jueves, 27 de junio de 2019

SI ALGUNA VEZ ...

Si alguna vez logramos quedarnos callados y serenos, dejando que el Espíritu Santo nos haga experimentar su amor, estaremos viviendo una preciosa experiencia mística. Cuando abandonamos nuestras resistencias y nos dejamos tomar por el Espíritu, él toca un centro amoroso donde el ser humano sólo puede depender, porque es una criatura; y lo más íntimo de su realidad es la dependencia, es recibir el ser y la vida, es beber de Dios. Veamos cómo expresan algunos místicos esta dependencia cuando llega a un alto grado de desarrollo:
"¡Oh cuán dichosa es esta alma que siente siempre a Dios descansando y reposando en su seno!... Dios está allí de ordinario como si descansara en un abrazo con la esposa, en la substancia de su alma, y ella lo siente muy bien y lo goza habitualmente... Él la absorbe profundísimamente en el Espíritu Santo, enamorándola con primor y delicadeza divina" (San Juan de la Cruz).
"Dios toma la voluntad, pero me parece que toma también el entendimiento, porque no discurre, sino que está ocupado sólo gozando de Dios como quien está mirando, y ve tanto que no sabe hacia dónde mirar" (Santa Teresa de Ávila).
"Se llega a trascender y traspasar no sólo este mundo sensible, sino también a sí mismo... Es necesario que se dejen todas las operaciones intelectuales, y que la punta del afecto se traslade toda a Dios y todo se transforme en Dios. Y ésta es la experiencia mística y secretísima, que nadie la conoce sino quien la recibe, y nadie la recibe sino quien la desea, y nadie la desea si el Espíritu Santo no lo inflama hasta la médula" (San Buenaventura).

jueves, 13 de junio de 2019

LA FELICIDAD EMPIEZA EN TI

"Si queremos estar en sintonía con nosotros mismos, no podemos bailar al compás que marcan otros. Necesitamos abrir de par en par nuestros sentidos a las cadencias de la melodía interior que sale del corazón. Hay silencios traspasados de sonidos. El silencio nos confronta al principio con el ruido interior. Pero si perseveramos en silencio y afinamos los sentidos atentos en la escucha, empezaremos a sentir unas tonalidades suaves como ecos procedentes del interior. En nuestra alma resuena la música del cosmos, casi imperceptible. Son los sonidos divinos de un mundo al que apenas tenemos acceso. El silencio es la puerta del oído interior. Cuando esa puerta se abre es ya posible la comunicación con ese mundo y la percepción de las maravillosas melodías del alma".
Anselm Grun

Colección EL POZO DE SIQUEM

miércoles, 12 de junio de 2019

"Meditar es sencillo, lo difícil es querer meditar"

Entrevista a Pablo d'Ors

Para superar la ansiedad, el estrés, la tristeza necesitamos volver a mirar hacia dentro. El silencio y la meditación son las herramientas.

Gema Lendoiro

Pablo D’Ors es un cura católico que nos habla de la necesidad de aprender a escucharnos a nosotros mismo, aislarnos del ruido y atrevernos a mirar las sombras que nos rodean. Es nieto del pensador y ensayista Eugenio D'Ors y autor del libro Biografía del silencio.

El silencio nos vuelca hacia el interior

¿Qué nos pasa que estamos tan ansiosos y tristes?
Las enfermedades del ser humano son hoy, en mi opinión, tres: la culpa frente al pasado, el miedo frente al futuro y el apego ante el presente. La razón o causa de las tres es la misma: vivimos demasiado hacia fuera y poco hacia dentro.
Y parece más difícil lejos de la naturaleza…
Todos los que vivimos en las grandes ciudades, aunque en distinta medida, somos víctimas de este triple cáncer. La única salida es, a mi parecer, fomentar una cultura de la interioridad, lo que no parece una prioridad en nuestras instituciones. Hemos de aprender a vivir en el presente desde el ser, venciendo esas tentaciones permanentes que son el poder, el tener y el parecer. Para ello la vía del silencio es claramente el camino.
¿Tanto necesitamos el silencio?

