martes, 19 de septiembre de 2023

EL CIELO

La teología ha definido de forma muy abstracta al cielo como el estado en el que somos uno con Dios. Lo que nos espera “allá” supera todas nuestras representaciones.

 Ser Uno – Dios y tú

Desde la filosofía y la psicología podemos decir que en el cielo se cumplirá nuestro anhelo más profundo.En la tierra vivimos algunas experiencias de cielo como la del amor, la del éxtasis, la de ser uno, pero no podemos conservar esa felicidad porque cada vez que tenemos una experiencia plena, se despierta un nuevo anhelo de mayor profundidad y mayor intensidad, pero en el cielo se cumple plenamente ese anhelo. Allí brillará en su fulgor original, la única imagen que Dios se ha hecho de nosotros, nuestro verdadero yo ya totalmente purificado de todas las inmundicias como lo dice Ezequiel 36, 25-27

"Los rociaré con agua pura, y quedarán purificados. Los limpiaré de todas sus impurezas e idolatrías. Les daré un nuevo corazón y derramaré un espíritu nuevo entre ustedes; quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes y haré que sigan mis estatutos y obedezcan mis leyes."

La experiencia del cielo se puede también describir como un acontecimiento personal,  como un encuentro con Dios y como la consumación de nuestra relación con El, la cual aquí en la Tierra, siempre es fragmentaria y opaca. Tanto Karl Rahner  como Joseph Ratzinger identifican el cielo con Jesucristo, quien al hacerse hombre le ha dado al ser humano un lugar en el ser de Dios mismo. El ser humano, según este concepto, está en el cielo cuando está en Cristo y a través de El en Dios. En el cielo nos hacemos uno con Cristo y con su cuerpo. Es la comunión abierta de los santos y la consumación de toda convivencia humana que no es una competencia, sino la consecuencia de nuestro ser abierto a la presencia de Dios. 

Teología / Lic. Fernando Gomez: Exegesis La Transfiguración De Jesús

Todas las imágenes con las que la Biblia nos describe el cielo buscan expresar el misterio por el cual en el cielo somos en Cristo y en Él somos elevados a Dios. Ratzinger describe el cielo desde la teología “como el contacto del ser del hombre con el ser de Dios”. Esta incorporación de Dios y del hombre ha acontecido en Jesucristo. Cristo abrió el cielo para nosotros. Gracias a Cristo, nuestra naturaleza espiritual es una estructura capaz de lo infinito.  Pero, atención, aún así, debemos aceptar que la distinción entre criatura y creador permanecerá intacta en el cielo. Seremos recibidos en Cristo y en Él nos haremos uno con Dios. ¿Qué significa esto? Que en Dios llegaremos a ser cada vez más el ser humano que se asemeja a Cristo. En el cielo nuestro cuerpo será transfigurado. El ser humano no se desintegrará con la muerte. Permanecerá en su ser persona, pero reconciliado con todo. Tendrá todas las características de su identidad única pero más resplandecientes que antes. Lo que aquí ha brillado en nuestro cuerpo como singularidad y belleza destellará en el cielo con todo su esplendor. Pero en el cielo seremos seres corpóreos, personas. No se tratará de un alma que se diluye en el mar de la divinidad como afirman otras tradiciones religiosas no cristianas como el budismo o el hinduísmo.

Como personas también estaremos relacionados con los demás. No se trata de una vana ilusión el anhelo de que nos reencontraremos en el cielo. Nos volveremos a ver y nos abrazaremos; incluso los que han existido antes de nosotros y después de nosotros y con nosotros, aunque no los conociéramos. Y el encuentro entre los seres humanos será total y se dará, en un amor, en una libertad y en un reconocimiento inagotables. Esa es la Nueva Jerusalén prometida.

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Por supuesto que el cielo sigue siendo algo inimaginable y no lo podemos describir con nuestras categorías de tiempo y espacio, pero lo que sí podemos saber es que, en el amor de Dios, ese reencuentro y el encuentro con aquellos que hemos amado será algo que saciará nuestro más profundo anhelo de unidad. Esta es la enseñanza de nuestra Iglesia. Es lo que constituye la tradición es decir las conclusiones de largos siglos de estudio de nuestra Madre y guía, la Iglesia.

martes, 8 de agosto de 2023

El infierno

Jesús nos habla constantemente del infierno. Estos pasajes en su mayoría nos quieren prevenir de pasar aquí en esta vida situaciones infernales. El pecado, la opción por el mal, siempre lleva al infierno, siempre quita la paz, siempre complica nuestra existencia y la de los demás. Por ejemplo en Mt 25, 30 nos dice textualmente que eso es lo que ocurrirá con aquél tercer sirviente que entierra el talento: “allí habrá llanto y rechinar de dientes”. Ese llanto y ese rechinar de dientes será aquí en la tierra. De toda persona codiciosa, temerosa de compartir sus bienes, por ejemplo, podemos inferir que no es feliz. Y así podríamos tener innumerables ejemplos, como aquéllos mafiosos, corruptos, narcotraficantes, terroristas, idólatras, envidiosos, YA ACÁ VIVEN EN UN INFIERNO. El infierno es una imagen de la autodestrucción que se ocasiona el mismo ser humano al darle la espalda a Dios en esta vida. En otras palabras, el ser humano que opta por el mal. 

En qué momento un mal pensamiento se convierte en pecado?

