martes, 30 de junio de 2020

¿HAY QUE SER SIEMPRE POSITIVOS?

Tomado del blog de la Dra. Maribel Rodríguez

Cuando introducimos en google las palabras: "ser " y "positivo” nos encontramos con 139 millones de resultados. Si introducimos los mismos términos entre comillas ("ser positivo"), para acotar más la búsqueda nos aparecen algo más de un millón medio de resultados. 

Ser positivo está de moda, es cool ser positivo. Los libros de psicología positiva se venden como rosquillas. Animan a muchas personas a tener una mejor manera de mirar a la vida y a sacar todas las cosas buenas que tienen dentro de ellas. Estimulan a pensar positivamente, a dejar patrones mentales destructivos, a no hacer caso a los pensamientos negativos, etc.

Pero… ¿Hay que ser siempre positivo? ¿Qué ocurre si un día una persona no se siente tan positiva y necesita expresar algo de su negatividad? ¿Es esto perjudicial para su salud física y mental?

¡En absotuto!
Más bien sería perjudicial para la salud el no poder nunca expresar las emociones o pensamientos negativos (que en sí no tienen por qué ser negativas si se las encauza adecuadamente). 
 
Imaginemos un mundo en el que sólo se admite la sonrisa, el optimismo, la buena inteligencia emocional, la simpatía y el buen rollismo. Imaginemos un mundo en el que llorar, despotricar o quejarse están mal visto. ¿Qué tal os sienta eso? ¿Qué pasaría si un día sois víctimas de una injusticia o simplemente hay un contratiempo cualquiera y no os podéis quejar? En ese mundo estaría indicado seguir sonriendo y decir que todo va bien y que sigáis visualizando el siguiente paso con buena onda para el resto del día… Y, si no sois capaces se os mandaría a un terapeuta que os enseñara a pensar correctamente, pues habría en vosotros errores de conducta y de pensamiento, por ejemplo.

¿Entonces es malo eso del pensamiento positivo?

Pues depende…

Depende de cómo lo usemos y de que sepamos también manejarnos adecuadamente con el lado negativo de la vida y de nuestras propias reacciones emocionales.

Ser siempre positivo puede ser tan nocivo para la salud como ser siempre negativo. Una persona que pretenda estar siempre en una onda positiva, sin un trabajo interior adecuado, es muy probable que esté reprimiendo ciertas emociones negativas, que tienen su sentido y utilidad y que son naturales y necesarias ante el sufrimiento y ante la injusticia. Si se reprimen este tipo de emociones pueden acabar saliendo de forma desproporcionada e inadecuada o generar tensiones internas que nos pueden llevar a enfermar. Por lo tanto, no puedo estar de acuerdo con la parte más simple de la corriente de la psicología positiva en la que se nos vende como el camino hacia la felicidad el esfuerzo hacia el pensamiento positivo, las emociones positivas, las conductas positivas, etc.

Estoy de acuerdo con no alimentar los sentimientos negativos, con no obsesionarse con los problemas, con no fustigarse con los errores, con combatir las ansiedades anticipatorias o con las actitudes tendenciosas, con la mala fe o con no generar una frágil autoestima mirando los defectos ajenos. Pero no es lo mismo  no alimentar ciertas emociones, que tenerlas en cuenta para superarlas, comprenderlas, integrarlas... 

Es importante escuchar los diversos movimientos internos, los entendamos como negativos y como positivos, y comprender que ambos polos son una expresión de nuestro ser que pugna por salir adelante. Si escuchamos y aceptamos comprensivamente lo que se mueve dentro de nosotros es más probable que encontremos un equilibrio en el que podamos expresar y canalizar adecuadamente los sentimientos negativos, a la vez que también podamos potenciar de forma sana los positivos, sin excesivas pretensiones ni represiones.

Sentir miedo ante una amenaza, dolor ante un daño, rabia ante la injusticia, malestar ante una mentira o enojo ante un crimen, supone tener esos sentimientos que se interpretan como negativos, pero que son necesarios y positivos en situaciones negativas. Y más en un mundo en el que el mal y la injusticia están presentes. En este caso, tener emociones negativas es positivo, al igual que buscar el camino para expresarlas adecuadamente y encontrar en ellas la energía para superar o resolver lo que nos hace daño.

