martes, 3 de junio de 2014

TOMADO DEL BLOG DE MI AMIGO, EL HERMANO MARIO DE CRISTO SALVADOR

De “El poder del Nombre” – Kallistos Ware 

“La Invocación del Nombre es más dichosa que penitencial, de afirmación del mundo más que de negación. Para algunos, al oír hablar de la Oración de Jesús por primera vez, puede parecer que sentarse solo en la oscuridad con los ojos cerrados, repitiendo constantemente «…ten misericordia de mí», es un deprimente y abatido modo de orar. Y puede que también estén tentados de considerarlo como egocéntrico y escapista, introvertido, una evasión de responsabilidad de la comunidad humana en general. Pero esto sería un grave malentendido.

Para aquellos que han hecho realmente suyo el Camino del Nombre, resulta no ser sombrío ni opresivo sino una fuente de liberación y sanación.

La calidez y alegría de la Oración de Jesús es particularmente evidente en los escritos de San Hesiquio el Sinaíta: «Por medio de la perseverancia en la Oración de Jesús el intelecto alcanza un estado de dulzura y de paz… Cuanto más cae la lluvia sobre la tierra, más la ablanda; de modo similar, cuanto más apelamos al Santo Nombre de Cristo, más grandes son el regocijo y el alborozo que trae a la tierra de nuestro corazón… El sol saliendo sobre la tierra crea el amanecer; y el venerable y Santo Nombre del Señor Jesús, brillando continuamente en la mente, da paso a innumerables pensamientos resplandecientes como el sol».

Además, lejos de cerrar los ojos a los otros y de negar la creación de Dios cuando decimos la Oración de Jesús, estamos afirmando de hecho nuestro compromiso con nuestro prójimo y nuestro sentido del valor de cada uno y de todas las cosas en Dios. «Logra la paz interior -decía San Serafín de Sarov (1759-1833)- y miles a tu alrededor encontrarán su salvación.»

Permaneciendo en la presencia de Cristo aunque sólo sea durante unos instantes cada día, invocando su Nombre, profundizamos y transformamos todos los momentos que quedan del día, volviéndonos disponibles para los otros, eficaces y creativos, de un modo que de otra forma no podríamos ser. Y si también usamos la Oración de manera libre durante todo el día, esto nos permite «poner el sello divino en el mundo», por tomar una frase del Dr. Nadega Gorodetzky (1901-1985): «Podemos aplicar este Nombre a la gente, los libros, las flores, a todas las cosas que encontramos, vemos o pensamos. El Nombre de Jesús puede llegar a ser una llave mística hacia el mundo, un instrumento de la ofrenda oculta de todo y de todos, poniendo el sello divino en el mundo. Quizás se podría hablar aquí del sacerdocio de todos los creyentes. En unión con nuestro Sumo Sacerdote, imploramos el Espíritu: Transforma mi oración en un sacramento»“.

2 comentarios :

  1. Querida Susana:

    Gracias por tu llegar pleno de Dios.
    Los caminos del señor son misteriosos, hace años emprendí sin proponermelo el bien llamado, "Camino de la invocación del santo Nombre". Todo comenzó con un pequeño libro titulado: La invocación del nombre de Jesús, escrito por un monje de la Iglesia Ortodoxa.
    El autor, nos conduce con la sabiduría propia del que saborea lo que trata y lo experimenta.
    De manera simple y profunda, vamos siendo llevados a despertar a todo lo que hace al bendito Nombre, al punto que el alma sin que lleguemos a comprenderlo plenamente en otros niveles se adhiere de manera incondicional y empieza a transitarlo.
    El monje ortodoxo, asegura algo que nos deja en silencio, el santo Nombre produce algo en nosotros que de ninguna manera se debe confundir con un efecto psicólogico sino que es algo real, algo que nos trasciende, pero que se da, el Nombre de nuestro Señor, trae a nuestro amado Jesús, que es y será Presencia eterna y permanente. El ES y no puede dejar de serlo.
    Se cumple lo prometido por nuestro Señor Resucitado: "Permaneceré con ustedes hasta el fin de los tiempos"

    Trabajas de manera incansable Susana, que sigas bendecida un abrazo desde el amor infinito de Jesús y María...
    Alicia

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    1. Muchas gracias Alicia por dejarme este comentario en mi correo. Es el Santo Espíritu de Dios el que nos regala estos dones. A El toda la gloria y honra. Yo soy un simple instrumento en sus manos y me siento muy honrada en trabajar para y por El. Beso y abrazo grande. Gracias otra vez por compartir. Susana

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