El sufrimiento, desafortunadamente, es algo que todos nosotros experimentamos. Pero cuando nos unimos a la pasión y la muerte de Jesús, conectando nuestras experiencias a las de él, nosotros también experimentaremos la victoria, la resurrección, y un valor por nuestras dificultades que vale la pena.
Durante esta cuaresma, caminos del sufrimiento a la sanación y de la ira a la paz, que es sólo posible uniéndonos a la pasión de Cristo. Día a día, nosotros viajaremos con Jesús mientras él nos enseña a superar nuestras cruces, primero abrazarlas en santidad redentora y después entrando a la resurrección de Cristo. Así, descubriremos bendiciones tremendas que todavía no podemos imaginarnos.
En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús nos da un bastón para este viaje. Tiene tres partes. La primera sección, como el cayado de un pastor, es caritativa - porque cambia la dirección de nuestro corazón del cielo a la tierra cuando convertimos nuestros sufrimientos en ministerios que ayudan a los demás. La sección de en medio es el ayuno - esto es lo que da fuerza al bastón. La parte de abajo es la oración - esto es lo qué nos mantiene enfocados.
La CARIDAD es un regalo que damos a Dios en una acción de gracias por su generosidad hacia nosotros. Jesús describe dos "recompensas" diferentes: (1) la devolución recibida por los Fariseos y (2) la recompensa dada a aquellos cuya generosidad está basada en el amor. Los que dan con amor son amigos de Dios, y como los amigos comparten libremente uno con el otro, nosotros somos generosos con, nuestro tiempo, nuestra paciencia, nuestros talentos, nuestro dinero o cualquier otra cosa que Dios nos ha dado y que otros necesitan. Tal amor abre nuestros corazones para recibir más del amor de Dios.
La ORACION puede ser motivada por una actitud correcta o una actitud equivocada. ¿Oramos nosotros con palabras piadosas y gestos apropiados para obtener la aprobación de las personas? ¿Hacemos la señal de la cruz cuando oramos porque pensamos que mejorará nuestras oportunidades de conseguir lo que pedimos? ¿Recitamos oraciones de fórmula una y otra vez para convencer a Dios de que nos haga caso? ¿O es nuestro tiempo de oración verdaderamente una comunicación íntima con Dios al que apreciamos muchísimo?
El AYUNO es valioso sólo si ayuda a nuestra vida espiritual. Si ayunamos solamente para que los demás piensen que somos buenos católicos, entonces no tiene valor. El ayuno se originó en la historia judía como un sacrificio personal en el Día de Expiación - el día anual para el perdón de los pecados - para mostrarle a Dios humildad y arrepentimiento. Hoy, el ayuno es recomendado por la Iglesia para adquirir "maestría sobre nuestros instintos y libertad de corazón" (párrafo de Catecismo 2043). Es decir, el ayuno nos ayuda a entrar en una conversión más grande.
Este bastón de tres partes es necesario para nuestro viaje, porque nos ayuda en nuestra conversión. La caridad convierte a nuestros corazones cuando implica sacrificar nuestros bienes materiales con el propósito de amar a los demás. Orar convierte nuestros corazones cuando implica sacrificar nuestro uso egoísta del tiempo para amar a Dios. El ayuno convierte nuestros corazones cuando implica sacrificar nuestros placeres egoístas, representados por nuestro placer de la comida, para reforzar nuestra naturaleza espiritual y nuestra santidad.
Reflexión de Las Buenas Nuevas Miércoles de Ceniza
9 de Marzo, 2011
Durante esta cuaresma, caminos del sufrimiento a la sanación y de la ira a la paz, que es sólo posible uniéndonos a la pasión de Cristo. Día a día, nosotros viajaremos con Jesús mientras él nos enseña a superar nuestras cruces, primero abrazarlas en santidad redentora y después entrando a la resurrección de Cristo. Así, descubriremos bendiciones tremendas que todavía no podemos imaginarnos.
En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús nos da un bastón para este viaje. Tiene tres partes. La primera sección, como el cayado de un pastor, es caritativa - porque cambia la dirección de nuestro corazón del cielo a la tierra cuando convertimos nuestros sufrimientos en ministerios que ayudan a los demás. La sección de en medio es el ayuno - esto es lo que da fuerza al bastón. La parte de abajo es la oración - esto es lo qué nos mantiene enfocados.
La CARIDAD es un regalo que damos a Dios en una acción de gracias por su generosidad hacia nosotros. Jesús describe dos "recompensas" diferentes: (1) la devolución recibida por los Fariseos y (2) la recompensa dada a aquellos cuya generosidad está basada en el amor. Los que dan con amor son amigos de Dios, y como los amigos comparten libremente uno con el otro, nosotros somos generosos con, nuestro tiempo, nuestra paciencia, nuestros talentos, nuestro dinero o cualquier otra cosa que Dios nos ha dado y que otros necesitan. Tal amor abre nuestros corazones para recibir más del amor de Dios.
La ORACION puede ser motivada por una actitud correcta o una actitud equivocada. ¿Oramos nosotros con palabras piadosas y gestos apropiados para obtener la aprobación de las personas? ¿Hacemos la señal de la cruz cuando oramos porque pensamos que mejorará nuestras oportunidades de conseguir lo que pedimos? ¿Recitamos oraciones de fórmula una y otra vez para convencer a Dios de que nos haga caso? ¿O es nuestro tiempo de oración verdaderamente una comunicación íntima con Dios al que apreciamos muchísimo?
El AYUNO es valioso sólo si ayuda a nuestra vida espiritual. Si ayunamos solamente para que los demás piensen que somos buenos católicos, entonces no tiene valor. El ayuno se originó en la historia judía como un sacrificio personal en el Día de Expiación - el día anual para el perdón de los pecados - para mostrarle a Dios humildad y arrepentimiento. Hoy, el ayuno es recomendado por la Iglesia para adquirir "maestría sobre nuestros instintos y libertad de corazón" (párrafo de Catecismo 2043). Es decir, el ayuno nos ayuda a entrar en una conversión más grande.
Este bastón de tres partes es necesario para nuestro viaje, porque nos ayuda en nuestra conversión. La caridad convierte a nuestros corazones cuando implica sacrificar nuestros bienes materiales con el propósito de amar a los demás. Orar convierte nuestros corazones cuando implica sacrificar nuestro uso egoísta del tiempo para amar a Dios. El ayuno convierte nuestros corazones cuando implica sacrificar nuestros placeres egoístas, representados por nuestro placer de la comida, para reforzar nuestra naturaleza espiritual y nuestra santidad.
Reflexión de Las Buenas Nuevas Miércoles de Ceniza
9 de Marzo, 2011
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