domingo, 29 de junio de 2025

PADECIÓ ...

En Jesús, Dios ha ingresado a la historia humana, y por cierto también a la historia del sufrimiento. Ha experimentado el sufrimiento humano en el propio cuerpo. Se volvió capaz de sufrir.

El hecho de que el propio Dios sufra en Jesucristo es una visión revolucionaria de Dios que nos diferencia de las imágenes de Dios de otras religiones. En Jesús, Dios no es lejano e inaccesible o incapaz de sufrir, como la mayoría de los dioses de otras creencias religiosas. Por el contrario, se ha convertido en un hombre y ha padecido personalmente TODO el sufrimiento humano. Ha experimentado todos los sentimientos del ser humano en el propio cuerpo. Nos redime así del sufrimiento y de la muerte. Todo el desprecio del hombre, lo mortal y destructor, pierde fuerza a través del amor de Dios. De lo contrario ¿cómo podríamos pedir a alguien que crea en un Dios que no conoce la precaria situación en que se encuentra el género humano?

Esta es la clase de sufrimiento que soportado con toda la generosidad de que es capaz un ser humano, constituye un misterio divino.

Jesús vivió la cruz humana con nosotros, para nosotros. Tenemos un compañero de viaje.

El Credo nos pide aquí que recordemos los sufrimientos que precedieron a la muerte de Jesús. Él nos quiere enseñar cómo superar los Gólgotas de nuestra vida, con su misma lucidez, con su misma sólida fe, con su misma confianza en la providencia divina.

Antiguamente la Iglesia explicaba los sufrimientos de Jesús como una especie de pago por el pecado. Sin embargo este concepto se contradice con la noción que Jesús tiene de Dios. En el antiguo concepto, el Dios que pide el sacrificio de Jesús no es el mismo que Jesús describe. El modelo de la expiación nos presenta a un Dios vengativo, enojado, manipulador, sádico. No es el Dios lleno de alegría que recibe con banquetes a sus hijos descarriados. No es el Dios que cuenta los cabellos de nuestra cabeza y alimenta a los pájaros del cielo. No es el Dios amoroso que cuando le pedimos pan, no nos da piedras. El Dios de Jesús se contradice con esa imagen de aquél Dios cruel que envía a su Hijo a morir en un cruento sacrificio ideado para aplacar a un ego divino. El dogmatismo agresivo, confunde y aterra. Jesús, sin embargo, nos redime del miedo. Dios no quiere la esclavitud del miedo para nosotros.

Sin embargo, Dios Padre permite que su Hijo se entregue hasta la muerte consumando así su mensaje de amor a la humanidad. 

Con su padecimiento, Jesús no hace visible el pecado como un reproche contra los seres humanos sino como algo que él mismo padece para que los pecadores nos veamos libres de la causalidad del pecado. No obstante, el sufrimiento de Cristo me exige apartarme del pecado y seguir el camino del seguimiento. Requiere conversión. “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?” Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar. (Juan 1,10).

Jesús no nos ha dado explicación alguna de por qué debemos sufrir o por qué existe sufrimiento en el mundo. Pero da una respuesta a la cuestión del sufrimiento, entrando él mismo en la Pasión soportando en su cuerpo lo que oprime y agobia a las personas. En su  sufrimiento se hace solidario con todos los que sufren. Así también se podría decir que cargó con mi sufrimiento. Esto no significa que por esa razón  no vaya yo a pasar por ningún sufrimiento más. Sino que más bien lo viviré de otra manera. Sabré que en mi sufrimiento no estoy solo. Mi sufrimiento será fructífero para este mundo si lo asumo, como Jesús, en sustitución de otros.

Siempre debemos tener presente que Jesús sufre por amor.

Cristo sufre, entre otros padecimientos, la desilusión que viene del éxito superficial, una sensación de fracaso, la traición que llega de las personas en las que confiaba, la incomprensión por parte de las autoridades, el miedo, la humillación, el abandono, la soledad, la desesperación y la muerte. Y nos enseña a todos nosotros cómo hacer lo mismo. Decir "Creo que Cristo padeció", es decir "Creo que el sufrimiento puede ser trascendido". Es apostar por la esperanza.