Tanto, al menos, como la palabra, probablemente más. La respiración es un ritmo biológico doble: inspirar y espirar. Vivimos solo espirando, dando solo vertidos hacia fuera; pero también necesitamos inspirar, acoger, callar para recibir lo que se nos ofrece.
Dice el Dalai Lama que si todos los niños del mundo meditaran, erradicaríamos la violencia en dos generaciones…
No sé si en dos. Quizá en tres, que es un número más bonito. Yo lo veo sencillo, sí. Meditar es sencillo, lo difícil es querer meditar. En realidad, todo está al alcance de la mano. Es solo que no nos damos cuenta…
¿El ego y la soberbia son los males del hombre contemporáneo?
El hombre contemporáneo… Sabemos muy poco de él, sabemos muy poco de nosotros mismos. Hemos de reconciliarnos con nuestro no saber, vivir serena y alegremente nuestra ignorancia; es a eso a lo que conduce la meditación.
¿Por qué es tan difícil permanecer en silencio más de media hora?
Porque no nos gustamos. Porque no somos solo verdad, belleza y bien, como nos gustaría, sino también codicia, ambición y vanidad. El silencio nos devuelve a nuestra patria y nos asusta darnos cuenta de que hemos vivido toda la vida como extranjeros. Por otra parte, tampoco es imprescindible estar en silencio más de media hora al día. Con ese tiempo es suficiente para que la estructura de nuestra vieja personalidad se agriete y empiece a nacer una nueva.
¿Algún consejo para conseguirlo?
No se trata de ser un experto o un virtuoso, basta con ser un aficionado al silencio. Debemos erradicar el mito de la mente en blanco. El ideal no es el control absoluto de la mente, sino la absoluta aceptación de lo que la mente es, lo que es algo distinto. No se trata de alcanzar la perfección formal, sino la pureza de corazón. No amamos lo perfecto, sino lo auténtico. La vida no es perfecta y la meditación tampoco, basta que estemos vivos y despiertos. El principal “beneficio” de la meditación es que podemos acercarnos a quienes realmente somos.
Dice usted que viene una edad de misticismo…
Creo que el mundo futuro será místico, más volcado hacia el interior, o no será. Entreno mi confianza todos los días y, sin cerrarme al horror del mundo, veo mucho más bien que mal, más cosas hermosas que feas, más personas buenas que malas, muchos más motivos para la esperanza que para la desesperación. Entiendo que muchos considerarán que esta visión es pueril, pero yo siento realmente que la pueril es la suya.

viernes, 7 de junio de 2019

Silencio y sueño: las dos necesidades de la mente que se han vuelto lujos.

 
Vivimos en un mundo donde lujos, caprichos y fantasías son transformados en necesidades por la maquinaria mediática-económica. Creemos que necesitamos el nuevo iPhone, el cuerpo de una modelo de Victoria's Secret o la vida estereotípicamente feliz de una familia moderna. Mientras esto sucede cosas que realmente sí son necesarias, como el silencio y el sueño, se convierten en carísimos lujos que sólo algunos pueden pagar o que sólo algunos tienen la estabilidad mental necesaria para recordar su importancia, inmersos en el frenesí de estímulos y estrés de la realidad actual.

La confusión en la que estamos envueltos puede apreciarse por el hecho de que hasta hace algunos años dormir poco era considerado un signo de éxito y admiración, ya que significaba que una persona estaba muy ocupada, era importante y estaba mayormente transformando su tiempo en dinero. Esto todavía puede apreciarse en ciertos ambientes urbanos competitivos, como en Tokio, donde se practica el extraño fenómeno del inemuri, dormir en el trabajo como símbolo de que la persona está entregada a su labor y está permanentemente disponible, por lo cual amerita mayor responsabilidad, promoción y salario.
 

En los últimos años estudios científicos han mostrado que prácticamente no hay nada tan dañino para la salud en general como consistentemente descuidar nuestro tiempo de sueño. Dormir mal --y esto significa cantidad de horas pero sobre todo calidad, lo cual tiene que ver con el silencio-- es casi equivalente a asegurarse que estamos apilando un fardo de enfermedades, estrés, mal humor y bajo desempeño. Puede que algunos sean más resistentes que otros, pero si una persona simplemente no le da mucha importancia a su sueño, esto acabará costándole muy caro en términos de salud. En esto observamos una tendencia en la que se prioriza el dinero sobre la salud, se cree que el dinero puede resolverlo todo y se legitima entonces dormir poco --o en realidad cualquier actividad-- para ganar más dinero (el cual puede redimir cualquier cosa).

