miércoles, 27 de junio de 2012

QUE SALGA EL SOL

Cuando el corazón está frío como el hielo.
Anímate ya a suavizar tu corazón rodeándolo de amor y esperanza perdonando a quienes te ofendieron.
Autor: P. Dennis Doren

Afuera hace frío, mucho frío. Se ve el aliento de las personas al respirar, mientras caminan envueltos en abrigos y bufandas y las manos en los bolsillos.

Quizá las crestas de los montes estén cubiertas de nieve o de hielo, pero hay gente que tiene su corazón caliente, y no importa el frío de las calles; personas que tienen una razón para vivir, gente feliz y que sabe amar, que sabe convertir todas las cosas duras de la vida en algo bueno, algo positivo; tienen esperanza, confían en Dios, aman a su prójimo y se esfuerzan por mantener un clima de paz y calor en sus hogares, en su trabajo. Pero, ¡qué duro debe ser que ahí afuera haga frío y que el corazón esté congelado, hecho hielo!, frío por fuera y frío por dentro.

Hielo es la desesperanza, dejarse arrancar día a día los restos de confianza a los que uno se agarra para seguir viviendo. Hielo es el rencor y el odio que va pudriendo poco a poco de modo irremediable tantos corazones. ¡Qué hielo tan duro, es el miedo a la vida, al futuro, a la vejez, a la enfermedad y a la soledad, a que no te reconozcan! Necesitamos que salga el sol dentro de nosotros mismos, el sol de la esperanza, del amor, del optimismo, de la paz interior; tenemos que forzarnos a nosotros mismos y, antes que nada, obligarnos a creer que el sol puede salir en nuestra vida.

Hace un tiempo compré un bote de helado, y como no lo comí todo, decidí guardarlo en el congelador. Durante varios días estuve pensando en comerlo, pero luego lo olvidaba y lo seguía guardando para otro día.

Finalmente, se llegó el momento de comerlo, pero para mi sorpresa, el helado estaba totalmente congelado, a tal grado, que ni siquiera un cuchillo podía penetrarlo. Apenas podía creer que en tan poco tiempo se hubiera endurecido tanto. Así que tuve que esperar más de veinte minutos para empezar a comerlo.

Lo que le ocurrió a mi helado, me hizo pensar en las personas que se enojan con Dios, con la vida, con sus amigos y familiares, que pierden las esperanzas y sus corazones y sus vidas se congelan. Son personas que no han sabido enfrentar las dificultades y situaciones difíciles, que dicen frases como "Algún día los perdonaré"; pero lo que en verdad hacen, es poner sus corazones en el congelador.

Conforme pasa el tiempo, sus corazones se vuelven cada día más duros, no pueden perdonar a quienes en algún momento les ofendieron. No logran acercarse a Dios y reconfortarse en Su Amor y Su Misericordia; y cada día se alejan más y cada día se vuelve todo más difícil.

Si te sientes así, recuerda lo que le pasó a mi helado, no esperes mucho tiempo. Anímate ya a suavizar tu corazón rodeándolo de amor y esperanza perdonando a quienes te ofendieron, y todo lo demás vendrá por añadidura.

No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, recuerda que nadie sabe en qué momento puede ser llamado a rendir cuentas. El que desespera de todo, puede tener muchas razones y excusas, pero también algo de culpa, porque penas, sufrimientos, apuros económicos, contratiempos, están repartidos en la vida de todos; pero ahí está también la mente, nuestra mente, para buscar soluciones a los problemas, y unos la usan y otros no.

Ahí están nuestras manos para trabajar, y unos les dan uso y otros no; ahí está Dios que sí ayuda a los que confían, pero unos le rezan a ese Dios y otros le dan la espalda; ahí están las oportunidades que ofrece la vida, pero unos las buscan y otros se excusan diciendo que nada se puede hacer.

El sol de la esperanza puede salir, y de hecho sale, en la vida de todos los que se fuerzan a sí mismos a creer en Dios y en sí mismos; que se fuerzan a esperar lo mejor, a luchar por salir adelante a pesar de todo, yo no puedo controlar el clima de afuera, pero sí el interior de mi espíritu.

Los problemas lo pueden quebrantar a uno, si se deja; pero pueden fortalecerlo, si los enfrenta como retos magníficos.

domingo, 24 de junio de 2012

EL AIRE AZUL DEL ALMA


Les comparto otro trabajo mío para el Taller Literario.

