jueves, 25 de diciembre de 2014

¡¡¡FELIZ NAVIDAD AMIGOS QUERIDOS!!!

martes, 23 de diciembre de 2014

EMANUEL - DIOS CON NOSOTROS


Para todos mis queridos seguidores de este blog, les deseo una MUY FELIZ NAVIDAD y aprovecho para darles las gracias de corazón por vuestro seguimiento y apoyo. No se olviden nunca de rezar por mí. 


Otro bello artículo de José Antonio Pagola

Esta fe anima y sostiene a quienes seguimos a Jesús.
 
Dios está con nosotros. No pertenece a una religión u otra. No es propiedad de los cristianos. Tampoco de los buenos. Es de todos sus hijos e hijas. Está con los que lo invocan y con los que lo ignoran, pues habita en todo corazón humano, acompañando a cada uno en sus gozos y sus penas. Nadie vive sin su bendición.
 

Dios está con nosotros. No escuchamos su voz. No vemos su rostro. Su presencia humilde y discreta, cercana e íntima, nos puede pasar inadvertida. Si no ahondamos en nuestro corazón, nos parecerá que caminamos solos por la vida.
 


Dios está con nosotros. No grita. No fuerza a nadie. Respeta siempre. Es nuestro mejor amigo. Nos atrae hacia lo bueno, lo hermoso, lo justo. En él podemos encontrar luz humilde y fuerza vigorosa para enfrentarnos a la dureza de la vida y al misterio de la muerte.
 

Dios está con nosotros. Cuando nadie nos comprende, él nos acoge. En momentos de dolor y depresión, nos consuela. En la debilidad y la impotencia nos sostiene. Siempre nos está invitando a amar la vida, a cuidarla y hacerla siempre mejor.

Dios está con nosotros. Está en los oprimidos defendiendo su dignidad, y en los que luchan contra la opresión alentando su esfuerzo. Y en todos está llamándonos a construir una vida más justa y fraterna, más digna para todos, empezando por los últimos.

Dios está con nosotros. Despierta nuestra responsabilidad y pone en pie nuestra dignidad. Fortalece nuestro espíritu para no terminar esclavos de cualquier ídolo. Está con nosotros salvando lo que nosotros podemos echar a perder.

Dios está con nosotros. Está en la vida y estará en la muerte. Nos acompaña cada día y nos acogerá en la hora final. También entonces estará abrazando a cada hijo o hija, rescatándonos para la vida eterna.

Dios está con nosotros. Esta fe sostiene nuestra esperanza y pone alegría en nuestras vidas.

EL ROSTRO HUMANO DE DIOS

 
El cuarto evangelio comienza con un prólogo muy especial. Es una especie de himno que, desde los primeros siglos, ayudó decisivamente a los cristianos a ahondar en el misterio encerrado en Jesús. Si lo escuchamos con fe sencilla, también hoy nos puede ayudar a creer en Jesús de manera más profunda. Solo nos detenemos en algunas afirmaciones centrales.
«La Palabra de Dios se ha hecho carne». Dios no es mudo. No ha permanecido callado, encerrado para siempre en su Misterio. Dios se nos ha querido comunicar. Ha querido hablarnos, decirnos su amor, explicarnos su proyecto. Jesús es sencillamente el Proyecto de Dios hecho carne.
Dios no se nos ha comunicado por medio de conceptos y doctrinas sublimes que solo pueden entender los doctos. Su Palabra se ha encarnado en la vida entrañable de Jesús, para que lo puedan entender hasta los más sencillos, los que saben conmoverse ante la bondad, el amor y la verdad que se encierra en su vida.
Esta Palabra de Dios «ha acampado entre nosotros». Han desaparecido las distancias. Dios se ha hecho «carne». Habita entre nosotros. Para encontrarnos con él, no tenemos que salir fuera del mundo, sino acercarnos a Jesús. Para conocerlo, no hay que estudiar teología, sino sintonizar con Jesús, comulgar con él.
«A Dios nadie lo ha visto jamás». Los profetas, los sacerdotes, los maestros de la ley hablaban mucho de Dios, pero ninguno había visto su rostro. Lo mismo sucede hoy entre nosotros: en la Iglesia hablamos mucho de Dios, pero nadie lo hemos visto. Solo Jesús, «el Hijo de Dios, que está en el seno del Padre es quien lo ha dado a conocer».
No lo hemos de olvidar. Solo Jesús nos ha contado cómo es Dios. Solo él es la fuente para acercarnos a su Misterio. ¡Cuántas ideas raquíticas y poco humanas de Dios hemos de desaprender y olvidar para dejarnos atraer y seducir por ese Dios que se nos revela en Jesús!
Cómo cambia todo cuando uno capta por fin que Jesús es el rostro humano de Dios. Todo se hace más simple y más claro. Ahora sabemos cómo nos mira Dios cuando sufrimos, cómo nos busca cuando nos perdemos, cómo nos entiende y perdona cuando lo negamos. En él se nos revela «la gracia y la verdad» de Dios. 
 José Antonio Pagola
 

