jueves, 24 de noviembre de 2011

ETTY BUSCADORA DE DIOS



La evolución espiritual y religiosa del Etty ocupa el primer plano en su diario. Se inicia con una Etty que es una mujer laica y que no practica ninguna religión. En esta etapa de su vida, el nombre de Dios aparece en el diario más como una expresión literaria o como un factor sociológico que con un sentido de fe religiosa, como dice González Faus.

Poco a poco la espiritualidad de Etty va presentando una serie de tonalidades, colores y acentos propios. Pero a la vez, están muy cercanos a nuestra realidad actual.

En primer lugar, Etty se mostrará cada vez más sensible a la presencia de Dios. Es una presencia en todas las cosas y en todos los seres. Una presencia que unifica totalmente su ser. Una presencia que le hace sospechar que Dios tiene que ver con la búsqueda de la liberación interior y con la sensación que tantas veces ha sentido de que la vida merece la pena a pesar de todo.

Tratando de encontrarse a sí misma, se convierte en Buscadora de Dios.
Un rasgo que destaca en su camino espiritual es que va descubriendo a Dios en su interior.

Se va sintiendo habitada por Dios. Escribe:

“Dentro de mí hay un pozo muy profundo. Y ahí dentro está Dios. A veces me es accesible. Pero a menudo hay piedras y escombros taponando ese pozo y entonces Dios está enterrado. Hay que desenterrarlo de nuevo. Me imagino que hay gente que reza con los ojos dirigidos hacia arriba. Ellos buscan a Dios fuera de sí mismos. También hay otras personas que agachan la cabeza profundamente y que la esconden entre sus manos; creo que esa gente busca a Dios dentro de sí misma” (26 de agosto de 1941)

Un paso decisivo en esa búsqueda se da cuando ella misma se queda sorprendida de ser
“La chica que no sabía arrodillarse y que aún así lo aprendió sobre una áspera alfombra de coco en un baño desordenado” (22 de noviembre de 1941)

Distintas expresiones de su diario hablan de una oración inmensa en lo cotidiano, y que se dirige a Dios de una forma coloquial y confiada. Así el 25 de octubre de 1941 recoge una impresionante oración que le brota en una de las tantas ocasiones en las que iba en bicicleta por la calle:

“Dios, cógeme de tu mano, te acompaño obedientemente, sin resistirme. No rehuiré nada de lo que me llegue en la vida, lo asimilaré con todas mis fuerzas. Pero dame de vez en cuando un breve instante de tranquilidad. Tampoco pensaré, en toda mi inocencia, que la paz, en caso de que me llegue, vaya a ser eterna. También aceptaré la intranquilidad y la lucha que volverán a continuación. Me gusta estar protegida por el calor y la seguridad, pero tampoco me rebelaré si entro en el frío, siempre y cuando sea de tu mano. Iré a todas partes de tu mano y quiero procurar no tener miedo .Intentaré irradiar algo del amor, del verdadero amor humano que hay en mí, en cualquier parte que esté”.

Y volverá aún sobre este tema en el último cuaderno de su diario:

“Amo tanto al prójimo, porque amo en cada persona un poco de ti, Dios. Te busco por todas partes en los seres humanos, y a menudo encuentro un trozo de ti. Intento desenterrarte de los corazones de los demás”. (15 de septiembre de 1942).

Y el mismo día en el que moría J. Spier, es capaz de recordarlo de esta manera:

“…Tú, gran persona comprensiva, buscador de Dios, que encontraste a Dios. Has buscado a Dios por todas partes, en cada corazón que se abría a ti –y cuántos han sido-, y en todas partes encontraste un pequeño fragmento de Dios. Nunca te has rendido” (15 de septiembre de 1942).

Ayudar a Dios

Etty elabora su propio lenguaje simbólico y místico. En esos tiempos de terror, como ella los califica, “ayudar a Dios, para Etty, es encontrarle un resguardo dentro de sí, ofrecerle hospitalidad, buscarle un cobijo en las personas sufrientes que encuentra, salvar un pedacito de Dios en los seres humanos…Salvar la existencia de Dios en la desventura. Ser huésped y amiga” (W. Tommasi); “Ayudar a Dios es ayudar al amor que no tiene más fuerza que su misma oferta” (González Faus).

En este sentido, es estremecedora esta oración:

“Corren malos tiempos, Dios mío. Esta noche me ocurrió algo por primera vez: estaba desvelada, con los ojos ardientes en la oscuridad, y veía imágenes del sufrimiento humano. Dios, te prometo una cosa: no haré que mis preocupaciones por el futuro pesen como un lastre en el día de hoy, aunque para eso se necesite cierta práctica… Te ayudaré, Dios mío, para que no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por anticipado. Sólo una cosa es para mí cada vez más evidente: que tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos. Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios: salvar un fragmento de ti en nosotros. Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones desolados de la gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar mucho las circunstancias; al fin y al cabo, pertenecen a esta vida…Y con cada latido del corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino que debemos ayudarte nosotros a ti y que tenemos que defender hasta el final el lugar que ocupas en nuestro interior…Mantendré en un futuro próximo muchísimas más conversaciones contigo y de esta manera impediré que huyas de mí. Tú también vivirás pobres tiempos en mí, Señor, en los que no estarás alimentado por mi confianza. Pero, créeme, seguiré trabajando por ti y te seré fiel y no te echaré de mi interior“ (12 de julio de 1942)

La actitud y vivencia de Etty ante el sufrimiento

Es otro acento muy personal y para algunos/as de sus comentaristas (como Evelyne Frank ), motivo de interpelación e incluso de acusación de cierto “masoquismo” y de excesiva resignación.


