lunes, 28 de junio de 2010

ORACION PURA - PRIMEROS PASOS

Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica Romana ha estado estimulando a los católicos a vivir en plenitud la vida cristiana a fin de vivir la dimensión contemplativa del Evangelio fuera de un convento.

La unión divina es la aspiración máxima de todos los cristianos. Es un error pensar que se requiere una forma de vida especial para lograrlo. El camino espiritual es para todo aquel cristiano que tome en serio el mensaje del Evangelio. La repetición del mantra o palabra sagrada es una disciplina diseñada para reducir los obstáculos que impiden llegar a la quietud del corazón, donde reside la Santísima Trinidad. Para ello se redescubren las enseñanzas contemplativas de los maestros de espiritualidad en la tradición cristiana y se las sacan a la luz del presente. (Ver los escritos de Juan Casiano, Maestro Eckhart, Evagrio Pontico).

Es preciso mantener un cierto nivel de silencio interior en la siquis y en el sistema nervioso para obtener los beneficios de la oración contemplativa.

La disciplina de la meditación cristiana, con la repetición de una fórmula o palabra sagrada, ha sido diseñada para que dejemos de prestar atención al flujo ordinario de pensamientos -con el cual tendemos a identificarnos - ya que existe dentro de nosotros algo más profundo y esta oración hace que nos abramos para captar ese puro nivel espiritual de nuestro ser. Es ese nivel de nuestro ser el que nos hace más humanos. Los valores que encontramos allí son un deleite mayor que el que obtenemos de lo que flota sobre la superficie de la siquis. Necesitamos refrescarlo a diario acercándonos a ese nivel. De la misma forma que necesitamos, ejercicio, alimento, descanso y sueño, así mismo necesitamos momentos de silencio interior, que nos proporcionan la forma más profunda de reposo.

En ese centro de nuestro corazón habita la Santísima Trinidad y es desde la experiencia de dicho encuentro nuestro con Dios, que se producirá nuestra transformación paulatina, según la mano del Espíritu Santo que blande su cincel (el mantra) para modelar el alma.

El camino espiritual no consiste en dirigirse al exterior, puesto que Dios éstá DENTRO de nosotros. Lo que hace falta es que permitamos que nuestros pensamientos ordinarios pasen a un segundo plano y floten por el río de la conciencia sin que les prestemos atención, en tanto que nosotros dirigimos nuestra atención hacia el río sobre el cual flotan. Estamos sentados a la orilla del río, viendo pasar las embarcaciones. Si logramos permanecer en la orilla, fijando nuestra atención en el río y no en los botes, se irá desarrollando nuestra habilidad para ignorar los pensamientos cuando pasan, y aparecerá una forma más profunda de atención. El método consiste en dejar ir todo pensamiento (todo aquéllo que aparezca en nuestra conciencia, ya sea una imagen, una emoción, un recuerdo, un plan, un ruido exterior, una sensación de paz, hasta una comunicación de orden espiritual o un pensamiento devoto), durante el tiempo de la oración.

Para meditar buscarás un lugar tranquilo, te sentarás cómodo con tu espalda derecha, sin tensiones en el cuerpo para que no te distraigas. Cerrarás tus ojos, respirarás lenta y profundamente repitiendo tu palabra (no con los labios ni con las cuerdas vocales, sino mentalmente) durante los 20 ó 30 minutos que dure tu meditación tanto a la primera hora de la mañana como a la tarde o noche. Se requieren dos momentos diarios, para llenar nuestro día de Su Presencia y llevar a Dios a lo cotidiano.

No te desalientes con las distracciones, pero persevera en la disciplina, practícala sin esperar resultados. La búsqueda de resultados tiene que ver con el ego, en tanto que este camino es el polo opuesto: El DESAPEGO del yo para encontrarnos con el YO SUPREMO.

martes, 22 de junio de 2010

ACERCA DE LA ORACION CONTEMPLATIVA


Del libro "Mente abierta, corazón abierto" de Thomas Keating

Lo que la oración contemplativa no es:


La contemplación no es un ejercicio de relajación, sino que ésta puede ser un efecto secundario. No es una técnica sino una forma de oración, una disciplina. Es un método para llevar nuestra relación progresiva con Dios hasta el nivel de FE PURA. Fe pura es la fe que va más allá del nivel mental egoico y de la meditación discursiva y de ciertas acciones, hasta alcanzar el nivel intuitivo de la contemplación.


