viernes, 5 de enero de 2018

... Continuación ... TERCER GRADO DE LA VIDA ESPIRITUAL

Relatos de un monje contemplativo.

Palabras en silencio 

Cuanto más se pone una persona a contemplar a Dios en la naturaleza, más cuenta se da de que Dios está por encima y más allá de ella. Al encontrar la huella de lo divino en todas las cosas, dice: "Esto también eres tú y sin embargo no eres tú". Así, con la ayuda de Dios, llega al TERCER GRADO DE LA VIDA ESPIRITUAL, donde no se conoce a Dios sólo a través de su obra sino por una unión directa e inmediata.
 
Para efectuar la transición del segundo al tercer grado, los maestros espirituales nos aconsejan que apliquemos a la vida de oración la vía de la negación, denominada aproximación apofática. La Escritura, los textos litúrgicos y la naturaleza, nos presentan innumerables palabras, imagenes y símbolos de Dios, y nos enseñan a darle su pleno valor y a serviros de ellos en nuestra oración. No obstante, estas realidades no pueden expresar la entera verdad sobre el Dios vivo por lo que se nos anima a equilibrar nuestra oración afirmativa o catafática con la oración apofática.
 
"Orar es dejar de lado los pensamientos", escribe Evagrio, definición muy incompleta de la oración, pero que nos da una idea de la clase de oración que nos permitirá acceder al tercer grado del camino espiritual. El que se esfuerza en alcanzar la Verdad Eterna más allá de todas las palabras y pensamientos humanos, empezará su espera de Dios en la paz y el silencio, no hablando ya de Dios ni a Dios, sino símplemente escuchando. "Sabed que yo soy Dios", Sal 45, 10.
 
Esta quietud o silencio interior se llama en griego hesychia. El que practica la oración de quietud es un hesycasta. Por hesychia entendemos una concentración sobre un fondo de paz interior. No debemos, sin embargo, entender la quietud de manera negativa, como tan sólo la ausencia de palabras y de actividad exterior, encerrándome en mí mismo y aislándome de todo, ya que por el contrario, la oración de quietud es por sobre todas las cosas la apertura del corazón humano al amor de Dios y por lo tanto redundará siempre en el amor a los demás.
Para la mayoría de nosotros, la hesychia no es un estado permanente. Al practicar la oración de quietud, el hesycasta se sirve también de otras formas de oración: oficios litúrgicos, lectura de la Sagrada Escritura, recepción de los Sacramentos.
La oración apofática COEXISTE con la catafática y AMBAS SE REFUERZAN MUTUAMENTE. Ninguna de ellas excluye a la otra. LA VIA DE LA AFIRMACIÓN Y LA VIA DE LA NEGACIÓN NO SON UNA ALTERNATIVA, SINO COMPLEMENTARIAS.