jueves, 27 de septiembre de 2012

EL BALCON


Soy aire, canto de pájaro, reflejo en el manantial... 
Soy viento en el árbol, rocío en el pasto y niebla otoñal... 
Soy luz que deslumbra, soy sombra total... 
Soy...soy en Tí...Soy porque Eres...soy Tú ... Eres yo... 
Sómos...
 
Autor: Enrique Lavín
 
 

martes, 25 de septiembre de 2012

REPIRAR Y ORAR


El uso metodológico de la respiración en la oración en clima afectivo-contemplativo, nos lleva casi espontáneamente a una relación con el hesicasmo. El P. Ireneo  Hausherr  ha tratado con amplitud el tema del hesicasmo en relación con el tercer modo de orar[1], sin embargo no se muestra demasiado entusiasta en encontrar semejanzas entre los dos métodos, más bien subraya las desemejanzas, indicando que el único punto común entre el hesicasmo y la oración enseñada por San Ignacio está en la participación del cuerpo en la psicología de la oración. En la tradición ascética de la Compañía de Jesús no faltan, sin embargo, practicantes fervientes del tercer modo de orar, llevado a un nivel repetitivo casi inverosímil. Ya en el siglo XX el jesuita William Doyle “respiraba” cien mil veces al día su oración-jaculatoria. Más recientemente aún  Juan Bautista Reus, un jesuita muerto en 1947, recomendaba  “volar a Dios con frecuentes aspiraciones” y él mismo repetía diariamente doce mil veces la jaculatoria “Jesús, José y María”.

            Un moderno resurgir de la oración repetitiva “respirada” podemos también encontrarlo en los monjes que siguen la trayectoria iniciada por el autor anónimo inglés del siglo XIV en su obra La Nube del No-Saber. En esta perspectiva se sitúa el monje benedictino  John Main , el cisterciense Basil Pennington[3] y su sucesor el trapense Thomas Keating[4].

            La oración por anhélitos puede ser una importante ayuda para introducir a los ejercitantes en una sencilla vida contemplativa-afectiva[5]. Con la flexibilidad y creatividad sugerida por el mismo Directorio[6] y con el estímulo de los modernos métodos contemplativos de inspiración oriental y neo-hesicasta, los ejercitantes podrán encontrar en esta modalidad de oración un horizonte abierto hacia la comunión con Dios por medio del continuo deseo y afecto incesantemente repetido. El método de meditación zen, tan  atento al ritmo respiratorio de los meditantes,  ha sido también adaptado a los Ejercicios  por algunos jesuitas en  diálogo con la tradición budista japonesa. B. Senécal propone un retiro llamado “Zazen y Ejercicios Espirituales”[7], insistiendo sobre todo en la concentración del ejercitante en el ritmo respiratorio y en la disciplina corporal exigida por el método zen; Juan Catret[8], ofrece Ejercicios personalmente guiados por medio de koans o breves frases paradójicas tomadas de la Sagrada Escritura, para ser repetidas, respiradas y meditadas en cada meditación.

Mariano Ballester, SJ, 
 Diccionario de Espiritualidad Ignaciana.

[1] Les Exercices Spirituels de Saint Ignace et la méthode d’oraison hésychaste, en : Orientalia Christiana Periodica 20(1954), pp.7-26.
[2] Cf por ejemplo J. Main, Maranatha, Lumen, 1993
[3] Centering Prayer : Renewing an Ancient Christian Prayer Form, Doubleday, 2001.
[4] Foundations for Centering Prayer and the Christian Contemplative Life : Open Mind, Open Heart ; Invitation to Love ; The Mystery of Christ, Continuum, 2002.
[5] Así lo presenta también A. Tejerina: Tres modos de orar, en: Manresa 69(1997) pp. 63-66.
[6] D 741, 268.
[7] Une retraite “Zazen-Exercices Spirituels”, en : Cahiers de Spiritualité Ignatienne, 102 (2002), 75-86.
[8] ¿Dar Ejercicios Espirituales con “paradojas bíblicas”?, en: Manresa 65(1993), 63-77.