La consigna es sacar siempre a los ojos el aire azul del alma para ver lo que nunca alcanza la mirada.

 

"Nosotros los que tenemos fe miramos siempre las cosas como permitidas para nuestro bien, aún lo malo tiene sentido.

Recuerdo haber vivido experiencias negativas que guardé misteriosamente en algún rincón del inconciente para que no me molestaran en la vida y sin embargo de repente salían sin pedir permiso con violencia perturbadora tratando de convencerme que el rencor es valioso y la violencia justificada.

Pero la vida me enseñó que ni reprimir es bueno para la propia salud ni ejercer la violencia en perjuicio de los demás.

Estoy tratando de aprender a sacar siempre a los ojos el aire azul del alma para ver lo que nunca alcanza la mirada.  Ver con el corazón, porque la mente se equivoca una y otra vez y tratando de arrastrarme  por diversos estados de ánimo de acá para allá. Y yo pierdo así mi señorío y el dominio sobre mí misma pues de pronto me transformo en un objeto que se deja dominar por un sinfín de sentimientos y pensamientos que afloran como barcos sin timón por el agitado mar de la razón.

Vivir desde el corazón es tan diferente: es atreverme a ver lo malo de mí misma sin regodearme en ello, sino integrándolo a mi ser como parte de mi vida. Esa parte oscura que al integrarla deja de tener ese poderío sobre mí.  Pensar que se me enseñó de chica a reprimir malos pensamientos y sentimientos como si con ello me dejarían de molestar. ¡Cuánto error difundido por allí! ¡Hasta desde la misma religión! Todo ello no logró otra cosa que asustarme y alejarme del bien que me intentaron enseñar.

Ver con la mirada del alma me permite conocerme en profundidad sin escandalizarme porque vivan en mí el amor y el odio, espíritu e instintos, solidaridad y envidia,  codicia y  templanza. Reconocer la parte oscura de mí me libera de esos demonios y por lo tanto no vivo con miedo a sus ataques, sino que aprendo a mirarme compasivamente y de esa forma hacer que prevalezca lo mejor de mí para mi propio bien y el de los demás.

Reconocer que tengo miedo me permite indagar más profundamente en sus causas profundas y descubrir la mentira que se esconde detrás de él. Alguna carencia afectiva que me lleva a enojarme porque es más fácil el enojo que aceptar el rechazo de los demás, sobre todo de algún ser querido.

Está bueno conocerse así. Como dicen los jóvenes de hoy está bueno conocer las causas profundas de nuestras actitudes, pero con ojo amplio, sin censuras, sin represión, sin moralismos atroces ni normas arbitrarias que nos enferman.

Les deseo a todos atreverse a autoconocerse. Para ello practico la meditación como manera de hacer silencio y estar en quietud para dejar de hacer y empezar a ser. Las grandes tradiciones religiosas como el hinduismo el budismo y ahora el cristianismo la practican. Es una experiencia sanadora y liberadora. Desde la tradición que quieran los invito a practicarla como forma de aprender a tomar cada aspecto negativo como un desafío para descubrir fuentes de sanación interior".

martes, 12 de junio de 2012

LA MUERTE DE MI PADRE


Les comparto un trabajo mío para el Taller Literario. Una narración basada en hechos reales acaecidos hace ya 17 años.

  
Con el corazón desgarrado por la pérdida permaneció horas con la mirada vacía como no sabiendo adónde estaba ni quién era.

Se hacía difícil contener el llanto. El día también lloraba acompañando el sentimiento de Susana. Aturdida por el impacto de la noticia sólo atinó a aferrarse fuertemente de las manos de su marido y de su hijo y emprender una marcha sin destino, para apagar la pena.

A su mente sacudida y confusa acudían recuerdos desordenados como una catarata de piedras que lastimaban aún más su herido corazón : aquél primer día de colegio, con su guardapolvos almidonado y su portafolios nuevo lleno de útiles a estrenar entre los que figuraba la cajita de lápices que su padre le había hecho en la carpintería; aquél vals de los 15 años cuando hermosamente vestida él la condujo por la pista dando vueltas y vueltas borrachos de alegría; la mudanza a una casa más amplia que él mismo se había encargado de refaccionar; La huerta que cultivaba con tanto esmero con tomates, lechuga, perejil,  hierbas aromáticas y árboles frutales; sus celos cuando ella se puso pintura en los ojos por primera vez y él tuvo que aceptar que ya no era más su "piccina" sino una tierna adolescente que le pedía permiso para ir a bailar en Carnavales.

