jueves, 28 de enero de 2010

ES MAS LO QUE NOS UNE QUE LO QUE NOS SEPARA

Comentarios de Brian Pierce (OP) acerca del diálogo interreligioso

En círculos interreligiosos, Eckhart es a menudo comparado con uno de sus contemporáneos, el maestro Zen japonés Dogen, porque de muchas maneras, su estilo de enseñanza y predicación, al igual que el de un maestro Zen, intenta impactar al oyente para introducirlo a un encuentro radical y disfrutado, con el Evangelio de Jesús.

A medida que el mundo se expande, nuestros corazones son desafiados a ser cada vez más grandes, inclusivos, universales: lo que los místicos denominan magnanimidad: vivir con un alma grande y un corazón expansivo. Es el significado del título Mahatma – Alma Grande – otorgado a Gandhi, un hombre cuyo corazón y cuya alma crecieron lo suficiente para abrazar a todo el mundo.

Nuestro mundo es simplemente demasiado pequeño y bello para continuar construyendo paredes que nos separen. Solamente a través del diálogo interreligioso podremos vislumbrar la belleza y las diferentes y profundas intuiciones de las tradiciones espirituales del mundo.

Juan Pablo II escribió acerca de este tema:

“Somos todos hermanos y hermanas y, como peregrinos en esta tierra, aunque por diferentes caminos, estamos todos en nuestro camino a la Patria común en donde Dios, a través de formas sólo conocidas por El, no cesa de guiarnos. La ruta principal de la misión es el diálogo sincero… El diálogo habla a los demás con respeto y comprensión, estableciendo los principios en los que creemos, proclamando con amor las verdades más profundas de la fe que son el gozo, la esperanza y el sentido de la vida.”

El Monje Budista Thich Nhat Hanh señala:

“Para que el diálogo sea fructífero, debemos vivir profundamente nuestra propia tradición, y al mismo tiempo, escuchar profundamente a los otros. A través de la práctica del profundo mirar y escuchar, nos liberamos, y somos capaces de ver la belleza y valores en nuestra tradición al igual que en las otras”.


¿Cómo sería hoy la ciudad de Jerusalén si los judíos, cristianos y musulmanes se reunieran cada mañana para compartir desde cada uno, la música sagrada y el canto? ¿Irreal? Tal vez sea tiempo de expandir un poco los límites de nuestra imaginación.



viernes, 22 de enero de 2010

HERMOSA REFLEXION

Comentarios del padre José Antonio Pagola S.J., Parroquia San Vicente Martir,Bilbao.

Estos comentarios tienen mucho que ver con nuestra práctica deMeditación Cristiana.

NECESIDAD DEL ESPIRITU

Lo «espiritual» no evoca hoy gran cosa en muchos de nuestros contemporáneos. La misma palabra «espíritu» queda asociada al mundo de lo etéreo, lo inverificable, lo irreal. Sólo parece interesar lo material, lo práctico, lo útil y eficaz. Incluso, podríamos decir que«lo espiritual» suscita en muchos una actitud de reserva y sospecha.Y sin embargo, son bastantes las voces y los movimientos que reclaman hoy con fuerza el retorno al espíritu. La nostalgia del hombre occidental no busca sólo un nuevo sistema socio-económico, ni nuevas filosofías, sino una nueva vida, un aliento nuevo, una fuerza de salvación capaz de liberar al hombre del desencanto, del absurdo y del nihilismo destructor.

Es aquí donde debemos situar hoy los creyentes la fe en el Espíritu Santo, para redescubrir con gozo las posibilidades que se nos pueden abrir, si sabemos acoger con conciencia viva la acción salvadora de Dios en nuestras vidas. Los creyentes siempre han reconocido al Espíritu una eficacia regeneradora. El hombre que acierta a abrirse a la acción de Dios en lo profundo de su corazón, descubre una fuerza capaz de regenerarlo, unificarlo, iluminarlo e impulsarlo más allá de los límites en que parecía iba a quedar encerrado para siempre.

Una gran parte de los hombres y mujeres de nuestro tiempo viven en desarmonía consigo mismos, sin un núcleo interior que unifique sus vidas, sin una razón profunda que dé aliento a su existencia, alienados desde lo más profundo de su conciencia, sin pertenecer a sí mismos, sin sospechar nunca que en lo más hondo de su ser hay una fuerza capaz de transformar sus vidas.

Los cristianos necesitamos creer más y con más concreción en la eficacia humanizadora y liberadora que tiene el vivir abiertos a la acción de Dios en nosotros. El hombre no recupera su integridad replegándose sobre sí mismo, ni alcanza su liberación sometiéndose al poder, la ciencia o el dinero. El hombre se va haciendo humano cuando se abre a la acción del Espíritu que nos pone en armonía con nosotros mismos, nos conduce al encuentro con los otros en la verdad y la paz, y nos abre a la comunicación gozosa con Dios. Nada de esto se puede entender desde fuera. Cada uno debe descubrir por experiencia propia cómo la fe y la docilidad al Espíritu satura de sentido y de gozo su existencia.

SABOREAR LA VIDA EN LA FUENTE

Una de las deformaciones más deplorables de cierta teología es concebir el don del Espíritu Santo como algo que se recibe sólo y exclusivamente de manera secreta e invisible, en lo más oculto del alma, al margen de lo que va sucediendo en nuestra vida. Sin embargo, el don del Espíritu no es sino la auto-comunicación gratuita de Dios que se nos regala de múltiples maneras desde el fondo de la vida, a través de las personas que vamos encontrando en nuestro camino y a través de los acontecimientos y experiencias que tejen nuestra existencia.

Esta comunicación de Dios no es un fenómeno esporádico que sucede sólo en fechas litúrgicas determinadas o se canaliza siempre a través de los sacramentos. Sin duda que hay experiencias privilegiadas radicalizadas por la gracia, pero el amor de Dios se nos va regalando constantemente a todos desde lo más hondo de nuestro vivir. Toda persona "posee en lo más profundo de sí misma un dinamismo espiritual". Cuando trabaja y lucha, cuando ama, goza o sufre, cuando vive y cuando muere, no lo hace sola, sino acompañada por la presencia amorosa del Espíritu de Dios. Nosotros podemos estar atentos a esa presencia o no prestarle atención alguna, podemos acoger libremente su acción o rechazarla, pero el Espíritu de Dios está siempre ahí, como "dador de vida".

Tal vez alguno piense que es un despropósito hablar así en nuestros días. ¿Cómo puede haber todavía un lugar para el Espíritu Santo en la era de la técnica, la planificación científica y las computadoras? Entiendo lo que siente quien así piensa. Sé, por otra parte, que las realidades más profundas de la existencia ha de descubrirlas uno mismo por propia experiencia y que, sin ésta, de poco sirven las palabras que nos digan desde fuera. Yo sólo me atrevería a decirle esto: "Medita lealmente y con rigor la existencia, detente en las experiencias más profundas del gozo o del dolor, en los momentos culminantes del amor o de la soledad, ¿no sientes que en el fondo de nosotros hay un misterio último inexpresable que estamos casi siempre rehuyendo?".