viernes, 21 de septiembre de 2012

SABIDURIA MAYOR

“La misma causa que eleva al espíritu es la que suscita la extrema humildad. Lo que eleva al alma hasta la altura infinita es también lo que más le abaja. La humildad es el inicio de la contemplación, y la contemplación es la perfección de la humildad.”
Calixto El Patriarca

“El espíritu no se puede purificar al margen de este dolor… (el arrepentimiento) no hay nada mejor que conocer la propia debilidad y la propia ignorancia.
Pedro Damasceno

“Feliz el hombre que conoce su propia debilidad, este conocimiento es el fundamento, la raíz, el inicio de toda bondad. En efecto, cuando se ha experimentado la propia debilidad, el alma queda protegida de toda posible vanidad, de esa vanidad que oscurece el conocimiento”.
Calixto e Ignacio Xantohopouloi

El hombre que se postra ante Dios de todo corazón, buscando que únicamente se haga la voluntad de Dios, empieza a ver que sus propias faltas son numerosas como las arenas del mar.
Tal es el origen de la iluminación del alma, y tal es el signo de que empieza a sanarse.
Pedro Damasceno

VERDADERA PAZ

¿Que hacer para poseer la paz del cuerpo y del alma?

Debemos amar a todos los hombres como a nosotros mismos y estar prontos a morir en todo momento.

En efecto, el que recuerda su muerte siempre se hace humilde, se abandona a la Voluntad de Dios y desea estar en paz con todos, amar a todos los hombres.

El alma del humilde es como un mar; si uno lanza una piedra al mar, la superficie del agua se agita un momento, luego la piedra se hunde en el abismo.

Así toda pena es sepultada en el corazón humilde porque en él esta la Fuerza de Dios.

La incredulidad proviene siempre del orgullo. El orgulloso quiere comprenderlo todo con su razón, pero Dios no se revela más que al alma humilde.

Un alma abandonada a la voluntad de Dios está siempre tranquila y llena de paz…

Escritos espirituales de Silouane
Vol. 36 de la colección “Espiritualidad monástica”

Monasterio de Las Huelgas (Burgos – España) Año 2000

 

MI TABLA DE SALVACION

“No se debe confiar en las propias fuerzas. Al contrario, cuando alguna turbación sobreviene en nuestro corazón, es preciso volverse enseguida hacia El Señor y no cesar de invocarle hasta que la inquietud se haya apaciguado.

Hay que sentirse como el hombre que se ahoga en la mar y se agarra a una tabla capaz de levantarle y llevarle por encima del abismo. Él siente constantemente que está a punto de zozobrar, pero al mismo tiempo, está tocando la tabla de salvación.


Esta es una imagen justa de toda alma que en el Señor camina por la senda de la salvación. Siente que por sí misma zozobraría, más al mismo tiempo, sabe que hay salvación en El.

Estad alerta. Dios os dará la fuerza. El sentimiento de la propia fragilidad es el primer grado para obtener la ayuda de Dios”.

Correspondencia del Obispo Teófano
(Vol. V, pag. 25, 89 y 109) Moscú 1898 

domingo, 16 de septiembre de 2012

¿DONDE NACE EL PERDON?


La pregunta surgió ayer en un coloquio.

