sábado, 14 de febrero de 2015

RECONCILIARNOS CON NUESTRO PASADO

 
Pocas personas están en paz con su pasado. A veces nos angustian los recuerdos de errores o pecados que hemos cometido. No nos perdonamos a nosotros mismos. No nos aceptamos con ese pasado o con aquel error.
 
Otras veces lo que nos hace daño son los recuerdos de sufrimientos que hemos vivido. El solo hecho de recordar algunos acontecimientos nos angustian como si estuvieran sucediendo ahora mismo. 
 
Puede ocurrir que los recuerdos de errores y malas experiencias no sanados, nos lleven a cometer errores semejantes.
 
El que no acepta su pasado en paz, tiende a repetirlo de variadas maneras.
Otras veces nos dominan los resentimientos por desilusiones y desengaños, o por agresiones que hemos recibido. 
 
Por eso es importante sanar el pasado, para poder recordarlo sin vergüenza, sin tristeza, angustia o rencor. Se trata de colocar ese pasado ante los ojos del Señor, dialogando con El, sin esconderle nada. También podemos usar la imaginación y dejar que El se haga presente y nos abrace en ese preciso momento que recordamos con dolor. Así podremos lograr que ese recuerdo ya no nos quite la paz.
 
Además, para alcanzar la serenidad interna, es sumamente importante entregarle al Señor todo rencor, todo sentimiento negativo que aparezca cuando los demás nos lastimen con críticas, calumnias, murmuraciones, olvidos o agresiones.
 Si no tratamos de descargar rápidamente esos malos sentimientos en la presencia del Señor, pidiéndole que nos libere, luego se convertirán en recuerdos que nos quitarán la paz. La oración contemplativa de silencio y quietud nos lleva por el camino de la sanación total de nuestra persona.
En la oración, Dios hace concientes los contenidos del inconciente que muchas veces hemos reprimido. Es un proceso de purificación que nos permitirá llegar, si perseveramos en este camino, a la pureza de espíritu y recién entonces podremos unirnos con LA PUREZA MISMA QUE ES DIOS.



 
 

martes, 3 de febrero de 2015

LAS CURACIONES DE JESUS

Cuando Jesús habla de la fe, se refiere a una confianza infinita en Dios. Cuando dice "Tu fe te ha salvado" te quiere decir "pude curarte porque te has dirigido con confianza a mí en tu necesidad".

En las historias de la Biblia referidas a sanación, se nos relatan los casos de personas que experimentaron su curación en el encuentro con Jesús. Jesús seguramente irradiaba esta confianza para que todo aquél que lo necesitara, encontrara el valor de dirigirse a El con sus enfermedades. 

¡Hoy también nos quiere sanar. Hoy también quiere que vayamos a su encuentro!

Todas las enfermedades que Jesús curó han sido, en su mayoría, psicosomáticas: explican lo que está latente en nosotros. 

Somos ciegos cuando cerramos los ojos ante cosas desagradables.
 
Somos paralíticos cuando no nos atrevemos a salir de nosotros mismos e ir en busca de los demás.
 
Somos sordos cuando no queremos oir lo que no nos gusta; cuando no sabemos percibir los tonos bajos y los intermedios, tampoco aquéllo que el otro quiere decirnos en realidad.
 
Somos mudos cuando somos incapaces de entablar una comunicación auténtica; cuando no encontramos las palabras que unen y dan vida. 
 
Somos leprosos cuando no podemos aceptarnos a nosotros mismos; cuando nos sentimos rechazados, aislados y no nos atrevemos a confiarnos en los demás. 
 
Estamos poseídos por ideas fijas cuando nos dejamos dominar por pensamientos confusos que nos llevan a dañarnos a nosotros mismos, que nos matan en vida y nos dejan fríos, sin un motor interior, sin esperanzas.
 
Al entender el significado psicológico de las diferentes enfermedades que trata Jesús, nos podemos identificar también nosotros  con nuestras heridas y con los peligros a los que estamos expuestos, con nuestros miedos y complejos pero comprobaremos, si nos acercamos a El, que podremos vivir nuestra curación en el encuentro con El.
¿Quiero sanarme? ¿Voy a Su encuentro para dejarme sanar por El? ¿Se lo permito?  ¿Me dejo transformar por El? 
 
El sabe lo que necesitas, sólo quédate en silencio junto a El. Practícalo todos los días y verás las grandes transformaciones que El operará en tí si lo dejas.