La moda del pensamiento positivo


Los psicólogos alertan sobre la moda del Pensamiento Positivo: "Hay una pandemia de gente que se siente culpable por no ser feliz"

  • El libro ‘Felicidad tóxica: El lado oscuro del Pensamiento Positivo’, recoge avisos de médicos y psicólogos sobre la Psicología del Pensamiento Positivo (PsP)
  • El autor, Rafael Pardo, lamenta que los gurús del PsP vendan "felicidad sin esfuerzo", obviando factores genéticos y socioeconómicos.

Día Mundial de la Felicidad.
La Psicología del Pensamiento Positivo (PsP) es un movimiento ideológico que podría comportar riesgos en nuestra salud física y mental.
“Si lo puedes soñar, lo puedes hacer”, “Estas aquí para ser feliz”, “Hoy va a ser un gran día”. Llevamos años siendo bombardeados con eslóganes simpáticos que leemos en tazas bonitas, agendas cuquis y libros de autoayuda. Es la moda de la Psicología del Pensamiento Positivo (PsP), un movimiento ideológico sobre el que numerosos psicólogos alertan por los riesgos que puede comportar en nuestra salud física y mental.
Sobre este asunto trata el libro ‘Felicidad tóxica: El lado oscuro del Pensamiento Positivo’, escrito por Rafael Pardo, donde recoge avisos de médicos, psicólogos y otros académicos sobre esta nueva moda. En él, compara el Pensamiento Positivo con el ideal femenino de belleza de los años 90, que provocó una epidemia de anorexia y bulimia entre una población que perseguía un ideal irrealizable e insano”.Del mismo modo, ahora parece existir una “pandemia de gente que se siente culpable por no ser lo suficientemente feliz”, explica Pardo.

La PsP obvia la genética y la posición socioeconómica

Uno de los peligros que apunta el autor es que los gurús del Pensamiento Positivo ocultan que buena parte de nuestra personalidad y, en consecuencia, nuestra felicidad, depende en un 50% de nuestra genética. "De hecho, un psicólogo o psiquiatra titulado, cuando te visita lo primero que te pregunta es por tus antecedentes”, comenta el autor.
La PsP, que vende felicidad como si de cualquier otro producto se tratara, tampoco tiene en cuenta el importante papel que juega la posición socioeconómica. “Te dan ese mensaje perverso de que las condiciones socioeconómicas no son importantes, cuando sí lo son. No es lo mismo estar en un país con democracia que sin ella; tampoco es lo mismo ser mujer en Zambia o en los Estados Unidos. Tú dile a George Floyd que sus condiciones no eran importantes, que su felicidad eran cosa de cuatro pensamientos”, asevera.
"Dile a George Floyd que sus condiciones no eran importantes, que su felicidad eran cosa de cuatro pensamientos"

Culpa al trabajador, no al sistema

Así mismo, Pardo apunta que la filosofía del Pensamiento Positivo tiene una oscura conexión con el sistema capitalista y el mundo empresarial, ya que el mensaje que transmite es que el problema está en el trabajador, no en su precariedad laboral: "Así, llegan a hacerte creer que el estrés y ansiedad lo provocas tú por cómo te tomas las cosas, y que la causa no son tus condiciones sociolaborales. Es perverso", dice. 

Rafael Pardo, autor del libro 'Felicidad Tóxica.
Rafael Pardo, autor del libro 'Felicidad Tóxica: El lado oscuro del Pensamiento Positivo' 
CEDIDA 
Mensajes "de tarta de fresa", también en política
En épocas de crisis, la Psicología del Pensamiento Positivo gana terreno también en el ámbito político. Ahora, con la crisis por la pandemia de la Covid-19, el propio Gobierno ha adoptado esta moda, según Pardo: “Dicen que saldremos más fuertes, cuando saldremos con el bolsillo más vacío. Desde la crisis económica del 2008, los políticos usan la PsP para distraer la atención. Mensajes de tarta de fresa para disimular la mala gestión o la falta de medios sanitarios”, asegura.
"El Gobierno utiliza estos mensajes para disimular la mala gestión o la falta de medios sanitarios"
Además, esta filosofía cada vez más extendida también puede comportar peligros para la salud física de la ciudadanía, porque adquieren la ilusión de una supuesta invulnerabilidad, de que “todo va a salir bien”. Estas personas, explica Pardo, "tienden a acoger las campañas sanitarias de peor manera” y, en consecuencia, a no tomarse en serio medidas de precaución como las que se han establecido para la Covid-19.

