viernes, 8 de agosto de 2025

... FUE CRUCIFICADO ...

El misterio de la cruz nos muestra que el propio Dios sufre la pasión, pues se ha vuelto capaz de sufrir. La cruz dice "Dios padece en el hombre". Él inicia la búsqueda del hombre y lo busca precisamente allí donde más lejos está de Dios: en la cruz, el lugar de la violencia y la injusticia más graves, el lugar de la cobardía y el poder, el lugar del abandono y la crueldad, y el lugar de la muerte solitaria.

En Jesús Dios probó la muerte; ingresó en lo antidivino y lo experimentó en el propio cuerpo. La cruz nos muestra que también nosotros debemos atravesar el sufrimiento, sólo así podremos superarlo.

La cruz nos muestra el amor incondicional de Dios. En Jesús, Dios ingresó a la oscuridad más impenetrable de este mundo, la aceptó y la transformó (toda la maldad y cobardía del ser humano, la violencia y la crueldad).

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La cruz contraría nuestras imágenes de Dios y abre nuestro corazón al Dios inconcebible, que apareció para nosotros en Jesucristo y que precisamente en la cruz resplandece para nosotros de manera totalmente nueva. Benedicto XVI nos dirá que "la Cruz nos revela, en Jesús,  la esencia de Dios. Es la expresión de la radicalidad del amor que se entrega por entero..., la expresión de una vida que es ser totalmente para el otro. Así es Dios, que se identifica con el hombre hasta en lo profundo de ese abismo, y que juzga al salvar. En el abismo del fracaso humano se revela el abismo aún más inagotable del Amor divino". (Introducción 231-242).

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La cruz dice que yo encuentro a Dios precisamente en los puntos de fractura de mi vida. Allí cuando una enfermedad afecta mi vida, o en un fracaso o una culpa,  Dios aparece para mí con mayor claridad. Y allí donde el sufrimiento estorba mi bienestar espiritual y físico, se me presenta la pregunta para mí: ¿me rebelo ante Dios o me entrego a la incomprensibilidad de su amor?. Siempre respetando sus misterios.

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La cruz se convierte en el verdadero lugar de encuentro con Dios. No debo elegir la cruz, pero si observo mi vida en forma realista, ella está marcada por numerosas cruces que acompañan mi camino y abren mi persona y mi pensamiento al Dios que está allí: en el lugar del abandono, del fracaso, de la derrota, de la fractura. Ya no existe nada en nosotros que no haya sido tocado por el amor divino. Gracias a ese amor divino de Dios en la cruz, que fluye hacia el interior de toda oscuridad y maldad de nuestro corazón, esa maldad  pierde su poder sobre nosotros. Todo en nosotros se transforma a través de Dios.

Para mí es un mensaje liberador del cristianismo que Dios nos perdona y ama incondicionalmente. "Ya no pesa, por tanto, condenación alguna para los que viven en Cristo Jesús". (Rom 8, 1). Pablo nos dice que en su muerte en la cruz, Cristo ha asumido por nosotros la condena que estaba destinada a nosotros (algunas culturas lo llaman karma o consecuencia de los malos actos. Aquí debe entenderse que no es una condena de Dios hacia nosotros, sino la consecuencia de nuestros malos actos). Y con ello nos ha librado de todo veredicto de culpabilidad. Cuando Pablo mira la cruz de Jesús se da cuenta de algo: Soy amado incondicionalmente, no tengo que demostrar mi valía ante Dios. No tengo que justificarme a mí mismo. En la cruz, Dios ha borrado el pecado. Éste ya no tiene poder sobre mí. Dios ha reducido al absurdo el afán compulsivo del piadoso por hacerse justo y nos ha abierto un camino nuevo, el camino de la libertad, el camino de que así tal como somos, somos amados incondicionalmente por Dios. Todas las instancias condenatorias, las personas ante cuyo juicio quisiéramos justificarnos, el propio superyo que nos condena despiadadamente y Dios como juez quedan destronados.

