del blog clickeando sobre las rayas perpendiculares del ícono "bella música" a la derecha y debajo de este blog.

Este ejercicio debería hacerse todos los días. Es una preparación para la oración de quietud y silencio.



SI VEMOS UNA SOMBRA, DEL OTRO LADO HAY UNA LUZ



Lc 4, 1-13

Debemos superar el enfoque maniqueo de la cuaresma que hemos vivido durante demasiado tiempo. Sin embargo, el sentido profundo de la cuaresma debemos mantenerlo e incluso potenciarlo. En efecto, en ninguna época de la historia el ser humano se había dejado llevar tan masivamente por el hedonismo. A escala mundial el hombre se ha convertido en productor-consumidor. El grito de guerra de las revueltas estudiantiles del 68 en Francia, era: “No queremos vivir peor que nuestros padres”. No querían ganar menos y consumir menos; para nada, hacían alusión a la posibilidad de ser más humanos.

La crisis económica nos puede ayudar a superar el dilema. ¿Queremos consumir más o nos interesa ser cada día más humanos? En teoría no hay problema para responder, pero en la práctica, todos nos dejamos llevar por el hedonismo, aún a costa de menor humanidad. Aquí está la razón de la cuaresma. Todos tenemos la obligación de pararnos a pensar hacia dónde nos dirigimos. Alcanzar plenitud de humanidad exige el esfuerzo de no instalarnos en la comodidad. Para crecer en humanidad debemos ir más allá de la satisfacción de los instintos.
Este es el planteamiento de una cuaresma para la reflexión.

No debemos escandalizarnos cuando los exegetas nos dicen que los relatos de las tentaciones no son historia sino teología. Mc, que fue el primero que se escribió, reduce el relato a menos de tres líneas. No son crónicas de sucesos, pero son descarnadamente reales. Empleando símbolos conocidos por todos, nos quieren hacer ver una verdad teológica fundamental: La vida humana se presenta siempre como una lucha a muerte entre los dos aspectos de nuestro ser; por una parte lo instintivo o biológico y por otra lo espiritual o trascendente. Esa lucha no hay que plantearla en el orden del obrar sino en el del conocer.

El mito del mal personificado (diablo), ha atravesado todas las culturas y religiones hasta nuestros días y por lo que se puede adivinar, tiene cuerda para rato. La realidad es que no necesitamos ningún enemigo que nos tiente desde fuera. El diablo nace como necesidad de explicar el mal, que no puede venir de Dios. Sin embargo, lo que llamamos mal no tiene ningún misterio; es inherente a nuestra condición de criaturas. La voluntad solo es atraída por el bien, pero como nuestro conocimiento es limitado, la razón puede presentar a la voluntad un objeto como bueno, siendo en realidad malo. Todos buscamos el bien, pero nos encontramos con lo malo entre las manos, no porque lo busquemos sino por ignorancia.
 

El mal es consecuencia de una inteligencia limitada. Sin conocimiento, la capacidad de elección sería imposible y no podía haber mal moral. Si el conocimiento fuera perfecto, también sería imposible porque sabríamos lo que es malo, y el mal no puede ser apetecible. Si la voluntad va tras el mal, es siempre consecuencia de una ignorancia. Es decir, creemos que es bueno para nosotros lo que en realidad es malo. La libertad de elección solo se puede dar entre dos bienes. Plantear una lucha entre el bien y el mal, es puro maniqueísmo. La lucha se da entre el bien aparente (mal), y el bien real. Esto es muy importante.

El domingo pasado decíamos que el ser humano es un proyecto que está toda su vida desarrollándose. La tentación consiste en instalarse en uno de los escalones que tenemos que ascender o, peor aún, utilizar los escalones superiores para ponerlos al servicio de los inferiores. Para que el desarrollo humano concluya con éxito, cada etapa tiene que integrar la anterior y unificarse en una única personalidad, solo que más cerca del objetivo final.

Que las tentaciones sean tres, no es casual. Se trata de un resumen perfecto de todas las relaciones que puede desarrollar un ser humano. La tentación consiste en entrar en una relación equivocada con nosotros mismos, con los demás y con Dios. Una auténtica relación humana con los demás, que es lo que debe manifestarse en nuestra vida real, depende, querámoslo o no, de una adecuada relación con nosotros mismos y con Dios.
 