Niños educados para un mundo irreal

Otro factor que preocupa al autor son las generaciones venideras, criadas en un mundo donde el Pensamiento Positivo es lo que se estila y "los niños se educan para un mundo feliz que no existe".
De hecho, psicólogos y psiquiatras alertan que la PsP está creando una plaga de narcisismo, de niños que son criados como los reyes de sus casas; pero que fuera que de ella van a ver que no son los reyes del mundo. “Van a vivir en una frustración permanente, porque no se les ha educado para encajar que en la vida también ocurren cosas malas”, asevera Pardo.
"Los niños van a vivir en una frustración permanente, porque no se les ha educado para encajar las cosas malas"

La clave, el equilibrio

Entonces, ¿la moraleja es que lo mejor es ser pesimista? Pues no. Según el autor, lo ideal es un punto medio basado en el “optimismo realista” de las culturas orientales, donde se acepta que en la vida hay espacio para todo, lo que viene siendo ‘el ying’ y el ‘yang’. 
"Desde luego, es mejor levantarse con buen humor, pero no imponerlo como si fuese una obligación", puntualiza Pardo, y concluye: “Al final terminaremos convirtiéndonos en hipocondríacos emocionales, chequeando continuamente nuestras emociones, hasta llegar a un punto que pensamos que sufrimos alguna patología si sentimos tristeza o rabia, cuando en realidad todas las emociones son naturales".

Salud y Enfermedad Espiritual Según Terapéutica de las Enfermedades Espi...