Me pareció tan interesante que bien merece unas reflexiones.
Hay quienes no tienen dudas: "yo ni olvido ni perdono" -dicen- sin importarles que la televisión les esté delatando.
Estas personas sufren un doble daño: el que les han causado y el que ellas mismas se causan cultivando un odio mordedor.
A quien, consciente o inconscientemente, se empecina e intenta liberarse por la venganza, poco se le puede decir.
El propio odio le hunde y le encarcela.
Porque conlleva la carcoma de la falta de paz, porque es contrario a la "vida positiva" que fluye en la hondonada humana.
El odio es desear el mal del otro. El odio es muerte y genera muerte.
Hay quienes matizan: "yo perdono pero no olvido".
Algunos lo dicen porque perdonar está bien visto y les parece de mala educación decir lo contrario.
El "no b" significa muchas veces: "antes o después me las pagarás; mantendré la espada en alto hasta que se me presente la ocasión de devolver mal por mal". No han perdonado más que de boquilla, siguen deseando el mal a largo plazo, "la venganza se sirve fría".
Otros, sin embargo, perdonan sinceramente y el "no olvido" significa que toman nota de por dónde puede venirles el daño, para tratar de evitarlo en el futuro. Esta postura es legítima y prudente.
Perdonar no significa morrearse con el agresor.
La mayoría de nosotros -cristianos confesos- no hemos sufrido daños de noticiario y tenemos verdadero interés en perdonar las pequeñas o grandes afrentas de nuestra historia. Tenemos una idea, un deseo, un propósito, fruto de nuestro "yo cerebral" que se adhiere a los principios cristianos.
Ya es algo.

Pero perdonar no es lo mismo que querer perdonar.
Uno puede querer perdonar y comprobar cómo le ahoga el impulso de hacer daño a quien con daño le hirió. Eso sí, sin que se vea, sin que nadie lo note, sin que sufra mi imagen de civilizado y ecuánime.
Por mucho que yo estruje mis ideas o mis principios, si no desciendo al nivel del ser (a lo hondo de mí mismo), no brotará el perdón.
Si además "quiero" (solo desde la voluntad) cumplir con la máxima de "amar a los enemigos", entonces la situación cobra tintes dramáticos; la tensión y la culpabilidad pueden instalarse en la "conciencia cerebral" y hacerme caer en la desesperanza ante lo imposible.
Y es que el Evangelio -en contra de lo que muchas veces oímos o pensamos- no es un conjunto de normas, consejos o palabras buenas.
El Evangelio es ante todo vida  
(Jn. 1,4  y  3,36  y  5,24;  Jn. 5,40  y  6,35 - 63 - 68;  Jn. 10,10  y  11,25  y  14,6  y  17,2  y  20,31.) y sólo puede integrarse desde donde nace la vida: desde el ser, desde ese fondo positivo y profundo donde residen los dones que constituyen mi identidad.
No basta saber, ni tampoco querer.
El "nivel cerebral" es sólo el foco que nos permite adentrarnos en las profundidades, es el observador de las sensaciones que emite nuestro ser, ese diamante jaquelado que refleja nuestro parecido con Dios, ese "fondo preciosísimo" o "tu mejor tú" que diría Pedro Salinas ( La voz a ti debida, v. 1449.)
Ese "tesoro", del que habla el Evangelio, que tanto nos han ocultado nuestros clérigos bizcos con su parcial visión de pecados e infiernos.
Perdonar es conseguir que la aspiración a hacer el bien nos inunde.
Esa aspiración, asumida conscientemente por toda mi persona, disipa la venganza, diluye el deseo de castigar, incluso el deseo de justicia como desquite o revancha legal.
¡Cuántas veces llamamos justicia a la venganza!
Y hasta le pedimos a Dios que sea el ejecutor (doctrina judía del AT). Otras veces gritamos justicia, pero en realidad lo que pedimos es legítima protección y seguridad.
Conviene analizarse con sinceridad para saber lo que vivimos.
La frontera entre el bien y el mal es, a veces, sumamente delgada.
¿Yo, desde el fondo de mí, deseo el bien para quien me ha causado un mal de cualquier tipo o calibre?
Si -a pesar de todo mi dolor- puedo contestarme afirmativamente, es que he perdonado. Es que no me he dejado encerrar en la cárcel de la venganza, en la prisión del odio, en la pulsión animal del instinto de revancha. ¡
Soy libre! Estoy "venciendo el mal con abundancia de bien" (Rom 12,21), ese bien que mana siempre en mi interior, porque estoy hecho a semejanza del Bien infinito.
La dificultad está en que ese bien, residente en mis entrañas, no está suficientemente visitado, profundizado y canalizado para inundar los males con los que mi historia tropieza.
Aspirar al bien, cultivar el bien, practicar el bien, dejar que inunde lo propio y lo ajeno. ¡Eso es perdonar!