1ª tentación: poner la parte superior de nuestro ser al servicio de la inferior. Si eres Hijo de Dios... No se debe entender desde los conceptos dogmáticos acuñados en el s. IV. No hace referencia a la segunda persona de la Trinidad. Significa hijo en el sentido semita. Si tú has hecho en todo momento la voluntad de Dios, también Él hará lo que tú quieres. Fíjate bien que la tentación de hacer la voluntad de Dios para que después Él haga lo que yo quiero, no tiene que venir ningún diablo a sugerírnosla; es lo que estamos haciendo todos, todos los días. Jesús no es fiel a Dios porque es Hijo, sino que es Hijo porque es fiel...
 

Di que esta piedra se convierta en pan. La tentación permanente es dejarse llevar por los instintos, sentidos, apetitos. Es decir, hacer en todo momento lo que te pide el cuerpo. Es negarse a seguir evolucionando y superarse a sí mismo, porque eso exige esfuerzo. Los instintos nos ayudan a garantizar nuestro ser animal. Si ese fuera nuestro objetivo, no habría nada de malo en seguirlos, como hacen los animales. En ellos los instintos nunca son malos. Pero si nuestro objetivo es ser más humanos, solo a través del esfuerzo lo podremos conseguir, porque debemos ir más allá de lo puramente biológico. El fallo está en utilizar la inteligencia para potenciar nuestro ser animal.

No solo de pan vive el hombre. El pan es necesario, pero, ni es lo único necesario ni es lo más importante. Para el animal sí es suficiente. Nuestro hedonismo cotidiano demuestra que aún no hemos aceptado estas palabras de Jesús. El dar al cuerpo lo que me pide es para muchos lo primero y esencial, descuidando la preocupación por todo aquello que podía elevar nuestra humanidad. El antídoto de esta tentación es el ayuno.
 
Privarnos voluntariamente de aquello que es bueno para el cuerpo, es la mejor manera de entrenarnos para no ceder, en un momento dado, a lo que es malo.

2ª tentación: Si me adoras, todo será tuyo. El poder, en cualquiera de sus formas, es la idolatría suprema. El poder lleva siempre consigo la opresión, que es el único pecado que existe. Adorar a Dios no significa dar incienso a un dios exterior. Se trata de descubrir lo que de Dios hay en nosotros y vivirlo. Nuestro auténtico ser no está en el ego aparente sino más a lo hondo. Si descubro mi ser profundo, no me importará desprenderme de mi falso yo y, en vez de buscar el dominio de los demás, buscaré el servicio a todos. El antídoto es la limosna. Para no caer en la tentación de aprovecharnos de los demás, debemos hacer ejercicios de donación voluntaria de lo que tenemos y de lo que somos.
 

3ª tentación: Tírate de aquí abajo. Realiza un acto verdaderamente espectacular, que todo el mundo vea lo grande que eres. Todos te ensalzarán y tu (vana) gloria llegará al límite. La respuesta es, que dejes a Dios ser Dios. Acepta tu condición de criatura y desde esa condición alcanza la verdadera plenitud. Dios no tiene que darte nada. Mucho menos podrá tener privilegios con nadie. Ya se lo ha dado todo a todos. Eres tú el que debes descubrir las posibilidades de ser que tienes sin dejar de ser criatura. Ya es hora de que dejemos de acusar a Dios de haber hecho mal su obra y exigirle que rectifique. El antídoto es la oración. Al decir oración no queremos decir “rezos” sino meditación profunda. Descubrir al verdadero Dios, me librará de utilizar al dios ídolo.
 

No debemos plantearnos la lucha contra el mal desde el voluntaris­mo, sino desde un mejor conocimiento de la persona, de la realidad y de Dios. El pecado no consiste en la trasgresión de una ley, sino en deteriorar tu propio ser.
 
La ley, lo único que puede hacer es advertirte de que esto o aquello puede hacerte daño; pero eres tú, el que tienes que descubrir la razón de mal, si quieres que la voluntad deje de apetecer lo que te daña.



Meditación-contemplación

Cuaresma es tiempo de desierto.
Camina hacia tu interior repleto de peligros y asechanzas.
Para llegar a tu verdadero ser, hay que atravesar tu propio desierto.
Libérate de todo lo que crees ser, para llegar a lo que eres de verdad.
..........................

Solo en tu propio desierto afrontarás la verdadera batalla de la vida.
Eso sí, empujados por el Espíritu.
En desierto y solo, tienes que tomar la decisión definitiva.
La “tierra prometida”, está ya ahí, al otro lado de tu falso yo.
.............................

Mantente en el silencio, hasta que se derrumbe el muro que te separa de ti mismo.
Solo la ignorancia nos mantiene alejados del SER.
Deja que la luz que ya está en tu interior te invada por completo.
Serás feliz y harás felices a los que viven junto a ti.
..........................