viernes, 19 de diciembre de 2014

ORACION

 
 Señor Poderoso
quiero poner en tu presencia
a esa persona que me cuesta amar.
Señor mío, guardo en mi corazón algo que me perturba.
No puedo aceptar a esa persona que me falló, me dañó, me rechazó o me olvidó.
 
Pero yo se que esta falta de perdón me hace mal,
me enferma,
me quita la alegría y la paz inerior.
Quiero liberar mi vida interior
y arrancar esta inquietud que a veces vuelve a molestarme.
 
Tú me amas, Señor, pero también quieres que ame 
a los demás
con ese amor que perdona, que comprende y espera.
Tú quieres que me libere de esas espinas escondidas
de resentimientos. 
Pero solo no puedo, Señor, no puedo. 
Por eso, dame la gracia de querer
verdaderamente perdonar,
coloca en mi corazón la decisión de arrancar de mí
todo rencor y todo deseo de venganza.
Dame el deseo de curar mi relación con esta persona
para que pueda recordarla otra vez con paz y sin angustia.
¡Libérame Señor! Amén.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

UN ESPACIO PARA LA EXPERIENCIA Y PARA LA NO-EXPERIENCIA

 
En cada uno de nosotros hay un lugar en el que reina una calma absoluta, un lugar sin pensamientos ruidosos, sin preocupaciones ni deseos. Es un lugar en el que estamos totalmente con nosotros mismos. Este lugar, que ningún pensamiento enturbia, es, para Eckart, lo más valioso que tiene la persona. Es el punto en el que se realiza el auténtico encuentro entre Dios y la persona.
 
Debemos llegar a este lugar de silencio. No necesitamos crearlo, ya existe, sólo está sepultado entre nuestros pensamientos y preocupaciones. Si desenterramos este lugar de silencio que hay en nosotros, podremos encontrarnos con Dios tal y como es.
 
No nos aferraremos ni a nosotros ni a nuestros pensamientos, sino que nos soltaremos enteramente, nos dejaremos caer en el misterio de Dios que nos sostiene. No le ordenaremos a Dios cómo venir a nuestro encuentro, sino que estaremos abiertos para su venida tal y como El lo ha pensado para nosotros.
 
Aún liberando, en nosotros, este lugar de silencio, no podemos forzar una experiencia divina. Podremos sentir tan sólo el vacío y la oscuridad. Pero entonces, ya estamos abiertos para la venida de Dios. No esperamos con ansiedad e impaciencia una experiencia de Dios.
 