El Dios de Jesús sólo quiere nuestro bien, nuestra inmersión en la divinidad. Y envía a su Hijo para que nos enseñe el camino hacia la verdadera libertad de los hijos de Dios.

En la cotidianidad de nuestra vida, pasamos por distintos tipos de sufrimientos. En ellos puedo mirar a Cristo con sus palabras, sus tiernos contactos, pero principalmente en su entrega en la cruz. Si imagino la decepción que debió sentir Jesús en la cruz respecto a los hombres, cómo estuvo expuesto al odio de sus adversarios y que sin embargo murió no con amargura sino con amor indulgente, entonces todos los pensamientos y sentimientos amargos se disipan en mí. Experimento entonces una relación sanadora con Jesucristo, pero también como un desafío para enfrentar los conflictos cotidianos  de manera diferente. 

Cristo conoció el aplauso de la multitud a la que le dio de comer,  pero luego fueron aquellas mismas personas frente al palacio de Pilato, las que terminaron por pedir que liberaran a Barrabás, el bandido, en lugar de Jesús, el Santo. Del Jesús que sufre, aprendemos que, al final, también con nosotros sólo estará Dios.

 Jesus ante pilato: Más de 176 ilustraciones y dibujos de stock con licencia  libres de regalías | Shutterstock

Cristo sufrió el fracaso: el Domingo gritaban "¡Ohsanna!", el Viernes, "¡Crucifícale!" ¡Cuántas veces también nuestros planes se han ido por la borda! Del Jesús que sufre aprendemos que la vida no consiste en triunfar. La vida es plenitud no eficacia.

Cristo fue traicionado por las personas en las que más confió en su vida. Su propia familia lo llamó loco. Y uno de sus queridos discípulos lo traicionó en el momento en que más lo necesitaba, se vendió por treinta monedas de plata, y lo entregó a sus enemigos cuando la traición le proporcionaba más ventajas que la fidelidad.

 

Del Jesús que sufre aprendemos que el "sálvese quien pueda", prevalece sobre el "creo en ti".

Jesús padeció una crisis emocional y el agotamiento físico. Lloró en el Huerto de los Olivos aterrorizado, profundamente deprimido y desanimado, sumido en el fracaso. Todo había sido en vano, todo había sido ignorado. El Dios que había hablado a su corazón durante toda la vida, permanecía en silencio. No le quedaba nada. En sus ojos no había un destello de esperanza. No había milagros para él. Todos comprendemos perfectamente esta situación. Todos sabemos lo que es perder lo que más amamos, perder lo que tenemos, la autoestima, la fuerza y ver cómo todo ello es reemplazado por la frustración y el vacío.

Ai Generado, Jesús, Cerrar Los Ojos 

Del Jesús que sufre, sin embargo, aprendemos que el fin nunca es el fin, que se puede hacer más, que nos podemos levantar y seguir nuevamente adelante.

Jesús conoció el miedo y la humillación, el abandono y la soledad en los momentos más duros de su vida. Los apóstoles se quedaron dormidos en el Huerto de los Olivos. Pedro sacó su espada. Los soldados romanos se sortearon su ropa. Todos, o casi todos sus seguidores desaparecieron excepto su madre, las mujeres y un discípulo. No fueron los leprosos sanados, los paralíticos curados, los ciegos que volvieron a ver. No hubo nadie que pidiera a gritos su liberación. Murió en desgracia como un criminal de Estado. Y murió sin una maldición en sus labios. Del Jesús que sufre aprendemos que vivir en armonía con nuestro Dios es, incluso en el momento de la total destrucción, la única fuerza que necesitamos para sobrevivir con el alma entera y sin un corazón abatido.

 9 000+ Imágenes y Fotos de Jesús Gratis [HD] - Pixabay

Cuando nuestra vida se convierte en una carga demasiado pesada, nos acordamos que Jesús padeció.

