miércoles, 29 de agosto de 2012

MALABARISMOS


Imagina la vida como un juego en el que estás malabareando cinco pelotas en el aire. Estas son:
- Tu Trabajo,
- Tu Familia,
- Tu Salud,
- Tus Amigos y
- Tu Vida Espiritual,
Y tú las mantienes todas éstas en el aire. Pronto te darás cuenta que el Trabajo es como una pelota de goma. Si la dejas caer, rebotará y regresará.

Pero las otras cuatro pelotas: Familia, Salud, Amigos y Espíritu son frágiles, como de cristal. Si dejas caer una de estas, irrevocablemente saldrá astillada, marcada, mellada, dañada e incluso rota. Nunca volverá a ser lo mismo.

Debes entender esto: apreciar y esforzarte por conseguir y cuidar lo más valioso.
Trabaja eficientemente en el horario regular de oficina y deja el trabajo a tiempo.
Dale el tiempo requerido a tu familia y a tus amigos.  Haz ejercicio, come y descansa adecuadamente.
Y sobre todo.....crece en vida interior, en lo espiritual, que es lo más trascendental, porque es eterno. Shakespeare decía: Siempre me siento feliz, ¿sabes por que? Porque no espero nada de nadie; esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución. Lo único que no se resuelve es la muerte.
La vida es corta, ¡por eso ámala.! Vive intensamente y recuerda:
Antes de hablar... ¡Escucha!
Antes de escribir... ¡Piensa!
Antes de criticar... ¡Examínate!
Antes de herir... ¡Siente!
Antes de orar... ¡Perdona!
Antes de gastar... ¡Gana!
Antes de rendirte...¡intenta!
ANTES DE MORIR.....VIVE…!!

martes, 28 de agosto de 2012

UN TE AMO DICHO DE RODILLAS


Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.

Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua emanación de la misma. Entre todas las mociones, sentimientos y afectos del alma, el amor es lo único con que la criatura puede corresponder a su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituirle algo semejante a lo que él le da. En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí» (San Bernardo, Sermón sobre el Cantar de los Cantares).

***

Hablando con un joven hace poco, me comentaba con ánimo inquieto que veía la religión como una serie de imposiciones: los diez mandamientos que se deben cumplir, las negativas a una vida "feliz y cómoda", el “debes hacer esto para no ir al infierno”, etc. La religión, por ello, volvía a los humanos en seres apagados y fríos. Yo le respondí que estaba totalmente de acuerdo con él.

¿Por qué? Porque si ves la religión como una camisa de fuerza de principios morales, entonces yo no podría vivir algo así; ni yo ni ningún ser humano. Tarde o temprano, como mi joven interlocutor, acabaríamos cansados, hastiados y negando lo que podría haber sido un enriquecimiento para nuestra existencia.

Gracias a Dios, no es eso lo que nosotros vivimos como católicos. Lo decía muy bellamente el Papa Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas Est: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (número 1). Y es esto lo que, bellamente, nos traza el gran San Bernardo en su sermón sobre el libro del Cantar de los Cantares y que, análogamente, podemos aplicar a nuestra vida de oración.

Pongamos un ejemplo. Voy a visitar a un amigo y, con un refresco en la mano, comenzamos a platicar sobre diversas circunstancias. ¡Cómo se pasa el tiempo! ¿Por qué? Porque estoy con alguien a quien aprecio, con quien he compartido varios momentos de mi vida. Le muestro toda mi atención, no me distraigo con otras cosas, le dedico lo mejor de mí.

¡Eso es justo lo que debe de ser mi oración: un diálogo con quien sé que me ama! Y, cosa más admirable, con Uno que desea ser amado por mí. Alguien que me está esperando pacientemente para hablarle; Alguien que no se distrae; Alguien que no me romperá el corazón; Alguien que me conoce mejor que mí mismo.

Y así es como yo le respondí a mi querido amigo: la religión no es una serie de imposiciones, sino un continuo dar gracias y amar. Los mandamientos son oportunidades que tengo para decirle a Dios un "te amo" y que, paradójicamente, me recompensan con mi felicidad. Como dice San Bernardo: «el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí». Y esa es la religión que yo vivo todos los días cuando, de rodillas, intento demostrarle a Dios cuánto le amo.

sábado, 25 de agosto de 2012

MISTERIO PASCUAL


´La meditación está enfocada justamente en el corazón, justo en el centro del misterio Cristiano. Y el misterio Cristiano sólo puede ser penetrado si entramos al misterio de la muerte y de la resurrección. Ese es el mensaje esencial de Jesús. Nadie puede ser un seguidor de Jesús si no se abandona a sí mismo. Aquel que pierda su vida, la encontrará (Marcos 8:35). En todas las parábolas sobre la naturaleza de las que habla Jesús, El dice que la semilla debe caer en la tierra o muere, o se queda aislada.
Lo que hacemos cuando meditamos y en el camino de la meditación es refinar nuestra percepción al único punto focal que es Cristo. Cristo es nuestro camino, nuestro objetivo, nuestra guía. Pero él es nuestra meta en el sentido de que una vez que somos con El, entonces llegamos con El, a su Padre. En la meditación llegamos a ese punto focal y lo encontramos en Cristo.´
 
Father John Main, OSB   

viernes, 24 de agosto de 2012

DESCUBRIENDO PIEDRAS PRECIOSAS


Tú eres la novia del Cordero, como es representado en la primera lectura de hoy. (Bueno, bueno, yo sé que es difícil para los hombres verse a sí mismos como novias, pero alejémonos de restricciones de género por un momento). Las mujeres y los hombres que aman a Jesús pertenecen a la Iglesia -- simbolizada en esta lectura como "Jerusalén" -- que es la novia de Cristo. 