Otra cosa es que la sensibilidad sienta aversión, antipatía, asco, rechazo, crispación, etc.
En gran medida, esas sensaciones son la reacción lógica contra el mal en sí y no contra el malvado ("odiar el pecado y amar al pecador", decían los maestros espirituales).
Nadie puede querer que le claven un puñal por la espalda, le engañen, le amedrenten o le miren mal. Menos aún que le maten a un ser querido.
Conviene saber, además, que hay personas que nos despiertan aversión o miedo por su físico, su tono de voz, su carácter, su estilo u otras circunstancias.
Normalmente será porque esas características o circunstancias tienen algún parecido con algo o alguien que nos causó daño en el pasado; muchísimas veces ni lo recordamos.
Algunas personas, con finura humana y delicadeza de conciencia, se inquietan porque creen que no consiguen perdonar y que el rencor es la fuente de esas sensaciones negativas. No siempre es así.
El perdón, como el amor, nace del ser y no debemos confundirlo con lo que fluye a nivel sensible. A medida que crece una persona, las aspiraciones positivas inundarán mayor parte de su sensibilidad y las sensaciones negativas serán menos numerosas, menos intensas y menos duraderas.
Pero siempre habrá una parte subconsciente imposible de evitar. De ahí la necesidad de estar bien anclados en el ser, en nuestra raíz, en nuestro "fondo preciosísimo" para que las ventoleras de la sensibilidad no nos lleven a la deriva.

Finalmente, será útil observar que en nuestro caminar coincidimos con personas, libros, blogs, música, naturaleza, ambientes, que nos vitalizan, que despiertan lo mejor de nosotros mismos, que nos motivan a seguir nuestro camino de maduración y liberación personal.
Son relaciones vitalizantes porque estimulan nuestra vida profunda y nuestra vocación.
Hay otras, por el contrario, que entorpecen nuestro crecimiento, que nos apartan de nuestra misión.
Son relaciones nefastas porque perjudican nuestro desarrollo personal.
Me viene al pronto la relación de muchos con la telebasura y los éxtasis de moda.
Es normal que las personas vitalizantes despierten nuestra adhesión, nuestra simpatía y nuestro amor.
Es normal igualmente que por las personas desvitalizantes sintamos rechazo o antipatía, lo que no significa odio ni ausencia de perdón. Paradójicamente hay relaciones nefastas que suscitan una poderosa atracción superficial.
Es el caso, por ejemplo, de "los amiguetes", "los ligues" u otras relaciones epidérmicas.
Es de sabios potenciar las relaciones vitalizantes y apartarse de las relaciones nefastas. Perdonar y amar a todos, sí.
A todos desear el bien y, si es posible, hacérselo.
Pero privilegiar la relación con los "ambientes humanos y materiales" que nos iluminan, nos motivan y nos ayudan a caminar. En ello nos va la vida, la auténtica vida.
Donde mana la vida profunda fluye el perdón.

viernes, 7 de septiembre de 2012

“Nicodemo, el hagiorita” (1749–1809)


…El espíritu, una vez en el corazón, no se detenga solamente en la contemplación, sin hacer nada mas. Allí encontrará la razón, el verbo interior gracias al cual razonamos y componemos obras, juzgamos, examinamos y leemos libros íntegros en silencio, sin que nuestra boca profiera una palabra.
Que vuestro espíritu entonces, habiendo encontrado el verbo interior, sólo le permita pronunciar la corta oración llamada monológica: «¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, tened piedad de mí!»
Pero esto no basta. Debéis además poner en movimiento la potencia volitiva de vuestra alma, en otros términos, decir esta oración con toda vuestra voluntad, con toda vuestra potencia, con todo vuestro amor.
Mas claramente, que vuestro verbo interior aplique su atención, tanto con su vista mental como con su oído mental, a esas únicas palabras, y mejor aún, al sentido de las palabras.
Así, permaneciendo sin imágenes ni figuras, sin imaginar ni pensar ninguna otra cosa, sensible o intelectual, exterior o interior, se producirá algo bueno.
Pues Dios está mas allá de todo lo sensible y lo inteligible. Por lo tanto, el espíritu que quiere unirse a Dios por la oración debe salir de lo sensible y lo inteligible y trascenderlo para obtener la unión divina.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