Decir "Creo en Jesucristo que padeció", es como decir que creo que el sufrimiento no destruye y que, de hecho, puede ser la gloria que defina nuestras vidas. Es como decir "Creo que el Dios ausente, está presente para mí". Amén. 

Más de 200 000 imágenes gratis de Jesus Ai y Jesús - Pixabay

lunes, 9 de junio de 2025

...VIRGEN ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DEL PARTO

Abordar este tema en el siglo XXI no es sencillo, pero ruego al Espíritu Santo que me dirija de tal manera que podamos abarcarlo en toda su dimensión.

Virgen antes del parto:

La Iglesia, apoyada en los testimonios bíblicos y en la Tradición, afirma que la maternidad de María es virginal y que esa virginidad es antes, durante y después del parto.

La virginidad antes del parto consiste en que Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo, sin colaboración alguna de varón. Esto está, como ya hemos visto, claramente atestiguado en las escrituras. El ángel Gabriel es enviado a "una virgen" y le anuncia que será madre (Lc 1,27). María objeta que no tiene relaciones con ningún varón y el ángel le revela el modo virginal de la concepción: "El Espíritu Santo vendrá sobre tí y el poder del altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios" (Lc 1, 35). San José recibe del ángel de Dios el mismo testimonio: "lo que en ella ha sido engendrado ha sido obra del Espíritu Santo" (Mt 1, 20).

 

Tanto el evangelista Lucas como Mateo ven en esto la realización de la profecía de Isaías sobre la concepción virginal del Emanuel (Lc 1, 26 s; Mt 1, 25; Is 7, 14). El Espíritu Santo no es un padre procreador, sino la fuerza divina que, dominando supremamente las leyes de la naturaleza, realiza en María la concepción virginal de Jesús. Como Adán, el primer padre, así también Cristo, el nuevo Adán, procede inmediatamente de Dios.

Virgen en el parto:

La virginidad en el parto afirma que María dio a luz sin perder la virginidad corporal. Ya en los primeros tiempos del cristianismo tenemos a San Ireneo que afirma un parto milagroso, como San Clemente de Alejandría (215) . Y en el siglo IV existe una fe universal en la virginidad en el parto. San León Magno en su carta dogmática a Flaviano, patriarca de Constantinopla, en el año 449, expresa y sostiene claramente esta doctrina. Y será luego el Concilio de Letrán en el año 649 el que afirma la verdad de fe. 

El dogma no se refiere a pormenores del nacimiento de Jesús y sus consecuencias físicas en María. Afirma positivamente que esto sucedió sin que ella perdiese su integridad corporal, signo externo de algo más profundo: su total consagración al Señor, quien obra en ella maravillas. Sin duda el milagro de la integridad corporal, no obstante el parto, puede parecer dificil a la razón humana, pero esto es común a las realidades misteriosas (C. Pozo Ob. cit. pág 263).. Este dogma no debe ser sacado del contexto de las demás realidades obradas por Dios en María. El Dios que realizó la mayor de las maravillas, la encarnación del Verbo eterno en el seno de una mujer, es quien realiza la integridad corporal en el parto de María.

Después del parto:

La virginidad después del parto afirma que María no tuvo más hijos después del nacimiento de Jesús y que consagró su cuerpo totalmente al Señor.

Jesús antes de morir encomienda a su madre al cuidado de Juan, lo que sería inexplicable si María hubiese tenido otros hijos que se ocupasen de ella.

Con respecto a que la  Biblia menciona los "hermanos y hermanas de Jesús", estos términos en lengua hebrea y aramea designan también a los parientes más cercanos.

Habiendo analizado estos hechos desde el punto de vista teológico, ahora iremos a lo  más profundo que los mismos nos quieren transmitir.

Cabe entonces  la pregunta ¿cuál es el sentido más profundo de esta maternidad virginal de María? En primer lugar tiene un valor de signo respecto a Jesús. Su encarnación sin concurso de varón es señal de que "no procede de la carne ni de la sangre", sino de la voluntad soberana de Dios. Él viene para traernos la salvación y esa salvación no puede ser originada desde "abajo", ni siquiera en virtud del amor santo de dos esposos, que se unen para hacer fecundo su amor. La salvación viene "desde arriba" por obra exclusiva de la gracia. Si la maternidad de María significa la inserción verdadera de Cristo en la historia de la humanidad, el modo virginal señala que esto fue posible únicamente porque Dios tomó la iniciativa.