martes, 16 de junio de 2020

Consejos prácticos sobre la oración de Jesús

Teófano el Recluso
La simplicidad de la Oración de Jesús
La práctica de la Oración de Jesús es simple: permanece en la presencia del Señor con la atención en el corazón e invocando: “Señor Jesucristo, Hijo de dios, ten piedad de mí.”
Lo esencial no está en las palabras, sino en la fe, en la contrición y en la sumisión al Señor. Con estos sentimientos se puede estar delante de Dios incluso sin palabras y estar igualmente en oración.
Bajo la mirada de Dios.
Trabaja recitando la Oración de Jesús. A la costumbre de recitar oralmente esta oración une también el recuerdo del Señor, acompañado de temor y de devoción. Lo más importante es que tú camines en la presencia de Dios, bajo su mirada, consciente de que Dios te está observando, está buscando tu alma y tu corazón, está viendo todo lo que sucede en ellos. Esta consciencia es la palanca más poderosa del mecanismo de la vida espiritual.
Un refugio para los indolentes.
La experiencia de la vida espiritual nos enseña que quien tiene celo en la oración no tiene necesidad de que se le enseñen como perfeccionarse en este campo. Avanzando con paciencia, el esfuerzo mismo de la oración conduce a la cumbre suprema de la oración.
Pero, ¿qué deben hacer las personas débiles e indolentes, sobre todo aquellos que, antes de haber entendido la verdadera naturaleza de la oración, se han endurecido en los hábitos cotidianos y se han dejado enfriar por una repetición formalista de las oraciones obligatorias? Estos tienen todavía la posibilidad de usar la técnica de la Oración de Jesús como refugio y fuente de fuerza. ¿No es pues sobre todo para ellos que ha sido inventada esta técnica, de modo de injertar en sus corazones la verdadera oración interior?
Un remedio contra la somnolencia
En los libros se encuentra escrito que cuando la Oración de Jesús adquiere fuerza y se establece en el corazón, entonces nos llena de energía y aleja la somnolencia. Pero una cosa es que ésta se vuelva habitual por la lengua y otra es que ésta se establezca en el corazón.
Cavar profundamente.
Cava profundamente en la Oración de Jesús con toda la fuerza que seas capaz. Esto te recompondrá a ti mismo, dándote una sensación de fuerza en el Señor, y producirá fruto en el hacerte permanecer constantemente junto a Él, mientras tú estés sólo o con otros, mientras tú hagas trabajos hogareños, o leas o reces. No debes sin embargo atribuir la fuerza de esta oración a la repetición de ciertas palabras, sino al dirigir la mente y el corazón hacia el Señor cuando repites las palabras, es decir, a la actividad que acompaña esta repetición.
Una lámpara para nuestros pasos
Aprende a practicar la oración de la mente en el corazón. La Oración de Jesús es en efecto una lámpara para nuestros pasos y una estrella que nos guía por el camino al cielo, como enseñan los santos Padres en la Filocalia. La Oración de Jesús, cuando brilla incesantemente en la mente y en el corazón, es una espada contra la debilidad de la carne y los deseos malvados de la gula y de la lujuria. Después de las palabras iniciales: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios”, puedes también continuar así: “por la intercesión de la Madre de Dios, ten piedad de mí, pecador”.
La oración exterior por sí sola no es suficiente, Dios presta atención a la mente: por esto los monjes que no concilian la oración interior con la exterior no son monjes, son semejantes a leña quemada. El monje que no conoce o que ha olvidado la práctica de la Oración de Jesús no lleva el sello de Cristo. Los libros no pueden enseñarnos la oración interior, pueden sólo hacernos ver algunos métodos técnicos para practicarla. Es necesario en cambio recitarla con perseverancia.
Las manos al trabajo, la mente y el corazón con Dios.
Ya has leído algo respecto a la Oración de Jesús y sabes algo gracias a tu experiencia personal. La disciplina necesaria al alma puede ser mantenida sólo con la ayuda de esta oración. Sólo a través de ella podemos conservar intacta nuestra disciplina interior incluso cuando somos distraídos por las preocupaciones cotidianas. Sólo esta oración nos hace posible la observancia del mandato de los Padres: “las manos al trabajo, la mente y el corazón con Dios”. Una vez que esta oración se ha injertado en el corazón, entonces no hay interrupciones interiores y ella fluye siempre con el mismo perenne movimiento.
El camino para llegar a una disciplina interior rigurosa es muy trabajoso, pero es posible conservar esta disposición de espíritu (o una semejante) durante los variados e inevitables tareas que cada uno debe desarrollar: lo que hace posible esto es la Oración de Jesús injertada en el corazón. ¿Cómo se injerta? No se puede saber con precisión, sino lo esencial es que esto sucede. Quien hace este esfuerzo se vuelve siempre más consciente de este injerto, pero no se da cuenta cómo sucede. Para alcanzar esta disciplina interior debemos caminar siempre en presencia de Dios, repitiendo la Oración de Jesús lo más frecuentemente posible. Apenas tengamos un momento libre comencemos de nuevo y así el injerto se realizará.
Un medio para reavivar la Oración de Jesús es la lectura, y es mejor leer sobre todo textos referidos a la oración.