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En la cruz se revela el Dios que nos acepta pecadores y nos quiere libres, nos quiere sanos. En Cristo está crucificado el hombre viejo. Éste ha sido arrancado del ámbito del poder del pecado y transformado en una criatura nueva en Cristo (Gál 6,15; 2 Cor 5, 17). Para Pablo lo importante es la existencia nueva a la que hemos llegado en Cristo. "Para que seamos libres, nos ha liberado Cristo" (Gál 5, 1). Pero Jesús exige siempre la conversión. Jesús perdona el pecado, no condena, pero dice a la adúltera: "Puedes irte y no vuelvas a pecar" (Jn 8, 11). La cruz no sólo me libera del pecado, también me exige apartarme del pecado y tomar el camino del seguimiento. Aquí se pone en juego mi RESPONSABILIDAD, es decir mi manera de responder coherentemente.

Jesús no nos ha dado explicación alguna de por qué debemos sufrir, o por qué existe sufrimiento en el mundo ni por qué Dios permite que sus fieles sufran. Da una respuesta a la cuestión del sufrimiento entrando él mismo en la Pasión y soportando en su propio cuerpo lo que nos oprime y agobia. En su sufrimiento se solidariza con todos los vivientes. Así también se puede decir que también llevó mi sufrimiento. Esto no significa que por esa razón no vaya yo a pasar por ningún sufrimiento más. Como ya hemos dicho, más bien lo viviré de otra manera. Sabré que en mi sufrimiento no estoy solo y como dicen la Carta a los Colosenses y la Primera Carta de Pedro - Mi sufrimiento será fructífero para este mundo si lo asumo, como Jesús, también en sustitución de otros. Nuestro sufrimiento unido al de Cristo tiene un sentido nuevo. Compartir la carga con Cristo la hace más liviana. ("Venid a mí los que estáis afligidos y agobiados..." es una invitación de Jesús, encontrada en el Evangelio según San Mateo, capítulo 11, versículos 28 al 30).

Jesús ha anunciado la buena nueva de la cercanía de Dios a lo largo de toda su vida pública. Sólo cuando vio que le esperaba, en efecto, una muerte violenta se decidió finalmente en el huerto de Getsemaní a asumir esa muerte como consumación de su entrega y fidelidad a Dios y como expresión de su amor por los seres humanos.

Jesús no se encarnó para sacrificarse por nosotros en la cruz. Por el contrario transformó la muerte violenta que le sobrevino de parte de los romanos, en un sacrificio (ofrenda). Para ello aceptó personalmente ese destino en apariencia cruel y lo convirtió mediante su entrega en un acto de reconocimiento del Dios que es totalmente diferente de nuestras concepciones sobre él. El gran desafío de la fe: aceptar el Misterio. 

La esencia del sacrificio no es la matanza sino la entrega. En ese sentido, la vida entera de Jesús es un sacrificio.  Jesús se entrega totalmente a su tarea. Se entrega a Dios. Y se entrega por los seres humanos. Esta entrega se consuma en la cruz. Hoy en día hay muchas personas incapaces de entregarse. Pero sin entrega no es posible una autentica relación de amor. Poner nuestros ojos en la entrega de Jesús por nosotros en la cruz requiere abrir nuestra mirada a que también para nosotros la clave de la vida está en la entrega.

No se trata de aplicar a la muerte de Jesús en la cruz, las nociones sacrificiales judías como si Jesús hubiera sido sacrificado por nosotros a modo de expiación.

Jesús asume la Cruz pues así también REPARA en nosotros la condición de indignos ante Dios por el pecado. Su muerte en la cruz restaura nuestra dignidad ante nuestro Creador.