Aún sonaba fuertemente aquél “Te quiero mucho, cuidá a mami” que se deslizó entrecortado en la última comunicación telefónica un mes atrás. Queriendo entender qué era ese monstruo despiadado llamado muerte, entró en un templo. Su marido y su hijo la seguían en silencio.  Sus ojos penetrantes llenos de impotencia y angustia, se quedaron fijos ante una imagen que no llegó a reconocer. Desde la profundidad infinita de su pena surgió el “por qué?” desgarrador que no tuvo ni tiene respuesta y rompió a llorar desconsoladamente.

En complicidad con el momento, comenzó a oírse la melodía de la marcha nupcial que estaba ensayando el organista en el coro. Se sobresaltó. Recordó cuando su padre la condujo al altar en su casamiento.

Salieron de allí emprendiendo el camino de retorno cuando de pronto un abuelo tierno que casi no podía desplazarse, le pidió que lo ayudara a cruzar la calle. Al despedirse el anciano le dijo: "Gracias señora, usted me recuerda mucho a mi hija quien desde el cielo siempre me cuida. Fíjese no estoy triste. Generalmente uno espera morirse antes que los hijos, pero en mi caso no fue así. No obstante, el vínculo que me une con ella es aún más fuerte ahora. Adiós y que Dios la Bendiga".

Quedó perpleja, sin palabras, el enojo y la amargura que produce luchar contra lo irreversible se disipó y sintió la presencia de su padre más fuerte que antes. Su esposo e hijo que habían presenciado la escena miraron hacia arriba y guiñaron los ojos.

Empezaba para ellos un nuevo tiempo de milagros. El río al costado había oído la súplica en el templo: “lleváte pronto este llanto lejos y dame un signo de que mi padre conmigo está”.

martes, 5 de junio de 2012

CRISTO QUIERE UNIDAD

Recordemos las palabras de Juan Pablo II en “Orientale Lumen”:




 

“…En efecto, dado que creemos que la venerable y antigua tradición de las Iglesias Orientales forma parte integrante del patrimonio de la Iglesia de Cristo, la primera necesidad que tienen los católicos consiste en conocerla para poderse alimentar de ella y favorecer, cada uno en la medida de sus posibilidades, el proceso de la unidad…”

domingo, 3 de junio de 2012

JUAN PABLO II Y LA SANTISIMA TRINIDAD


 
 ¡Gloria y alabanza a ti, Santísima Trinidad, único y eterno Dios!

Bendito seas, Padre, que en Tu infinito Amor nos has dado a Tu Hijo Unigénito, hecho carne por obra del Espíritu Santo en el seno purísimo de la Virgen María y nacido en Belén hace dos mil años. Él se hizo nuestro Compañero de viaje y dio nuevo significado a la historia, que es un camino recorrido juntos en las penas y los sufrimientos, en la fidelidad y el amor, hacia los cielos nuevos y la tierra nueva en los cuales Tú, vencida la muerte, serás Todo en todos.

¡Gloria y alabanza a Ti, Santísima Trinidad, Único y Eterno Dios!

Que por tu gracia, Padre, este tiempo sea un tiempo de conversión y de gozoso retorno a Ti; que sea un tiempo de reconciliación entre los hombres y de nueva concordia entre las naciones; un tiempo en que las espadas se cambien por arados y al ruido de las armas le sigan los cantos de la paz. Concédenos, Padre, poder vivir dóciles a la voz del Espíritu, fieles en el seguimiento de Cristo, asiduos en la escucha de la Palabra y en el acercarnos a las fuentes de la gracia.

¡Gloria y alabanza a Ti, Santísima Trinidad, Único y Eterno Dios!