Se me ha ocurrido un ejemplo un poco complicado, pero que bien entendido puede ayudarnos. Cuando yo era niño, hacía carros y trenes y barcos. Al hacer barcos de madera, me di cuenta que se inclinaban a un lado. Quitaba madera de ese lado y se me inclinaban hacia el otro. No conseguía que permanecieran verticales. Hasta que me di cuenta de que, poniéndoles en lo hondo un peso, se enderezaban ellos solitos.
 
Después aprendí lo del centro de gravedad y todo eso… si el ser humano no tiene un peso que le equilibre, se pasará la vida dando tumbos a un lado o a otro. Puede superar la bebida, pero se escorará a la sexualidad; puede superar la glotonería, pero se inclinará hacia la avaricia.

El ser humano nunca conseguirá el equilibrio si no encuentra un verdadero peso que enderece y ponga a raya todos sus apetitos. Decíamos el domingo pasado que el ser humano es un proceso. Solo cuando las etapas más humanas de nuestro ser, pueden equilibrar todas las anteriores y ordenarlas en un equilibrio completamente estable.

Recordemos lo que dijimos el domingo pasado: el ser humano es un proyecto que está siempre realizándose, entonces comprenderemos perfectamente las tentaciones de Jesús, porque son las nuestras. La gran tentación es instalarnos en cualquiera de los escalones del proceso o, peor todavía, poner los escalones más elevados al servicio de los más bajos.
 

Fray Marcos

martes, 9 de febrero de 2016

CONTEMPLACION EL CAMINO MISTICO OLVIDADO POR LOS CRISTIANOS WILLIGIS JAGER O.S.B.

En el marco entrañable del convento de San Juan de la Cruz de Segovia, en una tarde soleada y apacible, nos recibe el P. Willigis Jager en el despacho de amplio ventanal. El aire est impregnado de fragancia de mirra. El P. Jager ya es conocido en nuestro país desde el año 1982, cuando por primera vez vino a dar un curso. Es autor de varios libros y escritos. Traducidos al español hay: "La oración contemplativa según san Juan de la Cruz" (Edit. Obelisco) y "Contemplación, encontrar a Dios hoy" (Edit. Narcea, Madrid). En preparación: "En busca des sentido de la vida".
El p. Willigis reune en sí las características de ser monje benedictino y a la vez maestro Zen, discípulo de Yamada
Roshi.

