miércoles, 26 de octubre de 2022

Continuación… Miedo vs Fe

El tercer miedo es el miedo de la persona depresiva Es el miedo de la culpabilidad de la existencia. Atención, pues los sentimientos de culpa se exteriorizan en ira y en angustia difusa o depresión, muchas veces como distonía neurovegetativa, es decir, un  total desequilibro entre cuerpo, mente y espíritu que me impide dormir bien, comer, muchas veces debido a que la persona ha reprimido la culpa y de esa forma ésta se transforma en ira, angustia, temor al fracaso y depresión. 

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ATENCION: Si sos tan duro cuando juzgas y condenas a otros, es porque así eres contigo mismo o también se podría decir que para no ser así contigo, proyectas ese sentimiento hostil en cuantos te rodean y te conviertes en un ser insoportable que nadie quiere tener cerca. No se trata de ponerse ni por encima ni por debajo de los demás. Dios, en su misericordia nos perdona la culpa, de tal manera que así podamos tratar misericordiosamente con nosotros mismos y con los demás ¿Crees en esto? ¿Lo tienes presente cuando criticas y dejas sin cueros a los demás? 

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Carl Gustav Jung, psicólogo, dijo que algunas personas aprovechan el sentimiento de culpa para devorarse a sí mismos. Jesús nos pide tratar creativamente con nuestra culpa y descender del trono de nuestra vanidad.

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El culposo tiene la idea de haber cargado siempre sobre sus espaldas con la culpa tan solo por existir. El culposo se disculpa constantemente por estar vivo, por robarles a los demás el tiempo, el espacio para vivir, hasta por quitarles el aire que respiran. El culposo, en definitiva, está lleno de soberbia y hace sentir muy incómodos a los que lo escuchan o acompañan. No hay nadie más soberbio que el que se autodestruye culpándose, pues ese es sólo un atributo de Dios que "ejerce" demasiado poco,  pues es muy Misericordioso.

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El culposo debería replantearse si CREE EN DIOS. Es una persona que quiere ahogar ese miedo sobre-exigiéndose y sobre-exigiendo a los demás. El culposo ha desperdiciado su propia vida. Está exhausto. Quiere desaparecer. Siente que su vida no vale la pena ser vivida pues está agotado y vacío. Luego se lamenta porque su vida es o ha sido un desastre. Cuesta creer que esto le suceda por lo general a personas muy inteligentes y racionales, cultísimas, pero que CARECEN DE INTELIGENCIA EMOCIONAL/AFECTIVA.

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Sólo la fe puede quitarnos también este miedo; la fe de que vivimos por la gracia, de que vivimos porque Dios nos ha querido y nos ha creado por amor. Si creemos que Dios nos ama, que tiene tiempo para nosotros, que se alegra de nuestra existencia, desde esta vivencia de fe nos liberamos de todo miedo y de los inútiles sentimientos de culpa con los cuales muchas veces nos autoflagelamos. Si aparecen en mí tales sentimientos paralizantes de culpa, me ayudará la frase de la primera carta de San Juan: “En caso de que nos condene nuestra conciencia, Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo” (3, 20). Por favor REPITAMOSLA TODO EL DIA DE SER NECESARIO HASTA QUE SE NOS HAGA CARNE.

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El cuarto miedo es el de la persona esquizoide que tiene miedo ante miles de cosas que lo amenazan. Teme al sótano oscuro, tiene claustrofobia, teme no sanarse y teme a los medicamentos, teme al médico, teme a no tener tratamiento, tiene miedo a los ladrones, miedo a comer alimentos contaminados, a que los estafen, a tener un accidente. Una parte de estos miedos es totalmente normal. Pero muchas personas se enfrascan y exacerban tales temores. La fe también nos libera de estos miedos esquizoides. Nos muestra que ciertos temores son infundados y que no nos pasará nada de lo que tememos. La fe nos muestra que ya hemos superado la muerte, que se esconde detrás de todas estas amenazas, que ya vivimos del otro lado del umbral porque por el bautismo ya participamos en la vida eterna. Ni la muerte podrá separarnos de Dios. ¿Creo en esto? ¿O soy un cristiano tibio? Si no practico la fe, si no voy a Misa, no me confieso, no vivo los sacramentos de vida que el Señor me regaló, ¿cómo puedo pretender que mi fe crezca? La pregunta puede llegar a ser ¿cómo adquirir esta fe y esta confianza? La oración contemplativa es un complemento de todos los sacramentos que no deberían dejar de practicarse.