El camino más fácil para alcanzar la oración incesante.
Habituarse a la Oración de Jesús y hacerla enraizar en nosotros es el camino más fácil para llegar al lugar de la oración incesante. Hombres de gran experiencia han descubierto, a través de una iluminación divina, que esta forma de oración es un medio simple pero eficacísimo para instaurar y reforzar la vida espiritual entera y la vida ascética, y en sus reglas para la oración han dejado respecto a esto instrucciones detalladas.
Lo que buscamos en todos nuestros esfuerzos y combates ascéticos es la purificación del corazón y el restablecimiento del espíritu. Hay dos modos de alcanzarlo: la vía activa, es decir la práctica de una disciplina ascética, y la vía contemplativa, que consiste en el dirigir la mente a Dios. Con el primer método el alma se purifica y así recibe a Dios; con el segundo, Dios mismo del cual el alma se ha vuelto consciente quema toda impureza y viene a morar en el alma purificada. Este segundo método está enteramente resumido en la Oración de Jesús, como dice san Gregorio Sinaíta: “A Dios se conquista a través de la actividad y el trabajo, como a través del arte de invocar el Nombre de Jesús”. Él agrega que el primer camino es más largo que el segundo, el cual es también mucho más eficaz. Por este motivo algunos santos Padres han dado primaria importancia, entre todos los diversos tipos de prácticas espirituales, a la Oración de Jesús. Ésta ilumina, refuerza, reanima, vence a cualquier adversario, visible o invisible, y conduce directamente a Dios. ¡Cuán potente y eficaz es! El Nombre del Señor Jesús es el depósito de todo lo bueno, el depósito de la fuerza y de la vida en el Espíritu.
Deberemos por tanto dar desde el comienzo todas las instrucciones sobre la práctica de la Oración de Jesús a quien se arrepiente o empieza a buscar al Señor. Sólo después podremos introducir al principiante a otras prácticas, porque es éste el modo para darles firmeza lo más rápidamente posible, haciéndolos espiritualmente maduros e interiormente pacificados. Muchos, ignorando estas cosas, gastan tiempo y fatiga sin avanzar más allá de actividades formales y exteriores del alma y del cuerpo.
La práctica de la oración es llamada “arte”, y en realidad es un arte muy simple. Permanece consciente y atentamente en tu corazón y grita incesantemente: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí!”, sin crearte en la mente ninguna visión o imagen, y creed que el Señor te ve y te escucha.
Es importante conservar la atención en el corazón y, al hacer esto, controla un poco también la respiración para adecuarla al ritmo de las palabras de la oración. Pero lo más importante de todo es creer que Dios está cerca y te escucha: recita la oración únicamente para que Él te escuche.
Al comienzo, y a veces por un largo período, esta oración permanece como una actividad como cualquier otra, pero con el tiempo pasa a la mente y finalmente pone raíces en el corazón.
Es posible desviarse de este correcto modo de orar, por esto debemos aprenderlo de alguien que conozca todos los detalles. Los errores más frecuentes derivan del hecho de que la atención resida en la cabeza y no en el corazón. Aquel que mantiene la propia atención en el corazón está salvado. Más seguro aún está quien se aferra continuamente a Dios con contrición y le ruega ser liberado de la ilusión.
Un único pensamiento o bien el pensamiento de lo Único.
Esta breve oración a Jesús tiene un objetivo bastante elevado: profundizar el recuerdo de Dios y el sentimiento de amor hacia Él. Las invocaciones del alma a Dios son interrumpida muy fácilmente por las primeras impresiones que nos vienen y además, a pesar de estas invocaciones, los pensamientos continúan zumbando en la cabeza como mosquitos. Para frenar este murmullo es necesario anclar la mente en un único pensamiento, en el pensamiento del Único. Una oración breve ayuda a la mente a volverse simple y unida. Ésta desarrolla un sentimiento de amor hacia Dios y se le injerta. Cuando este sentimiento nace en nosotros, la consciencia del alma se establece en Dios y el alma comienza a realizar todas las cosas según la voluntad de Dios. Mientras recitas la breve oración, debes conservar el pensamiento y la atención dirigida hacia Dios: si en efecto tu oración se limita a las palabras, eres un “bronce que resuena”.
Las técnicas y métodos no tienen importancia, una sóla cosas es lo esencial.
La oración “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí” es una oración verbal como todas las otras. De por sí no tiene nada de especial, pero recibe toda su fuerza del espíritu según la forma en que es recitada.
Los distintos métodos descriptos por los Padres –estar sentados, hacer postraciones y las otras técnicas usadas cuando se recita esta oración- no vienen bien para todos: es más, sin una dirección personal son realmente peligrosas, y es mejor no buscar realizarlas. Hay un único método obligatorio para todos: permanecer con la atención en el corazón. Todo lo demás es accesorio y no conduce a lo esencial.
