lunes, 17 de marzo de 2025

...CREO EN JESUCRISTO ...

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Decir "Creo en Jesucristo" es equivalente a decir "Creo en el Logos hecho hombre", "Creo en la Palabra de Dios hecha carne". 

Decir "Creo en Jesucristo" equivale a decir "Creo en que Dios asumió cada una de nuestras realidades para santificarlas y redimirlas".

Decir "Creo en Jesucristo" es lo mismo que decir "Creo en un Dios que se solidariza con mi realidad humana, haciéndose Él mismo humano para llenarme con su divinidad,  para introducirme en su Eternidad".

Creer en Jesucristo es aceptar que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Que Él nos lleva al Padre y nos muestra al Padre en su versión humana. Que nadie va al Padre sino a través de Él.

Creer en Jesucristo es permitir al alma experimentar que sus exigencias no son una carga, sino un camino de liberación en el que el bien triunfa sobre el mal.

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Tomemos por ejemplo las palabras de Jesús en el Sermón de la Montaña:

"Habéis oído que se os dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Pues yo digo que no opongáis resistencia al malvado. Antes bien, si uno te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la izquierda. Al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, déjale también el manto. Si uno te fuerza a caminar mil pasos, haz con él dos mil. Da a quien te pide y no rechaces a quien te pide prestado". (Mt 5, 38-42).

 Mateo 5, 38-42: Yo Les Digo Que No Hagan Frente Al Que Les Hace Mal –  Boosco.org

Esto se explica de la siguiente manera: En comparación con la justicia que Dios nos ha otorgado en Jesucristo, el derecho humano queda tan en segundo plano que podemos olvidarnos tranquilamente de él. No perdemos nada. En vez de responder con violencia al malvado, obramos desde el Espíritu de Dios que habita en nosotros y que puede más que toda injusticia. Ser deshonrado por los hombres no menoscaba en absoluto la dignidad que Dios nos ha concedido. De ahí que no necesitemos estar pendientes a toda costa de nuestra honra.

¿Qué puede arrebatarme entonces un ser humano? ¿el manto? ¿mi ropa?, sólo cosas exteriores. Por eso no me indigno. Estoy en manos de Dios. ¿Acaso esta conducta no nos habla de un ser humano totalmente libre?

Si comparto dos mil pasos con alguien que me invita a acompañarlo tan sólo mil, seguramente terminaremos como amigos al final del trayecto. Estaré venciendo el odio con amor y el mal con el bien. Sólo esta actitud puede cerrar la brecha que separa a la comunidad humana. Lo que aquí propone Jesús es superar las divisiones entre los seres humanos y ablandar con amor el endurecimiento del corazón humano. Jesús abrió una brecha en el ciclo del odio.

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Pero estos comportamientos nacen de la experiencia de ser hijos de Dios, es decir que, no podremos imitarlos sino trascendemos el plano de las necesidades del ego y experimentemos que nuestro ser se halla inmerso en Dios. Es el único modo de que estas exigencias, en vez de convertirse en una carga insoportable, se ofrezcan como camino hacia una mayor libertad.

Jesús describe a la persona libre como aquella  persona que ha intuido en su corazón que es hijo de Dios, que Dios lo ama y lo protege. 

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Creer en Jesucristo es experimentar profundamente de qué se trata "la verdadera libertad de los hijos de Dios" .

Jesucristo nos muestra el camino para trascender el plano del ego que nos esclaviza, me enseña a desvincularme de mi yo pequeño, para entrar en contacto con mi verdadero ser, con mi YO, ése YO creado a imagen y semejanza de Dios,   que ahora tenemos tapado por el ego que debe ser trascendido aunque no eliminado.

Creer en Jesucristo es, entre otras muchas cosas, es creer en que El me enseña a aceptarme a mí mismo con mis imperfecciones y contradicciones: Eso es "Cargar la Cruz" (Mc 8,34 ss): aceptar que dentro de mí percibo bien y mal, luz y oscuridad, bondad y odio, ternura y sadismo. Me  enseña a aceptar todas esas polaridades como parte de mi ser. También debo aceptarme con mis diferentes planos los cuales también pueden ser trascendidos pero no eliminados: 1) el plano del ego, que ya hemos mencionado, con su necesidad de reconocimiento, éxito, afecto, superación de miedos, fortaleza individual, dominio, poder ...2) el plano del cuerpo con su pretensión de vitalidad, salud y satisfacción de ciertas necesidades como comer, beber, dormir y 3) el plano del YO, con mayúsculas, en el que accedo a mi verdadero núcleo.