El "hombre espiritual" no es un ser extraño y anormal. Es sencillamente una persona que ha aprendido a "saborear la vida en la fuente". Por eso capta lo que otros no captan y goza lo que otros no son capaces de gozar. Tal vez, lo primero que hemos de pedir esta mañana es el don de gustar la vida en su fuente, en el Espíritu, para poder saborearla sin intoxicarla y para disfrutar de ella sin arruinarla. Gustar a Dios. Esa es la clave para no atrofiar la vida.

ATEISMO DEL CORAZON

Quizás no son muchos los que, entre nosotros, niegan a Dios teóricamente hasta las últimas consecuencias. Sin duda, son muchos más los que prescinden de Dios, son ateos prácticos y viven como si en el fondo Dios no les afectara para nada. Este «ateísmo del corazón» está más extendido de lo que sospechamos. Hombres y mujeres que quizás alguna vez pronuncian fórmulas rutinarias, pero que no abren nunca su corazón a Dios. Personas que ya no «escuchan» a nadie en su interior. Cuántos que se dicen cristianos, se defienden ante Dios con oraciones recitadas de memoria, pero se avergonzarían de hablar con él espontáneamente y de corazón. Por otra parte, ¿quién encuentra hoy un «rincón» para el silencio, la meditación, el recogimiento y la paz interior? ¿Quién tiene tiempo para orar en medio de las prisas, la agitación, el nerviosismo o el perpetuo cansancio?

La lucha por la vida, la competencia despiadada, la presión continua, está llevando a muchos a la asfixia y el ahogo espiritual. Esta sociedad donde el infarto ha llegado a ser el símbolo de todo un modode vivir, corre el riesgo de ir perdiendo su alma y su vida interior. Y, sin embargo, el Espíritu de Dios no está ausente de esta sociedad, aunque lo reprimamos, lo encubramos o no le prestemos atención alguna. El sigue trabajando silenciosamente a los hombres en lo más profundo de ese corazón demasiado «ateo».

Aquel gran teólogo y mejor creyente que fue K. Rahner nos ofrece algunas pistas para reconocer su presencia misteriosa pero real:

«Cuando el vivir diario, amargo, decepcionante y aniquilador se vive con perseverancia hasta el final, con una fuerza cuyo origen no podemos abarcar ni dominar...

Cuando uno corre el riesgo de orar en medio de las tinieblas silenciosas sabiendo que siempre somos escuchados, aunque no percibimos una respuesta que se pueda razonar o disputar...

Cuando uno acepta y lleva libremente una responsabilidad sin tener claras perspectivas de éxito y de utilidad...

Cuando se experimenta la desesperación y misteriosamente se siente uno consolado sin consuelo fácil...

Cuando se da una esperanza total que prevalece sobre las demás esperanzas particulares y abarca con su suavidad y silenciosa promesa todos los crecimientos y todas las caídas...

Entonces el Espíritu de Dios está trabajando. Allí está Dios."

jueves, 21 de enero de 2010

MOMENTO DE CRISTO - P. JOHN MAIN

El Cristo Interior

Moment of Christ - The Path of Meditation - John Main,OSB
“Y a ustedes, ¿quién les va a hacer daño si se esfuerzan por hacer el bien? Dichosos si sufren por causa de la justicia! No teman lo que ellos temen, ni se dejen asustar. Más bien honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes” (1 Pedro 3:13-15)


"Honren en su corazón a Cristo..." El mundo en que vivimos pasa. Todos lo sabemos, los reinados suben, tienen períodos de poder y luego se caen. Y la lección de la historia es que cuando se caen, se caen muy rápido. La sabiduría, en este caso, es tener la habilidad de identificar lo que dura, comprender lo que perdura y lo que es verdaderamente importante.


Las primeras comunidades Cristianas comprendieron muy claramente que cada uno de nosotros poseemos, y lo poseemos en este momento, en esta vida, un principio eterno en nosotros, algo en nuestro corazón que perdura para toda la eternidad – nuestro Señor Jesucristo. Por eso debemos “honrar a Cristo en nuestro corazón”.


Para poder vivir nuestras vidas bien no debemos deprimirnos al ver que el mundo pasa, que las civilizaciones se caen. No debemos molestarnos cuando vemos que en el mundo hay un gran caos. Todos lo sabemos – hay mucha confusión. Hay mucha gente confusa y también podemos ver que también en nuestras vidas tenemos períodos de confusión y de caos. Pero el reto que cada uno tenemos, y que cada ser humano debe finalmente enfrentar, es el poder encontrar en el mundo real, en este mundo caótico y que pasa, la paz verdadera, el orden y la armonía adecuada y que permitirá dar sentido a las voces que compiten por nuestra atención.


De nuevo, las primeras comunidades Cristianas veían esto con mucha claridad, pues lo sabían por su propia experiencia que Jesús mismo es el camino al orden, a la armonía y a la paz. Ellos sabían que El es el camino que nos lleva a la armonía resonante de la misma Trinidad, al orden, al supremo orden que está basado en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


El camino de la meditación no es un camino de escape. Sobre todo, no es un camino a la ilusión. No estamos tratando de escaparnos de un mundo con fines desordenados o principios caóticos ni tampoco estamos tratando de construir un mundo alternativo de ilusiones de nosotros mismos. Lo que Jesús nos promete es que si nos afianzamos en El, en reverencia en nuestro corazón, si creemos en El y en Aquel que lo envió, entonces todo el caos y la confusión del mundo dejan de tener poder sobre nosotros. Las tensiones, las cadenas, los retos, están ahí pero sin que puedan destruirnos, pues hemos encontrado la roca que es Cristo. Esta es la tarea real. Este es el reto real que cada uno de nosotros debemos de enfrentar para entrar a la realidad de Cristo, la roca en la que debemos construir nuestras vidas, con la absoluta seguridad de que El nos ama con nuestros errores, con nuestros cambios de corazón y de mente y en todo momento de nuestras vidas, hasta el último momento de nuestra vida, porque El es el Amor supremo.


Es por eso que San Pedro nos dice qué importante es honrar a Cristo en nuestro corazón. Arraigados en El, entonces nos arraigamos en el principio de la vida, en la misma realidad, y fundados en El, nada tiene poder sobre nosotros, ni siquiera la muerte. El reto es encontrar el camino hacia El, encontrando el camino hacia nuestro corazón y que lo podamos honrar desde ahí.

El camino de la meditación es consecuentemente un camino para aprender a morir a la ilusión, a la irrealidad, y así de esta manera aprendemos a resucitar con Cristo, a resucitar más allá de nosotros mismos y de nuestras limitaciones a la vida eterna. Es aprender esto ahora, hoy mismo, y dejar de posponer la vida eterna para cuando nos vayamos al cielo. El Reino de los Cielos está aquí entre nosotros, y debemos abrirnos a ello porque, como lo dice San Pedro, debemos estar vivos en el Espíritu y estar totalmente vivos en la vida de Dios.

Como Cristianos, no debemos conformarnos con menos. Nuestra vida Cristiana no es cuestión de solamente pasar por la vida. Cada palabra en el Nuevo Testamento nos dice que es de suprema importancia que debemos vivir nuestras vidas en una continua expansión, expansión del corazón, expansión del Espíritu, creciendo en el amor y arraigándonos cada vez más en Dios.

