martes, 31 de diciembre de 2013

Feliz Navidad y Prospero año 2014 - "Noche de Paz = Silent Night" Andrea...

2013 EL AÑO QUE NOS REGALO A FRANCISCO

Queridos amigos:

Si bien discrepo con Leonardo Boff en algunos aspectos de su teología, me parecería injusto no publicar este interesante escrito. Sin embargo, es dable puntualizar que nuestro Papa no deja de ponderar nuestra riquísima tradición ni las enseñanzas de la Iglesia como resultado de la reflexión de tantos grandes místicos intelectuales que nos ha regalado. En este bendito año 2013 que ya se está yendo (en Buenos Aires, el reloj marca las 13:41 hs) agradezco personalmente al Señor el haber designado a este PASTOR, como Obispo de Roma y Jefe de nuestra Iglesia Católica, así con mayúsculas. Este Papa me ha ayudado a discernir y a tomar decisiones importantísimas para mi vida espiritual, se lo he dicho en una carta. A él y a sus antecesores del siglo XX les estaré eternamente agradecida por haberme enseñado tanto.

Me alegro que figuras que han estado tan peleados con la Iglesia institución, vean en Francisco alguien que los acoge con la ternura de Cristo.
¡FELIZ 2014 EN CRISTO Y MARIA PARA TODOS!

 Aquí va el artículo de Boff:
  
En medio del malestar mundial hay lugar para la alegría

2013-12-31

En medio del innegable malestar mundial irrumpió sorprendentemente este año una figura que nos devolvió esperanza, alegría y gusto por la belleza: el Papa Francisco. Su primer texto oficial lleva como título Exhortación Apostólica Alegría del Evangelio. Un texto entreverado de alegría, de las categorías del encuentro, de la proximidad, de la misericordia, del lugar central de los pobres, de la belleza, de la “revolución de la ternura” y de la “mística del vivir juntos”.


Tal mensaje es un contrapunto a la decepción y al fracaso ante las promesas del proyecto de la modernidad de traer bienestar y felicidad para todos. En realidad está poniendo en peligro el futuro de la especie por el asalto avasallador que sigue haciendo sobre los bienes y servicios escasos de la Madre Tierra. Bien dice el Papa Francisco: «la sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las posibilidades de placer pero encuentra muy difícil engendrar la alegría» (Exhortación, nº7). El placer es cosa de los sentidos. La alegría es cosa del corazón. Y nuestro modo de ser es sin corazón. 
 
No es una alegría de bobos alegres que lo son sin saber por qué. Brota de un encuentro con una Persona concreta que le suscitó entusiasmo, lo elevó y simplemente lo fascinó. Fue la figura de Jesús de Nazaret. No se trata de aquel Cristo cubierto de títulos de pompa y gloria que la teología posterior le confirió. Es el Jesús del pueblo sencillo y pobre, de las carreteras polvorientas de Palestina que traía palabras de frescor y de fascinación. El Papa Francisco da testimonio del encuentro con esa Persona. Fue tan arrebatador que cambió su vida y le creó una fuente inagotable de alegría y de belleza. Para él evangelizar es rehacer esta experiencia, y la misión de la Iglesia es recuperar el frescor y la fascinación por la figura de Jesús. Evita la expresión ya oficial de “nueva evangelización”. Prefiere “conversión pastoral” hecha de alegría, belleza, fascinación, proximidad, encuentro, ternura, amor y misericordia. 
 
 Qué diferencia con sus predecesores de siglos anteriores que presentaban un cristianismo como doctrina, dogma y norma moral. Se exigía adhesión inquebrantable y sin el menor asomo de duda, pues gozaba de las características de la infalibilidad.
 