Sostén, Padre, con la fuerza del Espíritu, los esfuerzos de la Iglesia en la nueva evangelización y guía nuestros pasos por los caminos del mundo, para anunciar a Cristo con la propia vida orientando nuestra peregrinación terrena hacia la Ciudad de la Luz. Que los discípulos de Jesús brillen por su amor hacia los pobres; que sean solidarios con los necesitados y generosos en las obras de misericordia; que sean indulgentes con los hermanos para alcanzar de Ti ellos mismos indulgencia y perdón.


¡Gloria y alabanza a Ti, Santísima Trinidad, Único y Eterno Dios!

Concede, Padre, que los discípulos de Tu Hijo, purificada la memoria y reconocidas las propias culpas, sean una sola cosa para que el mundo crea. Se extienda el diálogo entre los seguidores de las grandes religiones y todos los hombres descubran la alegría de ser hijos tuyos. A la voz suplicante de María, Madre de todos los hombres, se unan las voces orantes de los apóstoles y de los mártires cristianos, de los justos de todos los pueblos y de todos los tiempos, para que este tiempo sea para cada uno y para la Iglesia causa de renovada esperanza y de gozo en el Espíritu.

¡Gloria y alabanza a Ti, Santísima Trinidad, Único y Eterno Dios!

A Ti, Padre Omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el que vive, Señor del tiempo y de la historia. En el Espíritu que santifica el universo, alabanza, honor y gloria ahora y por los siglos de los siglos. Amén.

Beato Juan Pablo II

viernes, 1 de junio de 2012

VIVIR CON CRISTO LAS TRIBULACIONES

Ciudad del Vaticano, 30 mayo 2012

Durante la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre ha continuado con su serie de catequesis dedicadas a la oración cristiana según san Pablo, para quien es “un encuentro verdadero y personal con Dios Padre, en Cristo, mediante el Espíritu Santo. En este encuentro entran en diálogo el ´sí´ fiel de Dios y el ´amén´ confiado de los creyentes”.

Benedicto XVI ha explicado esta dinámica en su alocución, apoyándose en la segunda carta a los Corintios. Escribe el apóstol: “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros seamos capaces de consolar a los que se encuentran en cualquier tribulación”.

El consuelo, ha dicho el Papa, no se ha de entender como simple confortación, sino sobre todo “como exhortación a no dejarse vencer por las tribulaciones y las dificultades. Es una invitación a vivir todas las situaciones unidos a Cristo, que carga sobre sí todo el sufrimiento y el pecado del mundo para llevar luz, esperanza y redención. Así nos hace capaces de consolar a quienes se encuentran en cualquier clase de aflicción”. La unión profunda con Cristo en la oración y la confianza en su presencia nos hacen estar dispuestos a compartir los sufrimientos de los hermanos.

“Nuestra vida y nuestro camino cristiano -ha continuado el Pontífice- están marcados a menudo por dificultades, incomprensiones, sufrimientos. Todos lo sabemos. En la relación fiel con el Señor, en la oración constante, diaria, podemos sentir concretamente el consuelo que viene de Dios. Y esto refuerza nuestra fe, porque nos hace experimentar de modo concreto el ´sí´ de Dios al hombre en Cristo, la fidelidad de su amor, que llega hasta el don de su Hijo en la cruz”.

La fe, don gratuito de Dios, se enraíza en su fidelidad, “en su ´sí´ que nos hace comprender cómo vivir nuestra existencia amando al Señor y a los hermanos. Toda la historia de la salvación es un progresivo revelarse de esta fidelidad de Dios, a pesar de nuestras infidelidades y nuestras negaciones”.

El Papa ha subrayado en este punto que el modo de actuar de Dios es muy distinto del de los hombres: “Ante los contrastes en las relaciones humanas, incluso en las familiares, tendemos a no perseverar en el amor gratuito, que cuesta esfuerzo y sacrificio. En cambio, Dios no se cansa nunca de nosotros, de tener paciencia con nosotros, y nos precede siempre con su inmensa misericordia, nos viene al encuentro (...). En la cruz nos ofrece la medida de su amor que no calcula y que no tiene medida”. Este amor fiel es capaz de esperar incluso a cuantos lo rechazan. Dios busca siempre al hombre, quiere acogerlo en la comunión con Él para donarle plenitud de vida, esperanza y paz.

