sábado, 11 de febrero de 2012

EL PODER DE LA ORACIÓN


Relatos de un Peregrino Ruso

1. “Ora y piensa lo que quieras.” Tus pensamientos se purificaran con la oración. La oración iluminará tu entendimiento. Ahuyentara los pensamientos insidiosos. Lo asegura San Gregorio el Sinaita: “si quieres ahuyentar los pensamientos y purificar la mente, expúlsalos con la oración”, porque nada como la oración puede controlar los pensamientos. Lo mismo dice san Juan Clímaco: “derriba a los enemigos de la mente con el Nombre de Jesús. No encontrarás otra arma contra ellos”.

2. “Ora y haz lo que quieras”. Tus acciones serán gratas a Dios y a ti te serán útiles y saludables. La oración frecuente, cualquiera que sea su objetivo, no quedará sin fruto, porque en ella está el poder de la gracia y “todo el que invoque el Nombre del Señor se salvará” (Act. 2, 11). Por ejemplo: un hombre que había orado sin resultado y sin devoción recibió de la oración claridad de reflexión y una llamada al arrepentimiento. Una chica disoluta oró cuando volvía a casa y la oración la guió por el camino de la castidad y la obediencia a los mandamientos de Jesucristo.

3. “Ora y no te canses demasiado en dominar las pasiones con tus solas fuerzas”. La oración las reducirá ala nada. “El Espíritu de Dios que está en vosotros es más que el que esta en el mundo” (I Jn 4,4), dice la Escritura. Y san Juan de Kárpatos enseña que si no tienes el don de dominarte no debes afligirte, sino saber que Dios te pide diligencia en la oración, y la oración te salvará. El Staretz de quien habla en Otechik3, que, vencido por el pecado, no se desalentó, sino que acudió a la oración y volvió a su pureza anterior, es una prueba.

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