viernes, 7 de agosto de 2015

¿TE VALORAS?

Estamos tan pendientes por lograr cosas que nos proponemos, que muchas veces no nos detenemos a disfrutar de la vida. Pero hay algo más grave todavía: creer que valemos más por lo que hacemos que por lo que somos.
 
Quizás ya has dado un paso, y ya no te valoras por lo que tienes; posiblemente ya has descubierto que no son los bienes o el dinero lo que te da valor. Tú vales más que las cosas y que las posesiones y tu valor sería inmenso aunque no tuvieras nada.
 
Te admira la pobreza y el desprendimiento de algunos santos, que se liberaron de la necesidad de poseer, y no se te ocurriría pensar que ellos valen poco porque no han tenido bienes.
 
Sin embargo, quizás todavía no te has liberado de otro error: creer que vale más el hacer que el ser, sentir que vales en la medida que hagas cosas y consigas resultados.
 
Por eso vivimos aplaudiendo a los que hacen cosas y miramos con lástima a los minusválidos, a los ancianos enfermos, a los que logran resultados poco llamativos.
 
Aplaudimos a una persona de ochenta años que trabaja mucho, y no valoramos tanto la opción del anciano que quiere vivir sus últimos años con un poco más de sosiego. 
 
Si eso te sucede, lo primero que tendrías que hacer es reconocer que tú mismo vales más que tus obras, que tienes un valor infinito también cuando no logras buenos resultados en lo que haces, que Dios te ama infinitamente también cuando las cosas no te salen como desearías.
 
Eres valioso también cuando te detienes a descansar con tu familia o cuando te detienes en la presencia de Dios.
 
Tú eres más valioso que todas tus obras. Reconócelo, valórate y ámate.

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