Vivimos en un mundo que se rige por la economía, una economía de crecimiento infinito en la que lo fundamental es generar más ingresos pero no necesariamente generar más prosperidad, como claramente ha mostrado Douglas Rushkoff en su más reciente libro. En el afán de generar más ganancias, hemos atiborrado nuestros espacios de objetos ruidosos, de tecnología que perturba los ciclos naturales y de un imperativo moral de ser productivos. Nuestra visión económica de la realidad opera de manera predatorial, en todos lados buscando extraer valor --aunque esto signifique explotar y saquear la naturaleza-- para seguir presentando resultados de crecimiento. Esto ha llevado a que el sistema incluso haya convertido el dormir en un producto de lujo, habiendo antes orillado a los ciudadanos a llevar una vida de estrés y alta presión, en general poco conducente del sueño, en el intento de perseguir el otro sueño: el sueño del éxito, el sueño aspiracional de tener más cosas, etc.

Dormir bien se ha convertido en un lujo y no se han tardado diferentes empresas y personalidades en capitalizarlo.
 

The Guardian detecta que empieza a haber un boom de productos y servicios relacionados al sueño y a su optimización; existen lugares que están cobrando a los ajetreados ciudadanos de las grandes urbes 1 dólar por minuto de sueño; también se cuentan nuevos "retiros de sueño", donde se pueden pagar hasta mil dólares por un par de días de terapia; nuevas innovaciones en el mercado de los colchones y camas en lo que se empieza a llamar "performance bedding", tecnología del descanso, orientada a mejorar la performance de los individuos, así como también salones de sueño como antes salones de belleza (y es que el sueño se transforma también en coeficiente de belleza).

Evidentemente pocas personas pueden pagar spas para dormir, o wearable tech de 200 dólares para mejorar su sueño y sin embargo, pocas cosas realmente son más importantes que dormir bien.



Dormir se ha convertido en un símbolo de estatus: dormir como un bebé... Dormir bien, no se trata solamente de tener tiempo para dormir, es también necesario estar en el espacio adecuado --por ejemplo, un barrio donde no haya mucho ruido-- e incluso tener el cuerpo y la mente adecuada: una persona sometida a alto estrés, enferma, o con distintos achaques, difícilmente podrá dormir bien. Cuando esto falla, es necesario tener la capacidad de abstraerse, de relajarse y hacer silencio. ¿Pero quién tiene tiempo para mantener una disciplina meditativa que le permita silenciar el ruido del mundo y paliar la altisonante locura colectiva, así como también silenciar sus propios pensamientos interpenetrados por las cuitas mundanas? Esto, nos dirían las personas que duermen 5 o 6 horas diarias para trabajar más y poder ahorrar para comprarse un mejor automóvil, es un lujo.

La calidad del sueño, ese intangible, en el reino de la cantidad, está relacionada con el silencio, lo cual también se ha convertido en un producto de lujo, reservado para los ricos o para aquellos dispuestos a abandonar las ciudades y las sociedades modernas, eligiendo una vida modesta, aislada y tranquila si bien teniendo que sortear las incomodidades de habitar lejos del gran supermercado o el gran centro comercial que es la urbe. 

Al igual que el sueño, el silencio también está siendo pasado por un branding y toda una campaña de producto de lujo. Finlandia, por ejemplo, ha centrado su campaña para atraer turistas en promoverse como un lugar donde el silencio sigue existiendo.
 
Sabemos que vivir en lugares ruidosos se correlaciona con todo tipo de enfermedades, dese alta presión arterial a mayor propensión a la esquizofrenia y otras enfermedades mentales. Por otro lado, estudios recientes muestran que el silencio promueve la generación de nuevas células del cerebro o neurogénesis. 

El silencio es importante también para las personas que tienen un interés en crecer --pero ya no económicamente sino espiritualmente.
 