 El Papa Francisco entiende el cristianismo en otra clave. No como una doctrina, sino como un encuentro personal con una Persona, con su causa, con su lucha, con su capacidad para afrontar las dificultades sin huir de ellas. Agradan sobremanera las palabras contenidas en la Epístola a los Hebreos donde se dice que Jesús “pasó por las mismas pruebas que nosotros… que experimentó todas las flaquezas… que entre gritos y lágrimas suplicó a aquel que podía salvarlo de la muerte y que no fue atendido en su angustia”, según los estudios de dos grandes sabios de las Escrituras, A. Harnack y R. Bultmann, que dan esta versión en lugar de la que está en la Epístola: “y fue escuchado en atención a su piedad” (eusebeia en griego puede significar, además de piedad, también angustia) “y aprendió a obedecer mediante el sufrimiento”(Hebreos 4,15; 5,2.7-8).
En la evangelización tradicional todo pasaba por la inteligencia intelectual (intellectus fidei), expresada por el credo y por el catecismo. En la Exhortación, el Papa Francisco llega a decir que «hemos aprisionado a Cristo en esquemas aburridos… privando así al cristianismo de su creatividad» (nº 11). En su versión, la evangelización pasa por la inteligencia cordial (intellectus cordis) porque ahí tiene su sede el amor, la misericordia, la ternura y el frescor de la Persona de Jesús. Ella se expresa por la proximidad, por el encuentro, por el diálogo y por el amor. Es un cristianismo-casa-abierta para todos, «sin fiscales de doctrina», no una fortaleza cerrada que intimida.
Ese es, pues, el cristianismo que necesitamos, capaz de producir alegría, pues todo lo que nace verdaderamente de un encuentro profundo y verdadero genera una alegría que nadie puede quitar. Es como la alegría de los sudafricanos en el entierro de Mandela: nacía del fondo de corazón y movía todo el cuerpo.
En nuestra cultura mediática e internética nos falta ese espacio de encuentro, de ojos en los ojos, cara a cara, piel a piel. Para eso tenemos que realizar “salidas”, palabra que repite siempre el Papa. “Salida” de nosotros mismos hacia el otro, “salida” a las periferias existenciales (las soledades y los abandonos) “salida” hacia el universo de los pobres. Esa “salida” es un verdadero “Éxodo” que trajo alegría a los hebreos libres del yugo del faraón.
Nada mejor que recordar el testimonio de F. Dostoievski al “salir” de la Casa de los Muertos en Siberia: «A veces Dios me envía instantes de paz; en esos instantes, amo y siento que soy amado; en uno de esos momentos compuse para mí mismo un credo, donde todo es claro y sagrado. Ese credo es muy sencillo. Es éste: creo que no existe nada más bello, más profundo, más simpático, más humano, más perfecto que Cristo; y me lo digo a mi mismo con un amor celoso, que no existe ni puede existir. Y más que eso: si alguien me probara que Cristo no está en la verdad y que ésta no se encuentra en él, prefiero quedarme con Cristo a quedarme con la verdad».
El Papa Francisco haría suyas estas palabras de Dostoievski. No es una verdad abstracta que llena la vida, sino el encuentro vivo con una Persona, con Jesús, el Nazareno. A partir de él la verdad se hace verdad. Si el 2014 nos trae un poco de ese encuentro (llámenlo Cristo, lo Profundo, el Misterio en nosotros, lo Sagrado de todo ser), entonces habremos cavado una fuente de donde brota una alegría que es infinitamente mejor que cualquier placer inducido por el consumo.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

UNA HISTORIA NAVIDEÑA -

¡FELIZ NAVIDAD MIS AMIGOS!