La meditación cristiana no es una forma de autohipnosis sino el primer peldaño en la escalera que lleva a la oración contemplativa.


El proceso de transformación del alma depende del crecimiento en la fe, la esperanza y la caridad o amor divino. La oración contemplativa es el fruto de dicho crecimiento y lo fomenta.

No se trata de un fenómeno parapsicológico, como la precognición (saber de antemano), el conocimiento de lo que sucede en la distancia, el control sobre las funciones corporales, tales como los latidos del corazón y la respiración, experiencias como salirse del cuerpo, de levitación, y otros fenómenos extraordinarios de orden sensorial o psíquico.

Dichas manifestaciones que incluyen locuciones, levitaciones y visiones de todo tipo, han sido sensacionales en las vidas de algunos santos. La tradición cristiana, sin embargo, siempre ha aconsejado que se eviten dentro de lo posible, tales dones extraordinarios, porque es difícil seguir siendo humilde una vez que se han recibido.

No podemos permitir que estos fenómenos parapsicológicos, por impresionantes que sean, nos saquen de nuestro centro o nos distraigan de nuestro tiempo de oración/meditación. Debemos siempre retornar a nuestra Palabra Sagrada o Mantra, repitiéndola todo el tiempo que dure nuestra oración. Es un grave error creer que estos poderes extraordinarios sean prueba de un gran desarrollo espiritual.

Siempre existe algo del propio ego al ejercitar cualquier don sensacional, sin excluir hasta el más espiritual.

¿Cuál es entonces la esencia de la oración contemplativa? El camino de la fe pura. Nada más. No es necesario que la sientas, sino que la practiques.

sábado, 19 de junio de 2010

SIGNORA DELLA SPERANZA BELLISSIMA!!!

SONIDOS SANADORES - ALGO DE MUSICOTERAPIA



Terapia con sonidos I: Frecuencias Sagradas Solfeggio

Se ha comprobado cómo la música es capaz de afectar notablemente a la actividad cerebral y por tanto afectar a los patrones cognitivos, y a las funciones vegetativas (frecuencia cardiaca, ritmo respiratorio, etc). La música tiene la capacidad de mover al ser humano tanto en el ámbito físico como en el psíquico.

La Musicoterapia es el uso de la música y/o sus elementos musicales (sonido, ritmo, melodía y armonía) realizada por un musicoterapeuta calificado con un paciente o grupo, en un proceso creado para facilitar, promover la comunicación, las relaciones, el aprendizaje, el movimiento, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos relevantes, para así satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas.

La Musicoterapia tiene como fin desarrollar potenciales y/o restaurar las funciones del individuo de manera tal que éste pueda lograr una mejor integración consigo mismo y el entorno, y consecuentemente una mejor calidad de vida a través de la prevención, rehabilitación y tratamiento.

Toda terapia basada en el sonido, se basa en el principio de resonancia.

Resonancia:

El principio de resonancia designa la capacidad que tiene la vibración de llegar más allá, a través de las ondas vibratorias y provocar una vibración similar en otro cuerpo. Es decir es la capacidad que tiene una frecuencia de modificar a otra frecuencia (en este caso resonancia acústica). Además el sonido modifica nuestras ondas cerebrales, ayudándonos a entrar en otros niveles de conciencia, donde son posibles los estados de sanación espontánea y estados místicos, haciéndonos más receptivos a la auto-sanación.

Según los músicos chinos e ingenieros acústicos modernos, La Tierra en el espacio genera una vibración de bajísima frecuencia pero muy poderosa afinada en el FA de la escala de Do. Toda la naturaleza responde con su propia vida y vibración, como un coro con sus mil armónicos, a esta tónica vibratoria propia, sólo, de la Tierra, y que los egipcios vincularon al color verde.

SOLFEGGIO:

Las frecuencias Solfeggio son sonidos antiguamente utilizados en cantos gregorianos, al cantarlos se impartía una bendición y una gracia especial.
Se ha podido comprobar como estas frecuencias pueden alterar y modificar la vibración espiritual de las personas, ayudándoles en su crecimiento interior.
Luego de muchos siglos de haber sido eliminadas del sistema musical tonal, han vuelto a salir a la luz.

