jueves, 24 de noviembre de 2011

MAS SOBRE ETTY


Etty en su relación sentimental con Spier, un psicólogo que la cautivó, acabó descubriendo algo fundamental. Por ejemplo:

- que la sexualidad es algo más, mucho, más que placer. La sexualidad es “poder” y autoafirmación; puede ser también entrega. Y todo el intríngulis de su ética reside en convertir el poder en entrega. Más allá de los mecanismos físicos que son muy diferentes en ambos sexos (en contra de lo que promulga una falsa liberación sexual de la mujer), está esa difícil tarea de convertir el poder en entrega, o de evitar que el afán de poder se enmascare -y chantajee- bajo la capa de la entrega.

- También que la plenitud o el éxtasis corporal es verdadera plenitud cuando va acompañada de un éxtasis espiritual (la obsesión de Spier por la unidad de cuerpo y mente). Sin esta plenitud espiritual el sexo, lejos de saciar, alimenta más la sed como el agua de la samaritana. Y acaba convirtiéndose en adicción que es algo ya muy distinto de una necesidad natural; o acaba buscando esa plenitud imposible por caminos no demasiado naturales en los que “lo prohibido” se pervierte, por eso mismo, en pseudopromesa, en lugar de actuar como marca del camino.
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Finalmente el hecho de que Etty no actúe en nombre de legalismos, moralismos o imposiciones exteriores, sino buscando lo mejor de sí misma y para sí misma, da a su lucha una ejemplaridad que no tienen muchas imposiciones eclesiásticas.

Algo de eso muestran estas conclusiones que he citado en algún otro lugar: “No debemos pretender expresar físicamente todo lo que sentimos por otra persona. Precisamente por eso me quedo siempre tan triste después de un contacto físico. Se puede expresar mucho más con un gesto bien pequeño que con la más salvaje y apasionada noche de amor. Yo me arrojaba contra él casi con desesperación: ahora las cosas no van tan mal como solían ir, ni mucho menos. Me hacen feliz sus caricias aunque siempre temo que, de repente, alcancemos un límite que ya no nos permita ir más allá” (25 abril 1942).

Y es que, en el campo de la moral y de la bondad, lo que cuenta ante el juicio definitivo de Dios no es tener un expediente impoluto sino lo que se ha aprendido a amar. Como Faus ha dicho otras veces, María Magdalena es mucho más casta que algunos eclesiásticos, quizá tan observantes como fariseos...

Leandro Sequeiros San Román es Catedrático de Paleontología y miembro de la Cátedra CTR. Facultad de Teología, Granada.

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