Les quiero compartir un escrito que me enviara mi amiga Ana Márquez (seguidora de este blog), desde España, a modo de hermoso saludo navideño.
"Parece leyenda, pero es Historia. En la nochebuena de 1944, en plena II Guerra Mundial, tres soldados americanos, uno de ellos herido, perdieron el contacto con su unidad en la batalla de las Árdenas, y quedaron aislados en el bosque de Hurtgen, en la frontera germanobelga. No conocían la zona, no sabían hacia dónde se dirigían, estaba nevando y una espesa niebla apenas les dejaba ver un palmo más allá de las puntas de sus botas. El frío era un lobo predador. Después de pasar varias horas deambulando por el lugar, divisaron una cabaña perdida en la nada blanca que les rodeaba, pero de cuya chimenea brotaba una pacífica columna de humo que en esas circunstancias no podía resultarles nada menos que acogedor. Los soldados sabían que tenían pocas opciones. Si pasaban la noche a la intemperie no llegarían vivos al amanecer. Si llamaban a la puerta de aquella casa, podrían ser capturados por los alemanes... O no. La idea de calentarse junto a una chimenea durante al menos unos minutos les pareció lo suficientemente atractiva como para correr el riesgo.
En la casa vivía una mujer alemana, Elisabeth Vincken, con su hijo de doce años, Fritz. El esposo de Elisabeth servía como cocinero en las fuerzas del Tercer Reich y su hijo mayor había muerto en la Batalla de Estalingrado. Los tres americanos preguntaron a Elisabeth si podían pasar allí la noche. La mujer les invitó a entrar y los sentó a su mesa. Estaba haciendo una cura al soldado herido cuando, de pronto, cuatro soldados alemanes golpearon bruscamente en la puerta, ella les abrió y entraron con las armas en ristre exigiendo que se les entregara a los que ya consideraban sus prisioneros... Pero Elisabeth no era mujer que se arredrara fácilmente, era una mujer curtida en otras mil batallas vitales y vio a aquellos jóvenes como lo que parecían, un grupo de niños furibundos peleándose por tener la razón en un juego sangriento. Ella ya había perdido a un hijo en aquella locura y, quizás, pensó en las madres de todos aquellos chicos, casi todos de la misma edad que el suyo, que pretendían convertir su casa en un pequeño campo de batalla.
 
Elisabeth se interpuso entre los dos grupos de enemigos y dijo unas frases dirigidas al grupo alemán que ya forman parte de la Historia: "Ellos -dijo señalando a los americanos- podrían ser mis hijos, como podríais serlo vosotros. Ellos, como vosotros, están hambrientos y cansados. Si queréis compartir nuestra cena, sois bienvenidos. Pero nadie matará a nadie en mi casa en Nochebuena". Y tal fue la fuerza y la convicción con que aquella brava mujer dijo estas palabras, que los soldados alemanes, que realmente estaban desfallecidos de hambre, cansancio y frío, aceptaron la invitación a sentarse a la mesa con sus "enemigos", con el pequeño Fritz y con la intrépida anfitriona que preparó para todos ellos una humilde pero especialísima cena de Navidad, a riesgo de ser acusada de traición y fusilada por dar cobijo a los aliados.
 
 

¿Qué ocurrió? Acabaron cantando villancicos todos juntos y, a la mañana siguiente,  los soldados alemanes indicaron a los americanos cómo llegar hasta su unidad y les desearon "buena suerte".


 

Mucho tiempo después, en 1996, Fritz Vincken, el hijo de aquella mujer extraordinaria, viajó a Maryland para encontrarse con Ralph Blank, el soldado americano herido que cenó con ellos en la inolvidable nochebuena de 1944... El encuentro fue, como supondréis, conmovedor.

"Tu madre me salvó la vida", le dijo Ralph Blank...."

Parece leyenda, pero es Historia. La Navidad tiene la virtud de despertar algo que -por desgracia- permanece dormido el resto del año para la mayoría de nosotros; esa convicción atávica, llegada de no se sabe dónde, que nos insta a ser un poco mejor con el otro, aunque sólo sea unos días, una pulsión extraña, en contra incluso de nuestra naturaleza "animal" que, por desginios de la selección natural, nos empuja a eliminar a quienes nos estorban.

Muchos piensan que la Navidad es la "época de los hipócritas", porque somos "buenos" solamente durante un par de semanas... ¿Y eso qué importa? ¿No es mejor ser buenos dos semanas, que no serlo nunca? Por eso celebramos estos días especiales, porque no nos comportamos de la manera correcta durante todo el año y debemos establecer un punto de atención. Por eso celebramos el Día del Niño, el Día de la Mujer, el Día de la Tercera Edad, para advertirnos a nosotros mismos y a la sociedad que hay una causa justa por la que seguir luchando pacíficamente, para recordarnos algo que está "mal" y hay que solucionarlo. El hecho de que el día después del Día del Niño sigan muriendo miles de criaturas de hambre en todo el mundo, ¿convierte la celebración de ese día en una efemérides hipócrita? La Navidad es el único día del año que nos recuerda que estamos aquí para hacer algo por los otros, para echar un cable, dentro de las posibilidades de cada cual, para advertirnos que, o nos ayudamos unos a otros, o la nave se hundirá con todos nosotros a bordo. No hay otra salida. La Navidad pone de manifiesto nuestra verdadera naturaleza solidaria y espiritual.

