jueves, 7 de mayo de 2015

LA ORACION COMO UNGÜENTO

 Los monjes entienden la oración como un remedio. Pero hay diferentes clases de medicamentos. Unos indagan las causas de la enfermedad, las descubren, las intensifican antes de combatirlas. Otros medicamentos son como pomadas que se ungen sobre las heridas sin conocerlas exactamente, o como un tónico que activa las defensas de la persona contra todos los gérmenes patógenos sin ser analizados en particular. De forma similar, la oración es, para los monjes, un medicamento que analiza y revela las causas de la enfermedad. Con la auto-observación y el autoconocimiento, se develan las causas de las actitudes erróneas (proceso que se va dando en la oración de quietud y silencio).
 
Otras veces, la oración es, más bien, un ungüento o un tónico que puede ser administrado contra todas las enfermedades sin analizarlas individualmente.
 
A través de la práctica de la oración contínua, la persona se inmunizará internamente contra el pecado y la culpa. Las actitudes erróneas que dejaron su impronta en ella, irán desapareciendo lentamente. Esta curación se realiza, a menudo, de forma imperceptible y durante mucho tiempo no se verán sus resultados. Hacia afuera, no se perciben los cambios, pero en el interior, en el inconciente, se va gestando una transformación.
 
Día a día, el campesino ara su campo y nada se modifica. Pero el campo arado trae sus frutos. Así también en el inconciente, arado con la oración, crecen los frutos de la transformación que, para muchos, pasan inadvertidos.
 
Anselm Grün, OSB

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