Decir "Creo en Jesucristo" es equivalente a decir "Creo en el Logos hecho hombre", "Creo en la Palabra de Dios hecha carne".
Decir "Creo en Jesucristo" equivale a decir "Creo en que Dios asumió cada una de nuestras realidades para santificarlas y redimirlas".
Decir "Creo en Jesucristo" es lo mismo que decir "Creo en un Dios que se solidariza con mi realidad humana, haciéndose Él mismo humano para llenarme con su divinidad, para introducirme en su Eternidad".
Creer en Jesucristo es aceptar que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Que Él nos lleva al Padre y nos muestra al Padre en su versión humana. Que nadie va al Padre sino a través de Él.
Creer en Jesucristo es permitir al alma experimentar que sus exigencias no son una carga, sino un camino de liberación en el que el bien triunfa sobre el mal.
Tomemos por ejemplo las palabras de Jesús en el Sermón de la Montaña:
"Habéis oído que se os dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Pues yo digo que no opongáis resistencia al malvado. Antes bien, si uno te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la izquierda. Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, déjale también el manto. Si uno te fuerza a caminar mil pasos, haz con él dos mil. Da a quien te pide y no rechaces a quien te pide prestado". (Mt 5, 38-42).
Esto se explica de la siguiente manera: En comparación con la justicia que Dios nos ha otorgado en Jesucristo, el derecho humano queda tan en segundo plano que podemos olvidarnos tranquilamente de él. No perdemos nada. En vez de responder con violencia al malvado, obramos desde el Espíritu de Dios que habita en nosotros y que puede más que toda injusticia. Ser deshonrado por los hombres no menoscaba en absoluto la dignidad que Dios nos ha concedido. De ahí que no necesitemos estar pendientes a toda costa de nuestra honra.
¿Qué puede arrebatarme entonces un ser humano? ¿el manto? ¿mi ropa?, sólo cosas exteriores. Por eso no me indigno. Estoy en manos de Dios. ¿Acaso esta conducta no nos habla de un ser humano totalmente libre?
Si comparto dos mil pasos con alguien que me invita a acompañarlo tan sólo mil, seguramente terminaremos como amigos al final del trayecto. Estaré venciendo el odio con amor y el mal con el bien. Sólo esta actitud puede cerrar la brecha que separa a la comunidad humana. Lo que aquí propone Jesús es superar las divisiones entre los seres humanos y ablandar con amor el endurecimiento del corazón humano. Jesús abrió una brecha en el ciclo del odio.
Pero estos comportamientos nacen de la experiencia de ser hijos de Dios, es decir que, no podremos imitarlos sino trascendemos el plano de las necesidades del ego y experimentemos que nuestro ser se halla inmerso en Dios. Es el único modo de que estas exigencias, en vez de convertirse en una carga insoportable, se ofrezcan como camino hacia una mayor libertad.
Jesús describe a la persona libre como aquella persona que ha intuido en su corazón que es hijo de Dios, que Dios lo ama y lo protege.
Creer en Jesucristo es experimentar profundamente de qué se trata "la verdadera libertad de los hijos de Dios" .
Jesucristo nos muestra el camino para trascender el plano del ego que nos esclaviza, me enseña a desvincularme de mi yo pequeño, para entrar en contacto con mi verdadero ser, con mi YO, ése YO creado a imagen y semejanza de Dios, que ahora tenemos tapado por el ego que debe ser trascendido aunque no eliminado.
Creer en Jesucristo es, entre otras muchas cosas, es creer en que El me enseña a aceptarme a mí mismo con mis imperfecciones y contradicciones: Eso es "Cargar la Cruz" (Mc 8,34 ss): aceptar que dentro de mí percibo bien y mal, luz y oscuridad, bondad y odio, ternura y sadismo. Me enseña a aceptar todas esas polaridades como parte de mi ser. También debo aceptarme con mis diferentes planos los cuales también pueden ser trascendidos pero no eliminados: 1) el plano del ego, que ya hemos mencionado, con su necesidad de reconocimiento, éxito, afecto, superación de miedos, fortaleza individual, dominio, poder ...2) el plano del cuerpo con su pretensión de vitalidad, salud y satisfacción de ciertas necesidades como comer, beber, dormir y 3) el plano del YO, con mayúsculas, en el que accedo a mi verdadero núcleo.
Por supuesto que "cargar la cruz" puede tener también el significado común de: soportar los sufrimientos, sobrellevar las dificultades, asumir una carga. La cruz no significa que deba resignarme sin mas ante las dificultades de la vida; sino que más bien es una invitación a aceptar primero el sufrimiento como un desafío: el desafío de superarlo y vencerlo, con sumisión y humildad. Abrazado a la cruz de Cristo, cualquier sufrimiento se transforma en redentor.
Creer no significa únicamente ver las cosas desde la perspectiva que nos abre la enseñanza de Jesús, sino actuar conforme a dicha enseñanza. Indudablemente todo este camino es conducido por la Gracia Divina, pero no olvidemos que ya estamos en Gracia cuando nos esforzamos por alcanzarla. Tampoco olvidarnos que la lucha por la fe es un proceso permanente, aunque lo que nos debe dar fuerzas es que sabemos que buscamos la fe como personas a quienes Dios ya ha visitado en Jesucristo, regalándonos su amor y su gracia.
Jesús es lo que Dios tiene indudablemente que ser: misericordia, justicia, compasión y amor sin límites. Ese es el Jesús en quien creo y a quien sigo y que me tiene totalmente cautivada.