 Cenas Impactantes da Crucificação: A História de Jesus

En su muerte en la cruz, Jesús ha experimentado en su propia piel las repercusiones de nuestros pecados. Ha padecido en su propio cuerpo las consecuencias derivadas de las intrigas y de la cobardía de quienes ostentaban el poder en ese entonces. El término expiación no debe interpretarse desde un punto de vista jurídico. Expiación significa que Jesús en la cruz ha experimentado la influencia de grupos de poder centrados en sí mismos, las consecuencias del odio, el miedo, los celos, la envidia y la hostilidad y lo hizo sin oponer resistencia. Por el contrario, los ha soportado con amor y de ese modo los privó de su poder. Además, Dios no castiga el pecado, éste se castiga a sí mismo. El pecado crea una situación que contradice la esencia del ser humano y es perjudicial para él.  "Él cargó con nuestros pecados llevándolos en su cuerpo hasta el madero. Sus cicatrices nos curaron" (1 Pe 2, 24). El autor de la carta de Pedro hace referencia aquí al capítulo 53 del Profeta Isaías, el cántico del Siervo de Yahvé.  Con el lenguaje poético del profeta podemos decir que Jesús cargó sobre sí nuestros pecados y los subió a la cruz, pero esto sucedió por amor, no porque él tuviera que realizar la expiación (jurídicamente hablando). Si no, iríamos a parar a la imagen de un Dios Juez que a toda costa busca castigar.

 LA PASIÓN DE CRISTO” COMENTADA | LAS LÍNEAS TORCIDAS

Pero, como se explica más arriba, la cruz es también una exhortación a convertirse y volverse a Cristo que cuida nuestra alma y la protege.

La cruz me dice: En Cristo todo juicio y toda condena han quedado clavados a la cruz y con ello, eliminados para ti, pero ..." ve y no peques mas". Nuestra condición de pecadores no debe desanimarnos sino que debemos mirar a la cruz, levantarnos y seguir ... 

 Betrayal and redemption: the scene of the thirty pieces of silver of Judas, where the consequences of his deeds are clearly shown next to Jesus Christ crucified on the cross, symbolising the tragedy.

Es bueno destacar que Jesús cura a los enfermos en cuerpo y alma. El pecado ensucia el alma. El pecado enferma. Jesús perdona los pecados quedando el alma totalmente limpia y así restaura los cuerpos. Pecado y enfermedad están íntimamente relacionados. Existe una íntima conexión entre enfermedad y modo de vivir.

Jesús es el médico herido capaz de curar nuestras heridas. No es un Dios cruel que nos reprocha por nuestras malas acciones. ÉL SALVA Y SANA. La muerte de Jesús en la cruz me muestra que, si el mismo Jesús perdona a sus asesinos en la cruz, no puede existir culpa en mí que no sea perdonada si me arrepiento y tengo firme propósito de enmienda. Entonces la cruz me libera de todos los reproches e inculpaciones a mí mismo. Para mí es liberador no girar continuamente en torno a mi culpa. Admito mi culpa y la coloco dentro del amor de Dios. Miro a la cruz y ésta me transmite que no existe ninguna culpa que no será perdonada. El amor de Dios es más fuerte que mis sentimientos de culpa. Mi deuda ya fue borrada. Puedo estar frente a Dios tal como soy con todas mis limitaciones, mi cobardía y mi falsedad. Me sumerjo en el amor perdonador de Jesús y me siento purificado y limpio. A  pesar de mi culpa, estoy en armonía conmigo mismo. El amor de Dios que reconozco al mirar a Jesús en la cruz, es mayor que mi culpa.

 Jesus Christ crucyfied wearing crown of thorns Passion and Resurection. Good Friday. Generative AI

El sacrificio de Cristo sin embargo, además de ser un don, nos interpela, nos exige que ejerzamos nuestra RESPONSABILIDAD. La salvación exige que, como Jesús, hagamos todo lo que esté de nuestra parte para que venga ya el Reino de Dios. Para que deje de sangrar el mundo alrededor mío, tendré que bajar a una persona más de la cruz. Gracias Señor. 

La muerte de Jesús no es el fracaso de la actividad terapéutica de Jesús, sino su consumación. 