Es preciso recalcar que este designio no implica en absoluto una desvalorización de la santidad y dignidad del matrimonio ni de la relación sexual entre los esposos. No significa en absoluto que la relación sexual manche el origen del hombre o que la misma fuera en detrimento de la salvación. La virginidad no brilla más porque se oscurezca la realidad del matrimonio inserto en la realidad de Dios y elevada a la dignidad de un sacramento, ni puede basarse en la negación o empobrecimiento de la sexualidad humana, querida por Dios como expresión y alimento del amor humano y fuerza creadora de nueva vida en el mundo. La virginidad no necesita fundamentarse en la mutilación o el descrédito de otros valores. Posee un carácter de signo de realidades superiores.

 Cristo salvador del mundo | Cathopic

Hipotéticamente pudo haber sido de otra manera, pero Dios eligió concretamente este camino y en la concepción y nacimiento virginal de Cristo nos dio muestras inequívocas de que ni el esfuerzo de una criatura, ni la decisión de un padre humano ni siquiera la nobleza de un amor matrimonial, pueden ser causa suficiente para la salvación del mundo. La iniciativa está únicamente en las manos de Dios. La salvación proviene de su amor y poder soberanos. María es virgen para realzar que el mismo Dios obró la encarnación de Cristo, manifestando así la incapacidad radical del hombre para realizar por sí mismo la salvación y producir el ser perfecto que lo liberará del pecado.

Archivo:Cristo, Salvador del Mundo (Museo Ibercaja Camón ...

La salvación se realiza porque Dios mismo baja a lo humano, lo asume, lo eleva y lo transforma. Cristo es verdadero hombre pero en él operan fuerzas divinas que provienen de lo alto. Porque Cristo viene de Dios, puede abrirle al ser humano un camino que lo lleve hacia el cielo. Con la concepción virginal de Jesús comienza este tiempo de salvación. Llega la "plenitud de los tiempos". En Cristo comienza la "nueva creación", obra exclusiva de Dios en favor de la humanidad. María, la nueva Eva, es incluída totalmente en este nuevo orden.

 Teología | 📖 LA NUEVA EVA, MARÍA SANTÍSIMA Lo que la fe ...

María es Virgen en la consagración total. María está totalmente absorbida por la misión encomendada. María es virgen de espíritu y de cuerpo. Para ella la virginidad corporal es expresión de su total entrega a Dios. María es entera posesión de Dios. María es pura receptividad, es apertura total a Dios que habita en ella y la colma con su amor. María es, en todo momento, total y libre disponibilidad a la voluntad de Dios.

La virginidad de María como cualquier virginidad auténtica, no es por lo tanto incapacidad de amor. María no desprecia al varón, no desconfía del matrimonio ni de la sexualidad; tampoco huye del mundo. La virginidad de María constituye la respuesta de fidelidad total y consagración exclusiva a la elección de Dios, y exige el desarrollo pleno de la capacidad de amor y de entrega.

El dogma de la virginidad de María exige un acto de fe y su aceptación no es fácil para el ser humano contemporáneo. Pero no es tampoco fácil la aceptación de las verdades centrales del cristianismo. Sin embargo, para quien confiesa la Resurrección del Señor, o su Encarnación, este dogma no debería ofrecer dificultades. El mismo poder de Dios que obra la Encarnación, realiza la virginidad perpetua de María. 


sábado, 24 de mayo de 2025

... DE MARÍA VIRGEN

 María, Virgen y Madre - Apologetica Catolica

La primera y más fundamental afirmación del dogma católico sobre María es la maternidad divina.

El Hijo de Dios penetra en la historia naciendo de una mujer. María es la elegida para esta misión excepcional.