En cuanto a los frutos de esta oración, ha sido dicho que no hay nada en el mundo más sublime: pero esto es falso, ¡la Oración de Jesús no es un talismán! No hay nada en las palabras de la oración y en su recitación que de por sí pueda dar frutos. Se puede recibir cualquier fruto sin esta oración, incluso sin ninguna oración verbal, basta sólo dirigir la mente y el corazón hacia Dios.
La esencia de la oración es permanecer establemente en el recuerdo de Dios y caminar en su presencia. Se puede decir a cualquiera: “Seguí los métodos que prefieras, recitá la Oración de Jesús, haz inclinaciones y postraciones, ve a la iglesia, haz lo que quieras, basta que te esfuerces en estar siempre en el constante recuerdo de Dios”. Recuerdo haber conocido en Kiev a un hombre que decía: “No he jamás usado algún método, no conocía la Oración de Jesús, pero gracias a la misericordia de Dios camino siempre en su presencia: cómo esto ha sucedido, no lo sé ni yo, ¡Dios me lo ha concedido!”.
Es importantísimo darse cuenta que la oración es siempre un don de Dios, de otro modo nos arriesgamos de confundir el don de la gracia con un logro cualquier de nuestra parte.
Muchos dicen: “practica la Oración de Jesús porque esta es la oración interior”. Esto no es exacto: la Oración de Jesús es un buen medio para llegar a la oración interior, pero por sí misma no es una oración ni interior ni exterior. Cuantos toman el hábito de recitar la Oración de Jesús hacen bien, pero si se frenan allí y no van más allá, quedan a mitad de camino.
Incluso si estamos recitando la Oración de Jesús, debemos siempre tener el pensamiento dirigido hacia Dios, de otra manera ésta es un alimento seco. Es algo bueno que el Nombre de Jesús se apegue a vuestra lengua, pero a pesar de esto es aún posible no acordarse en absoluto de Dios e incluso alimentar pensamientos opuestos a Él. Por esto todo depende de la libre y consciente mirada dirigida hacia Dios y del esfuerzo ponderado de permanecer firmes en este estado.
¿Por qué la oración de Jesús es más eficaz que las otras oraciones?
La Oración de Jesús es como cualquier otra oración: es más eficaz que todas las otras sólo en virtud del omnipotente Nombre de Jesús, nuestro Señor y Salvador. Pero es necesario invocar el Nombre con fe plena e inquebrantable, con la profunda certeza de que Él está cerca, ve y escucha, presta atención de todo corazón a nuestra invocación y está pronto a escucharla y a concedernos cuanto buscamos. No hay que avergonzarse de esta esperanza: si a veces hay que esperar para el cumplimiento, esto puede derivar del hecho de que quien invoca no está aún preparado para recibir cuanto pide.
No es un talismán
La Oración de Jesús no es un talismán: su poder le viene de la fe en el Señor y de una profunda unión de la mente y del corazón con Él. Con una actitud así, la invocación del Nombre del Señor se vuelve eficacísima en muchos modos, pero una mera repetición de las palabras no tiene ningún sentido.
Una repetición mecánica no sirve para nada
No olvides que no debes limitarte a una repetición mecánica de las palabras de la Oración de Jesús. Esto te conduciría únicamente al hábito de repetir automáticamente la oración con la lengua, sin jamás pensar en lo que dices. Naturalmente no hay nada de malo en esto, pero constituye sólo el extremo límite exterior de la obra. Lo esencial es permanecer conscientemente en la presencia del Señor con temor, fe y amor.
Oración verbal y oración interior.
Se puede recitar la Oración de Jesús con la mente en el corazón sin ningún movimiento de los labios: esto es mejor que la oración verbal. Usa la oración verbal como soporte de la oración interior, a veces esto es necesario para reforzar esta última.
Evita las imágenes.
Cuando practiques la Oración de Jesús no interpongas ninguna imagen como intermediario entre la mente y el Señor. Las palabras que son pronunciadas son sólo una ayuda, pero no lo esencial: lo principal es permanecer ante el Señor con la mente en el corazón. Lo esencial es permanecer en Dios y este caminar en la presencia de Dios significa que tú vives con la convicción constantemente presente en tu consciencia de que Dios está en ti, así como está en todas las cosas. Vive con la firme certeza de que Dios ve todo lo que está en ti y que te conoce mejor de cuanto tú mismo te conoces. La certeza de que la mirada de Dios escruta tu ser interior no debe ser acompañada por ninguna imagen divina, sino que debe limitarse a una simple convicción y sensación. Un hombre que se encuentre en una habitación caliente siente el calor que lo envuelve y lo penetra: tal debe ser el efecto sobre nuestra naturaleza espiritual de la presencia omnicomprensiva de Dios, verdadero fuego en la habitación de nuestro ser.
Las palabras “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí” son sólo instrumento y no la sustancia de la oración, pero son un instrumento fuerte y eficaz porque el Nombre del Señor Jesús inspira temor a los enemigos de nuestra salvación y es una bendición para todos aquellos que lo buscan. No olvides que esta práctica es simple y no debe tener nada de fantasioso. En cualquier situación implora a Dios, a su purísima Madre y a tu ángel custodio: ellos te enseñarán todo, directamente o mediante otros.
Teofano el Recluso
Publicado en esicasmo.it
 