Por la fe sabemos que El está allí, aunque no lo experimentemos. Para los monjes, el silencio consiste en ser perseverantes y esperar, también en soportar la no-experiencia en la oración, en soltar la costa de tierra firme de los pensamientos y de las imagenes, en dejarse caer en el amor de Dios, en abrirse a la presencia de Dios sin la certeza de que percibiremos algo de todo ello. Es un silencio de la experiencia y de la no-experiencia al mismo tiempo, un silencio plenamente consciente de la proximidad de Dios.
 Meister Eckhart

miércoles, 3 de diciembre de 2014

CONFESAR NUESTROS PECADOS

Un artículo de Jose Antonio Pagola

Mc 1, 1-8
«Comienza la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios». Este es el inicio solemne y gozoso del evangelio de Marcos. Pero, a continuación, de manera abrupta y sin advertencia alguna, comienza a hablar de la urgente conversión que necesita vivir todo el pueblo para acoger a su Mesías y Señor.
En el desierto aparece un profeta diferente. Viene a «preparar el camino del Señor». Este es su gran servicio a Jesús. Su llamada no se dirige solo a la conciencia individual de cada uno. Lo que busca Juan va más allá de la conversión moral de cada persona. Se trata de «preparar el camino del Señor», un camino concreto y bien definido, el camino que va a seguir Jesús defraudando las expectativas convencionales de muchos.
La reacción del pueblo es conmovedora. Según el evangelista, dejan Judea y Jerusalén y marchan al «desierto» para escuchar la voz que los llama. El desierto les recuerda su antigua fidelidad a Dios, su amigo y aliado, pero, sobre todo, es el mejor lugar para escuchar la llamada a la conversión.

Allí el pueblo toma conciencia de la situación en que viven; experimentan la necesidad de cambiar; reconocen sus pecados sin echarse las culpas unos a otros; sienten necesidad de salvación. Según Marcos, «confesaban sus pecados» y Juan «los bautizaba».
La conversión que necesita nuestro modo de vivir el cristianismo no se puede improvisar. Requiere un tiempo largo de recogimiento y trabajo interior. Pasarán años hasta que hagamos más verdad en la Iglesia y reconozcamos la conversión que necesitamos para acoger más fielmente a Jesucristo en el centro de nuestro cristianismo.
Esta puede ser hoy nuestra tentación. No ir al «desierto».
Eludir la necesidad de conversión. No escuchar ninguna voz que nos invite a cambiar. Distraernos con cualquier cosa, para olvidar nuestros miedos y disimular nuestra falta de coraje para acoger la verdad de Jesucristo.
La imagen del pueblo judío «confesando sus pecados» es admirable. ¿No necesitamos los cristianos de hoy hacer un examen de conciencia colectivo, a todos los niveles, para reconocer nuestros errores y pecados? Sin este reconocimiento, ¿es posible «preparar el camino del Señor»?

domingo, 30 de noviembre de 2014

PLEGARIA ECUMENICA EN TURQUÍA - 29.11.2014

Queridos amigos:

Les comparto este hermoso video. Oremos intensamente por esta intención
de la UNIDAD ENTRE LAS IGLESIAS CRISTIANAS.

Recuerden que para escuchar el video deberán poner pausa clickeando en las líneas perpendiculares del ícono "bella música" a la derecha y debajo de esta página. 



