jueves, 9 de octubre de 2025

... Resucitó ...

Naturalmente, la Resurrección de Jesús, como acontecimiento escatológico que alcanza su plenitud más allá de la muerte, nos trasciende y desborda a los que nos movemos todavía, tanto a nosotros como a los primeros discípulos.

La resurrección de Cristo no se controla ni verifica sino que se acoge gozosamente en la fe.

Estudiamos el sepulcro vacío, las apariciones del Resucitado, el testimonio de los discípulos, pero no acertamos a vivir nosotros mismos "la experiencia pascual". No sabemos encontrarnos con el Resucitado que nos dice: "Yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos (Ap 1, 17-18).

Los discípulos reconocen en su experiencia pascual a aquel Jesús al que previamente han conocido en Galilea.

Es bueno preguntarse: ¿Cuál puede ser hoy nuestra experiencia pascual?; ¿dónde y cómo vivir el reencuentro con el Resucitado?; ¿cómo y cuándo puede hacerse presente para nosotros la fuerza y la vida que brotan de la Resurrección de Jesús? Vamos a tratar de recorrer el camino de la experiencia pascual de los discípulos, de manera que podamos también nosotros vivir nuestra propia experiencia pascual.

Es un encuentro personal con Jesús lleno de vida.

Jesús se deja ver, se les hace presente y se les impone lleno de vida. Jesús vive y está de nuevo con ellos. Recuperan de nuevo a Jesús como alguien que vive y viene a su encuentro.

Lo decisivo también para nosotros es dejarnos alcanzar por la persona de Cristo. Encontrarnos, no con algo, sino con Alguien. Lo importante es la apertura, la disponibilidad, la acogida de Alguien que vive en el interior mismo de nuestra vida.

Impulsados por la Resurrección de Jesús, los primeros creyentes empiezan ahora a recordar de nuevo sus palabras, pero no como si estas fueran el testamento de su Maestro que ha muerto, sino palabras del que está vivo y sigue hablando en sus discípulos con la fuerza de su Espíritu. Nace así un género literario desconocido hasta entonces: el Evangelio.

Lo importante, no es escuchar sólo a los que nos transmiten o hablan del mensaje cristiano, sino escucharlo a Él que nos habla al corazón: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa" (Ap 3,20).

La actividad salvífica de Jesús no terminado con su muerte. Aquel que perdonaba a los pecadores, hoy sigue perdonando. Aquel que llamaba al seguimiento hoy nos sigue llamando. Jesús no es algo acabado o finalizado. Su historia se sigue hoy escribiendo en nosotros y con nosotros.

Una de nuestras tareas es, sin dudas, ir pasando de un Jesús concebido como un personaje del pasado, a un Cristo vivo y actual presente en nuestras vidas. Lo más importante no es creer que Jesús, hace aproximadamente dos mil años, curó ciegos, limpió leprosos, hizo caminar a los paralíticos, resucitó muertos, sino experimentar que hoy puede curar nuestra visión de la vida, limpiar nuestra existencia, hacernos más humanos, resucitar lo que está muerto en nosotros. La experiencia pascual se actualiza para nosotros cuando descubrimos que Cristo sigue siendo "Espíritu vivificador" (1 Cor 15, 45); cuando de alguna manera, podemos repetir la experiencia de San Pablo: "Ya no vivo yo sino que es Cristo quien vive en mí" (Gal 2, 20).

... Continuará en los próximos posts ...

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