 Catholic.net - El que quiera venir conmigo, cargue con su cruz

Por supuesto que "cargar la cruz" puede tener también el significado común de: soportar los sufrimientos, sobrellevar las dificultades, asumir una carga. La cruz no significa que deba resignarme sin mas ante las dificultades de la vida; sino que más bien es una invitación a aceptar primero el sufrimiento como un desafío: el desafío de superarlo y vencerlo, con sumisión y humildad. Abrazado a la cruz de Cristo, cualquier sufrimiento se transforma en redentor.

 Superar el sufrimiento - Dr Romeu

Creer no significa únicamente ver las cosas desde la perspectiva que nos abre la enseñanza de Jesús, sino actuar conforme a dicha enseñanza. Indudablemente todo este camino es conducido por la Gracia Divina, pero no olvidemos que ya estamos en Gracia cuando nos esforzamos por alcanzarla. Tampoco  olvidarnos que la lucha por la fe es un proceso permanente, aunque lo que nos debe dar fuerzas es que sabemos que buscamos la fe como personas a quienes Dios ya ha visitado en Jesucristo, regalándonos su amor y su gracia.

 COSMOS Y ESPÍRITU: GRACIA DIVINA

Jesús es lo que Dios tiene indudablemente que ser: misericordia, justicia, compasión y amor sin límites. Ese es el Jesús en quien creo y a quien sigo y que me tiene totalmente cautivada. 

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martes, 4 de marzo de 2025

... Y DE LA TIERRA ...

"Como venimos diciendo, Dios se manifiesta como Padre en la creación, en cuanto origen de la vida, y, al crear, muestra su omnipotencia. Las imágenes usadas por la Sagrada Escritura al respecto son muy sugestivas (cf. Is 40, 12; 45, 18; 48, 13; Sal 104, 2.5; 135, 7; Pr 8, 27-29; Jb 38–39). Él, como un Padre bueno y poderoso, cuida de todo aquello que ha creado con un amor y una fidelidad que nunca decae, dicen repetidamente los Salmos (cf. Sal 57, 11; 108, 5; 36, 6). Así, la creación se convierte en espacio donde conocer y reconocer la omnipotencia del Señor y su bondad, y llega a ser llamamiento a nuestra fe de creyentes para que proclamemos a Dios como Creador. «Por la fe —escribe el autor de la Carta a los Hebreos— sabemos que el universo fue configurado por la Palabra de Dios, de manera que lo visible procede de lo invisible» (11, 3). La fe, por lo tanto, implica saber reconocer lo invisible distinguiendo sus huellas en el mundo visible.

 Dios creador - EWTN

El creyente puede leer el gran libro de la naturaleza y entender su lenguaje (cf. Sal 19, 2-5); pero es necesaria la Palabra de revelación, que suscita la fe, para que el hombre pueda llegar a la plena consciencia de la realidad de Dios como Creador y Padre. En el libro de la Sagrada Escritura la inteligencia humana puede encontrar, a la luz de la fe, la clave de interpretación para comprender el mundo. En particular, ocupa un lugar especial el primer capítulo del Génesis, con la solemne presentación de la obra creadora divina que se despliega a lo largo de siete días: en seis días Dios realiza la creación y el séptimo día, el sábado, concluye toda actividad y descansa. Día de la libertad para todos, día de la comunión con Dios. Y así, con esta imagen, el libro del Génesis nos indica que el primer pensamiento de Dios era encontrar un amor que respondiera a su amor. El segundo pensamiento es crear un mundo material donde situar este amor, estas criaturas que le correspondan en libertad. Tal estructura, por lo tanto, hace que el texto esté caracterizado por algunas repeticiones significativas. Por ejemplo, se repite seis veces la frase: «Vio Dios que era bueno» (vv. 4.10.12.18.21.25), para concluir, la séptima vez, después de la creación del hombre: «Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno» (v. 31). Todo lo que Dios crea es bello y bueno, impregnado de sabiduría y de amor; la acción creadora de Dios trae orden, introduce armonía, dona belleza.