Un estado de silencio, paz y relajación, son los requisitos para el funcionamiento correcto de la mente y la percepción precisa de la realidad. El estado natural de la mente emerge cuando se logra cultivar el silencio --sorprendentemente la naturaleza de la mente no es la agitación, la aceleración o la excitación, es una amplitud más cercana a la vacuidad. 
El silencio en este sentido, es lo que nos permite sentir esta vacuidad de las cosas que es descrita también como radiante y como infinita potencialidad. Paradójicamente, al ciudadano moderno, la vacuidad le produce horror y estrés y rápidamente busca llenar el espacio de objetos y el silencio de ruido.
La concentración sin esfuerzo –es decir, ese lugar en el que no hay nada que suprimir y en donde la contemplación se vuelve tan natural como la respiración y el latido del corazón–, constituye ese estado de conciencia (i.e., pensamiento, imaginación, sensación y voluntad) de calma perfecta, acompañada de la completa relajación de los nervios y los músculos del cuerpo.
Es el profundo silencio de los deseos, de las preocupaciones, de la imaginación, de la memoria y del pensamiento discursivo. Uno podría decir que todo el ser se vuelve como la superficie quieta del agua, reflejando la inmensa presencia del cielo estrellado y su armonía inefable. [...]
Con el tiempo, el silencio o la concentración sin esfuerzo se vuelve un elemento fundamental siempre presente en la vida del alma... Esta “zona de silencio”, una vez establecida, es un manantial del cual uno puede tomar tanto para el trabajo como para el descanso. Entonces tendrás no sólo concentración sin esfuerzo, también actividad sin esfuerzo.
El silencio es el estado fundacional que nos permite observar los fenómenos sin identificarnos con ellos y sin olvidarnos de lo que está sucediendo en el presente, aquí  y ahora. En buena medida esto es así porque entrar en silencio es similar a crear una receptividad, un espacio y una apertura en la cual caben todas las cosas y desde la cual uno no colapsa sobre un fenómeno en particular; en el silencio no existen los ruidos externos o internos (pensamientos) que capturan nuestra atención y la llevan de excursión a la distracción de nuestros conceptos y recuerdos o temores. Desde esta "zona del silencio" puede emerger la profundidad de la mente y del tiempo. En este sentido, el silencio nos coloca en el estado original, en la quietud que paradójicamente nos integra con el flujo perpetuo de las cosas, ante el vacío que es la inagotable fuente creativa.
El Maestro Wáng Xiāngzhāi (王芗斋) dijo: “Moverse poco es mejor que moverse mucho; no moverse es mejor que moverse poco; moverse estando inmóvil es el movimiento de la creación”. 
Desde nuestra experiencia cristiana, estamos en condiciones de afirmar que al transitar este camino de silencio, de la mano del Espíritu Santo, llegaremos a la íntima unión con Dios en la contemplación, si El por gracia quisiera regalárnosla.

miércoles, 5 de junio de 2019

ESTEMOS ALERTAS: VIGILAD Y ORAD DICE EL SEÑOR.

Saber descansar significa estar abierto a una dimensión de eternidad. Significa haber superado el desosiego y la prisa. Entonces estamos en condiciones de percibir lo que permanece: el ser. A quien sabe descansar se le han abierto los ojos para lo eterno.

Romano Guardini

La dificultad hoy en día no estriba en expresar libremente nuestra opinión, sino en generar espacios libres de soledad y silencio en los que encontremos algo que decir.

G. Deleuze
Vivimos muchas epidemias sociales, la prisa es una de ellas. Más allá del vagabundeo incierto en nuestro mundo, expresado por la prisa en los Medios de Comunicación. La inquietud, los nervios y una angustia difusa caracterizan la vida actual, todo está sometido a cambios, vivimos en un constante movimiento. Las personas se apremian de un acontecimiento a otro, de una información a otra, de una imagen a otra, de un mensaje a otro. 
 

Estamos sumergidos en la fenomenología del holograma, en un universo de la comunicación, en una gran máquina de aceleración global. El mundo gira aproximadamente a 35.000 imágenes por segundo, millones de personas suben, consultan, redactan textos, editan fotos, vídeos, en las redes sociales cada minuto. Estamos inmersos en una “gran aceleración”, que no solo afecta a las nuevas tecnologías, también al consumo de energía, al uso del agua, al transporte, a la economía, al consumo, que nos está llevando a un callejón sin salida.
 