¿Como definiría usted la contemplación?
Toda religión, aparte de sus enseñanzas, rituales y liturgia, o sea, de los elementos exotéricos, conoce un camino a la experiencia, es decir, un camino esotérico. Y en el cristianismo, durante toda la Edad Media, se utilizó el término "contemplación" para el sendero que conducir a la experiencia de lo divino. Diferenciamos entre tres grados en la oración cristiana:
1.- La oración verbal: oratio.
2.- La oración meditativa: meditatio.
3.- La oración contemplativa: contemplatio.
La última forma de oración se enseño hasta bien entrada la Alta Edad Media.
¿Quienes la practicaban?
Los grandes místicos de Occidente, como por ejemplo, Casiano, Evagiro Pontico, Dionisio, Buenaventura, el maestro Eckehart, Hugo de san Victor, los autores de la "Filocalia" y de la "Nube del no-saber" respectivamente, Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Madame Guyon...
No menciona usted a Ignacio de Loyola, cuyos ejercicios son tan extendidos hasta hoy en la Iglesia Católica. No, no le menciono porque él abandonó la tradición, entendiendo por contemplación también una oración que incluye la imaginación, las representaciones, que pertenecen al ámbito de la meditación.
¿Cual es la diferencia entre meditación y contemplación?
Hoy en día, lamentablemente, ya no se utilizan estos dos términos en sus formas originales. La meditación, según la clasificación tradicional, se refiere a los dones intelectuales y sensuales del ser humano: la razón, los sentimientos y los sentidos, ocupándose de imágenes, palabras y metáforas que estimulan las potencias del alma. Pero los que se encaminan a la contemplación han de dejar atrás la meditación durante este ejercicio. Por otro lado, se da por
supuesto que los que se dediquen a la contemplación ya han practicado intensamente las otras dos formas de oración. La contemplación únicamente es posible cuando queden calladas la razón, la memoria y la voluntad. Todas las potencias del alma están aquí pasivas. Ninguna idea o contenido serán admitidos, incluso habrá que abandonar todas las visiones, pensamientos e ideas religiosas. Contemplación es un "puro mirar"; algo le va sucediendo al orante. Se trata de despertar el verdadero ser divino.
¿Que tipo de instrucción para la oración contemplativa dieron los anteriormente citados místicos?
San Juan de la Cruz, en su libro "Llama de amor viva" (III,36) escribe, por ejemplo, que en cuanto el alma comience a entrar en ese estado sencillo y sereno de la contemplación, agotándosele la meditación, nunca deber intentar figurarse cualesquiera meditaciones o agarrarse a consolaciones espirituales.
En relación a esto, ¿cómo ve Vd. los caminos espirituales de Oriente?
Los caminos esotéricos de Oriente, como son el Vipassana, el Zen, y algunas formas de Yoga, tienen un gran parecido con la contemplación. Las instrucciones básicas se asemejan mucho. La contemplación, en su sentido puro, es un camino paralelo a dichas formas orientales y, en mi opinión, debería volver a utilizarse este término en su concepto clásico dentro del ámbito cristiano.
Háblenos un poco más de las clasificaciones de la oración cristiana.
Bien, pues tenemos, además, la clasificación de la oración apofática y de la catafática (Apo=fuera; Kata=correspondiente; Phatis=discurso, palabra). La espiritualidad catafática utiliza contenidos de la consciencia, o sea, imágenes, símbolos, ideas, conceptos, creyendo que el ser humano los necesita para poder acercarse a Dios.
La espiritualidad apofática equivale a la contemplación, siendo orientada a la consciencia pura, vacía, con el fin de que lo divino pueda llegar a manifestarse en ella. Los contenidos se consideran aquí un obstáculo. Mientras la consciencia quede apegada a imágenes o conceptos, aún no se ha llegado allí donde tiene lugar la verdadera experiencia de Dios, pues éstos oscurecen lo divino.
En su opinión, ¿hay muchos cristianos que practican la contemplación?
La gran mayoría de los cristianos, igual que la mayoría de las personas de las demás grandes religiones, va por el camino catafático, o sea, se sirve de imágenes, ideas, palabras. Por esto, la espiritualidad catafática desempeña un 
papel fundamental en todas las religiones. Y éstas necesitan las imágenes, los conceptos, porque sin ellos no se puede comunicar ninguna fe; pero, por otro lado, se corre el peligro de conferirles demasiada importancia.
¿Cómo ve Vd. la mística frente a la teología?
Bueno, la mística y la teología son los dos pilares de la religión y únicamente cuando ambos existen altamente desarrollados y en equilibrio, la vida religiosa florece de veras. Por eso, para la mística, la contemplación ha sido la verdadera meta de la pedagogía de la fe. Pero tengo que añadir que la mística o, lo que es lo mismo, la espiritualidad apofática, ha sido considerada por la Institución como algo sospechoso. No le falto razón a veces, especialmente cada vez que el camino místico se volvió en alto grado antiteológico o incluso anti-intelectual, llegando a caer incluso en lo para-psicológico.
¿Quiénes están llamados al camino de la contemplación?
En los últimos siglos se creyó que solamente "algunas personas escogidas" eran aptas para tener una experiencia mística y, hasta hace muy poco, en los mismos conventos fue necesario tener un permiso especial para poder leer los escritos de San Juan de la Cruz o del maestro Eckhart, aunque los místicos mismos recomiendan esta forma de oración a todo el mundo, en especial a los religiosos. Madame Guyon, por ejemplo, escribe: "Todos son aptos para la oración interior. Es una gran desgracia que la mayoría de la gente cree no estar llamada a ella. Pero lo estamos todos, igual que lo estamos a la redención".