¿Que los grandes almacenes se aprovechan? Pues sí, toda lucha tiene su daño colateral.

Ojalá, algún día, ni la Navidad, ni el Día del Niño, ni el de la Mujer, etc. sean ya necesarios. Será un síntoma esperanzador de que ya nada ni nadie deberá recordarnos lo evidente. 
Pero, mientras ese momento llega, os deseo, de todo corazón (sin hipocresías), que paséis unas navidades llenas de armonía, luz, esperanza y todo aquello que necesitéis. Y que el próximo año, sea mucho mejor.
Un abrazo a todos.
Ana Márquez

lunes, 23 de diciembre de 2013

BIENVENIDO EMANUEL


Queridos amigos: ¡¡¡Que nuestro Niño Dios, el Emanuel, nos bendiga hoy y siempre. Que tengamos una FELIZ Y SANTA NAVIDAD!!! Que sean bendecidas nuestras familias, hogares, comunidades, penas y alegrías, nuestros amigos y enemigos, nuestros países, nuestro mundo. Que se llene de esperanza nuestro corazón y jamás dejemos de soñar con un mundo mejor!!! ¡¡¡Desde Argentina con mucho amor!!!

Nota: Recuerden que para oir el video deberán poner pausa en la música del blog cuyo ícono se encuentra abajo a la derecha, bajo el título de música bella.



jueves, 19 de diciembre de 2013

UN JUEZ VALIENTE EN NUESTRO PAIS

Queridos amigos:

Un nuevo paréntesis en nuestras reflexiones teológicas para compartirles este texto que me parece no debería faltar en ningún blog o publicación, no digamos católica, sino cristiana en general.

La Asociación Pensamiento Penal (APP)  y la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) se encuentran abocadas a una campaña nacional destinada al retiro de los símbolos religiosos de las salas de audiencias de los tribunales, invocando la neutralidad religiosa del Estado.

El juez Luis María Rizzi, integrante del TOC 30 de la Capital Federal, Buenos Aires, Argentina,  se negó a sacar la Cruz. Difundimos su respuesta.

Doctor Mario Juliano.
Presidente de Pensamiento Penal
 
Acuso recibo de su nota y de la del doctor Onaindia. Mi respuesta a vuestra pretensión es la siguiente: no voy a descolgar ninguna Cruz. Tampoco voy a disponer que otro lo haga. Porque creo en Dios y porque soy católico. Porque tengo reverencia por la Cruz de Cristo, el inocente crucificado por los hombres y el más inocente de los condenados, que representa además, la fe mayoritaria y la identidad de nuestro pueblo. Porque la Cruz no ofende a nadie, sea o no creyente, ni nadie puede sentirse agredido, inquieto, molesto y menos discriminado por su presencia. Porque contrariamente a lo que Uds. suponen o creen, la presencia de la Cruz es símbolo de piedad, de consuelo, y de misericordia;  es símbolo de que quienes se desempeñan frente a ella, tienen temor de Dios, y por ello mismo, inspiran más confianza en que actuarán de acuerdo a la justicia y a la verdad, con buena voluntad y con la máxima imparcialidad. Porque finalmente, la libertad religiosa que Uds. dicen pregonar y defender, es precisamente para que quienes quieran hacerlo, cuelguen, lleven o exhiban la Cruz, y no para que nos obliguen a quitarla, ocultarla o disimularla.
 