Cada uno de nosotros debemos entender nuestro potencial, que estamos expandiendo nuestro universo, por lo que cada uno de nosotros posee el potencial de energía-expansión que no es nada menos que infinita. En la misma carta de San Pedro él nos dice que debemos vivir una vida de orden, fundada en la oración, y nos dice que nos amemos unos a otros con toda nuestra fuerza. Este es el camino de la meditación – tocar la fuente de la vida, la fuente de la energía y del poder, para que así podamos vivir nuestras vidas en plenitud. Y lo hacemos honrando al Señor en nuestro corazón.

Mira de nuevo lo que dice San Pedro:“Y a ustedes, ¿quién les va a hacer daño si se esfuerzan por hacer el bien? Dichosos si sufren por causa de la justicia! No teman lo que ellos temen, ni se dejen asustar. Más bien honren en su corazón a Cristo como Señor.... Por esto también se les predicó el Evangelio aún a los muertos para que, a pesar de haber sido juzgados según criterios humanos en lo que atañe al cuerpo, vivan conforme a Dios en lo que atañe al espíritu... así que para poder orar bien, manténganse sobrios y con la mente despejada. Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados”. (1 Pedro 3:13-15; 4:6, 7-8)

miércoles, 20 de enero de 2010

PLATICAS INSTRUCTIVAS DEL MAESTRO ECKHART


Meister Eckhart.

Me hicieron la siguiente pregunta: Que algunas personas se aislaban rigurosamente de los hombres y les gustaba estar siempre solos y de ahí provenía su paz así como del hecho de que se hallaban en la iglesia ¿si esto era lo mejor? Entonces dije: «¡No!» y ¡presta atención porque no es así!
Quien está bien encaminado en medio de la verdad, se siente a gusto en todos los lugares y con todas las personas. Mas, quien anda mal, se siente mal en todos los lugares y entre todas las personas. Pero aquel que anda por buen camino, en verdad lleva consigo a Dios. Mas, aquel que bien y en verdad posee a Dios, lo tiene en todos los lugares y en la calle y en medio de toda la gente exactamente lo mismo que en la iglesia o en el desierto o en la celda; con tal de que lo tenga en verdad y solamente a Él, nadie podrá estorbar a semejante hombre.¿Por qué?Porque posee únicamente a Dios y pone sus miras sólo en Dios, y todas las cosas se le convierten en puro Dios. Semejante hombre lleva consigo a Dios en todas sus obras y en todos los lugares, y todas las obras de este hombre las opera sólo Dios; pues, la obra pertenece más propia y verdaderamente a quien es causa de ella que a quien la ejecuta.
Si concentramos, pues, nuestra vista pura y exclusivamente en Dios, Él, en verdad, habrá de hacer nuestras obras y nadie, ni la muchedumbre ni el lugar, son capaces de detenerlo en sus obras. Resulta, pues, que a tal hombre nadie lo puede estorbar porque no ambiciona ni busca ni le gusta nada fuera de Dios; porque Él se une con el hombre en todas sus aspiraciones. Y así como ninguna multiplicidad lo puede distraer a Dios, así nada puede distraer ni diversificar a este hombre ya que es uno solo en lo Uno, donde toda multiplicidad es una sola cosa y una no-multiplicidad.
El hombre debe aprehender a Dios en todas las cosas y ha de acostumbrar a su ánimo a tener siempre presente a Dios en ese ánimo y en su disposición y en su amor. Observa cuál es tu disposición hacia Dios cuando te encuentras en la iglesia o en la celda: esta misma disposición consérvala y llévala contigo en medio de la muchedumbre y de la intranquilidad y de la desigualdad. Y —como ya he dicho varias veces— cuando se habla de igualdad no se afirma que todas las obras o todos los lugares o toda la gente tengan que considerarse como iguales. Esto sería un gran error, porque rezar es una obra mejor que hilar y la iglesia es un lugar más digno que la calle. Debes conservar, empero, en todas tus obras un ánimo y una confianza y un amor hacia Dios y una seriedad siempre iguales.
A fe mía, si estuvieras así equilibrado, nadie te impediría tener presente a tu Dios.Pero en quien Dios no vive tan de veras, sino que le hace falta, continuamente, aprehender a Dios desde fuera en esta cosa y en aquélla, y si busca a Dios de manera despareja, ya sea en las obras, o entre la gente, o en [determinados] lugares, éste no posee a Dios. Y fácilmente habrá alguna cosa que lo estorbe a semejante hombre porque no posee sólo a Dios y no busca ni ama ni aspira sólo a Él; y por ello no lo estorban únicamente las malas compañías sino también las buenas y no sólo la calle sino también la iglesia, y no sólo las palabras y obras malas, sino también las palabras y obras buenas, porque el impedimento se halla dentro de él, ya que Dios, en su fuero íntimo, no se le ha convertido en todas las cosas. Pues, si fuera así, estaría contento y a gusto en todos los lugares y con todas las personas porque él poseería a Dios y a Éste nadie se lo puede quitar ni estorbarlo en su obra.

¿En qué consiste entonces, esta verdadera posesión de Dios de modo que uno lo tenga en verdad? Esta verdadera posesión de Dios depende de la mente y de una entrañable y espiritual tendencia y disposición hacia Dios, y no de un continuo y parejo pensamiento cifrado en Dios; porque esto sería para la naturaleza una aspiración imposible; sería muy difícil y además no sería ni siquiera lo mejor de todo.
El hombre no debe tener un Dios pensado ni contentarse con Él, pues cuando se desvanece el pensamiento, también se desvanece ese Dios. Uno debe tener más bien un Dios esencial que se halla muy por encima de los pensamientos de los hombres y de todas las criaturas. Este Dios no se desvanece, a no ser que el hombre voluntariamente se aparte de Él. Quien posee a Dios así, en su esencia, lo toma al modo divino, y Dios resplandece para él en todas las cosas; porque todas las cosas tienen para él sabor de Dios y la imagen de Dios se le hace visible en todas las cosas. Dios reluce en él en todo momento, y en su fuero íntimo se produce un desasimiento libertador y se le imprime la imagen de su Dios amado y presente. Es como en el caso de un hombre que sufre agudamente de verdadera sed: puede ser que haga algo que no sea beber, y también podrá pensar en otras cosas, pero haga lo que hiciere y esté con cualquier persona, cualesquiera que sean sus empeños o sus ideas o sus acciones, mientras perdure la sed no le pasará la representación de la bebida, y cuanto mayor sea la sed tanto más fuerte y penetrante y presente y constante será la representación de la bebida. O quien ama una cosa ardientemente y con todo fervor, de modo que no le gusta ninguna otra ni lo afecta en el corazón fuera de ésta la amada, y sólo aspira a ella y a nada más: de veras, a este hombre, dondequiera y con quienquiera que esté o cualquier cosa que emprenda o haga, nunca se le apagará en su fuero íntimo aquello que ama tan entrañablemente, y en todas las cosas hallará justamente la imagen de esa cosa y la tendrá presente con tanta más fuerza cuanto más fuerte sea su amor. Semejante hombre no busca la tranquilidad porque ninguna intranquilidad lo puede perturbar. Este hombre merece un elogio mucho mayor ante Dios porque concibe a todas las cosas como divinas y más elevadas de lo que son en sí mismas. De veras, para esto se necesita fervor y amor y hace falta que se cifre la atención exactamente en el interior del hombre y que se tenga un conocimiento recto, verdadero, juicioso y real de lo que es el fundamento del ánimo frente a las cosas y a la gente. Esta actitud no la puede aprender el ser humano mediante la huida, es decir, que exteriormente huya de las cosas y vaya al desierto; al contrario, él debe aprender a tener un desierto interior dondequiera y con quienquiera que esté. Debe aprender a penetrar a través de las cosas y a aprehender a su Dios ahí dentro, y a ser capaz de imprimir su imagen la de Dios en su fuero íntimo, vigorosamente, de manera esencial.
Comparémoslo con alguien que quiere aprender a escribir: de cierto, si ha de dominar este arte, tiene que ejercitarse mucho y a menudo en esta actividad, por más penoso y difícil que le resulte y por imposible que le parezca; si está dispuesto a ejercitarse asiduamente y con frecuencia, lo aprenderá y dominará este arte. A fe mía, primero tiene que fijar sus pensamientos en cada letra individual y grabársela muy firmemente en la memoria. Más tarde, cuando domina el arte, ya no le hacen falta en absoluto la representación de la imagen ni la reflexión; entonces escribe despreocupada y libremente… Y lo mismo sucede cuando se trata de tocar el violín o de cualquier otra obra que ha de realizar con habilidad. A él le basta perfectamente saber que quiere poner en práctica su arte; y aun cuando no lo haga en forma continuamente consciente, ejecuta su tarea gracias a su habilidad sean los que fueren sus pensamientos. Del mismo modo, el hombre debe estar compenetrado de la presencia divina y ser configurado a fondo con la forma de su Dios amado y hacerse esencial en Él de modo que le resplandezca el estar presente de Dios sin esfuerzo alguno y más aún: que logre desnudarse de todas las cosas y que se mantenga completamente libre de ellas. Para conseguirlo se necesita, al comienzo, de la reflexión y de un atento ejercicio de la memoria, tal como le hacen falta al alumno en el aprendizaje de su arte.