Tú estás brillando con el esplendor de Dios. Tú eres una joya preciosa que brilla como un diamante. Las puertas del reino de Dios han sido abiertas para ti por nuestra herencia judía (las 12 tribus de Israel) y las enseñanzas de los 12 apóstoles. 

En tu bautismo, tú fuiste unido (en matrimonio) a Jesús como sacerdote, profeta y rey. En el Párrafo 2 del "Decreto del Apostolado de Personas Legas" del Concilio Vaticano II, se nos dice que "a los apóstoles y sus sucesores [los sacerdotes ordenados] Cristo les ha confiado la oficina de la enseñanza, santificando y gobernando en su nombre y por su poder [esta es la definición verdadera de la autoridad en la Iglesia]. Pero el laicado debe de compartir en la oficina sacerdotal, profética y regia de Cristo" y por lo tanto no es menos importante en la misión de Cristo.

Al unirnos al sacerdocio santificador de Cristo, su papel profético como maestro de la verdad, y a su responsabilidad regia de proteger a aquellos en nuestro cuidado de desviarse de la verdad, todos somos preciosos. ¡No necesitamos traer joyas costosas - nosotros SOMOS joyas costosas! Recuerda el precio que Jesús pagó por ti. Tú lo vales, según SU idea de lo que es valioso. 
¿Piensas a veces que eres basura sin valor? Dios no te ve así. Aun cuando pecas, él nunca deja de ver la verdadera piedra preciosa que eres debajo de la basura. Aprende a verte como Dios te ve. 
¿Y qué tal las personas que hacen tu vida difícil? Los niños rebeldes. El jefe que se pasa de exigente. La persona en la iglesia que está causando división. El alcohólico que se niega a conseguir ayuda. El ex-esposo. Etcétera. Necesitamos recordar que debajo de su basura hay una piedra preciosa, hecha a imagen de Dios. Jesús los invita a la conversión y al crecimiento, al arrepentimiento y la sanación. Él los está invitando a limpiar el estiércol que se ha acumulado en sus gemas. 

En la lectura del Evangelio de hoy, nosotros vemos que esto le sucede a Natanael (también conocido como Bartolomé) que comienza a brillar con la gloria de Dios cuando reconoce que Jesús es el Hijo de Dios y el Rey de Israel.

Entre más aprendemos lo que significa ser la novia del Cordero, más brillan nuestras gemas interiores en la manera que el Padre nos diseñó a brillar.

sábado, 18 de agosto de 2012

LECCIONES DEL TIEMPO



Para convertirnos en dueños del tiempo tendremos que aprender lecciones sobre cómo valorar cuán precioso es el tiempo. Al igual que con cualquier recurso valioso podemos practicar cómo ahorrar y utilizar el tiempo con sabiduría en nuestra vida diaria.

Hazte amigo del tiempo…
Mantener una apreciación constante del momento presente es ser amigo del tiempo, ir llevando el paso con sus movimientos, estar siempre preparado para lo que sea que el próximo momento pueda traer.
El tiempo no espera por nosotros, así que necesitamos estar alertas y seguir su ritmo. A medida que avanza, la Naturaleza devuelve el eco de la llamada del tiempo. Los elementos revelan cómo el mundo envejece. Pero la semilla del futuro está plantada.
En el silencio y la quietud podemos salir del tiempo, observar con desapego qué ha sucedido, qué está sucediendo y qué va a venir a medida que la gran obra de los eventos se revela.
En ese momento de quietud cuando el tiempo está inmóvil, podemos conectar la conciencia del alma con Dios, el Alma Suprema. Experimentamos la profunda dicha y satisfacción de la atemporalidad, un momento de conexión más allá del tiempo. Un sabor de la eternidad. Y con esta conciencia, retornamos, y volvemos al tiempo y a la historia para interpretar nuestro papel.

Ahorrar tiempo…
Conociendo el valor del tiempo, podemos crear momentos extra al no desperdiciar nuestro precioso tiempo.
Necesitamos no derrochar nuestro tiempo en pensamientos triviales y de desperdicio que nos distraen y desvían.
Necesitamos no malgastar nuestro tiempo en palabras de descuido que causan pesar o acciones dañinas que – a medida que el tiempo da la vuelta – retornan para causarnos arrepentimiento y demandarnos compensación.
Podemos hacer un gran ahorro terminando completamente todas las preocupaciones y desperdicio de tiempo, poniendo un punto final.
Necesitamos no desperdiciar ni un segundo más de energía en la dilación, no hemos de hacernos más promesas de acciones para mañana, sino en lugar de ello hacerlo ahora. Ya que, si no es ahora, entonces nunca.