 Quieres encontrarte con Dios en la noche? ¡Prueba la oración contemplativa!

Los sacramentos nos nos han sido regalados por Dios para que nos acompañen durante toda nuestra vida: el Bautismo cuando nacemos,

 Sacramento del bautismo: ¿por qué se utiliza el agua? - La Croix en español

la Reconciliación antes de la Primera Comunión y toda la vida (al menos una vez por mes),

 

 la Eucaristía toda la vida,

 Católico defiende tu fe - El Sacramento de la Sagrada Eucaristía La  Eucaristía es el Sacramento que contiene verdaderamente el Cuerpo y Sangre  de Jesucristo, juntamente con su Alma y Divinidad, toda

la Confirmación en la adolescencia,

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el Matrimonio o el Orden Sagrado cuando somos adultos (según nuestra vocación)

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y la Unción de los Enfermos, cuando estamos muy enfermos o siempre que querramos, a partir de los 60 años,

 Qué es la Unción de los Enfermos? | Desde la Fe

Como ustedes pueden observar, Dios está presente en nuestras vidas desde que nacemos hasta que nos morimos. ¡Aprovechemos los sacramentos! 

Muchos ignoran el poder sanador y liberador de los Sacramentos, pues no los han aprovechado nunca y por lo tanto no lo han experimentado.

La muerte jamás podrá separarnos del amor de Dios sino que nos sumergirá aún más en Dios porque ya habitamos en Dios. Nada ni nadie podrá destruir nuestra morada.
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sábado, 8 de octubre de 2022

... Continuación ... Miedo vs Fé

Como hemos venido diciendo a lo largo de todo el desarrollo de este tema, el miedo es hoy por hoy, una experiencia básica de la persona. Son muchos los miedos que nos oprimen: miedo al futuro, miedo a la guerra o a la destrucción (terrorismo, persecución), miedo a la desocupación, miedo a fracasar, miedo a la enfermedad, miedo a la falta de sentido de la existencia, miedo a enfrentar conflictos, miedo a que no me amen (miedo a los demás) etc. etc. etc.

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En la existencia de la persona está implícito un miedo básico que ni la psicología puede resolver. Es el miedo que está dado por la finitud, el miedo de no tener derecho a existir, de no poder descansar sobre sí mismo, sino de estar a merced de otros. Ninguna corriente psicológica puede eliminar este miedo básico en la persona, que sólo puede ser superado con una profunda confianza en ese Dios  que nos ha regalado la razón de nuestra existencia, que nos ha creado por amor y que nos da la vida por su gracia. ¿Creo en esto? De no ser así ¿quiero intentar crecer espiritualmente? ¿Cómo? ¿Mágicamente? O con la disciplina diaria de la oración?

 62° Clase de Filocalía – La oración hesicasta; la fe que no vacila; el tema  de la vocación y otros. – Video en Contexto

El psicoanalista Fritz Rimmann describe cuatro formas básicas de miedo humano que sólo pueden ser superados con la fe. El primer miedo es el miedo de la persona histérica. Es el miedo a la fragilidad de la existencia. Esta persona intenta zanjar este miedo sujetándose a muchas cosas, a sus posesiones, a su éxito, pero por sobre todas las cosas, a las personas. Se aferra a las personas de tal forma que espera de ellas la protección absoluta, el apoyo absoluto. Pero de este modo lo único que logra es seguir cayendo en el miedo, porque nota que ninguna persona podrá darle jamás apoyo absoluto. Además es injusto pretender esto. Injusto pretender que los demás estén dispuestos a ese apoyo incondicional. Es injusto y egoísta ya que las demás personas pueden no estar preparadas para tanto que se les exige y también debería tenerse en cuenta que dichas personas a las que tanto se les exige, tienen un sin fin de propios problemas.