Y San Juan de la Cruz escribe en el prólogo a la "Subida al Monte Carmelo" que ese libro trata de cómo podrá prepararse el alma para unirse con Dios rápidamente, asimismo de las diferentes maneras e instrucciones para principiantes y adelantados. Y en el cap. II, 15,4 pasa a decir que está convencido de que todo el mundo posee las condiciones necesarias para ello, puesto que esa luz (de la contemplación) nunca le falta al alma, pero que debido a las imágenes creadas y a los velos que tapan el alma, no entran en ella.
Para Luis Blosius, benedictino del siglo XIV de Francia, el estado de la contemplación es, por lo menos para todo religioso, lo más natural del mundo. Y llega a decir que si esta perfección le parece demasiado alta a alguien, esa persona, para él, no es ningún monje.
¿Cree Usted que la contemplación es lo suficientemente conocida entre los guías y directores espirituales
cristianos?
No, lamentablemente no, y habrá que preguntarse el motivo. Sorprende, por ejemplo, ver que en todas las publicaciones con motivo del 400 aniversario de San Juan de la Cruz (1591-1991), no se encuentra nada referente a la práctica de su camino de contemplación. Hoy día, muchos cristianos se dirigen hacia Oriente en busca de caminos esotéricos, porque en la cristianismo no encuentran las instrucciones necesarias. Hay quiénes han abandonado la Iglesia, uniéndose a grupos esotéricos libres. Hay muchas más personas místicas de lo que la Institución se puede imaginar.
¿Nos puede decir algo más acerca de las prácticas tradicionales cristianas?
Hay ciertas estructuras básicas en la mística que son iguales en todas las religiones. O bien se recomienda la concentración de la consciencia mediante una imagen, un sonido, una palabra, la respiración, la luz, o sea, mediante un contenido como foco donde se concentre la consciencia, o bien la mantienen libre de cualquier contenido o estructura, ya sea ésta de índole material, psíquica o intelectual.
Hablaré primeramente de la concentración de la consciencia.
Los monjes, desde siempre, han conocido la interiorización con ayuda de la respiración. Recomiendo a este respecto la lectura del libro La Filocalia que describe la vida oracional de los monjes de la Iglesia Oriental.
Aparte de esto, siempre se ha considerado importantísimo sentarse durante largos períodos en quietud. Esto podrá hacerse en un banco de una iglesia, en casa en una silla, en un banquillo, o sobre los talones. El citado libro de la Filocalia también describe este ejercicio.
Luego tenemos el ejercicio con una palabra. Casiano, que nos cuenta la vida y oraciones de los eremitas y cenobitas del desierto, describe este ejercicio ampliamente y recomienda la frase: "Oh Dios, ven en mi ayuda, Señor, date prisa en socorrerme"(1). A este respecto recomiendo la lectura de sus "Colationes X".
La "oración continua" que nos recomienda Jesús (Lc 18,1) únicamente puede tener lugar en el nivel contemplativo cuando, después de haber practicado durante un período largo, "está rezando en la persona", habiéndose formado un hábito en el alma que una y otra vez vuelve a conducir a la experiencia de la oración. La "buena opinión" que muchos cristianos practican, no es suficiente para ello.
El autor de "La Nube del No Saber" (Edic. Paulinas), en los capítulos 7,36,37 y 39, da instrucciones para el uso de la palabra en la contemplación.
Cuando se haya progresado hasta cierto punto en la oración, ya no se observa la respiración, sino el sonido. Habrá que "cantar" interiormente, por así decir, la vocal, conduciendo ésta la respiración. La meta consiste en hacerse uno con la palabra, mejor dicho, con el proceso de "cantarla" o pronunciarla interiormente. Hay que volverse el sonido mismo, entonces se va sosegando el fuero interno. La consciencia queda concentrada en la palabra o en la vocal, con lo cual se consigue el desprendimiento de todo lo demás.
La contemplación cristiana siempre va acompañada de entrega y amor (caridad). Nuevamente remito aquí al libro de la
Nube del no saber, cuyo autor recomienda cargar la palabra con entrega, amor y confianza. Esto, únicamente en apariencia contradice la indicación de no quedarse apegados a los sentimientos. Tanto el amor, como la entrega y el anhelo son emociones básicas de nuestra alma perfectamente aptas para acompañar la palabra. Nos orientan y sirven 
para el recogimiento. Alguien que tiene sed, no tendrá que pensar en agua, pues está completamente impregnado de las ganas de beber agua. Lo mismo ocurre con el amor. Quien ama de veras, quien tiene nostalgia y quien se entrega, no está distraído...
Pero no hay que sorprenderse ante la falta de tales sentimientos. El camino lleva por largos trechos de sequedad, por el desierto y la noche, como nos lo dicen los místicos. Y justamente entonces es fundamental seguir con la oración, aunque la sequedad frustrante nos invada. La sequedad se encuentra en el nivel personal de la afectividad. Es nuestro yo que se frustra, y a ese yo habrá que abandonarle de todas formas. La sequedad para la mística es, por lo tanto, un instrumento y una ayuda de Dios en el proceso del desprendimiento.
Referente al ejercicio del vaciamiento de la consciencia, el autor de la "Nube del no saber" habla de la percepción del propio ser. En el transcurso del ejercicio, se llegar a percibir un fondo donde harán su apariencia pensamientos, sentimientos e intenciones. Los pensamientos y los sentimientos se originan allí, pero no son el fondo más profundo. El citado autor denomina este fondo el Ser. Sus instrucciones a este respecto me parecen ser las más importantes de su libro. El mirar al Señor es un ejercicio que se practica en muchos caminos místicos, aún y cuando se le dan diferentes nombres. La meta siempre consiste en el vaciamiento de la consciencia, pero no por el vacío en sí, sino porque tan