AMOR Y FE

El hombre de hoy se preocupa mucho o demasiado por su apariencia, por su belleza física y gasta dinero e invierte tiempo en mantenerse por fuera en perfecto estado, con una figura esbelta cuidada a base de dietas e idas al gimnasio; son horas tras horas que se dedica a engrandecer su figura, minutos y minutos que detrás de un espejo se contempla airoso y lleno de orgullo y algo de vanidad. No está mal cuidar la salud, cuando esa es la búsqueda, pero lamentablemente para muchos, la vida se ha reducido sólo a ello: lucir una figura delgada y tener músculos prominentes.
 
Pero sabemos que no todo termina aquí, la vida nos enseña que las tormentas se superan cuando la casa se ha edificado sobre roca y no sirve de nada una mansión hermosísima por fuera si no tiene los fundamentos capaces de superar los fuertes vientos y las constantes lluvias. Por eso, antes de mirarte al espejo y verte con tu figura como dios o diosa griega, piensa si tienes los fundamentos que te aseguran la verdadera felicidad. "Ama y haz lo que quieras" decía San Agustín, es decir, comprométete, sacrifícate, sé fiel, cree en Dios y hunde profundamente tus raíces en el Ser y no en el tener ni el parecer.
 
He aquí un bonito relato que grafica aún más lo que quiero decir.

"Cerca de un arroyo de aguas frescas, había un pequeño bosque. Los árboles eran muy variados.
Todos gastaban las energías en ser más altos y grandes, con muchas flores y perfumes, pero quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar raíz.
En cambio, un laurel dijo:
Yo, mejor, voy a invertir mi savia en tener una buena raíz: así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten.
Los otros árboles estaban muy orgullosos de ser bellos; ¡en ningún lado había tantos colores y perfumes! Y no dejaban de admirarse y de hablar de los encantos de unos y otros, y así, todo el tiempo, mirándose y riéndose de los demás.
El laurel sufría a cada instante esas burlas.
Se reían de él, señoreando sus flores y perfumes, meneando el abundante follaje.
¡Laurel!...le decían, - ¿para qué quieres tanta raíz? Mira, a nosotros, todos nos alaban porque tenemos poca raíz y mucha belleza. ¡Deja de pensar en los demás! ¡Preocúpate solo de ti!
Pero el laurel estaba convencido de lo contrario; deseaba amar a los demás y por eso tenía raíces fuertes.
Un buen día vino una gran tormenta, y sacudió, sopló y resopló sobre el bosque.
Los árboles más grandes, que tenían un ramaje inmenso, se vieron tan fuertemente golpeados, que por más que gritaban no pudieron evitar que el viento los volteara.
En cambio, el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si perdió unas cuantas hojas.
 
Entonces todos comprendieron que:
 
Lo que nos mantiene firmes en los momentos difíciles, no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, dentro de nuestro corazón... allí... en el fondo de nuestra alma... Y ESO SE LLAMA AMOR Y FE. CULTIVEMOS DICHAS VIRTUDES CON LA ORACION DE SILENCIO Y QUIETUD.

lunes, 3 de septiembre de 2012

CATEQUESIS BENEDICTO XVI

Benedicto XVI: La Ley de Dios encuentra su cumplimiento en el amor
Papa Benedicto XVI


VATICANO, 02 Sep. 12 / 09:11 am .- En sus palabras previas al rezo del Ángelus, junto a los fieles reunidos en Castel Gandolfo, Benedicto XVI señaló que la Ley de Dios, que "emerge" en la Liturgia de la Palabra de este domingo, "encuentra su pleno cumplimiento en el amor".