Esta aceleración está provocando una fuerte dispersión que mata cualquier contemplación, nos vacía, nos provoca espejismos, nos hace infelices y nos lleva al olvido. La prisa llega a convertirse en un estilo de vida.
 
Nos recordaba el gran Pascal que el origen de la infelicidad humana es no sabe estar quieto en una habitación. Este nuevo hombre de la prisa se centra más en lo externo, la apariencia, la fama, el poder, el dinero y acaba perdiéndose a sí mismo, generando esa sensación de “vacío” y de soledad.
 

La aceleración vertiginosa tiene mucho que ver con el imperio de la tecnología, lleno de datos y saberes, pero expuesto al rumor, la falsedad, la desinformación y la distorsión. La actual eclosión de la tecnología digital no solo está cambiando nuestra forma de vivir y comunicarnos, además de influir en cómo pensamos, nos está cambiando la forma de sentir y de comportarnos, y el modo de funcionar nuestro cerebro. Nos impide entrar en contacto directo con la angustia, el temblor, las penas y las alegrías de las personas, desnaturalizando la experiencia personal con el otro y produciendo una melancólica insatisfacción en las relaciones interpersonales.
 

Se está produciendo una destrucción de la vida interior, a las personas se las desinterioriza, porque la interioridad obstaculiza y ralentiza la comunicación. Esta desinteriorización no sucede de forma violenta. Tiene lugar de forma voluntaria. (Byung- Chul Han). El dispositivo de la transparencia obliga a una exterioridad total con el fin de acelerar la circulación de la información y la comunicación. Se produce una “era del vacío” que genera una sociedad nihilista con una fuerte pérdida de la armonía, la belleza y la poesía.
Toda esta nueva realidad de la comunicación plantea grandes desafíos para nuestras sociedades, pero también abre grandes posibilidades. Como, por ejemplo, ventajas en la educación, en una atención personalizada en la medicina, la creación de nuevos aparatos que hagan la vida más fácil a los ciudadanos o nuevas formas de acceso al mercado sin intermediarios, etc. El gran reto, es que las redes puedan hacer a los individuos y sociedades más humanas, no reduciendo toda la realidad a lo virtual, pero sin renunciar a sus beneficios, evitando las brechas que dividen a los individuos.

Somos tiempo encarnado de manera individual, así como las sociedades están hechas de historia. Ocupamos un espacio con nuestro cuerpo físico y un tiempo con el devenir de nuestra vida. Parece que la tecnología más que acercarnos unos a otros, lo que está haciendo es contraer el tiempo, o mejor diluye la conciencia y percepción provocando fuertes cambios en la vida del individuo. La comunicación digital y el ruido comunicativo, destruye el silencio y la necesidad del alma para pensar, meditar, vivir y ser ella misma.
 
La creatividad se está agotando entre los bits y las pantallas, no hay posibilidad de trascender, de ir más allá y de buscar nuevas ideas. Esta tecnocracia es incompatible con la transcendencia, ya que destruye la interioridad, algo esencial del individuo. Ésta se ha evaporado ante la imposibilidad de aceptar lo intangible.

Necesitamos desactivar el tiempo acelerado que crea en nosotros “entrañas impacientes”. Debemos alimentar nuestra vida con el recuerdo, la memoria, la lentitud y la perdurabilidad. Parece más que nunca necesario, pasar de entender la realidad como información a entenderla como misterio y prodigio, llena de vida más allá de los datos digitales. Tener capacidad para que las cosas fluyan con calma, detener los pensamientos, cerrar los ojos y silenciar el ruido del mundo para volverse sobre sí mismo.
 
Resistir la confusión y la intranquilidad, ya que detrás se esconde otra forma de percibir el tiempo. La calma exterior es un requisito para la calma interior.

Dejarse habitar por esa sinfonía callada, que fluye como manantial sereno desde el silencio. El verdadero silencio nos sitúa más allá de las palabras y recupera el sentido del tiempo como pasado y futuro. Solo en las profundidades del Ser se abre un espacio en el que todas las cosas se aproximan y se comunican las unas con las otras.
 