sólo en el vacío podrá manifestarse genuinamente la plenitud de Dios, pues el ojo tendrá que ser incoloro para poder mirar el color auténtico. Uno se desprende de pensamientos, sentimientos e impulsos de la voluntad; El ser humano se parece a un espejo que refleja todo sin identificarse con nada.
En este estado aún quedan dos: un yo que experimenta y aquello que es experimentado. Seguir adelante a partir de aquí resulta realmente muy difícil. La meta consiste en abandonar el yo para experimentar exclusivamente el Ser de Dios. Y esto no se consigue mediante un acto de voluntad. No queda otra cosa que seguir fielmente con el ejercicio. Las instrucciones siguen siendo las mismas que antes: ¡Manténte en el ejercicio! ¡Húndete en él! Entonces podrás recibir el don de la experiencia. Una auténtica experiencia mística es algo que nos ocurre, nunca la podremos producir.
¿Nos podría decir algo acerca del camino de la contemplación de los Padres del Desierto?
El Padre Juan Casiano resume el sendero de la oración contemplativa con las palabras "pureza de corazón". Corazón, para él, es la capacidad básica del conocimiento, mejor dicho, de la experiencia. Es esa chispa del alma con la que no solamente experimentamos nuestra auténtica vida divina, sino que es esa vida divina misma. La experiencia no se alcanza con el discurrir o por medio de palabras que se queden en la memoria. (Véase a este respecto el prólogo de sus Colationes).
El camino a la experiencia llega a través del saber del camino, a través de la "praktik‚" Esta se divide en tres apartados:
- El trabajo en el hombre interior (lucha contra el pecado)
- El servicio en pro de los hermanos
- El volverse igual a Cristo
La primera meta que se deber alcanzar es la pureza del corazón. La contemplación es la
meta verdadera y última de toda vida monástica. Pero siempre ser un don y nunca depende de la voluntad. Por ello, la meta más cercana a la que se aspira, es la pureza del corazón (puritas cordis). (Colationes I,4 y I,7).
El proceso de liberación, que más tarde llamaría san Juan de la Cruz la purificación activa y pasiva, es un proceso psicoespiritual que, en primer lugar tiene que ver con el trabajo de las perturbaciones psíquicas, como por ejemplo, los traumas infantiles, los esquemas inculcados en la educación y los trastornos diversos en el inconsciente personal. Además, purificación también significa liberación de todo dominio de los impulsos.
De entre los Padres del Desierto destaca sobre todo el monje Evagrio Póntico, quién ha influido grandemente en la mística cristiana. Referente a la oración, nos habla en especial de dos grandes Padres del Desierto, ambos de nombre
Macario. Recomienda "darse totalmente a la oración sin tener en cuenta ni las preocupaciones ni los pensamientos que
surjan en el transcurso. Lo único que consiguen en ti es molestarte e intranquilizarte para finalmente tambalear tu orientación tan decidida".
La importancia de Evagrio Póntico estriba en su claridad. La contemplación es atención pura. La persona auténticamente contemplativa ve el lugar de Dios. Asimismo, Evagrio Póntico aconseja quedarse durante períodos largos, sin interrupciones, en el ejercicio de la oración. Dice: "Cuando estés en oración, no te preocupes de las necesidades de tu cuerpo, porque si lo haces, podrías dañar ese don inigualable que se te dar en la oración debido a una picadura de una pulga, de un piojo o de un mosquito".
El centro de la contemplación siempre lo constituye la ausencia de imágenes e ideas, y Evagrio Póntico dice al respecto: "Cuando ores no te imagines a la divinidad bajo una misma imagen. Mantén tu mente libre de cualesquiera formas y acércate al Ser inmaterial sin ninguna materia, pues únicamente así lo conocerás".
El camino del ejercicio consiste en la transformación y maduración hacia alcanzar un estado mental completamente receptivo. Para los monjes, Jesús es el orante místico perfecto. Su oración en el monte y en la soledad era la "apateia", el mirar a Dios. Según Casiano, los monjes deberían mantenerse en la oración de la misma manera que lo hiciera Jesús cuando se encontraba en el estado de la experiencia profunda de lo que él llamó "Padre" al estar orando en el monte. Y Casiano critica a los mojes que no saben orar sin representarse algún tipo de imagen.
Por qué y cómo se produjo el declive de la mística.
Hasta hace unos 200 años, la contemplación solía formar parte de la pedagogía de oración. Quisiera citar aquí a Thomas Keating, abad cisterciense de los EE.UU., que en un resumen de la historia de la contemplación, cita los diversos motivos que han influido en el hecho de que esto ya no sea así: 
- La desgraciada tendencia a rebajar los "ejercicios espirituales" (Ignacio de Loyola) a un método de meditación discursiva.
- El enfrentamiento de la Iglesia establecida con el Quietismo y su radical condena de esta corriente. La pedagogía del Quietismo consiste en un dejar hacer pasivo y en abandonarse a la guía de la gracia. Esto, en la Institución generó un miedo latente ante toda mística, haciendo que cayera en descrédito.
- El Jansenismo y sus influencias. El Jansenismo se acerca mucho al Determinismo: el ser humano está predestinado y poco puede hacer para cambiar esta condición. Dios escoge a la persona y le concede la gracia de actuar bien,
obrando así su redención.
- La sobrevaloración de las visiones y revelaciones privadas y la consecuente desvalorización de la liturgia.
- El confundir la auténtica naturaleza de la contemplación con fenómenos como la levitación, el hablar en lenguas, los estigmas y las visiones.
- El confundir la mística con la beatería.
- La desfiguración de la imagen de los místicos y la equiparación de la mística con un ascetismo divorciado de la realidad.
- El incremento del legalismo de la Iglesia Romana.