SAN ANTONIO ABAD


Oración:

Señor, tú que inspiraste a San Antonio Abad el deseo de retirarse al desierto para servirte allí con una vida admirable, haz que, por su intercesión, tengamos la fuerza de renunciar a todo lo que nos separe de tí y sepamos amarte por encima de todo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

GANDHI
















MAESTRO ECKHART

"¿Qué es el Hoy?
¡La Eternidad!"

IMAGENES QUE HABLAN











viernes, 15 de enero de 2010

PEQUEÑA ORACION


Esta es una pequeña oración que se recomienda hacer antes de cada meditación:
"Luz serena que brillas en el fondo de mi ser, atráeme hacia tí, atráeme más allá del laberinto de la mente, para descubrir tu presencia en mí y ser uno con ella. Amen"


KARL RAHNER

"El Cristiano del futuro será un místico o no será nada".

viernes, 8 de enero de 2010

ORACION

"Dios nuestro que quisiste que tu Hijo tomara nuestra misma carne mortal para manifestarse a los hombres, haz que al contemplarle exteriormente igual a nosotros, nos vayamos transformando interiormente a imagen de él. Amén."

miércoles, 6 de enero de 2010

ACERCA DE LA ORACION CONTEMPLATIVA

PEQUEÑO TRATADO DE ORACIÓN CONTEMPLATIVA
PARA BUSCADORES SOLITARIOS DE DIOS




Según la Inspiración del Espíritu y la experiencia personal
de un Ermitaño Anónimo

ALGUNOS CONSEJOS A LA HORA DE USAR UNA IMAGEN

Una Imagen es una obra de arte destinada a propiciar la oración y la contemplación. No es por lo tanto un objeto de decoración o de adorno.

Ha sido creada para ayudar a los creyentes en la plegaria individual, familiar o de pequeños grupos.

Manténla oculta siempre que no estés en oración y evita que lo profanen miradas de otras personas o las tuyas propias cuando no estas orando.

No es un objeto para enseñarlo a las amistades ni una decoración exótica para la casa.

Es una evocación de lo Sagrado a través de una imagen.

Antes de elegir un Icono, una Imagen o una figura, mira bien si realmente evoca en ti lo Sagrado. No tengas prisa en elegir. Tomate todo el tiempo que haga falta.

Un Icono, una figura, una Imagen, un Templo o cualquier lugar de oración no es imprescindible; afortunadamente Dios está en todas partes; pero lo que tienes que ver es si tú lo ves en todas partes. Si es así, no te hace falta ningún elemento externo de ayuda, pero tienes que ser muy sincero y si no es así, y resulta que una imagen, un icono, determinadas iglesias o cualquier otro elemento te ayuda a evocar la presencia de lo Sagrado, entonces es bueno y sabio el que lo utilices.

ALGUNOS CONSEJOS SOBRE LA ORACIÓN

En la oración no se trata de pedir cosas a Aquel que todo conoce. La oración no es para decirle a Dios lo que quieres sino para escuchar lo que El quiere para ti y que no es otra cosa que compartir lo que El es: Tranquilidad profunda, Beatitud, Paz, Bondad, Belleza, Amor ...

No se trata de pedir cosas sino de comprender que no necesitas nada más que la presencia de Dios y descansar en esa morada llena de sus cualidades.

Antes de orar debes de comprender que detrás de todos tus deseos de objetos o de situaciones del mundo, solo hay un deseo: la paz profunda. Y ese deseo último que tanto anhelas y que proyectas en los objetos y situaciones del mundo solo lo puedes obtener en la interioridad. La tranquilidad y la plenitud solo están en tu espíritu que es el espíritu de Dios.

Una persona se pone a orar cuando ha comprendido claramente la futilidad y la relatividad de todos los objetivos convencionales humanos que, aun teniendo su importancia relativa, no pueden darle la paz profunda, la plenitud que todo ser humano anhela con nostalgia. Es comprendiendo claramente esto bien sea por la propia inteligencia, o movido por las constantes dificultades de la vida, cuando uno se acerca a la Paz, la Belleza, la Bondad, la Plenitud y la Alegría que proporciona el contacto con lo Absoluto y con lo Sagrado a través de la oración en su calidad más contemplativa.

Sumergirse en el "acto orante" es el síntoma más claro de que se ha llegado al discernimiento (entre lo verdadero y lo falso), al desapego (de las cosas del mundo), a la sumisión (a la presencia de Dios), a la humildad (respecto a nuestra capacidad humana), a la sabiduría (habiendo comprendido donde está la plenitud y el gozo verdaderos), a la caridad (al abrazar en nuestra oración a toda la creación), y a todas las demás virtudes... Todas las virtudes están contenidas en la oración.

Orar es un acto simple de colocación ante la presencia de lo Sagrado.

No te compliques con rituales ni con palabrería o con lecturas excesivas. Orar es muy sencillo, no hace falta que te leas todos los libros que hay sobre el tema. Se trata de orar, no de leer sobre ello. Vale más un minuto de presencia en lo Sagrado que un año de lecturas sobre la oración.

El rato de oración es un paréntesis de tranquilidad en tu vida. Nunca tengas prisa. La prisa, la ansiedad, la complicación y la dispersión son los mayores enemigos del espíritu. Manténlos a raya cueste lo que cueste. Nunca te dejes llevar por ellos. Manténte todo el tiempo que haga falta hasta que reconozcas la presencia de lo Sagrado. Esto puede llevarte desde unos pocos minutos hasta horas. Ten paciencia y espera.