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En el relato del Génesis emerge luego que el Señor crea con su Palabra: en el texto se lee diez veces la expresión «Dijo Dios» (vv. 3.6.9.11.14.20.24.26.28.29). Es la palabra, el Logos de Dios, lo que está en el origen de la realidad del mundo; y al decir: «Dijo Dios», fue así, subraya el poder eficaz de la Palabra divina. 

El Salmista canta de esta forma: «La Palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos... porque Él lo dijo, y existió; Él lo mandó y todo fue creado» (33, 6.9). La vida brota, el mundo existe, porque todo obedece a la Palabra divina.

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Pero hoy nuestra pregunta es: en la época de la ciencia y de la técnica, ¿tiene sentido todavía hablar de creación? ¿Cómo debemos comprender las narraciones del Génesis? La Biblia no quiere ser un manual de ciencias naturales; quiere en cambio hacer comprender la verdad auténtica y profunda de las cosas. La verdad fundamental que nos revelan los relatos del Génesis es que el mundo no es un conjunto de fuerzas entre sí contrastantes, sino que tiene su origen y su estabilidad en el Logos, en la Razón eterna de Dios, que sigue sosteniendo el universo. Hay un designio sobre el mundo que nace de esta Razón, del Espíritu creador. Creer que en la base de todo exista esto, ilumina cualquier aspecto de la existencia y da la valentía para afrontar con confianza y esperanza la aventura de la vida. Por lo tanto, la Escritura nos dice que el origen del ser, del mundo, nuestro origen no es lo irracional y la necesidad, sino la razón y el amor y la libertad. De ahí la alternativa: o prioridad de lo irracional, de la necesidad, o prioridad de la razón, de la libertad, del amor. Nosotros creemos en esta última posición."

Esto lo enseñaba nuestro querido Papa Benedicto XVI en su Audiencia General del 6 de febrero de 2013. La teología nos presenta estas verdades y las explica desde Dios.

Pero... si la Tierra es la caja de resonancia de la presencia divina ¿por qué estamos haciendo tanto daño a lo que Dios creó y nos regaló? ¿Por qué destruimos la belleza y la bondad de la Creación? De nosotros se espera que dejemos un mundo mejor del que hemos encontrado ... pero ... ¿es así?

Nos hemos olvidado de poner más énfasis en nuestra dimensión espiritual sobre las cosas materiales. Debemos desaprender las malas catequesis que nos hablaron de "Dominar" la Creación como sinónimo de "depredar": grandes leopardos, largos y gruesos colmillos de elefante, pieles de visón, árboles de espléndida madera: en búsqueda del beneficio, estamos destruyendo justamente aquéllo que nos sustenta. Como Francis Bacon decía insistentemente en su defensa del nuevo método científico, basado en la experimentación,  hemos hecho de la tierra "una esclava, la hemos usado mezquinamente, hemos extraído su riqueza en nuestro beneficio y hemos matado su espíritu".

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Curiosamente la tierra puede existir sin nosotros, pero nosotros, aunque nos definamos como criaturas superiores, no podemos existir sin la tierra que estamos destruyendo a toda marcha. 

Dios creó la tierra, por tanto la tierra respira el aliento de Dios. 

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La naturaleza trae grandes mensajes espirituales para todos nosotros. La naturaleza y sus ciclos nos dan lecciones de equilibrio y armonía, de fidelidad y generosidad sin medida. Nos da una imagen de la siembra y la cosecha que nos guía en los buenos tiempos y nos sustenta en los malos.

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Ciertamente yo creo que Dios, la plenitud de Dios, está en todas partes, en todas las cosas, que todas las cosas comparten la misma vida divina, que todas tienen el mismo fin divino y que ninguna de ellas puede alcanzar la plenitud sin las otras. Mientras sigamos negando nuestra interconexión con el resto de la naturaleza, no encontraremos a Dios allí donde se manifiesta de una manera más diáfana: en una creación que, como nos dice con toda claridad la ciencia moderna, no se extingue, sino que simplemente se convierte en energía de otro tipo.

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Decir "Creo en Dios creador de la Tierra", es la invitación a vivir cada vez más unidos a Él y así seguramente dejaremos un mundo mucho mejor que el que se nos ha dado. Eso es lo que Dios espera de nosotros. Para eso nos creó. Y nos creó  a su imagen y semejanza. Por lo tanto debemos ser coherentes  por tal honor. Amén.

lunes, 3 de marzo de 2025

...DEL CIELO ...