Aparte de esto, dice Keating, la erradicación de la contemplación fue definitiva cuando se llego a afirmar que era una temeridad aspirar a la oración contemplativa.
Alentados por los caminos esotéricos de Oriente, muchos cristianos de nuestros días vuelven a acordarse de su propia tradición. Pero su interés no estriba en disertaciones teoréticas sobre místicos, sino en los caminos a la experiencia
que éstos nos legaron.

Padre Jaeger, le agradecemos esta entrevista y esperamos que la contemplación vuelva a tener su lugar perdido en la pedagogía de la oración cristiana.
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(1)- Naturalmente la recitación se hacía en griego, o en alguno de los idiomas antiguos, de manera que la frase quedaba mucho mas compactada; algo parecido a lo que puede ser "Kyrie Eleison". Todo esto nos llevaría a cuestionar el valor de las lenguas actuales para la oración... pero este es otro tema que merecería todo un estudio; quizás más adelante... (N.D.R)



ANDAR: ejercicio contemplativo
WILLIGIS JAEGER (O.S.B.- Maestro Zen)

EN el monte Hiei, en Kyoto, hay un monasterio budista en el que se realizan largos cursos de meditación con el ejercicio de andar. Se camina unos treinta kilómetros diarios y, hacia el final de las prácticas, el número de kilómetros se aumenta considerablemente. El agotamiento se considera una buena ayuda porque la mente está demasiado agotada para divagar. El ejercicio ayuda sobre todo a los que tienen miedo a las sentadas en quietud o a la soledad. A quién practica este ejercicio, puede utilizarlo después en la vida cotidiana, cuando va de la parada del autobús al trabajo o a la compra. Entonces veremos cómo se aumenta nuestro tiempo contemplativo. El peregrinaje es también una ocasión maravillosa de practicarlo. Después de un tiempo notaremos que nos va centrando, sosegando, relajando, armonizando e interiorizando, nos trae la paz, nos lleva a nosotros mismos y a Dios.

¿Cómo debemos andar?
TENEMOS que aprender a andar como Beppo, el barrendero del libro Momo de Michael Ende: un escobazo tras otro, sin premura, sin mirar constantemente hacia el final de la calle, esperando alcanzarlo pronto. Solo un paso cada vez. No hay ni un paso antes ni otro después; hay solamente el "ahora" de este paso, que se va convirtiendo en el ahora mismo. Es el primero y el último a la vez.
EL modo de andar contemplativo supone relegar la percepción exterior en favor de la interior. Estoy en total intimidad conmigo. Experimento cada paso desde el interior. Unicamente este paso. Y una y otra vez: "éste es el único paso". Naturalmente nuestra razón quiere evadirse. Se aburre. Lo mismo que en las sentadas contemplativas se observa la respiración, aquí se observa solamente el paso. El andar se convierte en ejercicio contemplativo.
ESA forma de andar no se puede "hacer". Solamente puede ser practicada con la esperanza de alcanzar la experiencia profunda. Requiere tiempo y el peregrinaje proporciona el tiempo y la oportunidad. En el andar contemplativo su
sentido profundo se cumple. El peregrinaje, o es contemplación o se convierte en turismo.