El Santo Padre subrayó que "la Ley de Dios es su Palabra que guía al hombre en el camino de la vida,, lo hace salir de la esclavitud del egoísmo y lo introduce en la 'tierra' de la verdadera libertad y de la vida".

"Por esto en la Biblia la Ley no es vista como un peso, una limitación oprimente, sino como el don más precioso del Señor, el testimonio de su amor paterno, de su voluntad de estar cerca de su pueblo, de ser su Aliado y escribir con él una historia de amor".

Benedicto XVI recordó que "en el Antiguo Testamento, aquel que en nombre de Dios transmite la Ley al pueblo es Moisés", en el umbral de la tierra prometida.

"Y he aquí el problema: cuando el pueblo se establece en la tierra, y es depositario de la Ley, se siente tentado a poner su seguridad y su alegría en algo que ya no es la Palabra del Señor: en los bienes, en el poder, en otras 'divinidades' que, en realidad son vanas, son ídolos".

El Papa indicó que cuando el hombre pone ante su seguridad en esos falsos dioses "la Ley de Dios permanece, pero ya no es lo más importante, la regla de vida; se convierte más bien en un revestimiento, una cobertura, mientras la vida sigue otros caminos, otras reglas, intereses individuales y de grupo con frecuencia egoístas".

"Así, la religión pierde su sentido auténtico que es vivir en escucha de Dios para hacer su voluntad, y se reduce a práctica de usanzas secundarias, que satisfacen más bien la necesidad humana de sentirse bien con Dios. Éste es el grave riesgo de cada religión, que Jesús individuó en su tiempo, pero que también se puede verificar, lamentablemente, en la cristianidad".

"Por tanto, las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy contra los escribas y los fariseos deben hacernos pensar también en nosotros", indicó.

Por ello, al concluir sus palabras, el Santo Padre pidió "que la Virgen María, a quien ahora nos dirigimos en oración, nos ayude a escuchar con corazón abierto y sincero la Palabra de Dios, para que oriente nuestros pensamientos, nuestras elecciones y nuestras acciones, cada día".