 Nuestra vida de unión con Dios | Revista Agua Viva

No tiene nada de sorprendente que a las personas reflexivas les resulte difícil decir "creo en el cielo ... ". El cielo ha pasado a ser un concepto decididamente pueril. Convertimos el cielo en un lugar de deseos no satisfechos, de sueños no realizados. 

Lo que pensamos del cielo tiene que ver con el conjunto de nuestro desarrollo psicológico, así como con nuestra madurez espiritual. Para algunos el cielo es un premio,  para otros, un estado anímico.

Pero, como explica la tradición cristiana, el cielo es un estado de perfecta unión con Dios. El cielo es unión con la fuente de la vida. En la mística judía, lo mismo que en la tradición islámica, el cielo es una ascensión en siete fases a la presencia de Dios, desde el nivel de conciencia más bajo hasta el nivel más elevado. En el budismo, el cielo es la extinción de los deseos que nos atormentan y la unión final con el Dios-Creador, que es todo lo que necesitamos para ser felices.

Así en todas las grandes religiones el cielo es, en última instancia, la inmersión en la plenitud del ser. Estar en el cielo es estar lleno de la esencia de todo lo que es. Es el fin del principio, la culminación final de la vida por inmersión en el ser del que emana nuestro ser. El cielo consiste en acceder a la plenitud de la vida en el aliento de Dios, que nos creó y nos sustenta. Es alcanzar la cima del Ser. Es inmersión total en el Misterio. Es el verdadero momento de llegar a ser.  Es la posesión gloriosa del Ser. Es conciencia plena de la vida que vive en nosotros. Es, en otras palabras, el fin de un largo proceso que conocemos ya aquí. El cielo consiste en devenir lo que soy y he sido siempre y estoy destinado a ser en plenitud.

 Introducción a la oración contemplativa - Contemplativos en ...

El cielo no es algo que podamos obtener. sino que es algo que llegamos a ser. El cielo es algo que encontramos dentro de nosotros mismos. La vida es el viaje al interior y a lo más remoto sabiendo adonde vamos. El cielo es la morada de Dios el cual por no ser corpóreo o material, no es "lugar", sino SER.

El Talmud nos dice que un discípulo decepcionado al ver a unos rabinos estudiando la Torá en una sencilla antesala del cielo, le preguntó al ángel que le guía  al Paraíso: "¿Están esos sabios en el cielo?". Y el ángel le contesta: "Oh no amigo, los sabios no están en el cielo. El cielo está en los sabios".

 El rabino enseñando la Torá en un grupo de estudio íntimo ...

Cuando devenimos  todo lo que somos capaces de ser, dondequiera que estemos, crecemos hasta convertirnos en cielo, sin que nos demos cuenta.

En consecuencia, el cielo se da tanto ahora como en el futuro; la única diferencia consiste en que aún tiene que alcanzar la plenitud. Cuanto más nos hundimos en Dios, tanto más nos sumergimos en la bondad; cuanto más nos convertimos en la belleza que hay a nuestro alrededor -cuanto más transformamos lo malo en bueno, cuando más amamos, cuanto menos odiamos-, tanto más tenemos del cielo que está aquí, tanto más cerca estamos del cielo para siempre. El cielo no es un lugar. El cielo es un proceso de crecimiento que conduce a la plenitud del Ser.

 monjes hesicastas | Vidas místicas

Lamentablemente, el concepto de cielo ha sido utilizado para presionar sobre el comportamiento de las personas sobre la idea del premio y del castigo impidiendo así que las personas se desarrollen espiritualmente. Ese concepto erróneo de cielo genera servilismo, esclavitud y escapismo frente a un dios sádico, prepotente y cruel. Ese Dios no es Dios.

Ciertamente creo que Dios hizo el cielo. Lo que no creo es que el cielo sea un lugar , sino que es el caudal de vida que fluye a través de mí y a través del universo. Es lo mejor de mí mismo pidiéndome que sea aún mejor. A eso estoy destinado a llegar, a medida que mi vida se acerque más a la vida de Dios.

 ¿Iré al cielo? No, ya estoy en él. Y cada día es más celestial. Amén.

 Yoga o hesicasmo | Православна Црква у Чилеу