Soy consciente no obstante, de que Uds. están embarcados en una triste misión en la que muy probablemente lograrán los fines que los desvelan. Tal vez porque la Cruz es incompatible con este mundo en el que se confunde el bien con el mal, en el que se privilegian supuestos derechos de la mujer a costa del derecho a la vida de los niños;  en el que impera la deslealtad, la mentira, la corrupción; en el que ya no interesa la protección de la familia y de la infancia, y se las supone independientes de la protección del matrimonio. En fin, la Cruz parece no tener más lugar en una nación desolada, ciega y sorda a las leyes eternas que no son de hoy ni de ayer, que huye de la Verdad y de la Belleza, y que se empeña en ignorar y abandonar a Cristo.
Pero Cristo no nos abandonará, aún cuando repudien y quiten su Cruz.
 
Pueden hacer pública esta respuesta, cuando quieran y ante quien quieran.
 
Saludo a Uds. muy atentamente.
 
                                            Luis María Rizzi

sábado, 14 de diciembre de 2013

¿ES NECESARIA LA ORACION DE PETICION?

Queridos amigos:

Continuamos con nuestro compartir las exposiciones teológicas que han tenido lugar en la Universidad Católica de Buenos Aires, como he citado en mi primera entrega de esta serie. Las preguntas típicas que nos hacemos y que deberíamos saber responder los católicos de esta era postmoderna,  han sido respondidas gracias a un curso que nos impartiera nuestro querido P. Olegario González de Cardedal, a quien el 30 de junio de 2011, el Papa le otorgara el Premio Ratzinger-Benedicto XVI, en reconocimiento a su labor como teólogo. Ahora pasamos a responder la pregunta del título de la entrada:
 
Dios no necesita nuestras oraciones, pero nosotros necesitamos su amor. La trascendencia absoluta de un Dios que es libertad, plenitud, amor lleva consigo a que ninguna relación exterior le advenga como necesaria a su ser y plenificadora de su indigencia, ya que nada necesita. Pero el Dios que se ha revelado en Abraham como el Dios del género humano y el Dios que en Jesucristo tiene destino con la humanidad y muere por ella, se hace disponible, vulnerable y dependiente de ese mismo género humano. Junto con la alabanza, la adoración y la acción de gracias, la súplica o petición es la expresión concreta de nuestra relación filial con ese Dios que es nuestro Padre. Aquél o aquélla que sin dejar de considerar a Dios creador y dueño, no trata con El como se trata con un amigo, o como un hijo trata a un padre, no es creyente. La relación específica del creyente es el trato y el diálogo de amor que incluyen la súplica. El fundamento es que la historia no está predestinada ciegamente ni cerrada definitivamente sino que sigue abierta a la colaboración, decisión y acción del hombre. Los humanos estamos llamados a colaborar con Dios, a codeterminar el dinamismo de la historia. Y en esa vocación podemos ayudar al plan de Dios o podemos frustrarlo. De los fariseos y maestros de la ley dice San lucas: "Frustraron el designio de Dios para con ellos" (7,30). Ante esa apertura de la historia que Dios y ser humano tienen que llevar a su término en común, el hombre ora, se implica, ruega a Dios para que se incline y le ayude a ir en una dirección. Nunca para sobornarle ni hacerle chantaje vil, sino ponerse ante El como compañero de alianza e implicado en el mismo designio. "Tratar de amistad con quien sabemos nos ama", define santa Teresa la oración.
Concluímos con la frase de F. Ménégoz, cuando inicia su obra "Le probleme de la priére":
"DE LA ACTITUD DE LA CRISTIANDAD EN LA ORACION DEPENDERA LA SUERTE DEL CRISTIANISMO EN EL MUNDO"