Evita hacerlo de manera mecánica y rutinaria; hazlo no por obligación sino por devoción. Eso te coloca en una actitud y en una atmósfera totalmente diferente.

El pensamiento racional puede llegar a ser un gran enemigo del espíritu. No pienses, razones ni elucubres sobre lo que haces. Simplemente hazlo; simplemente reza. Entra en esa atmósfera, no pienses sobre ella. El pensamiento no entiende esos estados y antes, durante o después de la oración, pondrá todo tipo de impedimentos y de razonamientos haciéndote ver lo absurdo de la practica. El pensamiento empleará todo tipo de argumentos de lo más convincentes e ingeniosos¡ No hagas caso al pensamiento ! Diga lo que diga la mente, tú continúa con tu práctica de oración.

Ten en cuenta que esto te sucederá incluso después de muchos años de práctica y de frecuentación de esos "lugares del Espíritu". Muchos son los testimonios de personas de oración y de vida interior que así lo confirman. Nunca hagas caso a esos pensamientos. La mente pensante, hiperdesarrollada en las personas actuales, no puede abarcar ciertas moradas y se resiste con todas sus fuerzas poniendo una barrera que debemos vencer con perseverancia e inspiración.

Enciende una vela delante del Oratorio y siéntate en el suelo, con las piernas cruzadas, sobre los talones o en un banquillo, según prefieras.

Puedes permanecer así desde unos minutos.... hasta el día entero. No hay límite para la adoración. Acuérdate del consejo evangélico de «permanecer en oración constante»

Preferentemente puedes rezar el Santo Rosario o el Ave María, haciéndolo con tranquilidad y dejando que en tu alma se reproduzca la receptividad de la Virgen María ante el anuncio del Angel.

También puedes emplear una invocación más simple como por ejemplo:

AVE MARIA, ORA PRO NOBIS


La repetición se ira poco a poco uniendo a la respiración, AVE MARIA al tomar aire, ORA PRO NOBIS al expulsarlo.

En algún momento o circunstancia puedes añadir la invocación de una cualidad marial que sea adecuada a ese momento. Por ejemplo: Ave María, Ora pro Nobis; Stella Matutina, Ora pro Nobis. O también: Ave María, Ora pro Nobis; Salus infirmorum, Ora pro Nobis. Tu verás que cualidad es la necesaria en ese momento. Las letanías son una fuente de inspiración permanente para estos casos.

Puede llegar un momento en el cual el aliento en si, se transforma en oración. El contenido de la palabra se trasvasará al aliento, al cuerpo y al mundo. Entenderás lo que es «ver a Dios en las formas y las formas en Dios».

Si decides usar otra plegaria, mira que sea una sencilla frase o palabra que evoque en ti lo Sagrado y que repetirás con tranquilidad dejándote impregnar por su sabor.

Puedes centrar tu atención en el Corazón. Eso enraiza la oración en el cuerpo y despeja a la mente del continuo pensamiento. De esa manera el espíritu se "corporaliza" y el cuerpo se "espiritualiza". En el corazón vivirá entonces una llama orante permanentemente encendida; como una luz que señala donde hay un "templo vivo de Dios".

Puedes de vez en cuando abrir los ojos un momento y mirar a la imagen que te inspira de manera que añadas un impulso más hacia las alturas a través de la visión.

No fuerces la plegaria ni mucho menos la respiración, una de las claves fundamentales de la oración está en aprende la manera de que la plegaria "suceda" por si misma a su propio ritmo, "se rece" en ti, lo mismo que la respiración "ocurre" sin ningún esfuerzo.

Los momentos más propicios para la oración son el amanecer y el anochecer (los tradicionales momentos de Laudes y Vísperas), pero puedes hacerlo en cualquier otro momento del día o de la noche.

Con el tiempo la oración se irá haciendo continua en tu vida, tanto la «Oración Verbal» cuando sea posible, como la «Presencia en el Sabor de lo Sagrado» que se mantendrá como plano de fondo a lo largo de todo el día. De la "oración verbal" se pasará a la "oración de actitud" o a la "oración de estado". Será el "estado de belleza" o el "estado de amor" o el "estado de alegría" el que se estabilizará como plano de fondo de la acción y ese estado será una oración continua.

Sobre ese sagrado "lienzo de fondo" veras que se van dibujando las situaciones, los movimientos, las conversaciones, el trabajo etc... Toda tu vida quedará cubierta por el manto de tranquilidad de lo Sagrado e iluminada por la "dorada luz del Thabor"; un gran manto de tranquilidad, lucidez, comprensión y gracia que irá abarcando las situaciones, las personas, los paisajes, en cada momento de tu vida.

También con el tiempo esa invocación, ese sabor o esa luz, se mantendrán por la noche durante los sueños.

Si sois una familia, acostumbraros a orar juntos al atardecer o antes de dormir. ¡Apaga la televisión y enciende el Oratorio... tu alma te lo agradecerá!

A los niños les resulta muy fácil la oración siempre y cuando no se les complique con palabrerías inútiles o con doctrinas que no llegan a comprender. Enséñales a orar con el Ave María o con una invocación Mariana simple. Ya tendrán tiempo para doctrina y teología más adelante. Los niños captan magníficamente el "sabor" de lo Sagrado y les deja un recuerdo indeleble en sus almas. Valen más unos minutos de oración contemplativa todas las noches –viendo además el ejemplo de sus padres– que todas las explicaciones teóricas que se les pueda dar. Cuando sean mayores te agradecerán las horas pasadas en esa atmósfera sagrada en vez de viendo la televisión. Habrás sembrado una semilla de paz, alegría y plenitud con unas consecuencias que ni siquiera imaginas ahora.

Si en periodos largos de oración sientes molestias en el cuerpo, aprende a moverte muy lenta y armoniosamente. Inclínate hacia delante, hacia los lados o extiéndete hacia atrás. Haz armoniosa y lentamente torsiones hacia los lados o cualquier otro movimiento que te alivie las molestias. Aprende a moverte tan suavemente que el movimiento no perturbe el estado de oración. Así el movimiento también será oración e invocación.

De la misma manera que una palabra o una frase pueden invocar y evocar lo sagrado, también un movimiento, un gesto o la evocación visual de una imagen pueden hacerlo. Si sinceramente ese es tu caso hazlo así, pero no lo hagas por estar a la moda o por ser original; mira si eso realmente te sitúa en presencia de lo Sagrado. A fin de cuentas lo que importa es llegar a la presencia de Dios y el vehículo que empleemos para ello será simplemente aquel que más nos ayude a ese fin.

Reconocerás la presencia del Espíritu por sus frutos. Ahí donde aparezca una Alegría sin motivo mundano, una Bondad desinteresada, un Amor en estado puro y sin excepciones, una Belleza que todo lo abarca con su manto, una Paz interior y un Agradecimiento independientes de las circunstancias exteriores, ahí estará sin duda el Espíritu.