jueves, 20 de noviembre de 2014

CRISTIANISMO

Podemos empezar, por ejemplo, por considerar lo que ha supuesto el cristianismo en la historia de la humanidad. Piensa cómo, en los primeros siglos, la fe cristiana se abrió camino en el Imperio Romano de una forma prodigiosa...
        —Es algo muy estudiado. Estuvo facilitado por la unidad política y lingüística del Imperio, por la facilidad de comunicaciones en el mundo mediterráneo, etc.
        Todo eso es cierto. Pero piensa también que, pese a que esas condiciones eran favorables, el cristianismo recibió un tratamiento tremendamente hostil. Hubo una represión brutal, con unas persecuciones enormemente sangrientas, con todo el peso de la autoridad imperial en su contra durante más de dos siglos.
        Hay que recordar que la religión entonces predominante era una amalgama de cultos idolátricos enormemente indulgentes con las más degradantes debilidades humanas. Tan bajo había caído el culto, que la fornicación se practicaba en los templos como rito religioso. El sentido de la dignidad del ser humano brillaba por su ausencia, y las dos terceras partes del imperio estaban formadas por esclavos privados de todo derecho. Los padres tenían derecho a disponer de la vida de sus hijos (y de los esclavos, por supuesto), y las mujeres, en general, eran siervas de los hombres o simples instrumentos de placer.
        Tal era el mundo que debían transformar. Un mundo cuyos dominadores no tenían ningún interés en que cambiara. Y la fe cristiana se abrió paso sin armas, sin fuerza, sin violencia de ninguna clase. Predicando una conversión muy profunda, unas verdades muy duras de aceptar para aquellas gentes, un cambio interior y un esfuerzo moral que jamás ninguna religión había exigido.
        Y pese a esas objetivas dificultades, los cristianos eran cada vez más. Cristianos de toda edad, sexo y condición: ancianos, jóvenes, niños, ricos y pobres, sabios e ignorantes, grandes señores y personas sencillas..., y, tantas veces, perdiendo sus haciendas, acabando sus vidas en medio de los más crueles tormentos.
        Conseguir que la religión cristiana arraigase, que se extendiese y se perpetuara, a pesar de todos los esfuerzos en contra de los dominadores de la tierra de aquel entonces; a pesar del continuo ataque de los grandes poseedores de la ciencia y de la cultura al servicio del Imperio; a pesar de los halagos de la vida fácil e inmoral a la que llevaba el paganismo romano...; haber conseguido la conversión de aquel enorme y poderoso imperio, y cambiar la faz de la tierra de esa manera, y todo a partir de doce predicadores pobres e ignorantes, faltos de elocuencia y de cualquier prestigio social, enviados por otro hombre que había sido condenado a morir en una cruz, que era la muerte más afrentosa de aquellos tiempos... Para el que no crea en los milagros de los Evangelios, me pregunto si no sería este milagro suficiente.
Afonso Aguiló

viernes, 14 de noviembre de 2014

Libro de la Vida (1) Santa Teresa de Jesús. Carmelitas, Valladolid (España)

Queridos amigos:
Les comparto una serie de videos (unos 20 en total) de un curso que ha dictado la Madre Olga María del Redentor, priora del Carmelo de Campo Grande en Valladolid, España. Una joya que no debemos desperdiciar. Para el que le interese, le aproveche mucho.
Recuerden que deberán poner pausa clickeando sobre las líneas perpendiculares del ícono de "bella música" que figura debajo a la derecha de esta misma página.

martes, 11 de noviembre de 2014

Palabras a medianoche. Entrevista a la Madre Olga Maria del Redentor (01...


Recuerden amigos que para escuchar este bellísimo reportaje a Madre Olga María del Redentor, de Carmelitas de Valladolid, deberán poner en pausa la música de fondo de este blog, clickeando en el botón correspondiente del ícono "música bella". Lo ubicarán a la derecha y debajo de esta página.


jueves, 6 de noviembre de 2014

LA BUSQUEDA HACIA LO ALTO

Gentileza blog Hesiquía

 Esta es la respuesta de uno de los hermanos de Hesiquía blog para la hermana Sole, sobre un comentario que ésta nos hizo llegar:

«Suelo orar con frecuencia repitiendo el nombre de Jesús, o la expresión: “Señor Jesús, ten misericordia de mí” A veces me sorprendo haciéndolo distraída y monótonamente. Intento volver a la Presencia pero me ronda el temor de hacer de esta oración un rito mágico y querer conseguir con ella una paz o una serenidad que tienen que ver más con el bienestar personal que con la gratuidad o el amor sincero. Tengo el peligro de mirarme más a mí que a Él. ¿Cómo salir de mí misma?».

 

Querida hermana, le saludo invocando a Jesucristo. Gracias por su comentario que nos brinda la oportunidad de comentar sobre la oración de Jesús y algunas particularidades. 

Lo que usted describe parece ser la experiencia a la que todos llegamos cuando hacemos alguna introspección. Descubrimos lo que ocurre en nuestra mente, advertimos posibles motivaciones, nos encontramos con aquello que siempre busca saciedad y beneficio.