“La trayectoria de Etty – expresa González Faus- va de una obsesión por sus problemas personales, descuidando la situación social, a una aceptación radical, valiente y lúcida del drama que se le viene encima”. Etty parece creer que la dignidad humana no se pierde por el hecho de sufrir, sino por el modo en que sufrimos.

“Quieren nuestra completa destrucción. Ahora sí que lo sé. No molestaré a los demás con mis temores, no estaré amargada si los otros no entienden qué es lo que nos importa a los judíos…A pesar de todo, la vida está llena de sentido, aunque apenas me atrevo a comentar eso ante los demás. La vida y la muerte, el sufrimiento y la alegría, las ampollas en mis destrozados pies y el jazmín detrás de mi casa, la persecución, las innumerables crueldades sin sentido…: todo eso está dentro de mi como una fuerte unidad, y lo acepto como un todo, y empiezo a comprenderlo cada vez mejor, sólo para mí misma, sin ser capaz hasta ahora de explicarle a nadie cómo está todo interrelacionado…No estoy amargada y no me rebelo. Tampoco estoy desanimada, ni estoy resignada en absoluto…Suena casi paradójico: cuando uno deja fuera de su vida la muerte, la vida nunca es plena; y cuando se incluye la muerte en la vida, uno la amplía y enriquece” (3 de julio de 1942)

Quisiera ser un bálsamo derramado sobre tantas heridas (13 de octubre de 1942)

Las cartas de Etty están llenas de actuaciones que hacen de “bálsamo” en la vida de cada día de esas personas hacinadas en barracones, pasando hambre, frío, enfermedad, miedo humillación…

“El día anterior acudí a la barraca hospitalaria, y fui de lecho en lecho. ¿Cuáles estarían vacíos al día siguiente?...Una chica me llama. Está sentada en su cama, con sus grandes ojos abiertos… Padece una parálisis parcial y acaba de aprender a caminar… “¿Te lo han dicho? Me tengo que ir”…Nos miramos en silencio. No tiene rostro, sólo ojos…” (24 de agosto de 1943)

Etty va sintiendo y viviendo una solidaria compasión, va haciendo real esa frase que escribió a final de su Diario: “He partido mi cuerpo como el pan y lo he repartido entre los hombres” (13 de octubre de 1942)

Sus cartas se van convirtiendo cada vez más insistentemente en oración. En la última carta que pudo hacer llegar a su amiga más íntima Henny Tideman, que era cristiana, escribe esta oración:

“Esta tarde estaba descansando en mi camastro y he tenido el impulso repentino de escribir en mi diario el fragmento que te incluyo: “Tú que me diste tanto, Dios mío, permíteme también dar a manos llenas. Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, en una larga conversación. Cuando estoy en algún rincón del campamento, con los pies en la tierra y los ojos apuntando al cielo, siento el rostro anegado en lágrimas, única salida de la intensa emoción y de la gratitud. A veces, por la noche, tendida en el lecho y en Paz contigo, también me embargan las lágrimas de gratitud, que constituyen mi plegaria”… (18 de agosto de 1943)

MAS SOBRE ETTY


Etty en su relación sentimental con Spier, un psicólogo que la cautivó, acabó descubriendo algo fundamental. Por ejemplo:

- que la sexualidad es algo más, mucho, más que placer. La sexualidad es “poder” y autoafirmación; puede ser también entrega. Y todo el intríngulis de su ética reside en convertir el poder en entrega. Más allá de los mecanismos físicos que son muy diferentes en ambos sexos (en contra de lo que promulga una falsa liberación sexual de la mujer), está esa difícil tarea de convertir el poder en entrega, o de evitar que el afán de poder se enmascare -y chantajee- bajo la capa de la entrega.

- También que la plenitud o el éxtasis corporal es verdadera plenitud cuando va acompañada de un éxtasis espiritual (la obsesión de Spier por la unidad de cuerpo y mente). Sin esta plenitud espiritual el sexo, lejos de saciar, alimenta más la sed como el agua de la samaritana. Y acaba convirtiéndose en adicción que es algo ya muy distinto de una necesidad natural; o acaba buscando esa plenitud imposible por caminos no demasiado naturales en los que “lo prohibido” se pervierte, por eso mismo, en pseudopromesa, en lugar de actuar como marca del camino.
-
Finalmente el hecho de que Etty no actúe en nombre de legalismos, moralismos o imposiciones exteriores, sino buscando lo mejor de sí misma y para sí misma, da a su lucha una ejemplaridad que no tienen muchas imposiciones eclesiásticas.

Algo de eso muestran estas conclusiones que he citado en algún otro lugar: “No debemos pretender expresar físicamente todo lo que sentimos por otra persona. Precisamente por eso me quedo siempre tan triste después de un contacto físico. Se puede expresar mucho más con un gesto bien pequeño que con la más salvaje y apasionada noche de amor. Yo me arrojaba contra él casi con desesperación: ahora las cosas no van tan mal como solían ir, ni mucho menos. Me hacen feliz sus caricias aunque siempre temo que, de repente, alcancemos un límite que ya no nos permita ir más allá” (25 abril 1942).