Pasar tiempo……en silencio
Ahora es el momento de ir más allá de las palabras al silencio y experimentar la belleza atemporal de la paz. En este estado de conciencia, el alma individual puede salir del momento limitado y encontrarse con Dios, el Alma Suprema, ya en la tierra, más allá del tiempo. Simplemente unos pocos segundos de este estado eterno e interminable permanecen con nosotros durante un largo tiempo (es la experiencia de cielo). Podemos retornar de esa conciencia y traernos esa experiencia de intemporalidad. Podemos traerla a la memoria en cualquier momento que elijamos, ya que entonces el recuerdo de Dios se vuelve fácil y natural.

jueves, 16 de agosto de 2012

El decálogo del Rosario, por el Papa Benedicto XVI


EL PAPA BENEDICTO XVI EN LES COMBES
El Rosario es uno de los signos más elocuentes del amor. El Rosario, memoria viva de la historia de la salvación. Rezar el Rosario es poner, como María, a Jesús en el corazón.

El Papa Benedicto XVI comenzó y concluyó el mes de mayo de 2009 con sendas celebraciones marianas y con el rezo y la meditación del Rosario como hilo conductor y celebrativo. En la tarde del sábado 3 de mayo visitaba la basílica romana de Santa María la Mayor, donde se venera el ícono de María Salus Populi Romani, Patrona de la ciudad de Roma. En la tarde del sábado 31 de mayo convocaba a los fieles a una vigilia Mariana en la plaza de San Pedro. De estos discursos proceden las frases del siguiente decálogo:


1.- “El Santo Rosario no es una práctica piadosa del pasado, como oración de otros tiempos en los que se podría pensar con nostalgia. Al contrario, el Rosario está experimentando una nueva primavera”.
2.- “El Rosario es uno de los signos más elocuentes del amor que las generaciones jóvenes sienten por Jesús y por su Madre, María”.
3.- “En el mundo actual tan dispersivo, esta oración -el Rosario- ayuda a poner a Cristo en el centro como hacía la Virgen, que meditaba en su corazón todo lo que se decía de su Hijo, y también lo que El hacía y decía”.
4.- “Cuando se reza el Rosario, se reviven los momentos más importantes y significativos de la historia de la salvación; se recorren las diversas etapas de la misión de Cristo”.
5.- “Con María, el corazón se orienta hacia el misterio de Jesús. Se pone a Cristo en el centro de nuestra vida, de nuestro tiempo, de nuestras ciudades, mediante la contemplación y la meditación de sus Santos Misterios de Gozo, de Luz, de Dolor y de Gloria”.
6.- “Que María nos ayude a acoger en nosotros la gracia que procede de los Misterios del Rosario para que, a través de nosotros, pueda difundirse en la sociedad, a partir de las relaciones diarias, y purificarla de las numerosas fuerzas negativas, abriéndola a la novedad de Dios”.
7.- “Cuando se reza el Rosario de modo auténtico, no mecánico o superficial sino profundo, trae paz y reconciliación. Encierra en sí la fuerza sanadora del Nombre Santísimo de Jesús, invocado con fe y con amor en el centro de cada Avemaría”.
8.- “El Rosario, cuando no es mecánica repetición de formas tradicionales, es una meditación bíblica que nos hace recorrer los acontecimientos de la vida del  Señor en compañía de la Santísima Virgen María, conservándolos, como Ella, en nuestro corazón”.
9.- “Ahora, que finaliza el mes de mayo, no debe cesar esta buena costumbre, es más debe proseguir todavía más con mayor compromiso de manera que, en la escuela de María, la lámpara de la fe brille cada vez más en el corazón de los cristianos y en sus casas”.
10.- “(En el rezo del Rosario), os encomiendo las intenciones más urgentes de mi ministerio, las necesidades de la Iglesia, los grandes problemas de la humanidad: la paz en el mundo, la unidad de los cristianos, el diálogo entre las culturas”.

domingo, 12 de agosto de 2012

MEDITAR - CARTA DE MI AMIGO VICENTE


A continuación mi envío a Vicente y que debajo me respondió magistralmente.
"La oración de silencio es un movimiento de interiorización, en la que el orante se entrega a Dios que habita en su interior. Ya no razona acerca de Dios, sino que se queda a solas con Dios en el silencio, y Dios va haciendo en el alma su trabajo de Alfarero para ir moldeándola de acuerdo a Su Voluntad".

"Querida Susana: 

En esta madrugada, es cuando he descubierto en tu correo " la oracion del silencio" que hace tiempo me enviaste;pero que en mi ajetreo habia pasado por alto.

En este amanecer he redescubierto su hermosura. Es la oracion que practico hace tanto tiempo. Mas a lo que me dices , le agrego que cuando me dispongo a hacerla, la hago de la siguiente manera.

1.-Tomo conciencia que Dios nos habla en el silencio y nosotros tambien debemos reponderle con el mismo silencio amoroso.

2.-Para la meditacion contemplativa, las palabras no alcanzan a Dios, porque no sabiendo orar como nos lo recuerdan las Sagradas Escrituras; es "el Espiritu Santo quien por nosotros gime ante el padre con gemidos inenarrables."