La presencia de eso, que suele llamarse “ego”, detrás de nuestras actividades es algo propio de la existencia humana y su condición actual. Usted dice: “Intento volver a la Presencia pero me ronda el temor de hacer de esta oración un rito mágico y querer conseguir con ella una paz o una serenidad que tienen que ver más con el bienestar personal que con la gratuidad o el amor sincero”.

 

Pues bien, difícilmente encontremos actos propios que sean desinteresados, gratuitos y propios del amor sincero. Por lo general, todo lo que hacemos va mezclado de nuestros propios intereses, incluso aquellos que se dirían más abnegados. Forma parte de nuestra estructura humana actual, esto de buscar para nosotros un bienestar, sea que lo persigamos a través de una apetitosa comida, del reconocimiento social, de la construcción de una casa para vivir o incluso de la oración y la devoción hacia Dios.

En la oración, acto de entrega y confianza, conviene dejar estas y otras cosas en manos de Jesús, de Aquél a quién se invoca. De otro modo, nuestra misma inquietud por la perfección en la oración, podría desviar nuestra mirada del objeto de nuestra invocación. La oración misma irá depurando nuestra mente y a sus motivaciones inherentes. 

 

En nuestra experiencia, la oración de Jesús hecha con unción, brinda paz y serenidad al alma, ayuda a situarse en una confiada entrega. Nuestras oraciones forman parte de la búsqueda y del anhelo del encuentro con Dios, incluso cuando la hacemos distraídamente. A pesar de que a veces busquemos una solución “mágica” para nuestras desventuras. Nuestra oración siempre será imperfecta, casi siempre nos miraremos más a nosotros que a Él, el portador de la Presencia.

Sin embargo, el valor de la oración no radica en las cualidades de quién la ejecuta, sino en Aquél a quién ésta invoca. Aun cuando con frecuencia nos encontremos mirándonos solo a nosotros mismos, aun cuando no podamos olvidarnos de nosotros para sumergirnos en Dios, el acto mismo de tender hacia Él, basta. Esa imperfecta búsqueda hacia lo Alto, ese deseo de amar más y mejor, son ya una forma de oración».

sábado, 1 de noviembre de 2014

RETIRO DE SILENCIO EN LOS TOLDOS

Queridos amigos:

Hemos regresado del Retiro programado para el 27-30 de octubre en el Monasterio Benedictino de Los Toldos, provincia de Buenos Aires.
Creo, sin temor a equivocarme, que abordar el silencio, aunque sea por un corto período de tiempo, es una de las cosas que más asusta al ser humano de hoy.
 
En esta hermosa Abadía, hemos tratado de practicarlo y para ello nos ayudaron las charlas del Padre Juan Carlos, OSB, monje benedictino.
Como frases conclusivas y relevantes tomaré las siguientes:
La Palabra sólo puede ser pronunciada y oída en el silencio exterior e interior. Por ello se ha de educar al Pueblo de Dios en el valor del silencio. Se trata de redescubrir el sentido del recogimiento y del sosiego interior.
La contemplación es silencio o "amor silencioso" dirá Juan de la Cruz. En este silencio insoportable para el ser humano "exterior", el Padre nos da a conocer a su Verbo encarnado, sufriente, muerto y resucitado y el Espíritu filial nos hace partícipes de la oración de Jesús.
Se trata precisamente de recoger todo nuestro ser bajo la moción del Espíritu Santo, habitar la morada del Señor que somos nosotros mismos, despertar la fe para entrar en la presencia de Aquél que nos espera, hacer que caigan nuestras máscaras y volver nuestro corazón hacia el Señor que nos ama para ponernos en sus manos como una ofrenda que hay que purificar y transformar.
Pablo VI nos dirá en un discurso: " Nazaret es la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús: la escuela del Evangelio... Aquí en esta escuela, comprendemos la necesidad de una disciplina espiritual si queremos seguir las enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo. Su primera lección es el silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna.
Oración: ¡Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros.
Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que sólo Dios ve". ¡María, maestra de la escucha orante! ¡Ruega por nosotros!
¡Gracias querido Padre Juan Carlos por la enseñanza impartida y por acompañarnos en este Ejercicio Espiritual!