Andar es oración
NO tenemos que añadir nada al andar. Quien quiera hacerse uno con su paso, puede hacerse uno con Dios. De la misma forma que aquél que logre unificarse con la palabra "Jesús" puede llegar a experimentar una apertura de su consciencia, igual el que logre hacerse uno con su caminar. 
DIOS pasa como persona en mi condición de ser humano por esta tierra a través de este tiempo. En el andar practicamos a Dios, manifestamos a Dios, vivimos a Dios. Dios se consuma en nuestro andar. Ya no será nuestro andar, sino el andar de Dios. Dios aparece en esta tierra en nuestro andar. De esta forma el andar alberga su sentido más profundo en sí mismo. Y nuestra vida se convertirá en peregrinaje santo.
SE convierte en "mi andar" si está sujeto a motivos: querer llegar, querer recorrer el camino; entonces manipulamos el andar. Ya no buscamos a Dios allí sino que le convertimos en algo. Si queremos experimentar a Dios, nos "dejaremos andar". Dios no está en el llegar, está en el caminar. Dios nos dar  la vida eterna mañana o pasado, cuando estamos " allí", pero Dios vive esta vida en cada paso que damos. Vive también en nuestro sufrimiento, en nuestra condición de apátridas, en nuestros miedos y en nuestras horas angustiosas. Esto nos lleva a un entendimiento completamente nuevo de Dios; ya o ser nada que alguien nos ha comunicado, sino algo que hayamos andado y experimentado nosotros mismos. Andar se convierte así en un ejercicio de auténtica espiritualidad existencial.
NO sólo debemos andar así, si no que también debemos tener estos mismos sentimientos cuando comemos, bebemos, nos alegramos, sufrimos... Angelus Silesius dice en un poema: "Dios mismo hace en el santo todo lo que hace el santo. Dios anda, está de pie, duerme, está despierto, come, bebe y está animado". Así, y solamente así, nuestra vida se convertirá en oración continua. Ese es el secreto del camino que se les revelar a quienes anden por el andar mismo. Andar es el camino más fácil para poner atención a nuestra vida cotidiana.
PARA la mayoría de las personas, el cuerpo existe completamente separado de su ser más profundo. Hay quienes lo descuidan a propósito. Para otros es una materia exterior que hay que vencer, un obstáculo. En realidad, el cuerpo puede convertirse en camino hacia el interior. Es producto de nuestra mente y está íntimamente relacionado con ella. Nuestra mente se creó un cuerpo en el cual se puede manifestar. Nuestro cuerpo y nuestra mente forman una unidad. Es, por así decirlo, consciencia materializada. En cada momento, lo modificamos mediante nuestros actos, nuestros pensamientos e imaginaciones. El andar sosiega, lleva al interior, a nosotros mismos; por eso nos transforma. ALGUNAS personas me han contado que han tenido experiencias profundas de Dios haciendo footing. "Una mañana temprano fui a correr y, en vez de rezar el rosario como solía, simplemente corrí. Llegué a la presencia de aquello que es y quedé sobrecogido por su presencia en todas las cosas. Cada sonido y cada instante, cada hoja y el pavimento bajo mis pies estaban llenos de vida divina. Cada cosa era El. Estaba unida a todas las cosas. La experiencia duró mientras corría y, durante días seguí sobrecogido, experimentando su presencia en todo"

Todos los sentidos se abrirán
MIENTRAS se anda también se puede mirar. Pero ese mirar tiene un carácter totalmente diferente. El mirar externo es como si fuera un ancla, donde el ojo está atado. Cuando se está abierto, se ve todo, también lo que no está directamente en el campo visual. La voluntad está totalmente relajada. La consciencia está dirigida a algo, pero ese algo no se fija. También se percibe lo que hay en un primer plano y lo que hay en el fondo.
CUANTO más suave sea la percepción, tanto más abarcará. Se convertirá en mirar, escuchar y percibir. Se producirá una relajación. El ejercicio del andar se parece al de la respiración. Para que nuestros pensamientos no salten de un tópico a otro, fijamos nuestra consciencia en la respiración. Para que nuestra vista no salte de un objeto a otro, la ponemos en una sola cosa visible, sin fijarla en ella. No la enfocamos con claridad. Cuando no miremos a ninguna parte en concreto, ser cuando lo veremos todo. Lo que parece ser un ejercicio visual, en realidad es un ejercicio
intensivo de recogimiento espiritual. Para quedar en nuestra propia intimidad, fijaremos nuestra conciencia en el andar. Unicamente este paso, nada m s. Y cada vez de nuevo: este único paso. Esto nos ayudar a mantener la calma,
incluso en medio de la mayor agitación, así el camino se hará corto.