domingo, 8 de diciembre de 2013

INMACULADA CONCEPCION DE MARIA


Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus


"¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
este segundo domingo de Adviento cae en el día de la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, y entonces nuestra mirada es atraída por la belleza de la Madre de Jesús, ¡nuestra Madre! Con gran alegría la Iglesia la contempla "llena de gracia" (Lc 1,28), y comenzando con estas palabras la saludamos todos juntos: "llena de gracia". digamos tres veces: "Llena de gracia". Todos: ¡Llena de gracia! ¡Llena de gracia! ¡Llena de gracia! y así Dios la ha mirado desde el primer instante en su diseño de amor. la ha mirado, bella, llena de gracia. ¡Es bella nuestra madre! María nos sostiene en nuestro camino hacia la Navidad, porque nos enseña cómo vivir este tiempo de Adviento en espera del Señor. porque este tiempo de Adviento es una espera del Señor, que nos visitará a todos en la fiesta, pero también a cada uno en nuestro corazón. ¡El Señor viene! ¡Esperémoslo!
El Evangelio de san Lucas nos presenta a María, a una muchacha de Nazaret, pequeña localidad de Galilea, en la periferia del impero romano y también en la periferia de Israel. Un pueblito. Sin embargo sobre ella, aquella muchacha de aquel pueblito lejano, sobre ella, se posó la mirada del Señor, que la eligió para ser la madre de su Hijo. En vista de esta maternidad, María fue preservada del pecado original, o sea de aquella fractura en la comunión con Dios, con los demás y con la creación que hiere profundamente a todo ser humano. Pero esta fractura fue sanada anticipadamente en la Madre de Aquel que ha venido a liberarnos de la esclavitud del pecado. La Inmaculada está inscrita en el diseño de Dios; es fruto del amor de Dios que salva al mundo.
Y la Virgen jamás se alejó de aquel amor: toda su vida, todo su ser es un “si” a aquel amor, es un si a Dios. ¡Pero ciertamente no ha sido fácil para ella! Cuando el Ángel la llama "llena de gracia" (Lc 1,28), ella permanece "muy confusa", porque en su humildad se siente nada ante Dios. El Ángel la consuela: "No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús" (v. 30). Este anuncio la confunde aún más, también porque todavía no se había casado con José; pero el Ángel agrega: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios"(v. 35). María escucha, obedece interiormente y responde: "Yo soy la sierva del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho" (v. 38).

El misterio de esta muchacha de Nazaret, que está en el corazón de Dios, no nos es extraño. No es ella que está arriba y nosotros aquí. No, no, estamos conectados ¡De hecho Dios posa su mirada de amor sobre cada hombre y cada mujer! Con nombre y apellido. Su mirada de amor está sobre cada uno de nosotros. El Apóstol Pablo afirma que Dios "nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables" (Ef 1,4). También nosotros, desde siempre, hemos sido elegidos por Dios para vivir una vida santa, libre del pecado. Es un proyecto de amor que Dios renueva cada vez que nosotros nos acercamos a Él, especialmente en los Sacramentos.
En esta fiesta, entonces, contemplando a nuestra Madre Inmaculada, bella, reconozcamos también nuestro destino verdadero, nuestra vocación más profunda: ser amados, ser transformados por el amor. Ser transformados por la belleza de Dios. Mirémosla, a nuestra Madre, y dejémonos mirar por ella, porque es nuestra Madre y nos ama tanto; dejémonos mirar por ella para aprender a ser más humildes, y también más valientes en el seguir la Palabra de Dios; para acoger el tierno abrazo de su Hijo Jesús, un abrazo que nos da vida, esperanza y paz"
.

viernes, 6 de diciembre de 2013

¿ES DIOS CRISTIANO?

Continuando con nuestras reflexiones, les sigo compartiendo pensamientos teológicos iluminadores para nuestra era que nos propone un sinfin de alternativas religiosas o espiritualidades que sin embargo, debemos saber discernir si queremos caminar dentro del espíritu de la Iglesia.