El silencio hace del corazón un lugar de revelación, allí es donde se acuna nuestra palabra, es el lugar donde verdad y ser se encuentran. La palabra entonces no es necesaria, pues el sujeto se es presente a sí mismo y a quien lo percibe. Es el silencio diáfano donde se da la pura presencia y nos lanza a la acción.  La aceleración remite a la muerte de Dios. El silencio estabiliza el tiempo y, solo cuando las cosas reposan, se hace audible el lenguaje de Dios.

lunes, 3 de junio de 2019

DETENERSE

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SILENCIO Y CONTEMPLACION

El camino hacia ese lugar de silencio pasa por la oración y la meditación. Cuando la persona se adentra en el lugar de quietud que hay en su interior, entonces crece en ella el sentimiento de libertad y confianza. Crece el sentimiento del propio valor. Crece el sentimiento de libertad y confianza. Es el sentimiento de que la persona tiene un núcleo divino, que es el espacio de silencio y quietud en el que sólo Dios habita, y sobre el que este mundo no tiene poder ninguno. El yo de la persona no es más que una etapa; el nosotros es un fin y la soledad un medio para percibir los valores.
J. L. Vázquez Borau
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld, 2013

EL SILENCIO ES LA MÚSICA DEL ALMA

El silencio es un tesoro y un milagro.
Es un milagro y un misterio que sólo podemos sentir y vivir en el centro de nuestra alma.
El silencio es «algo más», infinitamente más que estar callados o habitar un lugar o espacio donde no hay ruidos ni sonidos.
El silencio existe. Es una melodía infinita, eterna y amorosa, una música sin notas, porque las contiene todas.
El silencio es, existe, aquí y ahora, donde estás tú y donde estoy yo, en el centro de cada cosa, de cada persona y de cada criatura y envolviendo el aire que respiramos y toda la creación.
Descúbrelo.
Siéntelo.
Escúchalo.
Saboréalo.
Experiméntalo.
Vívelo.
El silencio es un sonido del ser, de la misma esencia de Dios, es una melodía de la música de Dios que resuena en el hondón del alma sosegada.
Sólo la experiencia del silencio interior nos abrirá las puertas a la paz, a la quietud y la armonía de todo nuestro ser en comunión con Dios y con toda la creación.
El silencio es la melodía de Dios que transforma toda nuestra existencia en música de Dios, en transparencia de Dios, en mitad de la vida.
Manuel J. Fernández Márquez
San Pablo

ORACION DE THOMAS MERTON

TU NO ERES COMO TE HE CONCEBIDO
Esta oración, inserta en su libro Diálogos con el silencio, me ha impactado mucho cuando la lei por primera vez, lo mismo que "Senor no tengo idea a donde voy":
“Tú no eres como yo te he concebido.
Es casi media noche y estoy esperándote en la oscuridad y envuelto en el silencio.
Siento dolor por todos mis pecados.
No dejes que te pida más que poder sentarme en la oscuridad, sin que encienda ninguna luz por mi cuenta, ni que me deje invadir por la marea de mis pensamientos para llenar el vacío de la noche en que te espero.
Para permanecer en la dulce oscuridad de la pura fe, deja que me convierta en nada a la pálida y débil luz del sentido.
En cuanto al mundo, haz que me vuelva para él totalmente desconocido para siempre.
Y que así, gracias a esta oscuridad, pueda llegar al fin a tu claridad.
Que, tras hacerme insignificante para el mundo, pueda percibir los infinitos sentidos que encierran tu paz y tu gloria. Tu resplandor es mi oscuridad. No sé nada de Ti, y por mí mismo ni siquiera puedo imaginar cómo llegar a conocerte.
Si te imagino, me equivoco. Si comprendo, me engaño.
Si soy consciente y estoy seguro de conocerte, estoy loco.
La oscuridad es suficiente“.-
Es sin duda una de las oraciones más puras y bellas de la llamada teología negativa. Esa dulce oscuridad de la pura fe me parece que llega al fondo de la teología cristiana. ¿Se puede pensar, se puede decir algo mejor?

Rebeca Mendoza