domingo, 29 de agosto de 2021

LOS MIEDOS

 Abordar el tema del miedo solamente desde el punto de vista psicológico sería insuficiente.  A modo de introducción diré que es un tema muy vasto del que se habló mucho y se dijo mucho ya. La novedad sin embargo, radicará en que nosotros no sólo lo enfocaremos desde la psicología sino también desde lo filosófico y lo teológico espiritual.

Las primeras preguntas que me debo hacer con toda honestidad son las siguientes:

·     ¿QUIERO SUPERAR MIS MIEDOS?

·    ¿DE VERDAD QUIERO SANARME?

·    ¿CÓMO MARCHA MI VIDA DE FE: 

Estas preguntas nos las tendremos que hacer a lo largo de todo lo que duren nuestros encuentros sobre este tema. Son interrogantes que exigen una introspección y que implican el querer mirarme con detenimiento y analizar profundamente mis sentimientos, mi mundo emocional y aún mis reacciones, para tomar las decisiones que se requieran tomar sin demora.

La emoción del miedo, tan útil como destructiva, merece ser analizada con respeto y atención.

Veremos primero su aspecto útil: nos indica que debemos defendernos de una amenaza. Por ejemplo si se está incendiando el edificio, será muy bueno tener miedo porque me permitirá tratar de escapar de este peligro. El cuerpo me irá avisando con palpitaciones, sudores y otros síntomas,  debido a la descarga de adrenalina que es la hormona que, entre otras cosas, me empujará a correr y alejarme velozmente de la situación de peligro. Ahora bien, pasado el peligro, y dependiendo del grado de susto que yo haya tenido, volveré a la normalidad.

Sin embargo, cuando el peligro es leve y yo reacciono como si hubiera visto a un oso o a un león, habrá que analizar más en profundidad a qué se debe tal reacción de mi parte.

O también, cuando apenas abro los ojos por la mañana y mi estado es de ansiedad, angustia, temor generalizado, disgusto por la vida, aquí estamos hablando de un cuadro patológico que no se va a solucionar sólo informándome acerca del temor o rezando para que se me quite, sino dando los pasos necesarios para poder revertir la situación, en la que estoy con la alarma activada las 24 hs del día.

Esta situación de temor extremo hace que la persona se construya su propia prisión y cómo se llama esa prisión? DEPRESION.

En estos casos extremos se recomendaría lo siguiente:

Convencerse de que para aprender a IR DESARMANDO TODO LO QUE SE CONSTRUYÓ PARA QUEDAR ATRAPADO O ENCERRADO, DICHAS PERSONAS VAN A TENER QUE APELAR A ESTAS TRES HERRAMIENTAS FUNDAMENTALES Y COMPLEMENTARIAS:

1.  FORMAR PARTE DE UNA COMUNIDAD ESPIRITUAL.

2. TRATAMIENTO PSICOTERAPEUTICO CUANDO SE REQUIERA.

Como pueden observar aquí no se trata de dejarle todo a Dios en el sentido mágico que algunos le dan a su relación con El. Precisamente, Dios ha permitido que el ser humano se fuera desarrollando, descubriendo un mundo de maravillas que ofrece la ciencia para nuestra salud. Los creyentes no debemos auto engañarnos ni ser presas de la ingenuidad. Amar a Dios y seguirlo, implica obedecerlo, depositar toda la confianza en El, pero sin descuidar los medios humanos que él pone a nuestro alcance para lograr nuestros objetivos de sanación y liberación los cuales son imprescindibles en ciertos casos.

Ahora pasaremos a analizar cuáles son las características, a nivel emocional, de una persona con miedo permanente:

·   Carece de toda confianza, no sólo en sí mismo, sino en   todo lo que lo rodea.

·   Posee una muy baja autoestima.

·   Carece de planes o proyectos.

·  Vive anclada en el pasado (melancolía) o en el futuro (ansiedad anticipatoria).

·   Ha perdido la capacidad de disfrutar.

·   Constantemente desalentada.

·   Carece de esperanza.

·   Está entrampada en un círculo vicioso del que pareciera  no atreverse tampoco a salir.

·  Busca razones de su malestar afuera y no dentro de sí misma.

Podríamos seguir con más características… por ahora dejemos estas pocas que son muy importantes y nos van a tener ocupados por bastante tiempo.

No obstante y tratando de no irnos por las ramas, estamos tratando de describir a qué nos estamos enfrentando. Aunque reitero, esto sirve a modo introductorio y en lo sucesivo analizaremos miedos puntuales a la luz de los Evangelios, dado que nuestro punto de interés precisamente, es el abordaje desde nuestro caminar cristiano, aprovechando las enormes riquezas que nos ofrece nuestra Tradición, principalmente en lo que se refiere a métodos de oración conremplativa.

Vamos a ir despacio, pero caminando firmemente y con la ayuda de la Gracia.

No me voy a ocupar exclusivamente de las personas con patologías severas lo cual no está a mi alcance y no es el objetivo de este trabajo, sino que trataré de que juntos vayamos desenmascarando a este “demonio” que quita la paz, resta calidad de vida y en muchos casos paraliza y obstaculiza el camino espiritual y la vida de oración.

Se aconseja que diariamente repasemos las siguientes pautas de conducta:

·    Desarrollo mi vida espiritual.

·    Transito el camino del autoconocimiento.

·    No existen en mi vocabulario las palabras NO PUEDO.

· Mi mente construyó una trampa y mi mente la   desarmará.