La maternidad de María fue sostenida permanentemente por la Tradición. Pero esta verdad exige una fundamentación y clarificación cada vez mayor. La confrontación con las corrientes filosóficas y religiosas de la época y la propia necesidad de los cristianos de poseer y penetrar con mayor profundidad el dato revelado, impulsan esta reflexión.

La escuela de Alejandría con San Cirilo a la cabeza reacciona contra la escuela de Antioquía (que afirmaba que Cristo tenía no sólo dos naturalezas sino dos personas: la humana y la divina). El Concilio de Éfeso, tercer concilio ecuménico, realizado en el año 431, confirma la posición de la escuela de Alejandría: La doctrina conciliar afirma que es uno y el mismo el que es engendrado por el Padre desde la eternidad y el nacido de María como hombre. Por eso se puede y se debe afirmar que María es Madre de Dios. (THEOTOKOS).

 LA THEO-TÓKOS. SANTA MARÍA MADRE DE DIOS – La Belleza de los Iconos

En Cristo existe un sólo centro personal: el divino. No está dividido en la coexistencia de una persona divina y otra humana. Pero tiene dos naturalezas: humana y divina, con todas sus virtualidades y por eso es verdaderamente Dios hecho hombre y un hombre hecho Dios.

Pocos años más tarde, en el 451, el Concilio de Calcedonia reafirma la misma doctrina.

María, afirma la doctrina conciliar, es verdadera madre de la naturaleza humana de Cristo, pero como ésta subsiste en la persona divina del Verbo, es verdadera Madre de Dios.

El Hijo del Padre y el Hijo de María no son dos hijos sino un sólo y único Hijo. María no es ni puede ser madre de la naturaleza divina. Pero por generación humana es realmente madre de un hijo que es Dios. No porque sea madre de un hombre que se une a Dios, sino porque su hijo desde el instante de su concepción es personalmente Dios. Que María no entregue a su hijo la naturaleza ni la personalidad divina no oscurece en nada la profundidad y realidad de su maternidad. Ninguna madre confiere a su hijo el alma y, sin embargo, es realmente madre, no sólo del cuerpo que genera, sino de toda la persona. De manera semejante, María no es solamente madre del cuerpo de Jesús sino que es Madre del Hijo de Dios. El Verbo, al nacer de María, entró en nuestra historia asumiendo una naturaleza de hombre. Debía ser mediador perfecto, uniendo en sí las dos partes que debían ser reconciliadas. En la naturaleza íntegra y perfecta de verdadero hombre, nació la segunda persona de la Santísima Trinidad, Dios Hijo, Dios verdadero.

 ICONO- LA TRINIDAD. DIOS, PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO.

María es el lugar histórico en el que Dios se hace carne para habitar entre nosotros. María es su verdadera madre tanto en el aspecto biológico como en el psicológico. Cristo es gestado en su seno, dado a luz, alimentado y cuidado. Como toda criatura es total dependencia de su madre. Crece por ella, de quien aprende los primeros pasos, las primeras palabras, los modos de relación con los demás, las oraciones de su pueblo. De la mano de María se incorpora cada vez más a la humanidad en un lento aprendizaje. "Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres". (Lc 2, 52).

Ícono de Jesús adolescente perdido y... ¡encontrado en el templo! Aluminio  cepillado - Etsy México

Así como la primera mujer (Eva), contribuyó a la muerte, el Padre de las Misericordias quiso que la Madre predestinada (María), contribuyera a la vida. (Concilio Vaticano II LG 56) .María por su consentimiento en la Anunciación, se torna en primer miembro del cuerpo de Cristo (Iglesia), y recibe la función única dentro de él: la función maternal. En forma de maternidad acogió al Redentor y aceptó la redención. En ella comienza la "nueva creación", se inicia el tiempo nuevo de la salvación. Del consentimiento de María, de su "Sí", de su "Hágase", dependió nuestra salvación. 

La maternidad es pura gracia de Dios y a la vez acto personalísimo de María. Es un don y una tarea. Le significa un inmenso despliegue de fe. 

María” La nueva “Eva”. - ppt video online descargar

... Continúa en el próximo post ...