Cuando aparezca esa Alegría sin objeto, contémplala, quédate mirándola; permanece en esa vivencia durante todo el tiempo que puedas, minutos, horas o días. Cuando aparezca la Bondad, contémplala, quédate impregnándote de esa vivencia; quédate con ella todo el tiempo que puedas. Así con todas las demás cualidades divinas: el Amor, la Libertad, la Misericordia, La Infinitud, el Silencio, la Paz profunda, etc... Conforme vayan apareciendo en la oración, quédate contemplándolas y así irán tomando cada vez más presencia en tu vida.

También reconocerás la presencia de lo Sagrado cuando al intentar describir la vivencia aparezcan las paradojas. Expresiones como: una "vacuidad plena", una "plenitud sutil", un "silencio sonoro", una "densidad ligera", una "soledad acompañada", etc. denotan que se ha visitado ese lugar donde mora el Espíritu.

A veces también lo puedes reconocer por algunos cambios físicos: notarás un cambio en la respiración que tomará una calidad "diferente", más profunda o más intensa o más lenta, según el momento o las personas. Puedes notar también algunos cambios en la calidad de la mirada, o en la relajación de la columna o de los plexos nerviosos. Pero todos estos cambios, si es que ocurren, ocurrirán de manera espontánea y como consecuencia de la profundización, no puedes forzarlos ni fingirlos desde afuera.

De la oración contemplativa al silencio contemplativo solo hay un paso. No fuerces el silencio; llegará de forma natural cuando el alma quede impregnada del Espíritu en una unidad, entonces de manera natural cesará la repetición de la plegaria y te mantendrás en la simple presencia silenciosa. No quieras, por orgullo, llegar a lo más alto y permanece tranquilamente ahí donde Dios te ha puesto y donde puedas sentir su presencia. En estos tiempos es una pena que muchas personas con gran capacidad y vocación de interioridad, por querer llegar directamente al último peldaño de la unión mística.... ni siquiera alcanzan el primero de paz interior. El silencio forzado será un silencio "vacuo", desprovisto de gracia, y que no tiene ningún sentido espiritual. Con frecuencia incluso se convierte en algo angustioso. Eso en vez de acercarte al Cielo, te deja a las puertas del Infierno. El silencio en sí mismo no es el objetivo, sino la presencia de Dios. La presencia de Dios viene acompañada de silencio, pero el silencio no siempre es acompañado por la presencia de Dios.

La palabra caerá como una fruta madura cuando aparezca lo que ella invoca. Entonces reposa y descansa en ese Santo Silencio, en esa Santa Presencia. Cuando veas que ese perfume desaparece, cuando veas que vuelve la inquietud o la sequedad, entonces vuelve a la palabra hasta que el fuego se avive de nuevo. Una y mil veces.

Por otra parte no debes tampoco forzar la oración verbal, la palabra, cuando veas que el silencio te ha tomado o esté llamando a tu puerta. En esos momentos, incluso la palabra que te elevaba puede convertirse en un estorbo y hacerte descender de esa «ligereza plena». No tengas miedo al silencio. La simple presencia, o el simple aliento son oración cuando están impregnados de Gracia y de Sacralidad.

Si tienes la bendición de encontrar un maestro de oración aprende de él, será una gran suerte. Desgraciadamente en los tiempos que corren, esto es cada vez más difícil por no decir imposible. Esto no debe desanimarte, confía en la inspiración y en la ayuda del Espíritu Santo y haz el camino en soledad. Si no tienes ayuda en la tierra confía en la ayuda del Cielo. La ayuda para la vida del espíritu siempre llega a las pocas personas que, en este profanado mundo de hoy en día, optan por una orientación interior. Con el tiempo puede que encuentres a algunas pocas personas como tú. Os reconoceréis enseguida.

Aunque estés en soledad, ponte en camino y ora en soledad. El mundo del espíritu ha estado desde siempre lleno de ermitaños y solitarios, y ahora, con el actual descalabro espiritual, sigue estándolo aunque permanezcan ocultos en las ciudades. Si lo puedes hacer en grupo o en familia hazlo así, pero sea cual sea la situación no dejes de Meditar, Orar y Contemplar lo Sagrado.

No puede un ser humano hacer acto más bello que la oración. Sumergirse en el acto orante es sumergirse en la belleza que encierra dicho acto... El abandono y la entrega al acto orante es la mayor belleza que puede acompañar nuestra vida; esa entrega... esa rendición ante lo que nos sobrepasa...

Uno puede optar por cubrir su vida con un manto de belleza o permanecer en la sequedad, el desasosiego, la inquietud, la fealdad o en la amargura. En algún momento de tu vida tendrás que optar por lo uno o por lo otro, más allá de ideologías, argumentaciones y razonamientos de la mente pensante.

Merece la pena apostar por lo primero y que tu paso por este mundo esté acompañado de la Luz, el Calor y la Belleza de lo Sagrado, convirtiéndote así en un foco de irradiación de esas cualidades para tu entorno.

Si tu impulso y tu vocación son fuertes, esa opción se hará de una vez y para siempre. Pero lo más habitual es que esa opción sea un gesto que se renueva cada día o cada momento del día en una apuesta y una decisión constante.

Hay momentos de "sequedad" interior; cuando la "noche oscura", el desánimo y la aspereza invaden cada célula. En esos momentos lo mejor es poner orden en la vida exterior y mantener un "mínimo" de oración. Pueden bastar tres avemarías a la mañana y tres a la noche. Eso no cuesta ningún esfuerzo a pesar de que estemos en plena "noche oscura". Aunque te parezca poco, eso es mejor que nada. En esos momentos tienes que ser humilde y reconocerte en tu humanidad. No puedes en ese estado ponerte metas muy altas; se como un niño, Dios no te pide nada más allá de tus posibilidades actuales. Comprobarás como tan solo tres avemarías pueden obrar milagros...



LA INTERCESIÓN

En un momento de la historia como este en el que ya casi nadie ora, ni tiene atracción por la oración, ni sabe orar, ni quiere aprender a orar, es un gran acto de amor y caridad el "orar en vez de" los que no oran. Lo primero que debes saber es que, en los momentos de santo silencio, en los momentos de contemplación sin palabras, cuando Dios entre en tu interior, verá ahí a las personas a las que amas y las llenará de su Soplo aún cuando tú no seas consciente de ello. En otras ocasiones en las que la oración adopta una forma más verbal, en cada frase, palabra o jaculatoria, puedes hacer presente en ti a una persona a la que te gustaría hacer partícipe de tu estado orante. Las personas que amas, las que odias, las que te son indiferentes, las personas anónimas que están a tu lado mientras oras en el autobús, en el metro, las que te cruzas paseando por las calles... Cada jaculatoria será para una persona... Muchas personas recibirán un reflejo de Dios y un atisbo del perfume de lo sagrado gracias a ese acto de caridad tuyo... y tu recibirás el ciento por uno... Incluso verás como en los momentos de sequedad, en los momentos en los que atraviesas un desierto, la intercesión te abrirá de nuevo al Soplo al abrirte tú, en Dios por Dios y para Dios, al mundo...

ALGUNOS CONSEJOS PARA CUANDO SE HACE ORACION EN GRUPO

Si en algún momento tienes la bendición de encontrar otras personas que, como tú, también practican la oración contemplativa, puede ser positivo el reunirse para orar en común algún día de la semana o quizás en períodos más largos como un fin de semana.