Y es que, en el campo de la moral y de la bondad, lo que cuenta ante el juicio definitivo de Dios no es tener un expediente impoluto sino lo que se ha aprendido a amar. Como Faus ha dicho otras veces, María Magdalena es mucho más casta que algunos eclesiásticos, quizá tan observantes como fariseos...

Leandro Sequeiros San Román es Catedrático de Paleontología y miembro de la Cátedra CTR. Facultad de Teología, Granada.

ETTY HILLESUM


El Diario de Etty Hillesum: "Buscar a Dios en el Holocausto".

Una joven judía ajusticiada en Auschwitz devela el significado de la experiencia religiosa en la existencia humana.

Mucha gente ha oído hablar de Anna Frank. Pero pocos conocen a Esther "Etty" Hillesum. Etty, como era llamada por sus amigos, nació en Middelburg (Holanda) el 15 de enero de 1914. Escribió un diario íntimo y extenso entre 1941 y 1943, durante la Segunda Guerra Mundial.

En este diario manifiesta sus sentimientos durante su cautiverio en el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, donde fue asesinada.

El diario de Etty muestra una experiencia religiosa impresionante vivida desde una experiencia dramática de sufrimiento en las tormentosas circunstancias de la persecución nazi a los judíos.

Escribirá:

«(…) Las amenazas y el terror crecen día a día. Me refugio en la oración como un muro oscuro que ofrece seguridad, me refugio en la oración como si fuera la celda de un convento; ni salgo, tan recogida, concentrada y fuerte estoy. Este retirarme en la celda cerrada de la oración, se vuelve para mí una realidad siempre más grande, y también un hecho siempre más objetivo. La concentración interna construye altos muros entre los cuales me reencuentro yo misma y mi totalidad, lejos de todas las distracciones. Y podré imaginarme un tiempo en el cual estaré arrodillada por días y días, hasta no sentir los muros alrededor, lo que me impedirá destruirme, perderme y arruinarme.» (Diario, 18 de mayo de 1942).

Entre sus dichos se cuentan los siguientes, todos ellos producto de su fuerte experiencia contemplativa:

“¿Sería mucha soberbia por mi parte afirmar que tengo demasiado amor en mí como para dárselo a una sola persona?”.

“Hay que saber aceptar que se tienen momentos estériles. Cuanto más honestamente se acepte, más rápido pasa un momento así. Hay que tener valor para hacer una pausa. También hay que atreverse a estar vacío y abatido”.

“Tenemos que estar convencidos de que cada chispa de odio que nosotros añadamos al mundo, lo hace más inhóspito de lo que ya es”.

“La edad del alma es otra que la edad que se encuentra inscrita en el registro civil. Creo que el alma ya tiene una determinada edad al nacer, y que eso no cambiará”.

“Regálame un verso al día, Dios mío, y si no lo pudiera escribir, porque no hay ni papel ni luz, entonces lo recitaré suavemente por la noche bajo tu gran cielo. Pero regálame de vez en cuando un solo versito”.

(Etty Hillesum, joven judía víctima del Nazismo)

sábado, 19 de noviembre de 2011

CRISTO REY DEL UNIVERSO


Que mis caminos, de palabra y de obra,
empiecen y acaben en Ti.
Sabiendo que, contigo, todo acabará bien:
en victoria y en triunfo seguro
con amor, frente al odio
desde el servicio, antes que el egoísmo.
QUIERO PARECERME A TI, MI REY
Y, cuando la cruz asome en el horizonte,
agarrarme a ella con la obediencia de la fe.
Derramando desde ese trono de madera
mi vida y mi valor, mi esfuerzo y mi generosidad
Derramando como Tú, oh Señor,
palabras de aliento y de consuelo
ánimo, valor y esperanza.
QUIERO PARECERME A TI, MI REY
Y, al contemplar tu poder y tu reinado
saber que, no hay nada en el mundo,
comparable a lo que Tú me ofreces:
tu Verdad, tu Camino y tu Vida
Dueño, Rey y Señor de la historia.
Que ningún otro tesoro, reluciente al ojo humano,
me aparte de Ti…oh Rey soberano
Amén.
Tomado de Ecclesia Digital

miércoles, 16 de noviembre de 2011

EL CAMINO DEL ESPIRITU


Tomas Spidlik

INTRODUCCIÓN

El camino hacia la madurez espiritual es un camino hacia lo esencial. Poco a poco las minucias, los detalles, pierden su encanto y atractivo. En algún momento fueron importantes. Eran incluso indispensables en algunos pasos de la vida espiritual. Pero la mirada del hombre va concentrándose gradualmente en las cosas que permanecen. Son realidades que permanecen en el corazón del hombre de todos los tiempos, y precisamente esa permanencia, el hecho de que todos los tiempos y todos los hombres las sientan como propias y familiares, es un misterio. En eso consiste la ciencia espiritual, la sabiduría. Los textos sapienciales son textos más bien sobrios, con pocos adjetivos, y, sin embargo, son extraordinariamente jugosos para la persona que entra en el camino espiritual, que busca y ama la Sabiduría.