LAS FRECUENCIAS SON:

UT (396 Hz) para liberar el miedo y la culpabilidad.
RE (417 Hz) para deshacer las situaciones y facilitar el cambio.
MI (528 Hz) para la transformación y los milagros. Reparación del ADN.
FA (639 Hz) para la conexión y las relaciones.
SOL (741 Hz) para el despertar de la intuición.
LA (852 Hz) para volver al orden espiritual.

396 Hz – FRECUENCIA PARA LIBERAR EL MIEDO Y LA CULPA
NOTA UT (DO)
Con esta frecuencia podemos eliminar de nuestro campo cuántico aquellas vibraciones como el miedo y la culpa.
Su sonido refleja en nosotros una vibración elevada y equilibrada.

417 – FRECUENCIA DE LA TRASMUTACIÓN
NOTA RE
Esta facilita el cambio y deshace aquellas situaciones que nos provocan estancamiento.
Accediendo igualmente a nuestro campo cuántico, libera cualquier falta de armonía, nos permite transformarnos y evolucionar.
Provoca un estado en el que nosotros volvemos a elegir nuestro rumbo pudiendo promover los cambios en nuestro día a día.

528 Hz – FRECUENCIA MILAGRO
NOTA MI
Esta frecuencia resuena en el corazón, es la frecuencia del AMOR.
Tiene un color verde- amarillo.
Este sonido repara el ADN.

639 Hz – FRECUENCIA PARA LA INTEGRACIÓN DE ESTRUCTURAS
NOTA FA
Esta frecuencia nos favorece en cuanto facilita la conexión entre las personas y las relaciones.

741 Hz – FRECUENCIA PARA DESPERTAR LA INTUICIÓN
NOTA SOL
Con este sonido podremos poco a poco despertar la intuición dormida en nosotros, es la frecuencia de la expansión de la conciencia.

852 Hz – FRECUENCIA PARA VOLVER AL ORDEN ESPIRITUAL
NOTA LA
Esta vibración puede elevar nuestra conciencia hacia un despertar más espiritual.

viernes, 18 de junio de 2010

LLAMADO


El llamado del Nuevo Testamento es un llamado a la unión. Debemos unificarnos en nuestro interior para descubrir nuestra UNION con DIOS.

ESE GRAN EXORCISTA: EL AMOR


" Lo que agrada a Dios es verme amar mi pequeñez y mi pobreza,

es la esperanza ciega que tengo en su misericordia... "

(Santa Teresa de Lisieux)

domingo, 13 de junio de 2010

ORACION CON MAYUSCULAS

Puede ser que tú juzgues que es cosa difícil el orar porque no sabes como hacerlo. Cada uno de nosotros debe ayudarse a orar: en primer lugar, recurriendo al silencio, puesto que no podemos ponernos en presencia de Dios si no practicamos el silencio, tanto interior como exterior. Hacer silencio dentro de nosotros mismos no es cosa fácil, pero es un esfuerzo indispensable. Tan sólo en el silencio encontraremos una nueva fuerza y la verdadera unidad. La fuerza de Dios llegará a ser la nuestra para poder cumplir cualquier cosa tal como se debe; será lo mismo para llegar a que nuestros pensamientos estén unidos a los suyos, para la unión de nuestras oraciones con sus oraciones, para la unidad de nuestros actos con sus actos, de nuestra vida con su vida. La unidad es el fruto de la oración, de la humildad, del amor.

Dios habla en el silencio del corazón; si te pones frente a Dios en el silencio y la oración, Dios te hablará. Y sabrás entonces que tú no eres nada. Dios no puede llenarte de él mismo hasta que tú no conozcas tu nada, tu vaciedad. Las almas de los grandes orantes son almas de gran silencio.

El silencio hace cambiar nuestra visión de las cosas. Tenemos necesidad del silencio para llegar a «tocar» las almas de los demás. Lo esencial no es lo que nosotros decimos, sino lo que Dios dice, lo que nos dice, lo que dice a través de nosotros. En un silencio así, él nos escuchará; en un silencio así, hablará a nuestra alma, y escucharemos su voz.

Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad

lunes, 7 de junio de 2010

DEL LIBRO "WORD INTO SILENCE" DE JOHN MAIN


El mantra nos demanda absoluta atención. En esencia es nuestra aceptación del carácter absoluto del amor de Dios, que inunda nuestros corazones por el Espíritu de Jesús Resucitado. En el momento de la meditación, morimos a la implacable simplicidad del mantra, renunciando entonces a todo pensamiento y lenguaje.


Esta no es una doctrina o un método esotérico. El mantra ha estado dentro de la tradición cristiana de oración desde el principio, y podemos encontrar referencias en cuanto a que la oración está más allá de todas las operaciones de la mente. San Buenaventura escribió al respecto: "Si la pascua ha de ser perfecta, deberemos dejar de lado todas las operaciones discursivas del intelecto y volcar la esencia de nuestra alma a Dios, para ser completamente transformados en El".


Con esto no quiero decir que la meditación sea el único camino, sino que es el único camino que yo he encontrado. Desde mi propia experiencia, es el camino simple y puro, el que nos posibilita estar total e integralmente conscientes del Espíritu que Jesús ha enviado a nuestro corazón. Esta es, sin duda, la experiencia más temprana registrada dentro de la tradición cristiana, desde los tiempos apostólicos hasta nuestros días.

sábado, 5 de junio de 2010

LA ESTIMA DEL SI Y LA CONVERSION DE LA PERSONA A LA VIDA INTERIOR


Como lo afirmaba Dom Henri Le Saux: "Ser sabio es, "recogerse" y centrarse en el lugar de donde todo brota; es el acto más santo, y eso es el amor, eso es la sabiduría, eso es la unión".


La meditación es, sin duda, el principal medio para favorecer la toma de conciencia de su interioridad. Para mantener la atención centrada en el interior de sí, la meditación se apoya en la toma de conciencia de los ritmos respiratorios o la repetición de un mantra. Después permite dejar emerger a la conciencia la oleada de palabras, de imagenes y de emociones, cuidando de no concentrarse en una de ellas. Entonces se las deja pasar, un poco como si se observaran nubes en un cielo azul. Se aprende entonces a distanciarse de los fenómenos interiores y a guardar un cierto control sobre su influencia. Se adquiere así la capacidad de entrar en una actitud de desapego interior para una mayor libertad.

EL RECONOCIMIENTO DE LA SOMBRA Y EL SACRIFICIO DEL EGO

Reconocer la propia sombra (partes mal amadas de la persona, que ha reprimido en el inconciente y proyectado en otros) es el primer paso hacia el descubrimiento de la totalidad del ser, pero no es cosa fácil para el ego estar enfrentado con su sombra. Todos sus esfuerzos hasta entonces han sido desplegados para asegurar su seguridad social y financiera, así como para el control y el dominio de los otros. El ego teme descubrirse vulnerable, desestabilizado e inclusive desequilibrado. Tiembla ante la perspectiva de tener que morir a sí mismo. El miedo y la ansiedad son el precio que el ego deberá pagar para aceptar el hacer frente a su sombra, a la miseria que se ha esforzado por ocultar. Por eso los que tienen una falsa concepción de la autoestima del sí, que la ven como una seguridad a toda prueba, percibirán la sombra como una amenaza para el yo. Pero para los que comprenden la necesidad de reconciliarse con su sombra, el miedo momentáneo que experimentan ante ella se transforma en alegría al ver aumentar su estima de sí mismos.

El ego debe aceptar, tarde o temprano, sentirse atascado entre su persona: su fachada social, y su sombra, entre los pedidos del exterior y los del interior. Si logra hacer emerger ambos y tolerar la tensión interior que resulte, el Sí (según Carl Jung es también el alma humana habitada por lo divino) acudirá entonces en su ayuda, ofreciéndole una suerte de "resurrección". La intervención del Sí tomará la forma de un símbolo integrador que permitirá conciliar los requerimientos de la persona con los de la sombra. Tal conciliación marca el comienzo de un proceso por el cual la persona adquiere una personalidad única, completa e independiente de las influencias sociales y tiránicas. Esta persona adquiere una mayor madurez, es más "ella misma" y más capaz de utilizar correctamente sus recursos y resolver sus conflictos. El Sí le facilita una armonía y una paz inestimables.