ABECEDARIO DE SANTA TERESA DE JESUS

450 años Convento de San José de Ávila, ante V Centenario Nacimiento de la Santa

santa-teresa-2

A
Amor:
“La medida del poder llevar gran cruz o pequeña es el amor” (Cam. 32, 7)
“Son siervos del amor los que se determinan a seguir por este camino de oración al que tanto nos amó” (Vida 11, 1)
Agradar a Dios:
“Tengo por cierto que se excusarían grandes males si entendiéramos que no está el negocio en guardarnos de los hombres, sino en no guardarnos de contentaros a Vos” (Vida 15, 8)
C
Caridad:
“Es gran cosa la Caridad, y este aprovechar almas siempre, yendo desnudamente por Dios” (Vida 15, 8)
“Si este mandamiento se guarda en el mundo como se ha de guardar, creo aprovecharía mucho para guardar los demás” (Camino 4, 5)
Ciencia:
“Son gran cosa letras para dar en todo luz” (Camino 5, 2)
Confesión:
“Procuraba confesar con brevedad, y a mi parecer, hacía de mi parte lo que podía tornar en Gracia. Estaba todo el año en no quitar de raíz las ocasiones, y en los confesores que me ayudaban poco”·(Vi. 5, 3)
Confesores:
“Gran daño hicieron a mi alma confesores poco letrados; siendo virtuosos y de santas costumbres mejor es que no tengan letras; porque ni ellos se fían de sí sin preguntar a quien las tenga buenas, ni yo me fiara. Confesores bien letrados nunca me engañaron” (Vi. 5, 3)
Confianza:
“Y así tengo experiencia que el verdadero remedio para no caer es asirnos a la cruz y confiar en el que ella se puso. Hállole amigo verdadero, y hállome con esto con un señorío que me parece podría resistir a todo el mundo que fuese contra mí, con no me faltar Dios” (Cuentas 3ª, 1)
Compañías:
“Vi la gran merced que hace Dios a quien pone en compañía de buenos… Comenzó esta buena compañía a desterrar las costumbres que había hecho mala… su ejercicio eran buenos libros… Y su hablar lo más ordinario de Dios” (Vida 4)
Conversaciones:
“Porque en aquel poco tiempo vi nuevas en mí estas virtudes: No tratar mal de nadie por poco que fuese, sino de ordinario era acusar toda murmuración porque tría muy delante cómo no había de querer ni decir de otra persona lo que quería dijesen de mí” (Vida 6, 3)
Cruz:
“Es gran negocio comenzar las almas oración, comenzándose a desasir de todo género de contentos y entrar determinadas a solo ayudar a llevar la cruz de Cristo, como buenos caballeros que sin suelo quieren servir a su rey. Es muy gran cosa tener esto presente, sobre todo a los principios” (Vida 15, 11)
D
Devoción:
“Procurar con todas sus fuerzas no ofender a Dios y estar dispuestos y determinados para todo bien” (Vida 9, 9)
Devoción a la Virgen:
“Como yo comencé a entender lo que había perdido (su madre), afligida fuime a una imagen de Nuestra Señora y supliquela fuese mi madre, con muchas lágrimas. Paréceme que aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente ha hallado a esta Virgen soberana en cuento me he encomendado a Ella” (Vida 1, 7)
Devoción a San José:
“Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso santo por la experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios… sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este santo patriarca y tenerle devoción” (Vida 6, 7-8)
Dirección espiritual:
“Así que importe mucho ser el maestro avisado, y que tenga experiencia, si con esto tiene letras es grandísimo de gozo… espántame muchas veces ver el trabajo con que algunas almas, especialmente religiosas, han ganado, lo que podían tener sin ninguno, con tal de preguntarlo” (Vida 13, 16-20)
E
Eucaristía:
“Teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces ¿Qué más se les daba?” (Camino 34, 7)
F
Fe Viva:
“Por un punto de aumento de Fe y de haber dado luz en algo a los herejes, perdería mil reinos” (Vida 21, 1)
“En cosa de fe, contra la menor ceremonia de la Iglesia…, por ella o por cualquier verdad de la sagrada Escritura, me pondría yo a morir mil muertes” (V. 35, 5)
“El amor de contentar a Dios y la fe hacen posible lo que por razón natural no lo es” (Fund. 2, 4)
“El amor de contentar a Dios y la fe hacen posible lo que por razón natural no lo es” (Fund. 2, 4)