 806,690 Miedoso Imágenes y Fotos - 123RF

Todos compartimos la finitud, todos tenemos nuestras debilidades. Sólo Dios nos puede dar esa protección absoluta. Sólo él nos carga en sus brazos y nos sostiene. De sus brazos protectores y amorosos, jamás nos caeremos. Nos cumple nuestro anhelo de apoyo absoluto. Una persona, tal vez podrá significar para nosotros, un símbolo de esa protección absoluta. Y sólo cuando la veamos como símbolo y mediadora del amor infinito de Dios, podremos regocijarnos con la protección que nos brinda y disfrutar de ella sin miedos y sin apego patológico. Mas no debemos ni idealizarla y mucho menos idolatrarla, sea que se trate de nuestro acompañante espiritual, el cura, un amigo/a, un pariente, un vecino agradable, un compañero de trabajo o de estudio, siempre será un ser humano falible como nosotros.

 Gente de fe | El Correo

El segundo miedo es el de la persona obsesiva. Es el miedo de la futilidad (poca importancia) de su existencia. Y entonces se busca superar este miedo pretendiendo demostrarse a sí mismo cuánto vale, trabajando mucho, rindiendo aún más, pero también cumpliendo al pie de la letra todas las obligaciones religiosas. Es el que  vive su religiosidad como algo que te obliga a cumplir a rajatabla una serie de normas so pena de ir al fuego eterno. ¡Nada más alejado del Evangelio de Jesucristo! Justo El que se la pasó retando por decirlo finamente, a los fariseos, saduceos, sumos sacerdotes, es decir al poder religioso de su época porque precisamente vivían la religión memorizando y “tratando” de obedecer un conjunto de interminables prescripciones  olvidándose de lo más importante que es EL AMOR, que se traduce en el servicio a los demás, más allá del Shabath.

 TOC | ¿Cómo reconocer el Trastorno Obsesivo Compulsivo? | RPP Noticias

Todos podemos caer en esta tentación de querer demostrarnos a nosotros mismos, a los demás y también a Dios cuánto valemos. Queremos atraer nuestra atención a nosotros de tal modo que nadie nos pase por alto. Queremos cumplir nuestro deber ante Dios a conciencia y de tal modo que no le quede otra cosa más que recompensarnos. Pero aún sintiendo la mayor ambición, no somos capaces de superar ese miedo ante nuestra futilidad (nuestra condición de tener poca importancia). “No somos importantes”. No tenemos por qué serlo. Por lo menos no más de la cuenta y de lo que a cada uno le toca. Así se trate del mismo Presidente de la Nación o del Papa, somos fútiles.

 Gente de negocios confiada que muestra los pulgares para arriba gesto en la  oficina. equipo joven exitoso posando para la foto, sonriendo a la cámara,  concepto de motivación y éxito, espacio de

A menudo nos preocupa que nuestra acción no atraiga al otro hacia nosotros. Y notamos que jamás llegamos a cumplir nuestra exigencia de ser siempre perfectos y mejores que los demás. De este modo vivimos tensionados, esforzándonos al máximo y sometidos bajo constante presión. ¿Han visto cómo la gente en los empleos, en las distintas profesiones y hasta en los hogares se llegan a devorar entre ellos compitiendo? Esto es muy lamentable. Madres que compiten con las hijas.

 Madres competitivas con sus hijas: ¿cómo son?

Hombres y mujeres que se mandan varias canitas al aire en el matrimonio porque necesitan demostrarse que aún pueden. ¿Pueden qué? ¿Seducir? ¿Conquistar trofeos? ¿Qué es eso? En ese tipo de conductas se puede observar quién ha puesto en Quién su razón de vivir. El miedo allí aparece enmascarado.

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Sólo con la fe podremos superar este miedo a la propia futilidad pues en la fe nos damos cuenta de que somos valiosos ante Dios sin necesidad de hacer cosas especiales, pues sencillamente somos valiosos por nuestro ser y tan valiosos que Cristo vivió, enseñó, murió y resucitó por nosotros, con lo cual tenemos que entender que Dios se preocupa de nosotros y que hasta tiene su morada en nosotros. 

Editorial La Paz

Continuamos en la próxima entrada.