3.- Sólo debemos estar lo más conscientes posible y traer a la mente la conciencia de que somos habitados por la "Divina Presencia" , especialmente cuando ese silencio está dedicado a Dios. Aunque la comparación  es insuficiente. Es como esos amores de mucho tiempo donde los enamorados ya no se dicen palabras, sino que se aman en un silencio que trascendiendo las palabras se queda en la presencia contemplativa del otro que está allí y yo con "El" en un silencio luminoso que nos une en uno solo y nos trasciende. Recuerda aquella expresión de Ap.3, 20: "Mira que estoy a la puerta (de tu corazón) y llamo y si alguno me escucha y abre su puerta, entraré en "el" y cenaré con "el" y "el" conmigo. Este es el elemento central de la oración contemplativa del silencio, abrir la puerta del corazón y quedarse en silencio dejando amarse y restaurarse por "El". Algunas veces la acompaño con la respiración, sintiendo que cuando expiro le doy mi corazón, lo estoy amando y cuando inspiro, recibo su amor y su misericordia en la soledad luminosa de los que se aman, recordando a San Juan de la Cruz: un toma  y dame, "tu me besas-yo te beso" hasta que mi ser percibe que se va para otros cielos. Siento que me pierdo de mí y me dejo asumir por "El" con entera confianza para decirlo con palabras del propio Juan de la Cruz: 

"quedéme y olvidéme,
El rostro recliné sobre mi amado
Dejando mi cuidado
Sobre las azucenas olvidado".

4.- Este silencio amoroso en nuestra relación con Dios , es profundamente terapéutico. Mientras más silencio guardo y aquieto mi mente, es en el silencio que Dios me cura de mis males, que me ama, que hace en mí lo que El quiere que yo sea.

5.- Efectivamente, la oración centrante y la meditacion contemplativa, son medios para llegar el encuentro con Dios que requieren previamente de una "palabra sagrada" o un mantra", para que la "loca de la casa" (la mente) no nos lleve para otra parte. Cuando se avanza en elcamino de la contemplación  ya no se necesitan palabras, sólo tomas conciencia de la Divina Presencia amorosa que nos habita, le das la bienvenida y te entregas al sielencio amoroso, luminoso y profundo en la coniencia de que estás en el regazo de tu Padre creador; y allí, en ese taller de curación te silencias para amar, dejarte amar, dejarte curar y restaurarte por Jesus .

6.- Es a partir de allí cuando empiezas a ser lo que "El" quiere que tú seas, que te plenifica y fortalece para hacer "Su voluntad" en la entrega.

7.- El mismo Señor nos lo dice en Mt 6,6: "Cuando vayas a orar, cierra tu puerta ( que es como decir"callate la boca"), entra en tu aposento y habla a Dios en '"el silencio" y Dios, que mora en el silencio, te recompensará.


Bueno, querida amiga en Xto gracias por compartir conmigo esta forma de oración.

Dios te bendiga y lo más importante, que tengas un espacio de solitud para estar con "El".

Vicente de jesus. 

Nota :Alguna vez tomé conciencia de que mi alma por Su amorosa misericordia y amor ,"El" la asumió para sí al meditar el nombre de "Jesus",a pesar de todos mis defectos.

CALMA, PAZ Y CONCENTRACION




Cuando mantengo un estado de calma interior evito ser esclavo de mis emociones. Asimismo ello me ayuda a conservar la calma cuando los demás se acaloran y se irritan. Tener calma no significa mantenerse distante o despreocuparse. Por el contrario, requiere una naturaleza profundamente bondadosa y conciliadora, y servir a los demás del mejor modo posible.

Aceptar las responsabilidades sin sentirse agobiado por ellas puede parecer algo difícil de lograr. No obstante, es posible si me mantengo en contacto con mi ser interior y mi fuerza interna. Si confío en ellos, los valores y principios espirituales actúan como una mano invisible que guía todos mis pasos en la dirección apropiada. Cuando soy consciente de la acción de esta fuerza, puedo aceptar responsabilidades y cumplir con ellas sin que me inquiete el resultado. Sin duda los frutos serán así provechosos.

Si quiero llevar la paz a los demás, la primera lección que debo aprender es dejar de estar en guerra conmigo mismo. Durante la meditación me retiro al refugio interior de mi alma y me regocijo con el tranquilo fluir de los pensamientos de amor que pasan por mi ser. Sólo cuando he acallado la turbulencia de mi propia mente puedo estar en paz con el mundo. Cuando he alcanzado cierto grado de paz interior, logro oír la voz de mi sabiduría y sé cuándo y dónde aplicar mi energía para mayor beneficio de todos.

