lunes, 13 de febrero de 2017

... Continuación ... Vida espiritual (relatos de un monje contemplativo)

Con frecuencia se llama al primer grado "vida activa", mientras que el segundo y tercero son tomados como un todo y clasificados bajo el nombre de "vida contemplativa". Estos términos se refieren a estados espirituales: no solamente el asistente social o el misionero llevan una "vida activa". El ermitaño o quien vive retirado del mundo, llevan también una "vida activa", pues están llamados a luchar contra sus pasiones si quieren crecer en la virtud.


Lo mismo ocurre con la "vida contemplativa" que no se limita al desierto o a la clausura monástica, un minero, un empleado, un ama de casa pueden poseer este silencio interior, esta oración del corazón, y ser así "contemplativos" en el verdadero sentido de la palabra.

 
Esta "clasificación" en tres grados con los que hemos calificado, por decir así, nuestro peregrinaje espiritual sirven para ayudarnos pero JAMÁS deben tomarse al pie de la letra pues la oración es una relación viva entre dos personas y dichas relaciones no pueden ser clasificadas en categorías netas y precisas.

Estos tres grados no son estrictamente consecutivos: un grado no termina cuando empieza el otro. A veces una persona tiene visiones directas de la gloria divina, regalo de Dios, incluso antes de que haya empezado a arrepentirse o a comprometerse en el combate de la "vida activa".

Asimismo, por más que una persona esté profundamente iniciada por Dios en los misterios de la contemplación, mientras esté en esta tierra, tendrá que luchar sin tregua contra la tentación. 
Aprenderá a arrepentirse justo al final de su vida terrena. Por lo tanto nadie puede esperar, acá abajo, haber jamás superado el primer grado. Los tres grados son simultáneos más que sucesivos. Podemos concebir la vida espiritual como formada por tres registros de creciente intensidad que dependen unos de los otros y coexisten.

... Continuara ...