Cuando varias personas se reúnen es necesario un mínimo de estructuración para que la reunión pueda ser espiritualmente productiva y no termine por ser un desorden y una dispersión totalmente antiespiritual. Recuerda que la belleza y el orden son un reflejo y una cualidad de lo Absoluto.

Al tomar cualquier decisión, hasta la más mínima, o hasta la que parezca sin ninguna importancia, no perdáis nunca de vista el objetivo de «estar en presencia de lo Sagrado». Comprobar si aquella decisión realmente es buena para favorecer la presencia de Dios o no.
Hay que ser muy sincero y muy tajante en esto porque de ello depende la eficacia espiritual del grupo.

Tanto en el caminar solitario como cuando se hace en pequeños grupos, es posible y puede ser incluso recomendable la practica del Oficio Divino o la simple salmodia del Salterio como fuente de gracia, de inspiración y, cuando se hace en grupo, como oración compartida. Esto se puede hacer al comienzo del periodo de practica y sin que llegue a ser la parte predominante, de manera que la mayor parte del tiempo sea de oración interior.

Los salmos se pueden recitar en grupo simplemente con el tono normal de lectura, pero todavía mejor es hacerlo con la entonación gregoriana que es muy sencilla de aprender y practicar, y que además crea una atmósfera mucho más contemplativa.

En reuniones de varios días y si esto fuera posible se puede incluir la celebración de la eucaristía. Hacerlo de la manera más austera. Hacerlo sin prisa. Que no se pierda el sabor interior orante durante la celebración.

De utilizar cánticos, que sean gregorianos, evitando esa clase de músicas emocionales y dulzonas que se acostumbran hoy en día y que no favorecen para nada la elevación espiritual. No confundáis una subida emocional o sentimental, con la ascensión espiritual. Es mejor no emplear cantos antes que emplearlos mal. Si no conocéis la música gregoriana mejor hacerlo con la simple y austera palabra, y con abundantes momentos de silencio.... la mejor de las músicas.

Al estar en grupo es mejor marcar unos periodos de oración que resulten adecuados para el grupo. Alguien se encargará de marcar el tiempo con un toque de campana y si se hace la salmodia, alguien se encargará de dirigirla mínimamente.

Sobre todo nada de complicación y de dispersión. Lo más simple es lo más eficaz. Si a la simple oración se añaden algunos elementos es con el fin de facilitar la presencia del Espíritu, la inspiración, o el funcionamiento grupal, pero no es para nada obligatorio. Si no es necesario añadir nada, tanto mejor; y si se hace, que sea para mejorar la calidad de transparencia interior no para difuminarlo todo con decoraciones o emocionalidades.

El lema de un grupo contemplativo orante debe de ser el tradicional monástico de «Soledad compartida».

martes, 5 de enero de 2010

EL CAMINO DEL SANTO ABANDONO


EL ABANDONO DE LA PROPIA VOLUNTAD, CAMINO DE COMUNION CON DIOS
El Santo Abandono es el acto mas perfecto de amor a Dios que un alma pueda producir... El que da a Dios su voluntad se da así mismo y da todo... Esta es la manera más noble, más perfecta y más pura de amar... Más si el abandono perfecciona las virtudes, perfecciona también la unión del alma con Dios...

I. Naturaleza

Consiste en una amorosa, entera y entrañable sumisión y concordia de nuestra voluntad con la de Dios en todo cuanto disponga o permita de nosotros. Cuando es perfecta se le conoce como Santo abandono.
El abandono en las manos del Señor requiere de sufrimiento, pero debe ser llevado con amor y la confianza que Dios nos esta purificando, para unirnos a El. Esta unión con El no puede darse sino nos despegamos de nosotros mismos, sino curamos nuestro orgullo y no nos sometemos a El con espíritu dócil y con decisión firme a abandonar nuestra voluntad para que El pueda gobernar nuestra vida.

II. Excelencia

Lo que constituye la excelencia del santo abandono es la incomparable eficacia que posee para remover todos los obstáculos que impiden la acción de la gracia, para hacer practicar con perfección las más excelsas virtudes y para establecer el reinado absoluto de Dios.
El Santo abandono es el que después de todo nuestro crecimiento en la vida de virtud, el que acabará de purificar y de despegar nuestra alma para dirigirla completamente a Dios.
FRUTOS DEL SANTO ABANDONO

1. Intimidad con Dios.
Es el primer fruto que produce el abandono, fundada en una confianza llena de humildad en Dios. Al depositarnos confiadamente como un niño en las manos de su madre, El no nos abandonará, pues El mismo lo dijo en (Mt 19, 14): "Dejad que los niños vengan a mi, y de los que se les asemejan es el reino de los cielos."
Cuando el hombre está muy penetrado del amor de Dios, y aspira al Señor con toda la extensión de sus deseos, no repara en las cosas visibles, y tiene continuamente delante de los ojos de su alma, de día y de noche, al acostarse y al levantarse, la imagen de aquel objeto amado que quiere y desea. (S. Juan Crisóstomo)
El Santo abandono nos hace reconocer nuestra nada y esperarlo todo de El , dejando que sea El quien conduzca nuestra vida y El que nos lleve a la santidad.

2. Sencillez y libertad.
El alma que se abandona a la voluntad de Dios es sencilla, ya este enferma o sana, con tiempo o este ocupada, sea alagada o humillada, lo recibe todo venido de las manos de Dios.
Grande fuerza alcanza el verdadero amor y el que es perfectamente amado, se apodera de toda la voluntad del amante: nada manda tanto como la caridad. Nosotros, si de veras amamos a Cristo, si nos acordamos de que estamos redimidos con su sangre, ya no debemos querer, ni hacer sino lo que sabemos que El quiere. (S. Paulino).
El alma encuentra su libertad en cumplir y aceptar lo que Dios le mande. Ya que su libertad consiste en querer todo lo que Dios quiere, sin inclinarse voluntariamente a otro lado, sin detenerse a considerar sus propios deseos, consiente de ante mano en todo lo que le acontezca, de manera que llega un punto en que su voluntad esta tan unida a la de Dios que acepta con gran libertad todo lo que es venido de su parte. El abandono nos libera de los hombres y de nosotros mismos, deseando complacer sólo a Dios.

3. Constancia y sinceridad.
El que ama verdaderamente a Dios debe conservar inviolable-mente este amor en cualquier estado que se halle... Cierto que sería muy poco amor el que solo durase el tiempo que Dios os colma de toda especie de beneficios. (S. Ambrosio)
Llegando el alma a confiar tanto en Dios no se engríe si hay triunfos no se abate si hay derrota, pues teniendo todo como venido de Dios se lanza con espíritu fuerte a realizar la voluntad de Dios.
Es vivir la vida en un auténtico desprendimiento, como lo dice San Francisco de Sales No pedir nada, ni rehusar nada.

4. Paz y alegría.
La paz y la alegría constituyen aquí en la tierra la verdadera felicidad, y es proporcionada al alma que se abandona completamente a Dios. El alma al estar conforme a la voluntad de Dios encuentra reposo, y aunque este pasando por numerosas pruebas el alma es semejante a un río caudaloso, en que no se turba por muy dura que sea la prueba pues esta consciente que todo es venido de las manos de Dios.
El hecho de saber el alma que esta cumpliendo la voluntad de Dios, la llena de mucha paz y alegría que solo el alma misma puede comprender. El Santo Cura de Ars decía, "La cruz es quien ha dado la paz al mundo, es ella quien ha de traerla a nuestros corazones. Todas nuestras miserias vienen de que no las amamos..."

