domingo, 6 de enero de 2013

EPIFANIA DEL SEÑOR



ES MAS LO QUE NOS UNE QUE LO QUE NOS SEPARA

Comentarios de Brian Pierce (OP) acerca del diálogo interreligioso



En  círculos interreligiosos, Eckhart es a menudo comparado con uno de sus contemporáneos, el maestro Zen japonés Dogen, porque de muchas maneras, su estilo de enseñanza y predicación, al igual que el de un maestro Zen, intenta impactar al oyente para introducirlo a un encuentro radical y disfrutado, con el Evangelio de Jesús.

¿Cómo sería hoy la ciudad de Jerusalén si los judíos, cristianos y musulmanes se reunieran cada mañana para compartir desde cada uno, la música sagrada y el canto? ¿Irreal? Tal vez sea tiempo de expandir un poco los límites de nuestra imaginación.

Lo que los místicos denominan magnanimidad: vivir con un alma grande y un corazón expansivo. Es el significado del título Mahatma – Alma Grande – otorgado a Gandhi, un hombre cuyo corazón y cuya alma crecieron lo suficiente para abrazar a todo el mundo.

Nuestro mundo es simplemente demasiado pequeño y bello para continuar construyendo paredes que nos separen. Solamente a través del diálogo interreligioso podremos vislumbrar la belleza y las diferentes y profundas intuiciones de las tradiciones espirituales del mundo.

Juan Pablo II escribió acerca de este tema:

“Somos todos hermanos y hermanas y, como peregrinos en esta tierra, aunque por diferentes caminos, estamos todos en nuestro camino a la Patria común en donde Dios, a través de formas sólo conocidas por El, no cesa de guiarnos. La ruta principal de la misión es el diálogo sincero… El diálogo habla a los demás con respeto y comprensión, estableciendo los principios en los que creemos, proclamando con amor las verdades más profundas de la fe que son el gozo, la esperanza y el sentido de la vida.”


El Monje Budista Thich Nhat Hanh señala:

“Para que el diálogo sea fructífero, debemos vivir profundamente nuestra propia tradición, y al mismo tiempo, escuchar profundamente a los otros. A través de la práctica del profundo mirar y escuchar, nos liberamos, y somos capaces de ver la belleza y valores en nuestra tradición al igual que en las otras”.

2 comentarios :

  1. Sin lugar a dudas que los creyentes de las distintas confesiones religiosas necesitamos un alma grande para abrazarnos espiritualmente y ahondar en lo que nos une... que en definitiva es el sentido de trascendencia del hombre.

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  2. Gracias Patricia por tu hermoso comentario. Perdón por tardar en responderte. El Espíritu UNE, SIEMPRE UNE. Un abrazo fuerte.

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