La sabiduría espiritual cristiana es fundamentalmente una y múltiple al mismo tiempo. La espiritualidad es necesariamente ecuménica. La misma realidad es percibida, saboreada y descrita de modo distinto en las diferentes culturas. Y probablemente la máxima sabiduría espiritual consiste en recibir conscientemente como don todas las tradiciones y todas las sabidurías de las diversas culturas y generaciones: sentir cercanos a los santos de Occidente y Oriente, conversar con familiaridad por ejemplo, con los santos eslavos o siríacos, estar en compañía de los santos Padres, y vivir en nuestro tiempo afrontando la problemática de hoy y de mañana.

El padre Spidlik, tras 45 años de investigación y laborioso estudio sobre la espiritualidad oriental cristiana, llega al momento más hermoso para un padre espiritual católico: el Santo Padre Juan Pablo II le ha pedido que le dé los ejercicios espirituales.

Para el Instituto Pontificio Oriental y el Centro de estudios e investigación «Ezio Aletti», donde el padre Spidlik vive y trabaja, éste es un momento de gracia y agradecimiento a Dios.

Este libro contiene las meditaciones espirituales del padre Spidlik al Papa y a la curia en los ejercicios de la Cuaresma de 1995.

P. Marko Ivan Rupnik

Para acceder al libro clickear aquí


martes, 15 de noviembre de 2011

ESPIRITUALIDAD EN LA VIDA COTIDIANA


El ser humano es, por su propia naturaleza, un ser teologal. Esto significa que la persona está orientada hacia el Amor y a recorrer la senda temporal que lo lleve a la comunión. La apertura al encuentro con el Tú divino y los tús humanos forma parte de la esencia misma del hombre. Es así que en la medida en que el ser humano responda a sus dinamismos más profundos, cooperando desde su propia libertad con el divino Plan inscrito en lo más hondo de su ser, estará respondiendo a la invitación de Dios para alcanzar su plenitud.

Una espiritualidad de la vida cotidiana no implica otra cosa que buscar responder con coherencia y fidelidad a nuestra opción fundamental por el Señor Jesús. Es hacer de toda nuestra vida un verdadero gesto litúrgico (Puebla, 213), transformando toda nuestra existencia en un culto agradable a Dios (Rom 12, 1-2).

Se trata, pues, de trascender la falsa dicotomía entre fe y vida, entre vida espiritual y actividad cotidiana, para integrarlas en experiencia y celebración de la fe en todas las circunstancias concretas de la propia existencia. Las actividades y trabajos de cada día, así como los momentos de esparcimiento y descanso, no deben ser ocasión de ruptura en nuestra opción cristiana, sino que deben ser integradas en una dinámica oracional, para convertirse, de esta manera, en instancias de crecimiento y maduración en la vida cristiana, según el Plan de Dios para cada uno.

El creyente auténtico no se contenta con ser un cristiano de domingo, que se refiere a Dios tan solo en momentos especiales o en circunstancias extraordinarias. Es seguidor del Señor a tiempo completo. Y es que la vida cristiana no puede vivirse de otra manera. Quien opta por el Señor Jesús no hace una opción más, muy importante quizás, pero al final de cuentas una opción mas entre muchas. Se trata de una opción fundamental, una elección que va a la raíz, que apunta a la globalidad desde el núcleo íntimo. La recta opción cristiana es aquella en la que el Señor Jesús se convierte en la razón última de la propia existencia, donde busco encaminar todo mi ser en un camino configurante con el Señor por medio del amor.

CAMINANDO EN PRESENCIA DE DIOS

La oración ciertamente constituye una dimensión fundamental de la vida cristiana. Sin la oración, la existencia humana está muerta, pues le falta la fuente misma de la vida interior. Es en la vida de oración donde el creyente se encuentra con Dios, conoce más de cerca al Señor, alimenta su interioridad y se fortalece para la vida cotidiana, para la misión apostólica. Por eso es fundamental contar por lo menos con un tiempo fuerte de oración personal durante el día, como momento privilegiado de encuentro cercano y diálogo íntimo con Dios Amor.

Sin embargo, esto no basta. Toda nuestra vida debe ser constante oración. Para ello debemos procurar vivir en permanente presencia de Dios, lo que nos lleva a vivir un espíritu de oración constante en medio de nuestras ocupaciones diarias. Proporciona a nuestra actividad diaria un carácter santificador. Nos da horizonte de eternidad, una aproximación a la realidad que nos permite trascender la superficialidad de la vida contemporánea, de las tentaciones consumistas o secularizantes, para descubrir la acción de Dios en las situaciones ordinarias de cada día.

Para vivir en presencia de Dios mucho nos ayudará ofrecerle nuestras actividades diarias a quien es Señor de la Vida y el Amor, sobretodo al comienzo y al final de cada día, el repetir jaculatorias a lo largo de la jornada, es decir breves oraciones, el aprovechar las distintas actividades cotidianas para elevarnos en alegre acción de gracias, en humilde petición, en sincera alabanza -al comenzar un trabajo, antes del estudio, en las comidas, etc.-.

EXAMEN CONTINUO DE INTENCIONES

Una espiritualidad de la vida cotidiana supone un esfuerzo constante por descubrir el Plan de Dios en las distintas circunstancias concretas de la propia vida, para encaminarnos así en la dirección a la que éste apunta. Es así que un continuo examen de intenciones nos permitirá descubrir qué nos anima a realizar las distintas tareas o empresas que hacemos.