16 de Junio SANTA LUTGARDA

En el monasterio de monjas cistercienses de Aywiéres, en Brabante, santa Lutgarda, virgen, insigne por su devoción al Sagrado Corazón del Señor.
Entre las místicas más notables de los siglos doce y trece, no hay otra figura más amable y simpática que la de santa Lutgarda. Fue hija de un ciudadano de Tongres, en Holanda, donde nació en 1182. A los doce años de edad fue encomendada a las monjas benedictinas del convento de Santa Catalina, cerca de Saint-Trond, no por piedad, sino porque el dinero que se conservaba para su dote matrimonial había sido perdido en un mal negocio de su padre y, sin él, era muy dudoso de que pudiese hallar un marido conveniente. Lutgarda era una muchacha bonita que gustaba de las ropas elegantes y de las diversiones inocentes, sin ninguna vocación religiosa aparente, y en el convento vivía como una especie de pensionista, libre para entrar y salir cuando quisiera y para recibir las visitas de sus amigos y amigas. Sin embargo, cierto día en que charlaba con una de sus amistades, tuvo una visión de Nuestro Señor Jesucristo que le mostraba sus heridas y le pedía que lo amase sólo a Él. Lutgarda lo aceptó al instante como su Prometido celestial y, desde aquel momento, renunció a todas las preocupaciones de este mundo. Algunas de las monjas que observaron su cambio repentino y súbito fervor, vaticinaron que aquello no duraría; pero estaban equivocadas. Su devoción aumentaba por momentos y llegó a sentir tan vivamente la presencia del Señor que, al rezar, lo veía con sus ojos corporales, hablaba con Él en una forma casi familiar y, si acaso la llamaban sus hermanas para cumplir con algunas de las obligaciones monjiles, decía sencillamente: «Aguárdame aquí, mi Señor; volveré tan pronto como termine esta tarea».
 

MISTICO

El místico no es un hombre culto, sino un hombre inocente que puede bailar bajo la lluvia, amar un bello arco iris, estar en armonía con el universo, y cuya vida es una celebración permanente.

 

Evasión espiritual

Un comentario de Maribel Rodríguez
 
Quien predica amor espiritual por los demás, sin permitirse vínculos profundos con otros seres humanos ¿sabe qué es el amor?

En la línea de lo que decía de caer en teorizar sobre el amor, pero no permitirse implicarse en relaciones profundas que permitirían vivirlo realmente:

"La mayoría de las veces en que nos hallamos inmersos en la evasión espiritual, nos gusta la luz pero no el calor. Y cuando estamos atrapados en las formas más burdas de evasión espiritual, normalmente, teorizamos mucho más sobre las fronteras de la conciencia de lo que realmente las visitamos, sofocando el fuego en lugar de avivarlo aún más, comulgando con el ideal de amor incondicional pero sin permitir que el amor se manifieste en sus dimensiones más desafiantes y personales. Hacer eso nos daría demasiado calor, demasiado miedo y escaparía demasiado a nuestro control, haciendo aflorar a la superficie cosas que hemos estado negando o reprimiendo durante mucho tiempo.
Pero si de veras queremos la luz, no podemos permitirnos huir del calor. Como dijo Victor Frankl, «A quello que da luz debe soportar el estar ardiendo». Y estar con el calor del fuego no significa simplemente sentarnos a meditar en nuestras dificultades, sino también sumergirnos de lleno en ellas, adentrarnos hasta sus entrañas, enfrentarnos, penetrar e intimar con lo que haya allí, por mucho miedo que nos dé o por traumático, triste o crudo que nos resulte."
Masters, Robert Augustus. "La evasión espiritual" (Spanish Edition) (Posición en Kindle 258-271). Vesica Piscis. Edición de Kindle.