Cuando me enfrento con urgencias, plazos y problemas debo resistir el impulso de inquietarme y saltar de una cosa a la otra, o bien de irritarme o de culpar a los demás, lo cual me restará aún más energía. En lugar de eso debo intentar tener una actitud afectuosa hacia mí mismo y hacia la situación, pues ello llenará de energía mi espíritu. Una actitud afable y comprensiva hacia la vida ayuda a mantener la mente clara y concentrada y a alcanzar un nivel más elevado de inteligencia espiritual.

jueves, 9 de agosto de 2012

EMOCIONES NEGATIVAS - UN OBSTACULO UTIL



Cuando aparecen emociones desagradables, como la tristeza o la angustia, lo primero que hay que hacer es reconocerlas y descifrarlas, preguntarles qué quieren o qué están expresando y aprender su mensaje (Ver C. Alemany, Psicoterapia experiencial y Focusing. La aportación de E. T. Gendlin, Bilbao, 1991; E. T. Gendlin, El Focusing en psicoterapia. Manual del método experiencial, Barcelona, 1999). Mientras yo no escuche esa enseñanza, no desaparecerán del todo; sólo se transformarán.

 Ya lo decía un maestro espiritual hace varios siglos:
"Los sentimientos malos nos hacen infelices, pero muchas veces traen beneficios. Un beneficio de la emoción negativa nos llega a veces del examen de consciencia que ella provoca. La tristeza emocional desafía los patrones comunes: ¡hay algo que no va! Nuestros modos normales de pensar y de obrar ya no funcionan… Luchando con nuestro miedo o nuestra ira, confundidos por nuestra vergüenza o sentimiento de culpa, llegamos a una certeza más profunda: aquí hay algo más de lo que ve mi mirada" (E. Whitehead-J. Whitehead, Sombras do coração, San Pablo, 1997, pp. 12-13).

Sólo así es posible ponerlas en su justo lugar, darles el puesto que les corresponde y no permitirles que se apoderen del trono:
"Entro decidido con espíritu enojado y amargado en el edificio oscuro de mi consciencia, para aclarar, por fin, de dónde provienen estas tinieblas, esta sombra abominable que me separa de la luz de mi corazón… Pero entonces me asalta una ola de pensamientos totalmente indisciplinados, abigarrados y confusos, que el corazón del hombre que los ha provocado no puede ni ordenar ni aclarar. Mientras tanto, permanezco tenaz, firme, y me siento en una silla, como si quisiera sentarme para juzgarlos. Les mando que se presenten delante de mí uno a uno, para verles claramente la cara y advertir la importancia que tiene cada uno de ellos, a fin de asignar también a cada uno el puesto que le corresponde en mi casa" (Guillermo de Saint Thierry, Meditativae Orationes 9, PL 180, pp. 232-233).

Se trata de establecer un diálogo con las inclinaciones de nuestra emotividad, para llegar a descubrir algo que grita desde nuestra profundidad. Allí no sólo hay oscuridades. Más bien, en lo más profundo, hay una riqueza inexplorada. Así Dios, "del fondo hará surgir nuevas perspectivas y aparecer nuevas posibilidades" (A. Grün-M. Fufner, Una espiritualidad desde abajo, Madrid, 2000, p. 70).

Podemos decir que en este camino suele haber tres pasos:
"En primer lugar está el diálogo con los pensamientos y sentimientos. En segundo lugar, el descenso hasta el fondo de las emociones y sentimientos, aguantando allí hasta verlos trasformados en faros luminosos que me hagan ver a Dios. En tercer lugar, rendirse ante Dios, confesar la propia nada y consiguientemente la necesidad de ponerme en las manos de Dios" (A. Grün-M. Fufner, Una espiritualidad desde abajo, Madrid 2000, p. 77).

Siempre lo que sentimos debe ser reconocido y aceptado de entrada como parte de la propia realidad actual, sin juzgarse a sí mismo por lo que uno siente. Luego viene el diálogo, la aceptación, la integración, o la renuncia, según convenga.

Consciencia pura de la realidad
Uno de los ejercicios fundamentales para debilitar las tensiones interiores, es alcanzar esta clara consciencia de la molestia y la resistencia que estoy sintiendo ante algo, para que no me domine y para que se debilite. Pero esto debe entenderse correctamente para que sea verdaderamente eficaz. No es simplemente recordar un hecho molesto que sucedió y que está dentro de mí haciéndome daño. El solo recuerdo de un hecho que me hizo sufrir puede alimentar más todavía el rencor o la tristeza que ese hecho produjo en mí. De lo que hay que tomar consciencia no es tanto de un hecho sucedido, sino de lo que yo siento a causa de ese hecho. Es tomar consciencia de esa tensión interior, de esa resistencia que hay en mi alma, de esa molestia, de ese temor o de esa tristeza. No es tomar consciencia de lo que me molesta, sino simplemente de la molestia misma. Es mirar directamente y con lucidez lo que estoy sintiendo, para descubrir su tontería y su inutilidad. Es percibir hasta el fondo lo que estoy experimentando y me hace daño, de manera que luego pueda reconocer que no sirve para nada. 

Consciencia de la inconveniencia
Al reconocer claramente esa sensación molesta y ponerle un nombre, puedo descubrir sinceramente que no vale la pena alimentar ese rechazo hacia tal persona, ese rencor por lo que me hicieron, ese desprecio hacia la persona que hizo tal cosa, etcétera. O simplemente, que no tiene sentido que me ponga mal cada vez que escucho esa música, o que me ponga triste cuando no hay sol.