·   Mi prisión es imaginaria y los barrotes que me limitan   no existen.

·   No juzgo, no critico y mucho menos a mí.

·  Lo que pasó ya pasó y no lo puedo modificar. Lo que vendrá no lo conozco. Lo que viva ahora depende de mi libre opción.

·   Siembro amor para cosechar amor.

·  Estoy aprendiendo, como un bebé, a caminar nuevamente y lo intentaré una y otra vez hasta que pueda correr la gran carrera.

·  No malgasto mi energía.


sábado, 14 de agosto de 2021

JUNTOS EN UN NUEVO MUNDO

 Thomas Merton - Manantiales de la Contemplación

“La esencia de estar a solas, a solas consigo mismo, no está en huir de todas las personas de este mundo. Esto no tiene ningún sentido. No se trata de huir de la gente ni de correr a buscarla. Estar solo es simplemente otra forma de estar con ellos. 

 

El estar físicamente presente para todos es casi siempre más o menos irrelevante. Se está o no se está. Y eso no tiene en realidad tanta importancia, puesto que estamos unidos en el Espíritu. Y así es como será en el cielo. En el cielo hay una verdadera vida comunitaria, sin pequeñeces ni trivialidades. Allí, no nos preocupamos por nuestra propia identidad y nuestra individualidad, y todas esas minucias.

 

En el cielo, todas las cosas serán como cuando son mejores que nunca para nosotros aquí en la tierra, y mucho mejores. En otras palabras, allí seremos realmente uno. Este es el propósito de nuestra vida, lo que buscamos y anhelamos, y lo que vamos a tener. Seremos salvos, seremos libres, seremos uno.

 

No tenemos que preocuparnos por el hecho de que las cosas sean ahora imperfectas. El tiempo se avecina, y será mucho mejor de todo cuanto podamos pensar o imaginar. Y así será porque seremos uno. Así, cuando estamos juntos, enriquecemos nuestra eternidad.

Esto es lo que significa ser cristianos. Así es como obra Dios. Y lo que hace que le estemos tan agradecidos. Sabemos que no es nuestra misión hacer que las cosas “funcionen”, ni satisfacer ninguna clase de precondiciones, ni “enderezar” todas las cosas”.

miércoles, 4 de agosto de 2021

REFLEJO

Luna sobre agua.

Siéntate en soledad.

Si las aguas son plácidas, la luna será reflejada perfectamente. Si nos aquietamos, podemos reflejar perfectamente lo divino. Pero si nos involucramos sólo en las actividades frenéticas en las que participamos cotidianamente, si buscamos imponer nuestros propios esquemas sobre el orden natural, y si nos permitimos estar absortos en opiniones egocéntricas, la superficie de nuestras aguas se volverán turbulentas.

No hay esfuerzo que podamos hacer para aquietarnos. La verdadera quietud viene naturalmente de momentos de soledad en que dejamos que nuestra mente se asiente. Tal como el agua busca su propio nivel, la mente gravitará hacia lo sagrado. El agua turbia se volverá clara si se le permite quedarse tranquila, y así también se aclarará la mente si se le permite estar en calma.

Ni el agua ni la luna hacen ningún esfuerzo por lograr un reflejo. De la misma manera, la meditación será natural e inmediata.

 
«Estad quietos y sabed que yo soy Dios. Seré glorificado entre las naciones y sobre la tierra» Salmo 46:10.

SILENCIO


Viento en la cueva:

Movimiento en la quietud.
Poder en el silencio.

En una cueva, todos los sonidos externos son suavizados por la roca y la tierra, pero esto hace que los sonidos del latir del propio corazón y la respiración sean audibles. De la misma manera, la quietud contemplativa nos aleja del clamor cotidiano pero nos permite oír lo sutil en nuestras propias vidas.

Al escuchar no con el oído sino con el espíritu, se puede percibir el sonido sutil. Al entrar en ese sonido, entramos en la suprema pureza. Es por eso que tantas religiones tradicionales rezan, cantan o salmodian como preludio al silencio. Entienden que la repetición y la absorción del sonido los lleva a lo sagrado.

El sonido más profundo es el silencio. Esto puede parecer paradójico sólo si consideramos el silencio como una ausencia de vida y vibración. Pero para un meditador, el silencio es el sonido unificado con todos sus opuestos. Es tanto sonido como ausencia de sonido, y es en esta confluencia que emerge el poder de la meditación.
"...pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán." Isaías 40:31.

SANACION

El fuego se enfría.
El agua busca su nivel.
No importa qué tan extrema sea una situación, cambiará. No puede continuar para siempre. Así, un gran incendio forestal está siempre destinado a consumirse a sí mismo; un mar turbulento se volverá más calmo. Los eventos naturales se equilibran buscando sus opuestos, y este proceso de equilibrio está en el corazón de toda sanación.

Este proceso toma tiempo. Si un evento no es grandioso, el equilibrio requerido es ligero. Si es trascendental, entonces puede tomar días, años, incluso vidas enteras para que las cosas retornen a un equilibrio estable.

En verdad sin esos ligeros desequilibrios no podría haber movimiento en la vida. Es el desequilibrio lo que mantiene la vida cambiando. El centro total, el equilibrio total, sería sólo estancamiento. Toda vida es continua destrucción y sanación, una y otra vez.

Es por eso que en medio de una situación extrema, los sabios son pacientes. Ya sea la situación una enfermedad, una calamidad, o su propia ira, saben que después del trastorno vendrá la sanación.
"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". Fil 4,13.