H
Humildad:
“La humildad es andar en verdad; que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no tiende, anda en mentira” (Moradas 6ª 11, 8)
“Cada uno mire en sí lo que tiene de humildad y verá lo que está aprovechada” (Camino 12, 6)
“Mientras estamos en esta tierra no hay cosa que más importe que la humildad” (Moradas 1ª 2, 9)
“Pongamos los ojos en Cristo, nuestro bien, y allí dependeremos la verdadera humildad” (Moradas 1ª 2, 11)
I
Iglesia:
“Quizá no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho: porque no está en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de saber contentar en todo a Dios y procurar en cuanto pudiéremos no ofenderle y rogarle que vaya siempre adelante la honra y la gloria de su Hijo y el aumento de la Iglesia Católica” (Moradas 4, 7)
“En fin, soy hija de la Iglesia”
Ll
Llamada a la santidad:
“Mirad que convida el Señor a todos; pues es la misma Verdad no hay que dudar. Si no fuere general este convite, no nos llamara el Señor a todos, y aunque los llamara, no dijera: Yo os daré de beber” (Camino 19, 15)
O
Obediencia:
“La obediencia es el verdadero camino para sujetar nuestra voluntad a la de Dios” (Fund. 5, 11)
“Si es por contentar a Dios, ya saben que se contenta más con la obediencia que con el sacrificio” (Fund. 6, 22)
“No ir en punto contra lo que me manda el prelado, que sabéis verdaderamente que os lo manda Dios, pues está en su lugar” (Camino 17, 7)
“Cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores, entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor, ayudándoos en lo interior y en lo exterior” (Fund. 5, 8)
Oración:
“Que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” (Vida 8, 5)
“Digo que importa mucho y el todo una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que vienere, suceda lo que sucediere, trabajase lo que trabajase, murmure quien murmurare, siquiera llegue hasta allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda en el mundo” (Camino 21, 2)
“Dice en la primera regla que oremos sin cesar. Con que se haga esto con todo el cuidado que pudiéramos, que es lo más importante, no se dejarán de cumplir los ayunos y disciplinas, y silencio que manda la Orden; porque ya sabéis que para la oración verdadera se ha de ayudar con esto, que regalo y oración no se compadece” (Camino 41, 3)
P
Pecado venial:
“Pecado muy de advertencia, por chico que sea, Dios nos libre de él; cuanto más que no hay poco, siendo contra una tan gran Majestad y viendo que nos está mirando” (Camino 41, 3)
Presencia de Dios:
“Tenía yo algunas veces… venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí, y yo también engolfada en Él” (Vida 10, 1)
R
Respeto al prójimo:
“Porque en aquel tiempo vi nuevas en mí estas virtudes: no tratar mal a nadie por poco que fuese, sino de ordinario era acusar toda murmuración porque traía muy delante como no había de querer ni decir de otra persona lo que no quería dijesen de mí” (Vida 6, 3)
Rosario:
“Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario, de que mi madre era muy devota, y así nos hacía serlo” (Vida 1, 6)
S
Santidad Sacerdotal:
“Entendí bien cuan más obligados están los sacerdotes a ser buenos que otros” (Vida 38, 23)
“Ellos, capitanes en el ejército de Cristo, han de ser muy aventajados en el camino del Señor” (Camino 3, 2)
“… porque veo yo que haría más provecho una persona del todo perfecta, con hervor verdadero de amor de Dios, que muchas con tibieza” (Rel. 3, 7)
V
Voluntad de Dios:
“Este es nuestro engaño: no nos dejar del todo a lo que el Señor hace, que sabe mejor lo que nos conviene” (Vida 6, 5)

sábado, 1 de septiembre de 2012




 El poder del desapego
Cuando la energía de nuestra consciencia esta fuera de control, la mente está en un estado de agitación. Nos gobiernan las emociones. La solución es desapegarse de las tormentas internas, separarse y observar el huracán, dejando que pase. La observación desapegada retira la energía que tus emociones requieren para sustentarse.

Por ejemplo, la ira es una condición en la que la lengua trabaja más rápido que la mente. Decimos cosas sin pensarlas, bajo la presión emocional del enfado o la reacción. Cuando nos desapegamos y observamos nuestra propia ira, ésta muere. Si no nos desapegamos de ella y la observamos… entonces será nuestra dueña.

Por otro lado, necesitamos poder para permanecer libres de la influencia de los demás. El desapego es este poder. Si no podemos permanecer desapegados de las influencias, no podremos mantener los pensamientos bajo control. A partir de ahí se generará una espiral descendente hasta que todo rastro de bienestar interior se pierda.

El primer paso en el desapego es comprender quién eres como entidad espiritual. Esto te permite “desapegarte” de tu identidad física, y todo su mundo de pensamientos y sentimientos limitados, y en lugar de ello “apegarte” a tu personalidad espiritual, el ser de paz, fortaleza y estabilidad.

Un día normal siempre estará lleno de desafíos hacia este desapego. Por un lado estará tu conciencia espiritual, pero por el otro estará la atracción hacia los seres humanos y el mundo material. El desapego no quiere decir alejarse del mundo material, sino simplemente permanecer consciente de ti mismo como ser espiritual mientras estás en el mundo e interpretas tu papel. El desapego simplemente significa mantenerte centrado en tu espiritualidad.