Este examen continuo de intenciones resulta muy efectivo contra la nefasta ley del gusto-disgusto. El cristiano no se mueve según lo que le provoca o lo que más le acomoda, ni rechaza las cosas por el mero hecho de que éstas les resultan desagradables o incómodas. No podemos ser fáciles víctimas de nuestros sentimientos desordenados, sino que debemos procurar que toda nuestra vida sea una respuesta a la iniciativa divina, desde una obediencia amorosa y generosa al Plan de Dios (Mt 26, 39; Lc 1, 38). El capricho no es camino de felicidad; el designio divino sí lo es.

RENUNCIA A LOS FRUTOS

Otro aspecto fundamental para la vivencia de una espiritualidad de la vida cotidiana consiste en vivir un espíritu de pobreza renunciando a los frutos de nuestras acciones, ofreciéndoselos a Dios.

El hombre contemporáneo se ha tornado esclavo de su propia actividad, hasta tal punto, que para muchos el quehacer se ha convertido en lo que da sentido a su propia vida. Las personas ya no valen por lo que son, sino por lo que hacen; es más, por la calidad de los resultados que obtienen. De ahí que el modelo del triunfador, tan frecuentemente ensalzado por los medios de comunicación, se haya erigido como uno de los nuevos mitos del mundo moderno.

Sin embargo, el cristiano no desprecia la actividad. Al contrario, la valora mucho, pero desde su lugar, es decir como camino a la santidad en cuanto subordinada al divino Plan. La renuncia a los frutos nos permite vivir en libertad y desprendimiento con respecto a nuestra historia y nuestro destino, pues somos instrumentos libres en las manos de Dios, cooperadores con la gracia divina en la obra de la salvación. Al situarnos en esta perspectiva tan evangélica, lo hacemos conscientes del sentido de las palabras del Señor: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra... Yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos, que blanquean ya para la siega. Ya el segador recibe el salario, y recoge fruto para vida eterna, de modo que el sembrador se alegra igual que el segador. Porque en esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el segador: yo os he enviado a segar donde vosotros no os habéis fatigado. Otros se fatigaron y vosotros os aprovecháis de su fatiga" (Jn 4, 34.35b-38).

MARÍA EJEMPLO

Una espiritualidad de la vida cotidiana necesariamente se encuentra referida a Santa María. En la Madre, la fe resplandece como don, apertura, respuesta, fidelidad (Puebla, 296), día a día. María se deja iluminar por la Palabra, la acoge en su ser y la plasma en su vida entera. Todo lo mira con los ojos de la fe, todo lo aguarda con confiada esperanza, toda su jornada está sellada por el dinamismo del amor.

Vivir una espiritualidad de la vida cotidiana a semejanza de María, nos introduce en una dinámica que nos conduce a la vivencia de la comunión con Dios, con uno mismo, con los hermanos y con las realidades terrenas en las circunstancias cotidianas, en los actos ordinarios de la vida. Desde la Cruz, el Señor Jesús nos señala a la Madre como compañía para el camino; recorrerlo con Ella es garantía para llegar al destino.

CITAS PARA MEDITAR
Guía para la Oración

  • Vivir una espiritualidad de la vida cotidiana: Rom 12, 1-2; Ef 4, 1; Col 3, 17.
  • Presencia de Dios Sal 16(15), 8; Sal 116(114-115), 9; Mt 28, 20; Hch 17, 28.
  • Examen continuo de intenciones: Gál 1, 10a; Gál 5, 25; Col 3, 23.
  • Optar por cumplir el Plan de Dios: Sal 119(118), 33-40; Jn 4, 34; Rom 8, 28.

PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO

  1. ¿Qué significa hacer de la propia vida una oración continua? ¿De qué manera la vives?
  2. ¿Qué problemas se te presentan para vivir en presencia de Dios?
  3. ¿Qué beneficios te comportan la práctiva del examen continuo de intenciones y la renuncia a los frutos?
  4. ¿Qué cosas concretas vas a hacer para vivir una espiritualidad de la vida cotidiana?

OPCION POR EL AMOR



"Dios es amor" (1Jn 4, 8). Esta breve pero expresiva frase inspirada por el Espíritu encierra la esencia misma de Dios. Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo son una perfecta intercomunión en el amor. Y esa comunión de amor entre las tres divinas personas no permanece encerrada en sí misma. El amor es difusivo, de lo contrario sería egoísmo, anti-amor. Y es por sobreabundancia de amor que Dios Comunión crea el mundo desde su libertad infinita. El mundo creado es don gratuito del amor divino.

INVITADOS A VIVIR EL AMOR

El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, está invitado por su Hacedor a participar del maravilloso don del Amor de Dios. Desde sus orígenes, el hombre está abierto al dinamismo amorizante de Dios Uno y Trino, que lo invita al diálogo, a la comunión con El: "Al hacer el mundo, Dios creó a los hombres para que participáramos en esa comunidad divina de amor: el Padre con el Hijo Unigénito en el Espíritu Santo" (Puebla, 182). La persona humana existe por el amor de Dios que la creó y por el amor de Dios que la conserva.

Es en el amor divino conde la persona humana encuentra la grandeza y dignidad de su existencia. Esa es la sublimidad y la excelencia de nuestro destino: el ser invitados a entrar a la Comunión Divina de Amor. Allí está nuestra felicidad, allí está nuestra realización humana.