También a aquéllas personas que quieren controlar todo lo que hay en su alma, la vida se les sale de control con toda seguridad, su vida puede ser la experiencia del infierno. ¿Cuántos casos podemos encontrar de verdaderas experiencias infernales aquí en la tierra? Gente que se odia, que vive en la violencia, que busca venganza, que envidia, que se compara permanentemente con los demás, que piensa que la culpa es del mundo y no se atreven a mirarse a sí mismos para superar sus prejuicios, que critican, que difaman, que mienten, que explotan a los más vulnerables, todos ellos viven en un infierno, aunque tengan esa imagen de éxito porque conducen un Audi o una Ferrari o vivan en una mansión. Personas que se cierran a todo diálogo, que no aceptan la condición de debilidad del prójimo porque no aceptan su propia condición débil y pecadora, no tienen paz. Personas llenas de miedo de sí mismos, miedo a encontrarse con su propia verdad, se deprimen, lloran, huyen sumergiéndose en las drogas, el alcohol, éso es el infierno en la tierra.

 Cómo ser libre de los vicios? - Universal

Sin embargo hay otras palabras de Jesús que se refieren al infierno que nos puede esperar después de la muerte. En Lc 13, 24 Jesús nos dice “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán”.  A aquéllas personas que han vivido de espaldas a sí mismas, que no han tenido ningún acceso a su propio corazón, Jesús les dirá: “No se de dónde son ustedes, ¡apártense de mí todos los que han hecho el mal. Allí habrá llantos y rechinar de dientes cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios y ustedes sean arrojados fuera” (Lc 13, 27-28). 

La Enciclopedia de Dios: TRATEN DE ENTRAR POR LA PUERTA ESTRECHA

Jesús no pretende hacer una estadística de cuántas personas irán al cielo y cuántas al infierno. Con su amonestación lo que quiere es animarnos a que abramos los ojos, y vivamos conscientemente, pues en algún momento será demasiado tarde para quien vive mucho tiempo desvinculado de su corazón. Ya no encontrará la llave para abrir la puerta de su corazón y se habrá excluido a sí mismo. A más tardar, puede suceder como ya lo hemos dicho que en la muerte, se den cuenta de lo que han desperdiciado y sentirán el dolor que produce el saberse autoexcluidos. Jesús quiere que desde ahora estemos en contacto con nuestro corazón y nos abramos a Dios; que sigamos los caminos que llevan a la Vida. Jesús nos advierte para que no vivamos dormidos; nos quiere despiertos para que vivamos atentos y hagamos justicia a la realidad. 

Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes" - Evangelio  - COPE

La imagen del infierno es antiquísima y aparece en otras religiones. Se lo ha representado como un lugar de crueles tormentos, como un lugar de castigo donde no queda ninguna esperanza. ESTA IMAGEN NO TIENE NADA QUE VER CON EL CRISTIANISMO.

El escritor ruso Fiador Dostoievski dice que el infierno es “el dolor de no poder amar más”. NO ES DIOS QUIEN ENVIA A ALGUIEN AL INFIERNO; éste consiste más bien en que el ser humano se cierra ante Dios y tiene que soportar su propia maldad sin que el amor de Dios que todo lo perdona, pueda transformarlo, ESTO ES EL INFIERNO. ES LA PROPIA ELECCION DEL SER HUMANO QUE SI BIEN SE ENCUENTRA CARA A CARA CON CRISTO, NO PUEDE NI QUIERE OPTAR POR EL, AUNQUE SUFRA, NO SE ARREPIENTE.

La rebelión humana en contra de la Soberanía de Dios – Iglesia Bautista  Reformada del Pacto de Gracia

Hoy al hablar del infierno, por una parte tenemos que evitar la minimización y por la otra no podemos caer en los sermones sobre el infierno de los años cincuenta del siglo pasado con los cuales se asustaba a las personas y se les hacía mucho daño. 

Catholic.net - De nuevo, sobre el infierno

La Iglesia primitiva se ocupó muy poco de la imagen del infierno. Recién en el siglo V, cuando las condiciones sociales cambiaron,  y multitudes de personas se volcaron a la Iglesia, se empezó a usar la imagen del infierno para obligar a los creyentes, mediante el miedo, a vivir según Cristo. No nos olvidemos que en esa época los eruditos eran los clérigos y religiosos, el pueblo, sin embargo, era muy simple, muy pobre, iletrado y por lo tanto se aplicó el método por el cual “lo que no entraba por la razón tenía que entrar por el miedo”.

Todavía en algunas personas quedan reminiscencias sádicas y agresivas, sobre todo cuando desean que el otro arda eternamente en el infierno. También hay muchos cristianos fundamentalistas que creen saber con exactitud quién merece caer en el infierno. Le arrebatan con su soberbia,  el lugar a Dios. Este es un riesgo que se corre al hablar del infierno, las exageraciones, pero también el otro peligro es restarle importancia. 

Las personas más inteligentes tienen mayor probabilidad de juzgar mal a los  demás

¿Cómo podemos hablar adecuadamente del infierno? Pues sencillamente sabiendo que existe la posibilidad del infierno, pero no es deseable para nadie.  Existe la posibilidad del fracaso y de cerrarse definitivamente a Dios. Repetimos, no es Dios quien lanza al infierno sino que es el ser humano el que se lo creará si se cierra definitivamente a Dios, al BIEN, al AMOR y, por tanto rechaza el ofrecimiento de su salvación.

 Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida | La Banda Diario

Como cristianos debemos tener la esperanza de que el amor de Dios venza sobre la maldad del pecador y así lo abrirá a entregarse a El, pero esa apertura no se dará sin dolor, como lo hemos visto en el Juicio y en el Purgatorio. Dios es misericordioso, pero muy JUSTO.

Parroquia La Inmaculada: Un Dios liberador