5. Muerte santa y valimiento cerca de Dios.
El Santo abandono nos asegura una buena muerte pues como dice santa Teresita del Niño Jesús: "Yo no he dado a Dios sino mi amor. El me devolverá amor. El cumplirá todos mis deseos en el cielo, porque yo no he hecho jamás mi voluntad en la tierra."
El alma abandonada a la voluntad de Dios espera la muerte como el momento en que su alma reposará para siempre en los brazos de su Dueño. Abandonada en Dios acepta este momento, sin temor de que el Señor la desamparará.
San Ignacio de Loyola se derretía en lágrimas cada vez que pensaba que la muerte le abriría las puertas del cielo. Tenía tal deseo de unirse a Dios, que, en su última enfermedad, los médicos le prohibieron pensar en la muerte; porque este pensamiento le enardecía tanto, que le hacía palpitar violentamente su corazón, poniendo en peligro su vida.

JAUME BOADA i RAFI, O.P.



CONSTANTES EN LA ORACION.


Diez criterios para discernir cómo está tu nivel de silencio interior


PRIMERO: Observa si queda algo por perdonar en ti, o en tu vida. En tu pasado más remoto o más cercano. Mira si hay algún recuerdo que perturba tu alma. No puedes olvidar que la búsqueda del lugar del propio corazón, tu unificación interior, y el hecho de tener que ser "anuncio evangelizador" en tu vida, exigen una plena paz de alma. Y te animan a buscar el lugar del corazón, para establecer en él un ámbito de comunión y de encuentro.
Para poder hacer este camino hacia el corazón, has de vivir en una pureza total de la memoria, del pensamiento y de la imaginación, y acoger en ti la presencia vitalizadora de Cristo.
Has de ser capaz de amar y de dejarte amar. Vivirás en la transparencia total para poder ser "luz". No pretendas iluminar. Que tu primer objetivo sea vivir en la iluminación interior.


SEGUNDO: Observa si en tu vida puedes decir que has hecho de manera tan eficaz, que se pueda notar, el don absoluto de tu amor total a Dios y a los hermanos. Mira si en tu manera de vivir se ve que para ti "nada vale la pena en comparación con el supremo bien de conocer a Jesucristo, mi Señor" (Fil 3,8). El resucitado vive en ti y quiere establecerse en tu interior.
Busca "ese" lugar interior en el que Él vive: es el corazón centro de todo lo que vives y sientes. Haz el camino con paz, sin prisas... sin nerviosismos, ni precipitaciones. Date el tiempo necesario para llegar. De momento busca el silencio. Te bastará "estar" serenamente contigo mismo.


TERCERO: Observa si te desestabilizan interiormente, o anímicamente, tus limitaciones y pobrezas, o las de tus hermanos..., o por el contrario si vives en la paz de reconocerlas sinceramente para superarlas aceptándolas. ¿Te dejas llevar fácilmente por los "nervios"?...
Recuerda: Cristo que vive en ti siempre te dice: ¡Ten paz, no tengas miedo...!. Pero tú mismo has de vivir en esta paz... que siempre supone la ausencia del temor y de la duda. Porque te has abandonado en confianza.


CUARTO: Observa si alguna vez, o muchas veces, comienzas el día cansado o sin ilusión de servir y de entregarte.
Mira si lo que predomina en ti es el cansancio o la ilusión, la consideración de las cosas que te cuestan o el ánimo con el que te enfrentas a las cosas que podrías hacer, porque forman parte de tu compromiso con la vida.
¿Te sientes feliz y en paz en tu camino?... ¿Eres feliz? La felicidad que nace en el hondón de tu alma será una señal evidente de que vives en la iluminación interior. Verás que siempre es una felicidad llena de paz, alejada de los "fuegos de artificio" volátiles y pasajeros.


QUINTO: Observa si Él ocupa o no, siempre, directa o indirectamente, tu pensamiento, tu corazón y tu vida.
Pregúntate si esta consciencia de Él en ti, es un estímulo para tu vida. Observa si predominan en ti los criterios que vienen de la fe en Jesús que habla claramente en su Evangelio.
Observa si los hermanos están realmente en el horizonte de tu vida. Pregúntate si tu opción por Jesús es manifestación de esta fe intensa en Él, al que anuncias. Piensa que el Cristo que anuncias es ¡el Señor que vive! Y vivirá en ti, cuando lo acojas en lo más profundo del propio corazón... cuando percibas que Él es el "todo" en tu alma y en tu vida.


SEXTO: Observa si pierdes fácilmente la paz porque no te vives unificado interiormente y vives distraído o disperso. Pregúntate qué es lo que te altera con más facilidad. ¿Actualmente hay algo que te intranquiliza? ¿Estás en paz contigo mismo? ¿Él vive en ti...?. Es verdaderamente el centro que da sentido a todo?...


SÉPTIMO: Observa si vives o no a Jesús como la opción esencial de tu vida que te ayuda a vivir en la unificación y en la armonía interior.
Pregúntate si la presencia del Señor en ti es vivida con claridad, alegría y fuerza. O aceptas, de hecho, un planteamiento de vida conformista y adormecedor que no te ayuda a crecer, ni a darte siempre y más radicalmente al Señor y al hermano. Nunca olvides que el Señor Resucitado siempre camina entre los hermanos.


OCTAVO: Observa si caes en la tentación de aceptar vivir y caminar solo, "a tu aire", o te arreglas tú la vida por tu propia cuenta, prescindiendo de la comunidad de los hermanos, y de tu deber de ser testigo del Señor en la Iglesia y en el mundo.
Observa si, por el contrario, asumes con responsabilidad el compromiso de reconocer tu papel en la vida y lo que la comunidad puede esperar de ti.
Ten en cuenta los dones que Dios ha puesto en tus manos. ¿Ofreces el don de ti mismo a los demás y te entregas a ellos como signo de que quieres darlo todo y darte del todo?...


NOVENO: Observa si te conformas tranquilamente con la actitud de no esperar contra toda esperanza ..., o por el contrario eres capaz de vivir y comunicar tu amor radical por el Señor y la alegría de tener la vida en tus manos para ser capaz de darla con esperanza renovada.
¿Eres optimista o pesimista?.


DÉCIMO: Observa si consciente o inconscientemente salen de tu boca expresiones como éstas: "Yo ya no"... "Conmigo que ya no cuenten" .... "Yo ya estoy bien así?"... "A mí ya nadie me cambia"... "Ya nunca jamás volveré a ceder"... "Ya estoy harto de..."!
Observa si se dan en ti actitudes cerradas, intolerantes, de juicio negativo precipitado. Observa, sobre todo, si te dejas llevar por la negatividad. Piensa en esta revisión de tu vida que Dios es siempre positivo: «no apaga la mecha que aún humea ni rompe la caña agrietada».


¡Ora, y reconoce la verdad ante Dios!



SABIDURIA 7,26-27

La Sabiduría es un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad. Aun siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, todo lo renueva; en todas las edades entra en las almas santas y forma en ellas amigos de Dios y profetas.