Dios está presente en todas las realidades que constituyen la creación: las del orden natural, las del orden intelectual, las del orden espiritual y las del orden religioso. Nada ni nadie agota a Dios, tampoco las religiones. El está más allá de ellas, porque es trascendente a todo. Pero es inmanente en la medida en que la religión es la ejercitación mediante la cual el hombre se relativiza a sí mismo y reconoce en Dios su centro en el cual él encuentra su ser, su sentido y su futuro. En este aspecto las religiones son necesarias para la verdad del hombre y Dios no puede ser transreligioso, como si se le pudiera encontrar sin relación, sin religación, sin religión. Ello equivaldría a decir que se le puede encontrar sin instaurar una relación personal con El, como se encuentra un objeto, se llega a una idea, o se tiene un proyecto. El hombre es relación y es religioso cuando se reconoce y realiza su relación absoluta con el Absoluto. En ella llega a sí mismo porque su "ser sí mismo" más propio está en Dios.
Dios no comienza con el cristianismo, ni Jesucristo sustituye, desplaza o hace innecesario a Dios. El cristianismo es religión de revelación y encarnación. En este sentido el cristianismo no pretende acaparar la religión ni la revelación de Dios en el mundo. Dios está más allá del cristianismo. Ahora bien, nuestra confesión cristiana es que ese Dios universal, creador, omnipresente, en quien existimos, nos movemos y somos, se ha manifestado por los profetas y en los últmos días se nos ha dado en su Hijo que es resplandor de su esencia e imagen de su sustancia. El es el Hijo eterno, encarnado para revelarnos a Dios y alumbrar-redimir-santificar al hombre. En este sentido es la suprema, definitiva e intrascendible Palabra de Dios al mundo, desde la cual hay que entender ya todas las demás posibles palabras suyas; sin anularlas ni reducirlas pero sí situarlas y discernirlas para su integración o rechazo. Dios es cristiano en la medida en que Jesucristo es aquél que está con Dios y en quien Dios está.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

RECORRER CAMINOS NUEVOS

Queridos amigos:

Les agradezco enormemente la paciencia con que esperan la continuación de nuestras exposiciones teológicas. Sin embargo, hay cosas que van surgiendo que merecen el paréntesis. ¡Que este tiempo de Adviento nos colme de abundante gracia y paz! Nuestra Señora del Adviento, ruega por nosotros.

Les comparto un texto de José Antonio Pagola.

Por los años 27 o 28 apareció en el desierto del Jordán un profeta original e independiente que provocó un fuerte impacto en el pueblo judío: las primeras generaciones cristianas lo vieron siempre como el hombre que preparó el camino a Jesús. Todo su mensaje se puede concentrar en un grito: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Después de veinte siglos, el Papa Francisco nos está gritando el mismo mensaje a los cristianos: Abrid caminos a Dios, volved a Jesús, acoged el Evangelio. Su propósito es claro: “Busquemos ser una Iglesia que encuentra caminos nuevos”. No será fácil. Hemos vivido estos últimos años paralizados por el miedo. El Papa no se sorprende: “La novedad nos da siempre un poco de miedo porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida”. Y nos hace una pregunta a la que hemos de responder: “¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido capacidad de respuesta?“.

 

 Algunos sectores de la Iglesia piden al Papa que acometa cuanto antes diferentes reformas que consideran urgentes. Sin embargo, Francisco ha manifestado su postura de manera clara: “Algunos esperan y me piden reformas en la Iglesia y debe haberlas. Pero antes es necesario un cambio de actitudes”. Me parece admirable la clarividencia evangélica del Papa Francisco. Lo primero no es firmar decretos reformistas. Antes, es necesario poner a las comunidades cristianas en estado de conversión y recuperar en el interior de la Iglesia las actitudes evangélicas más básicas. Solo en ese clima será posible acometer de manera eficaz y con espíritu evangélico las reformas que necesita urgentemente la Iglesia. El mismo Francisco nos esta indicando todos los días los cambios de actitudes que necesitamos. Señalaré algunos de gran importancia. Poner a Jesús en el centro de la Iglesia: “una Iglesia que no lleva a Jesús es una Iglesia muerta”. No vivir en una Iglesia cerrada y autorreferencial: “una Iglesia que se encierra en el pasado, traiciona su propia identidad”. Actuar siempre movidos por la misericordia de Dios hacia todos sus hijos: no cultivar “un cristianismo restauracionista y legalista que lo quiere todo claro y seguro, y no halla nada”. 

 

“Buscar una Iglesia pobre y de los pobres”. Anclar nuestra vida en la esperanza, no “en nuestras reglas, nuestros comportamientos eclesiásticos, nuestros clericalismos”.