En efecto, el ser humano solamente será fiel a su propia humanidad, en la medida en que sepa abrirse al dinamismo amorizante al cual Dios lo llama. Este dinamismo implica el compromiso personal con Dios así como la apertura hacia nuestros hermanos. De lo contrario, el hombre vive replegado hacia sí mismo en un dinamismo inverso que terminará por asfixiar los anhelos más íntimos que posee toda persona en lo más profundo de su interior. Y es que no puede ser de otra manera, pues la persona humana es, por su propia naturaleza, un ser para el encuentro.

JESÚS NOS MUESTRA EL VERDADERO AMOR

Es en la persona del Señor Jesús donde descubrimos el horizonte pleno del Amor. En el Hijo de Santa María se nos revela el sentido de nuestra vocación a ser persona humana, viviendo el dinamismo del amor. El misterio de la Anunciación-Encarnación del Verbo nos pone de manifiesto los alcances del amor divino. Dios se hace hombre, se anonada haciéndose Hijo de Mujer dando inicio al camino para nuestra reconciliación con este invalorable gesto de amor: "Tanto amó Dios al mundo que envió a su único Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16). El amor de Jesús no conoce límites. Amando a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (Jn 13, 1), ofreciéndose a sí mismo como prenda de reconciliación por nosotros en el altar de la Cruz, mostrándonos de esta forma los alcances del amor cristiano: el amar como Él mismo nos ha amado (Jn 15, 9.12), hasta el punto de dar lo más preciado que posee el hombre como es la propia vida (Jn 15, 13).

Vivir el amor no es un sueño ni una vana ilusión. El amor es real porque Cristo es real. Sabemos que vivir el amor es posible porque Él nos amó primero. Es por ello que podemos decir que optar por el Señor Jesús significa optar por el amor. El compromiso real, auténtico, profundo con el Señor nos introduce de lleno al dinamismo amorizante que nos hace verdaderamente libres, que responde a nuestros interrogantes más íntimos.

ARTESANOS DE LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR

Vivir la opción por el amor implica salir al encuentro de los demás. El amor es comunicación, es autodonación, es entrega generosa, es ayuda solidaria, es apertura cálida y fraterna. En un mundo donde el imperio del anti-amor parece haberse impuesto sobre la vida humana, donde las lacerantes rupturas que aquejan a la humanidad son cada vez más profundas, se alza el urgente desafío de ofrecer una respuesta desde el amor. Construir la Civilización del Amor es nuestra tarea. El auténtico amor cristiano se proyecta en una dinámica transformante personal y social, comprometida y audaz, en un proyecto de vida que busca reedificarlo todo. Ese amor que es don de Dios (Rom 5, 5), nos mueve a vivir la solidaridad y el servicio desde el compromiso auténtico con la persona. Sólo el amor puede ser germen y principio de la única revolución que no traiciona al hombre -nos enseña el Papa Peregrino- ...Sólo el amor verdadero constituye, sólo el amor acerca, sólo el amor logra la unión entre los hombres.

CITAS PARA MEDITAR
Guía para la Oración

  • La opción por el amor es fundamental: 1Cor 13, 1-4.
  • El amor es un don de Dios: Rom 5, 5; Gál 5, 22.
  • Estamos invitados a participar del amor divino: Jn 17, 26.
  • Con todo lo que esto implica: 1Jn 3, 16.
  • Jesús nos enseña a amar como Él nos amó: Jn 15, 9; Jn 15, 12.
  • El amor fraterno, tarea ineludible: 1Jn 4, 20-21.

PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO

  1. ¿Qué significa vivir la dinámica del amor?
  2. ¿Por qué el amor es una dimensión fundamental de la persona humana? ¿Lo es para ti? ¿Por qué?
  3. ¿Qué importancia tiene en tu vida vivir una auténtica opción por el amor?

EL SILENCIO - ESA PRACTICA TAN OLVIDADA


Para el hombre moderno, acostumbrado al cambio acelerado, a la idolatría de la novedad, a la superficialidad y la evasión como forma usual de vida, a vivir envuelto por todo tipo de seducciones, ilusiones y engaños, poco tiempo le queda para entrar en sí mismo. El ruido y bullicio de la vida moderna ya no es solamente una característica exterior de la sociedad contemporánea sino que también han penetrado el interior del propio hombre. Ya no hay lugar para el recogimiento y la vida interior, pues el fragor y la dispersión de la rutina cotidiana van acaparando cada vez más los pocos espacios que aún le quedan al ser humano.

Parecería como si los hombres y mujeres de nuestro siglo tuviéramos un terrible horror al silencio, un secreto pavor a descubrirnos carentes de la seguridad que nos proporciona la agitación y la bulla de la vida moderna. De ahí que, muchas veces, el silencio sea visto como una especie de amenaza para la persona.

Se hace necesario pues, recuperar una dimensión tan importante para la realización plena del ser humano como es el silencio.

LA ESCUELA DEL SILENCIO

El silencio del que estamos hablando no consiste en quedarse callado, en no hablar. No es una ausencia ni tampoco una mera actitud pasiva. Tampoco se trata de una actitud exterior, pasajera y momentánea. Es algo muchísimo más rico, más profundo. Es un estado armónico de nuestras facultades, un estilo interior y constante. Es un silencio rico en presencia que le abre al ser humano las puertas de la comprensión de sí mismo y lo dispone para acoger el don de la reconciliación. Es una disposición del espíritu que nos posibilita escuchar la voz de Dios, nuestra propia voz interior, a los demás, así como el lenguaje de la creación.

