La existencia cristiana está sostenida por dos pilares, uno divino y el otro humano:
- La llamada de Dios, su palabra en el tiempo, los profetas mensajeros, Cristo.
- La respuesta del hombre en determinación de la vida entera desde la llamada.
A la iniciativa divina la llamamos revelación, a la correspondencia humana fe.
La acción del hombre viene en segundo lugar, si bien su estructura intelectiva, desiderativa y acogedora está pensada desde siempre por Dios como la cualificación necesaria (naturaleza-ser) para oir su voz (gracia-historia), y por estar troquelado en su ser para esta vocación. En el fondo es siempre un anhelo anónimo, que se reconoce a sí mismo como creado precisamente para esa revelación cuando la voz de Dios resuena en el tiempo y lo llama. Una vez que el ser humano ha acogido esa llamada de Dios, que la interioriza y la responde, surge una compenetración con ella, que engendra una experiencia totalizadora, iluminadora y transformadora de su vida, en la que Dios se le aparece como más interior a sí que El mismo, como siendo su más profundo centro.
La trascendencia de Dios, es entonces percibida como cercanía absoluta, presencia inhabitadora, inmanencia al propio ser del hombre. Aparece entonces una forma diferenciada de la vida cristiana. Mientras que antes el binomio determinante era llamada-respuesta, fe-obediencia, ahora el binomio es presencia-experiencia. En el primero se acentúan la trascedencia, la majestad y la exigencia ética, por parte de Dios, y, por parte del ser humano, la aceptación, la sumisión, la acción moral que corresponde. Es la dimensión profética de la experiencia bíblica y de la propia vida cristiana. En cambio, en el binomio segundo se acentúan la inmanencia de Dios, la connaturalidad amorosa con la persona humana, la cercanía que ésta siente a El, la experiencia, la vida toda como acción conjunta de ambos. Es la expresión mística de la experiencia bíblica y de la vida cristiana. Profetismo y mística son dos acentos que NUNCA PUEDEN SER CONTRAPUESTOS. La acentuación del primero hasta el extremo lleva a una comprensión de Dios como antagonista del hombre y a comprender al hombre como mero súbdito. También la acentuación mística hasta el extremo lleva a una comprensión de Dios puramente inmanente, como un elemento, parte o forma del propio ser humano, y a comprender la vida cristiana como unión, fusión e identificación de la criatura con el creador, con la consiguiente desaparición de ambos.
En la Biblia los grandes profetas son a la vez los grandes exponentes de una experiencia intensa de Dios: Moisés, Elías, Isaías, Jeremías... Por su parte los grandes místicos, se han alimentado de los profetas y han vivido a su luz, como puede verse en San Juan de la Cruz y su referencia permanente a los profetas del Antiguo Testamento, en especial a Elías. Profetismo y mística, obediencia y experiencia,trascendencia reveladora e inmanencia santificadora de Dios al ser humano, son polaridades que se sostienen mutuamente. La salud de una (obediencia), depende de la salud de la otra (experiencia) y viceversa.
Cada vida cristiana se sentirá inclinada a la luz de su propia psicología y de la misión que Dios le encargue, a acentuar la dimensión profética o la dimensión mística. La exigencia profética referida a la acción y a la historia no puede asfixiar la apertura y la entrega al Absoluto, mientras que la experiencia mística no puede ahogar el impulso profético y el dinamismo de acción.
Una característica de los más grandes místicos es su dinamismo personal y su actividad creadora, poniendo como ejemplo máximo a Santa Teresa de Jesús, mujer de oración, escritora y fundadora, que hizo girar en torno suyo la vida eclesial y política de la España del Siglo XVI.
Queridos amigos, los invito a ver en You Tube la miniserie española sobre esta Doctora de la Iglesia. El siguiente enlace los lleva al Capítulo Nro. 1 de una hora de duración. Deberán ustedes luego continuar con el resto, clickeando en el mismo espacio de YouTube a vuestra derecha. Yo misma la he visto muchas veces. Vale la pena. Excelente la interpretación de Concha Velazco.
¡¡¡Que la disfruten!!!