Debo dejar que surja una renuncia a ese sentimiento dañino, debo dejar que nazca un desprendimiento del odio, de la tristeza, de la desilusión. No sirven para nada, no valen la pena. Por lo tanto, les digo "adiós", les niego un espacio en mi vida. Pero no es sano agredirse por estar sintiendo odio o tristeza o desprecio, porque en ese caso se termina alimentando otro odio y otra tristeza. Simplemente hay que contemplar, reconocer lo que se está sintiendo, y descubrir que no es conveniente, que no es necesario, que no tiene sentido, que es inútil. A partir de allí uno puede liberarse, y de aquel hecho que causaba odio o tristeza, sólo quedará un recuerdo sereno.

Vayamos ahora a unos ejemplos muy simples:
Puedo percibir el roce del aire fresco en mi cara y sentir un tremendo rechazo. En cambio, un esquimal tolera pacíficamente un viento helado en su rostro sin inmutarse. Pero yo puedo tomar consciencia, no del frío, sino de esa molestia mía ante el frío, de esa reacción tremenda que se produce dentro de mí ante el frío. Así puedo descubrir que esa reacción negativa no vale la pena.
Lo mismo sucede cuando me siento lastimado porque me han criticado. No se trata de detenerme a recordar esa crítica, o de ponerme a pensar en las actitudes de la persona que me criticó. Sólo se trata de percibir detenidamente
la molestia que estoy sintiendo: mi vanidad herida, el dolor de mi orgullo lastimado. Entonces descubro que no tiene sentido conservar ese sentimiento tonto. No basta decir: "siento que no me tienen en cuenta". Eso sólo me recuerda un hecho: que no me tienen en cuenta. Estamos hablando de algo más; de precisar exactamente el sentimiento, el estado de ánimo que se despierta en mí ante el hecho de que no me tienen en cuenta: debilidad, rencor, deseos de venganza, sensación de abandono, etcétera. Es prestar atención a ese sentimiento preciso que me hace daño y descubrir qué tonto es gastar energías y desgastarme en eso. ¿Acaso es tan importante que yo tenga ese fracaso en mi historia? Entonces, ¿vale la pena entristecerme por ese fracaso? ¿Acaso es tan terrible que yo sienta ese dolor, que en mi sensibilidad exista esa molestia? Adiós a ese sentimiento inútil. A otra cosa.
 
Un cauce para la energía emotiva
Con respecto a las emociones negativas que puedan contradecir nuestras opciones, la actitud adecuada no es la de resistirnos contra ellas y provocar una guerra interior. Es mejor llegar a percibir que esas sensaciones son tontas o inconvenientes, pero que en ellas hay una energía muy valiosa que puede ser mejor encauzada. 

De hecho, en nosotros hay mucho más que instinto, porque las pasiones son objeto de una acción creativa del ser humano, que las manifiesta recreándolas: por ejemplo, convirtiendo el sexo en erotismo, la agresividad en venganza, el deseo en admiración y seguimiento, etcétera. Porque estas "tendencias del hombre gozan de una inmensa plasticidad" (Ch. A. Bernard, Teologia affettiva, Cinisello Balsamo, 1985, p. 26). Entonces, en lugar de destruir o reprimir las pasiones que nos perturban, podemos aprovechar su gran potencialidad: La energía que he puesto en la tonta envidia que siento hacia otra persona, puede ser transformada en una sana admiración hacia esa persona; una admiración que me alegre por lo que Dios siembra en ella y me estimule a desarrollar otros dones que yo tengo, que me mueva a sacar lo mejor de mí.

Cuando una tristeza me hace descubrir mi lado frágil, eso me puede estimular a poner realmente mi apoyo en el amor de Dios y ya no pretender que mis pequeñas fuerzas sean infinitas. Una desilusión amorosa me puede llevar a escuchar el llamado místico que llevo dentro, o a dedicarme más a buscar la felicidad de los demás y no tanto la realización de los propios planes.Un fracaso me puede ayudar a reconocer que hay muchas cosas que yo descuidaba por estar pendiente de un éxito, y cuando el fracaso derrumba ese éxito soñado, muchas otras cosas pueden recuperar su valor.
Cuando soy agredido y despreciado, puedo dar lugar a que la parte más fuerte y sana de mi ser preste su auxilio a la parte más vulnerable, que se siente agredida, para que los estímulos negativos no sean más poderosos que el potencial positivo que llevo dentro. Y puedo expresarlo con una frase como la siguiente: "Esas personas necesitan lograr que me sienta un inútil, para compensar sus propias carencias. Los comprendo. Pero no es cierto que yo sea un inútil. Yo tengo muchas otras capacidades que puedo explotar para bien de los demás, aunque algunos no puedan verlo". Eso es darle un cauce a la energía insatisfecha para evitar que ande vagando confusamente por nuestro interior, dominándonos en el desorden y enfermándonos.

Por eso, también es bueno dedicar un tiempo a pensar en los valores que podemos llegar a desarrollar, o recordar a menudo algunos modelos que nos atraigan para vivir de otra manera.