Es necesario repetir que Jesús cura con su palabra, con su autoridad y con su amor que se consuma en la cruz. No podemos equiparar enfermedad y pecado, pero cuando vemos la íntima vinculación entre estos dos polos, resulta evidente que la redención es algo más que el perdón de los pecados. La redención es también sanación de nuestra alma y de nuestro cuerpo. La  redención por Jesucristo va dirigida al ser humano entero: cuerpo y alma. Y ésta se consuma en la Cruz. 

Que el Señor nos dé la gracia de mirar la Cruz con nuevos ojos, unos ojos transformados por el amor de Dios. Amén.

 Taking Christ off the wooden cross - Jesus being crucified

 

martes, 15 de julio de 2025

BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO

Si hay una línea extraña en el Credo, ésa es con toda seguridad la de "padeció en tiempos de Poncio Pilato". El Credo no enumera los nombres de los apóstoles o los profetas, por ejemplo. Ni siquiera menciona a los autores de los evangelios, de cuyo testimonio depende la autenticidad del Credo. No, aparte de María, Madre de Jesús, el Credo sólo menciona a una persona: el procurador romano que ordenó la muerte de Jesús. ¿Por qué? ¿Con qué fin espiritual?. Una de las razones es que Poncio Pilato es la realidad histórica en la que se asienta la legitimación del Credo. Pilato nos brinda la prueba más obvia que tenemos de que los hechos que rodearon la muerte de Jesús se pueden verificar históricamente. Estos hechos ocurrieron realmente, no son ficción ni producto de la fantasía. No son imaginaciones de fanáticos religiosos. Pilato existió y ordenó la muerte de Jesús de Nazaret, y hay documentos que dan fe de ello. La muerte de Jesús está certificada en las obras del historiador romano Tácito. Poncio Pilato ordenó la ejecución, la muerte del predicador ambulante, el Nazareno, el taumaturgo, el "Hijo Único de Dios", aquél en quien él mismo -Poncio Pilato- "no encontró ninguna causa o razón para crucificarlo". ¿Por qué y qué supone esto para nosotros?.

 Poncio Pilato

A Pilato hay que tenerlo en cuenta por varias razones. En primer lugar, era el gobernador romano del territorio de Judea, puesto avanzado y cruce de caminos de un imperio que en aquélla época se extendía desde las Islas Británicas hasta Egipto y desde Armenia hasta Marruecos. Allí no era bien recibido ningún gobernador romano, pero los nativos no eran capaces de expulsar a los ocupantes. Los judíos eran impotentes frente a las legiones del imperio. En segundo lugar, Pilato, el último de una serie de gobernadores de corto mandato, todos ellos ineficaces u odiados, tampoco había conseguido hacerse querer por los judíos. Había ordenado colocar imágenes del emperador en toda Jerusalén. En territorio judío había hecho acuñar monedas con los símbolos religiosos de Roma. En otras palabras, el territorio a él encomendado se encontraba en una gran crisis política y Pilato luchaba desesperadamente por controlarlo.

 7 ideas de Poncio-Pilatos | disfraces bíblicos, disfraz de ...

Con posterioridad, el historiador judío Josefo, que estudia este período, describirá a Pilato como un hombre de fuerte voluntad, estricto y autoritario, pero también políticamente hábil logrando consolidar la presencia romana en la zona. Recaudaba impuestos y sofocaba los levantamientos que se producían esporádicamente, pero no intentó imponer la religión romana a los judíos. 

 Flavio Josefo: ¿Un traidor o un historiador? - Enlace Judío

A Pilato le tocó poner orden en un territorio que había estado durante años en estado de ebullición. Y lo hizo con mano dura, pero también de acuerdo con la ley. Le dijeron que Jesús, a quien muchos llamaban el "Mesías", constituía una amenaza y al que además algunos miembros del Sanedrín les gustaría eliminar en beneficio de su posición política. El Sanedrín y Pilato establecieron una sutilísima alianza política de contrarios para "beneficio" de ambas partes. Los miembros del Sanedrín querían mantener una comunidad ortodoxa. Pilato era el gobernador de un territorio extranjero que no permitía revueltas, ni amenazas de guerra, ni grupos dispuestos a hacer oposición. Esto mismo ocurre regularmente, todavía hoy, en donde se juzga y condena a inocentes más por razones políticas que morales.

