jueves, 25 de junio de 2015

TENER FE


Cuando uno se mira a sí mismo con fe, no puede ser orgulloso o vanidoso, sólo puede ser humilde. Porque su fe le recuerda que todo lo que tiene, todo lo que puede hacer y todo lo que sabe es un regalo del amor de Dios. Por eso, "la fe comienza donde termina el orgullo".
 
La fe nos da una serenidad interior ante los contratiempos, que hace que no nos desgastemos tanto por las desilusiones y por los malos momentos: "Nunca se cansa el que confía".
 
Si uno ora con fe, no ve una pared oscura delante de sus ojos, no mira tanto sus angustias y sus miedos. Porque cuando uno ora con fe, contempla a un Dios amante que está escuchando su oración.
 
Por eso creo, aunque me digan que es cosa de tontos. Creo, aunque se burlen de mi fe. Creo, aunque digan que me han lavado la cabeza. Creo, aunque me miren con cara de pena. Creo, aunque por eso me retiren de la mesa de los inteligentes. No creer ya no es una opción para mí, porque sin Dios nadie puede explicarme qué sentido tiene la vida, porque nada me ilumina más que el Evangelio, porque en el rostro de Jesús descubro qué es Ser Humano, porque creyendo tengo un brazo fuerte donde apoyarme, porque sólo con la fe encuentro el significado más profundo de cada cosa, porque creyendo, hasta las dudas me sirven para algo. 
 

2 comentarios :

  1. Susana:

    Siempre te digo lo bueno que me parece tu blog.
    Ayuda muchísimo a reflexionar, a volver a las fuentes, a poner las cosas en su lugar.
    En mi caso particular que perdí mi grupo de meditación al haber fallecido quien lo dirigía,Juan Adot, prof. de Teología
    del Salvador, es doble el interés.
    Muchas gracias por tu esfuerzo y por compartirlo.
    Cariños.
    Margarita.

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    1. Gracias Margarita por tu comentario. Abrazo fuerte en Cristo y María.

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