ESCUCHANDO LA VOZ DE DIOS

El silencio siempre ha significado para el hombre ámbito privilegiado de encuentro y comunión con el Señor. En efecto, el silencio nos abre a la vivencia de una dimensión de acogida y reverencia que nos capacita para el encuentro con Dios por su Palabra. El Señor Jesús es el Verbo Encarnado, la Palabra del Padre que se hace uno de nosotros para devolvernos la semejanza perdida, para restablecer la comunicación con Dios rota por el pecado. El Reconciliador de los hombres se manifiesta en el corazón silencioso del creyente, en ese corazón que aprende a callar, a silenciar su propia palabra para escuchar la Palabra por excelencia.

El silencio nos dispone para el encuentro con Dios en la oración personal y comunitaria, así como en las actividades ordinarias de cada día, mediante la reverencia y la actitud oyente. El silencio nos permite escuchar a Aquel que incansablemente toca la puerta de nuestro corazón, esperando que alguien le abra (Ap 3, 20).

CAMINO DE PLENIFICACIÓN PERSONAL

En el silencio, la ser humano encuentra también un marco eficaz para redescubrirse a sí mismo y el sentido de su existencia. El silencio aparece como un excelente medio para recuperar el recto dominio personal, el equilibrio, la paz y la armonía interior.

Silenciando nuestros desórdenes, rescatamos el uso de nuestra facultades y potencias, heridas por el pecado. Mediante la práctica del silencio, éstas se apartan de la ilusión y de la mentira hacia las cuales están habituadas a dirigirse por esa grave distorsión que es el pecado para pasar del laberinto del extravío, el desorden y la falsedad a una dinámica de verdad y autenticidad, de realización humana y marcha ascendente hacia la recuperación de la semejanza perdida.

El ejercicio del silencio busca conducir nuestros hábitos inconscientes e involuntarios a un nivel voluntario, consciente y responsable, de manera que se tornen en opciones libres, orientadas al cumplimiento del divino Plan. Por eso el silencio es también una pedagogía de la voluntad.

El silencio aparece, pues, como condición esencial para iniciar un trabajo serio sobre uno mismo en la línea de reorientar nuestros dinamismos fundamentales, desordenados por la ruptura del pecado.

HACIA LA COMUNIÓN FRATERNA

El hombre es un ser para el encuentro. El silencio no sólo me posibilita encaminarme hacia el encuentro con Dios; también es un espacio apropiado para vivir la comunión fraterna. El silencio, al ayudarme a restaurar mi yo profundo, me permite autoposeerme en libertad y, desde esa autoposesión, proyectarme a los demás, en un dinamismo amorizante, análogo al dinamismo de encuentro con Dios, impreso en el corazón humano.

La práctica constante del silencio constituye una valiosísima manera de reorientar mis capacidades hacia la comunicación en autenticidad y libertad. La vivencia del silencio, no sólo me facilita la recuperación del recto sentido del lenguaje tan devaluado en nuestros días sino que reorienta todo mi ser -mis gestos y actitudes, mi capacidad de escucha y acogida-, abriéndome así a la comunicación total e integral con los demás.

EL LENGUAJE DE LO CREADO

Las cosas sencillas entre las que nos movemos escribía el gran teólogo suizo Hans Urs von Balthasar han perdido en buena medida su lenguaje. Y nosotros, que yo no oímos su palabra, parecemos analfabetos ante el libro de la creación. Tan acostumbrados a manipular las cosas, a ejercer nuestro dominio sobe ellas, que nos hemos hecho incapaces de escuchar el misterioso lenguaje de las cosas creadas.

El silencio nos ayuda a recuperar esa fineza de espíritu, esa sensibilidad interior que nos hace comprender el transparente y sencillo idioma del símbolo, la fuerza afirmativa de los signos, el lenguaje innato de la creación.

MARÍA, LA MUJER DEL SILENCIO

En Santa María, sus hijos encontramos un modelo claro y cercano donde aprender a vivir el silencio. Su vida entera está entretejida por el fino tramado de la reverencia amorosa, la escucha atenta, la fineza de espíritu, la disponibilidad total, la acogida generosa, la docilidad ante las mociones del Espíritu Santo... Ella, mejor que nadie, supo hacer de su existencia toda un auténtico gesto litúrgico, viviendo el camino plenificador y humanizante del silencio.

CITAS PARA MEDITAR
Guía para la Oración

  • El silencio, ámbito de encuentro y comunión con el Señor: 1Re 19, 11-13; Sal 4(3), 5-6; Sab 18, 14-15; Lam 3, 25-26; Hab 2, 20; Sof 1, 7.
  • El silencio y la armonía interior: 1Pe 3, 3-4.

PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO

  1. ¿Cuál es la importancia del silencio para tu vida cristiana?
  2. ¿Qué puedes hacer para vivir el silencio en un mundo cada vez más acelerado y ruidoso?
  3. ¿Cuáles son los principales obstáculos que encuentras para vivir el silencio en tu vida?

lunes, 14 de noviembre de 2011

SILENCIO INTERIOR


Dios creó tu alma silenciosa en el Bautismo, en un silencio inviolado. La llenó de
sí mismo al descender a ella toda la Trinidad santa; nada más que para Él. Fue más
tarde, poco a poco cuando el mundo hizo irrupción. El ruido la invadió, cubriendo la
dulce voz de Dios. Desde el barullo se amplifica.
¡Vuelve al silencio bautismal, hermano!