Sobre el ´sí´ fiel de Dios se injerta el ´amén´ de la Iglesia, que es la respuesta de la fe con la que concluyen las oraciones y que expresa nuestro ´sí´ a la iniciativa de Dios: “En nuestra oración estamos llamados a decir ´sí´ a Dios, a responder con el ´amén´ de la adhesión, de la fidelidad a Él de toda nuestra vida. Esta fidelidad no podemos conquistarla nunca con nuestras propias fuerzas, no es solo fruto de nuestro esfuerzo cotidiano; viene de Dios y está fundada sobre el ´sí´ de Cristo. (...) Tenemos que entrar en este ´sí´ de Cristo, en la adhesión a la voluntad de Dios, para llegar a decir, con san Pablo, que no somos nosotros quienes vivimos, sino que es Cristo mismo quien vive en nosotros. Entonces el ´amén´ de nuestra oración personal y comunitaria envolverá y transformará toda nuestra vida”.

Benedicto XVI


ORAR SIEMPRE - ORACION CONTINUA -

Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.
No digas no haber obtenido aquello que has pedido rezando mucho, porque te has beneficiado espiritualmente. De hecho, ¿qué bien más sublime puede existir al de estar unido con el Señor y perseverar en esa unión ininterrumpida con Él? Quien se encuentra protegido por la oración no deberá tener miedo de la sentencia del Juez divino, como le sucede al condenado aquí en la tierra. Por eso, si eres sabio y no corto de vista, al recuerdo de ese juicio podrás fácilmente alejar de tu corazón las ofensas recibidas y todo rencor, las preocupaciones por los negocios terrenos y los sufrimientos que se derivan; la tentación de las pasiones y de todo género de maldad. Con la súplica constante del corazón prepárate a la oración perenne de los labios, y rápido avanzarás en la virtud (San Juan Clímaco, La Escala del Paraíso, escalón XXVlll, no. 190).


Soy un amante del arte. Disfruto con aquello que nos transmite la belleza de nuestro mundo y nos hace atisbar, aunque sólo sea un poquito, lo que será el cielo. Música, pintura, escultura, cine... cuando están bien hechos, todos son chispazos de eternidad, de la belleza que será ver a Dios cara a cara.

Uno de los artistas que de modo particular disfruto es, sin duda, Caravaggio. El pintor italiano nacido en Milán, pero afincado en diversas ciudades de la península itálica, es un maestro en todos los sentidos. Pero si hay algo que le caracteriza de modo especial es el juego que realiza con la luz y las sombras. Tomemos por ejemplo la famosísima “Vocación de San Mateo”.

La entrada de luz por la ventana y el modo como ilumina los personajes de la escena es magistral. Pero, y ustedes estarán de acuerdo conmigo, no podríamos valorar esa luz si no es por las tinieblas que rodean el resto y que nos resaltan con más notoriedad cada expresión y color salidos del pincel del artista italiano.

Y creo que este es justamente el paisaje que San Juan Clímaco nos quiere pintar con el texto que les he compartido. Ahí nos invita a ver nuestra vida en perspectiva y a no lamentarnos ante los momentos de dificultad, como si fueran algo estéril o carente de sentido. No. Cuando la cruz se vive en oración, en unión con Dios, no digo que se deje de sufrir y que no duela, pero sí puedo afirmar con cada una de las letras que ese sufrimiento gana en peso de cara a mi vida y de cara a mi eternidad.

Recuerdo particularmente una persona que conozco que me comentaba el dolor que sentía ante la separación de sus padres. No lo entendía y le reclamaba a Dios su dolor. Pero el paso del tiempo, y las oraciones que continuamente elevaba a Dios -muchas veces enojado y gritándole- lograron que, tras dos años, se diese cuenta de cuánto había aprendido y crecido interiormente: él y su familia.

¿Cuántas tinieblas rodean tu vida? ¿Muchas? ¿Una sola, pero intensa? Eleva a Dios tu oración, deja que Él te acompañe y llore contigo. El paso del tiempo te hará ver que fueron justamente esos años los que más te ayudaron a crecer y a hacerte fuerte interiormente. Vivirlos alejados de Dios y sin orar es como querer salvarse en una tormenta en el mar sin salvavidas. Pero quien los vive con Dios, dialogándolo con Él, logrará que las negras lágrimas que salen de sus ojos rieguen cada dolor y lo conviertan en una hermosa flor multicolor de paz interior en esta vida y de certeza en la eternidad que un día disfrutaremos con Dios.