Un ejercicio útil en este sentido es detenernos frecuentemente a visualizar las cosas bellas, a imaginarlas de tal manera que despierten agrado en nuestro interior. Sólo así podrán ocupar el lugar de los sentimientos negativos, para que las agresiones externas no nos lleven a encerrarnos en nuestro dolor. 

miércoles, 8 de agosto de 2012

ENCONTRAR A DIOS EN EL DESIERTO



¿Alguna vez te has escapado o has resuelto un conflicto, sólo para después sentirte solo y fatigado, como si estuvieras recorriendo un desierto? El Señor parece estar lejos. Él te ayudó durante la dificultad, ¿pero ahora dónde está él?  Así es como se sintieron los israelitas en la primera lectura de hoy. Después de estar esclavizados y oprimidos y conquistados en la guerra, ellos se sintieron derrotados por Dios en lugar de amados; ellos necesitaron su fortalecimiento.
  
Una gran maravilla del reino de Dios es que entre más abandonados nos sentimos, el más trata realmente de ayudarnos. Cuando estamos cansados de nuestros problemas, Dios tiene la restauración que buscamos.  Sin embargo, puesto que él parece estar tan lejos, tomamos nuestras propias decisiones. En esta escritura, nosotros leemos que "descansaremos".  Para recibirlo, nosotros debemos simplemente detenernos.  Dejar de hacer lo que estamos haciendo. 

Deja de correr tras lo que piensas que necesitas.  Deja de quejarte.  Deja de reaccionar como si tus sentimientos representan exactamente la verdad.
 
Fue en el desierto que los israelitas fueron reforzados y fueron preparados para la Tierra Prometida; tuvieron que dejar de correr hacia su destino y vagar lentamente alrededor del desierto, deteniéndose por períodos largos.  Fue en el desierto que Jesús fue reforzado y fue preparado para su batalla contra Satanás; tuvo que tomar un tiempo sabático de cuarenta-días para prepararse para su ministerio público.

"Te edificaré y serás reedificada," Dios nos dice en esta lectura. El tiempo del desierto es un período de descansar antes del reedificar.  Si creyéramos en la Palabra de Dios, nosotros estaríamos celebrando con tambores (o las guitarras o los pianos o CDs o lo que tengamos), gritando de alegría, proclamando la bondad de Dios. 

¡En el salmo responsorial de hoy, Dios recomienda bailar y regocijarse! ¿Por qué? Porque él nos protege como un pastor. En la Tierra santa, los pastores todavía guían a sus rebaños a través del desierto. Hay largos caminos entre parches de alimento, así que lo toman lentamente. No hay prisa. Apurarse aumentaría su sed y los desgastaría bajo el sol ardiente.  Las ovejas no trepan como locas en busca de cumplir sus necesidades, como nosotros lo hacemos. Simplemente confían en su pastor.

Dios es un gran Pastor.  Él se preocupa mucho más por nosotros que los pastores humanos por sus ovejas. Él está con nosotros cada paso del camino. Si nos asustamos y corremos, él no corre con nosotros, porque él no se asusta, y es por eso que para nosotros parece como si estuviera muy lejos. Pero tan pronto como nos detenemos - tan pronto nos atrevemos en confiar en nuestro Pastor y nos permitirnos descansar, aceptando las condiciones del desierto en vez de recorrer por aquí y por allá en busca de un paisaje diferente - podemos sentir su cercanía tranquilizante.


jueves, 2 de agosto de 2012

FRACASAR ES CRECER

Un trabajo del Hermano Saulo.

Cuando Thomas Alva Edison inventó la bombilla, no le salió a la primera. Durante casi tres años tuvo la paciencia de probar con seis mil fibras diferentes: vegetales, minerales, animales e incluso humanas –ensayó hasta con un pelo de la barba pelirroja de uno de sus colaboradores-. Antes del éxito, efectuó casi mil intentos. Tantos, que uno de sus ayudantes le preguntó si no se desanimaba con tantos fracasos.

-"¿Fracasos? No sé de qué me hablas. Con cada descubrimiento me enteré de un motivo por el cual una bombilla no funciona. Ahora ya sé que hay mil maneras de no hacer una bombilla". 
Gustavo Adolfo Bécquer es el poeta preferido de los corazones románticos y los espíritus melancólicos. Sus poemas se estudian en los institutos y universidades y su obra es reeditada una y otra vez desde hace casi  de siglo y medio. Pero sabemos que fue un hombre atormentado, víctima de pasiones delirantes y amores contrariados, que nació pobre, vivió pobre y murió pobre, como lo definió Azorín. Jamás llegó a conocer el éxito de su obra, pero no por ello sus lectores seguimos fascinados con las rimas que, cada primavera, harán que vuelvan las oscuras golondrinas que aprendieron los nombres de tantos enamorados.

Van Gogh llegó a pintar novecientos cuadros y mil seiscientos dibujos en unos diez años. Sin embargo, mientras vivió apenas logró vender unos pocos. Murió sin blanca, pero hoy día es uno de los pintores de cuyas obras más se han escrito y mejor se han pagado.