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Poncio Pilato. Un enigma entre historia y memoria. Aldo Schiavone. -  LIBROS, nocturnidad y alevosía

El Credo nos dice que en la figura de Poncio Pilato está representada nuestra faceta humana más cobarde, aquélla tibieza que busca tranquilidad de conciencia a costa del sufrimiento que ocasionamos a otros. Tal vez no en tan gran medida, pero todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida algún momento en el que hemos mirado para otro lado cuando se nos exigía un involucramiento que no quisimos ejercer.

Poncio Pilatos y el lavado de manos más famoso de la historia ¿Quiso salvar  a

Pilato es el modelo y precursor de todos nosotros. La historia de Poncio Pilato es el momento humano del Credo. Es nuestro momento. Es el punto en el que nosotros y nuestras vidas nos vemos probados en la fe.

Pilato habita el mundo que nos rodea y nos hace comparecer a todos, una y otra vez, a cada uno de nosotros, ante el estrado del juicio personal. Pilato hace que cada día de nuestras vidas examinemos nuestros motivos, nuestras respuestas a todas las cosas.

La historia es muy sencilla: Jesús de Nazaret se presenta y empieza a predicar una nueva sociedad, una nueva escala de valores, un mundo original de autoridad para el templo y el tribunal romano. Las implicaciones de ésto superaban todo lo imaginable. A cualquier sistema le resulta duro considerar la necesidad de cambiar. Pero aún más duro era para los líderes religiosos y para la autoridad del imperio reconocer que a la gente le gustaba lo que oía acerca de aquél hombre llamado Jesús. Los galileos lo seguían en masa. Los habitantes de las ciudades lo miraban con mucho interés. Demasiadas cosas del nuevo sistema y del viejo tendrían que caer. Tanto Pilato como los sacerdotes sabían que esto era verdad, por lo tanto había que hacer callar a aquél hombre, meterlo en la cárcel, incomunicarlo y desacreditarlo a toda costa. Si era necesario, había que eliminarlo.

Qué ganaremos por seguir a Cristo? (Mateo 19:27-30) ~ Mundo Bíblico: El  Estudio de su Palabra

Pilato no pudo encontrar en Jesús nada lo bastante grave como para condenarlo, sin embargo los sacerdotes le recordaron que Jesús "amenazaba la seguridad del trono" y en Roma se podía considerar a Pilato como un traidor. Además la multitud le pedía a gritos que liberara a Barrabás y no a Jesús, como él esperaba. Pilato quedó en el medio de la situación, como tantas veces nos ocurre a nosotros: la justicia estaba de un lado, los intereses, del otro. Pilato se movió con muchísimo cuidado, pero siempre en beneficio propio. Prefiere la seguridad, a lo que le dicta su conciencia. Pilato también vive en nosotros y se niega a sacrificar su persona por el bien de otros.

 Quién fue Poncio Pilato, el poderoso gobernador romano que "se lavó las  manos" delante de Jesús | DelSur Diario

Pilato es la parte de mi corazón que no puede tomar una decisión, que no puede oponerse a la multitud, que no puede defender la verdad por encima de la exigencia personal. Pilato es esa parte de nosotros que no defiende el bien, que no consigue ver la dignidad humana en los condenados, en la cara menos amable de nuestro mundo. El Pilato que hay en cada uno de nosotros pone a prueba todos los ideales que proclamamos con autoridad y enfáticamente en el resto del Credo. No tengo ninguna duda que, al menos para mí,  Pilato está en el Credo como una prueba sólida de que Jesús no está realmente a salvo conmigo. No todavía. 

 Música y letra: ¡Pecador, ven a Cristo Jesús! - Caminemos Juntas