miércoles, 10 de diciembre de 2014

UN ESPACIO PARA LA EXPERIENCIA Y PARA LA NO-EXPERIENCIA

 
En cada uno de nosotros hay un lugar en el que reina una calma absoluta, un lugar sin pensamientos ruidosos, sin preocupaciones ni deseos. Es un lugar en el que estamos totalmente con nosotros mismos. Este lugar, que ningún pensamiento enturbia, es, para Eckart, lo más valioso que tiene la persona. Es el punto en el que se realiza el auténtico encuentro entre Dios y la persona.
 
Debemos llegar a este lugar de silencio. No necesitamos crearlo, ya existe, sólo está sepultado entre nuestros pensamientos y preocupaciones. Si desenterramos este lugar de silencio que hay en nosotros, podremos encontrarnos con Dios tal y como es.
 
No nos aferraremos ni a nosotros ni a nuestros pensamientos, sino que nos soltaremos enteramente, nos dejaremos caer en el misterio de Dios que nos sostiene. No le ordenaremos a Dios cómo venir a nuestro encuentro, sino que estaremos abiertos para su venida tal y como El lo ha pensado para nosotros.
 
Aún liberando, en nosotros, este lugar de silencio, no podemos forzar una experiencia divina. Podremos sentir tan sólo el vacío y la oscuridad. Pero entonces, ya estamos abiertos para la venida de Dios. No esperamos con ansiedad e impaciencia una experiencia de Dios.
 
Por la fe sabemos que El está allí, aunque no lo experimentemos. Para los monjes, el silencio consiste en ser perseverantes y esperar, también en soportar la no-experiencia en la oración, en soltar la costa de tierra firme de los pensamientos y de las imagenes, en dejarse caer en el amor de Dios, en abrirse a la presencia de Dios sin la certeza de que percibiremos algo de todo ello. Es un silencio de la experiencia y de la no-experiencia al mismo tiempo, un silencio plenamente consciente de la proximidad de Dios.
 Meister Eckhart

No hay comentarios :

Publicar un comentario