Fracaso fue el que debió sentir Juan el Bautista cuando, a pesar del ayuno casi permanente, de andar pregonando por todos los caminos de Tierra Santa la buena noticia de Jesucristo y congregar multitudes de seguidores, se llamaba a sí mismo como la voz que predicaba en el desierto. Fracaso debió de ser el sentimiento que atormentó a Abraham cuando quiso salvar a Sodoma si encontraba cincuenta personas justas. Después de regatear con el Señor en un diálogo maravilloso, logró que Dios se conformase con hallar sólo a diez hombres buenos con los que poder salvar a todo un pueblo. Pero el Señor no es Diógenes que se hubiese conformado con encontrar a un hombre honesto. Abraham  ni siquiera reunió ese número de diez, y Sodoma fue destruida. Fracaso fue el que acompañó durante los treinta años en que oró y lloró Mónica por la conversión de su hijo, Agustín de Hipona, cuando pareció que las plegarias las esparcía el viento y no llegaban al cielo.

Tomás de Kempis escribió La Imitación de Cristo mientras vivió recluido en un monasterio hasta que murió a los noventa años. Ese libro es del que más ediciones se han publicado después de la Biblia, y ha sido el abrevadero en el que han bebido tantos santos y tantos místicos, pero la primera vez que su obra fue impresa fue tras el fallecimiento de Kempis. 

San Pablo escribía sus epístolas a plazos en los altos que hacía en el camino, mientras tejía tiendas  con Aquila y Priscila, estaba preso o se recuperaba de los intentos de asesinato que sufrió. Eran cartas dirigidas a comunidades pequeñas y eran leídas en asambleas reducidas. Esos textos viajaban por desiertos, bajaban barrancos y atravesaban montañas, probablemente a lomos de mulo o en carretas destartaladas. Es muy posible que alguna vez se perdieran y volvieran a recuperarse, que tuvieron que ser escondidas ante el acoso de los perseguidores de los cristianos. Cuando las escribió es razonable pensar que el apóstol jamás calibró el alcance que llegarían a tener en el futuro para la cristiandad. Durante décadas, incluso siglos, esas cartas tan profundas tuvieron un público muy escaso, pero operaron como la gota que va erosionando hasta perforarla, segundo a segundo, la roca milenaria. Para entonces, la masa crítica de los fieles logró que, dos mil años después, los textos San Pablo sean proclamados cada día en iglesias, asambleas y hogares por millones de personas, creyentes o no, de todo el mundo.

El mismo Jesús también debió padecer la desolación de la derrota. Cuando visitó al pueblo donde se crió, no pudo ser profeta en su tierra ni obrar ningún milagro al no hallar a gente con fe. Los mismos que el Domingo de Ramos le vitoreaban Hosanna, Hosanna, fueron los que, camino del Calvario, pedían su crucifixión. Fracasado debió saberse cuando Pedro, al que le confió el timón de la Iglesia, le negó no una, sino tres veces. Fracaso que le llevó a llorar sangre cuando pidió por tres veces a sus discípulos más amados que rezaran junto a él, y las tres veces los halló durmiendo. Pero quizá el mayor de los fracasos fue saber que uno de los doce que eligió fue el que le traicionó y le vendió.

El mismo Jesús también debió padecer la desolación de la derrota. Cuando visitó al pueblo donde se crió, no pudo ser profeta en su tierra ni obrar ningún milagro al no hallar a gente con fe. Los mismos que el Domingo de Ramos le vitoreaban Hosanna, Hosanna, fueron los que, camino del Calvario, pedían su crucifixión. Fracasado debió saberse cuando Pedro, al que le confió el timón de la Iglesia, le negó no una, sino tres veces. Fracaso que le llevó a llorar sangre cuando pidió por tres veces a sus discípulos más amados que rezaran junto a él, y las tres veces los halló durmiendo. Pero quizá el mayor de los fracasos fue saber que uno de los doce que eligió fue el que le traicionó y le vendió.

  En mayor o menor medida, todos somos tocados por esa parálisis fatal que es el pesimismo. Contagiados por esta sociedad actual del éxito fulgurante, la movilización de masas y las listas de éxitos, el evangelizador de hoy publica bitácoras con la confianza que, desde el primer día, recibamos miles de visitas. Los predicadores modernos sueñan con llenar estadios, los escritores católicos con que sus obras se reediten sin parar, los misioneros carismáticos con que, al imponer las manos, se levanten de sus sillas de ruedas los paralíticos, que los tuertos y los ciegos vuelvan a ver, y que hasta algún muerto resucite.


Pero sólo somos profetas de andar por casa, de rosario y zapatillas. Nos han ordenado que echemos la semilla y aguardemos a la cosecha, pero nos parece poco el grano recibido para la inmensidad de los trigales que esperan ser sembrados. Nos ahoga la responsabilidad de la tarea formidable ante la pequeñez de nuestras fuerzas, porque el mal ejemplo de un solo cristiano deshonesto logra más apóstatas que el trabajo sucio de un millón de ateos furiosos. Dios logra mejores resultados con un solo corazón limpio que con un ejército de propagandistas faltos de caridad. Nunca podremos cambiar el mundo nosotros solos, pero podemos y debemos transformar las realidades próximas que nos sobrecogen por su injusticia. Dios no nos pide ningún milagro: ésos corren de su cuenta.