El ruido tiene tres generadores:
1. los recuerdos,
2. la curiosidad,
3. las inquietudes.
¡Paraliza sus acciones!

a) Haz callar los ruidos de los recuerdos.
No recuerdes, no reavives ningún “mal recuerdo”. El mal arrepentido está
perdonado. La generosidad del amor presente repara el pasado. Olvida las acciones
concretas. Basta mantenerte delante de Dios Padre, como pecador beneficiario de su
infinita misericordia. El mal es “nada”. ¿Para qué acordarse? Piensa solamente en
la gracia de Jesucristo que te ha salvado; en el olvido eterno de tus faltas, que Dios ha
destruido.

El no colecciona pequeñeces. Guarda para Él un corazón filialmente contrito,
receptivo y tierno: eso es la compunción.

No recuerdes, no reavives ningún recuerdo profano: ni de lo que has sido, ni de lo
que has hecho, ni de lo que has dejado en el mundo.

Confía a Dios todo lo que tienes de más querido, parientes o amigos. ¿No son
también hijos e hijas queridos de Dios? ¿Los olvidará Él cuando tú, por Su amor, te
has exiliado de los brazos de ellos?.

Todos los pensamientos e imaginaciones que les dediques no les sirven de nada.
Apartando de Dios tu espíritu, a menudo turban tu corazón, tu confianza en la
Providencia y tu fe en la Bondad de Dios.

Extracto de Reprime la Curiosidad. En las puertas del Silencio.

sábado, 12 de noviembre de 2011

MAESTRO ECKART


De las personas no desapegadas que están llenas de propia voluntad.

La gente dice: «Ah sí, señor, me gustaría que yo también estuviese en tan buenas relaciones con Dios y que tuviera tanta devoción y tanta paz para con Dios como otras personas, y querría que me pasara lo mismo [que a ellos] o que fuera igualmente pobre», o: «Conmigo las cosas nunca irán bien con tal de que no esté allá o acullá o haga así o asá, tengo que vivir en el extranjero o en una ermita o en un convento».

De veras, en todo esto se manifiesta tu yo y ninguna otra cosa. Es tu propia voluntad por más que no lo sepas o no te parezca así: en tu fuero íntimo no surge nunca ninguna discordia que no provenga de la propia voluntad, no importa si se la nota o no. En todos nuestros pareceres de que el hombre debería huir de esa cosa y buscar otra —por ejemplo, esos lugares y esas personas y esos modos o esa multitud o esa actuación— en todo esto la culpa de la perturbación, no la tienen los modos [de proceder] ni las cosas: quien te perturba eres tú mismo a través de las cosas, porque te comportas desordenadamente frente a ellas.

Por ende, comienza primero contigo mismo y ¡renuncia a ti mismo! De cierto, sino huyes primero de tu propio yo, adondequiera que huyas encontrarás estorbos y discordia, sea donde fuere. La gente que busca la paz en las cosas exteriores, sea en lugares o en modos o en personas o en obras, o en el extranjero o en la pobreza o en la humillación, por grandes que sean o lo que sean, todo esto no es nada, sin embargo, y no da la paz. Quienes buscan así, lo hacen en forma completamente equivocada: cuanto más lejos vayan, tanto menos encontrarán lo que buscan. Caminan como alguien que pierde el camino: cuanto más lejos va, tanto más se extravía. Pero entonces ¿qué debe hacer? En primer término debe renunciar a sí mismo, con lo cual ha renunciado a todas las cosas. En verdad, si un hombre dejara un reino o todo el mundo, y se quedara consigo mismo, no habría renunciado a nada. Ah sí, cuando el hombre renuncia a sí mismo —no importa la cosa que retenga, riquezas, honores o lo que sea— entonces ha renunciado a todo.

Con respecto a las palabras de San Pedro cuando dijo: «Mira, Señor, hemos renunciado a todo» (Mateo 19, 27) — y sin embargo, no había dejado nada más que una simple red y su barquito — advierte un santo[4]diciendo: Quien renuncia voluntariamente a lo pequeño, no sólo renuncia a esto sino que deja todo cuanto la gente mundana puede obtener y hasta aquello que [sólo] puede apetecer. Pues, quien renuncia a su voluntad y a sí mismo, ha renunciado tan efectivamente a todas las cosas como si hubieran sido de su libre propiedad y él las hubiese poseído con pleno poder. Porque aquello que no quieres apetecer, lo has entregado y dejado todo por amor de Dios. Por ello dijo Nuestro Señor: «Bienaventurados son los pobres en espíritu (Mateo 5, 3), o sea, en la voluntad. Y nadie debe dudar de esto: si existiera un modo mejor, Nuestro Señor lo habría mencionado, así como dijo también: «Quien me quiere seguir que se niegue primero a sí mismo» (Mateo 16, 24); de esto depende todo. Presta atención a ti mismo; y allí donde te encuentras a ti, allí renuncia a ti; esto es lo mejor de todo.


Tratado Del desasimiento y de la posesión de Dios” de Maestro Eckart

Texto completo de los sermones