jueves, 29 de septiembre de 2016

... Continuación de entradas anteriores. La curación del Espíritu: la curación más profunda.

El poder de curación de la meditación hunde sus raíces en las cavernas del inconciente. La fe en el amor de Dios y en la muerte salvadora de su Hijo es el camino a la salvación, a la sanación, a la curación. La fe es vida. La meditación no es más que un ejercicio de esta fe, por lo tanto es vida. La sabiduría que libera y cura es Jesucristo mismo que es "el poder y la sabiduría de Dios. Este Jesús resucitado sólo puede aceptarse por amor, en un acto que supera todo concepto e imagen en una nueva dimensión que trasciende el pensamiento.
Ahora bien, es necesario que entendamos que este es un proceso, un camino que nos puede llevar toda la vida. Sólo Dios sabe cuándo un alma podrá unirse transformadoramente con El.
 
Esta es la gracia por excelencia que nos concede el Señor no sólo a los que meditamos, sino a todo aquél que lo busca con sinceridad de corazón. No obstante el camino de la contemplación, es como un camino directo hacia esa unión transformante y es además el medio más efectivo para ser sanados profundamente de todos aquéllos recuerdos reprimidos por dolorosos, en lo profundo de nuestra mente y que han tenido lugar en nuestra vida desde nuestra más tierna infancia. Este proceso es lo que se conoce como el "desmantelamiento del falso yo", es decir de todo aquéllo que hemos construído para protegernos, por ejemplo, de una sociedad hostil.
No se llega a la unión con Dios, si antes El no desmantela nuestras estructuras paralizantes de nuestra mente, que impidan el desarrollo de nuestro camino espiritual. Es El quien hace la obra, no nosotros. Para ello nos quedamos quietos y en silencio que es una manera de decirle al Señor : "Heme aquí para hacer tu Voluntad".
 
Es el amor de Cristo resucitado, ahora vivo y definitivamente presente, el que nos irá sanando profundamente. Ahora Cristo es Señor (Kyrios); su nombre está sobre todo nombre; es el centro cósmico hacia el que converge la raza humana.
 
Así como Cristo resucitó, de la misma manera estamos nosotros llamados a resucitar. Como Cristo fue transfigurado, así seremos transfigurados nosotros. Y esta es la curación definitiva. Quedamos curados de nuestra angustia existencial y de nuestra separación, uniéndonos a Cristo resucitado y resucitando con El. En definitiva la resurrección es la única que cura. 
 
Pero previamente a la resurrección es inevitable la angustia y el dolor, principalmente el dolor de la separación, el dolor del aniquilamiento del "falso yo" o "ego". Este es el que nos separa de nuestro amado. Deseamos fervientemente el fin de esta separación. Pero no será sin dolor. 
 
Repito, la curación dentro del cristianismo es un proceso de muerte y de resurrección, en que el ser humano angustiado por su separación existencial de Cristo, de los demás seres humanos y del cosmos, vuelve a unirse con el único que ama y anhela.
 

miércoles, 14 de septiembre de 2016

CONCIENCIA AUTOREFLEXIVA SEGÚN THOMAS KEATING_ 12

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lunes, 12 de septiembre de 2016

CURANDO AL NIÑO HERIDO QUE HAY EN TU INTERIOR -THICH NHAT HANH

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