1.
“He aquí lo que has de hacer. Eleva tu corazón al Señor; con un suave
movimiento de amor, deseándole por sí mismo y no por sus dones. Centra
tu atención y deseo en él y deja que sea esta la única preocupación de
tu mente y tu corazón. Haz todo lo que esté en tu mano para olvidar todo
lo demás, procurando que tus pensamientos y deseos se vean libres de
todo afecto a las criaturas del Señor o a sus asuntos tanto en general
como en particular. Quizá pueda parecer una actitud irresponsable, pero,
créeme, déjate guiar; no les prestes atención”. (cap. 3)
2. “Nadie
puede comprender totalmente al Dios increado con su entendimiento; pero
cada uno, de maneras diferentes, puede captarlo plenamente por el amor.
Tal es el incesante milagro del amor: una persona que ama, a través de
su amor, puede abrazar a Dios, cuyo ser llena y trasciende la creación
entera. Y esta maravillosa obra del amor dura para siempre, pues aquel a
quien amamos es eterno. Cualquiera que tenga la gracia de apreciar la
verdad de lo que estoy diciendo, que se tome a pecho mis palabras, pues
experimentar este amor es la alegría de la vida eterna y perderlo es el
tormento eterno”. (cap. 4)
3. “El hombre puede conocer totalmente y
ponderar todo lo creado y sus obras, y también las obras de Dios, pero
no a Dios mismo. El pensamiento no puede comprender a Dios. Por eso,
prefiero abandonar todo lo que puedo conocer, optando más bien por amar a
aquel a quien no puedo conocer. Aunque no podemos conocerle, sí que
podemos amarle. Por el amor puede ser alcanzado y abrazado, pero nunca
por el pensamiento”. (cap.6)
4. suceda. Esta palabra será tu defensa
tanto en la guerra como en la paz. Sírvete de“Si quieres centrar todo tu
deseo en una simple palabra que tu mente pueda retener fácilmente,
elige una palabra breve mejor que una larga. Palabras tan sencillas como
“Dios” o “Amor” resultan muy adecuadas. Pero has de elegir una que
tenga significado para ti. Fíjala luego en tu mente, de manera que
permanezca allí suceda lo que ella para golpear la nube de la oscuridad
que está sobre ti y para dominar todas las distracciones, fijándolas en
la nube del olvido, que tienes debajo de ti. Si algún pensamiento te
siguiera molestando queriendo saber lo que haces, respóndele con esta
única palabra. Si tu mente comienza a intelectualizar el sentido y las
connotaciones de esta “palabrita”, acuérdate de que su valor estriba en
su sencillez. Haz esto y te aseguro que tales pensamientos
desaparecerán. ¿Por qué? Porque te has negado a desarrollarlos
discutiendo con ellos”.(cap. 7)
5. “Te apremio a que deseches todo
pensamiento sabio o sutil por santo o valioso que sea. Cúbrelo con la
espesa nube del olvido porque en esta vida sólo el amor puede alcanzar a
Dios, tal cual es en sí mismo, nunca el conocimiento. Mientras vivimos
en estos cuerpos mortales, la agudeza de nuestro entendimiento permanece
embotada por limitaciones materiales siempre que trata con las
realidades espirituales y más especialmente con Dios. Nuestro
razonamiento, pues, no es jamás puro pensamiento, y sin la asistencia de
la misericordia divina nos llevaría muy pronto al error”.(cap. 8)
6.
“La bondad auténtica se manifiesta en una manera habitual de obrar bien
y de responder adecuadamente en cada situación, según se presenta; está
movida siempre por el deseo de agradar a Dios. Solo él es la fuente
pura de todo bien, y si alguna persona se ve motivada por algo distinto
de Dios, aun cuando Dios sea el primero, entonces su virtud es
imperfecta. Esto es evidente en el caso de dos virtudes en particular,
la humildad y el amor fraterno. Quien adquiere estos hábitos y actitudes
no necesita otros, pues en ellos poseerá todos los demás”. (cap. 12)
7.
“Los contemplativos raras veces oran con palabras, y si lo hacen, son
pocas. En realidad, cuanto menos mejor. Y además una palabra monosílaba
es más adecuada a la naturaleza espiritual de esta obra que las largas.
Pues desde ahora el contemplativo se ha de mantener continuamente
presente en el más profundo e intimo centro del alma”.(cap.37)
8.
“Con esta pequeña palabra: «Dios». No se necesita nada más, ni otras
palabras, pues Dios es el compendio de todo bien. Él es la fuente de
todo bien, pues constituye su verdadero ser”.(cap. 39)
9 “Rechaza el
conocimiento y la experiencia de todo lo que es inferior a Dios,
dejándolo bajo la nube del olvido. Y has de aprender también a olvidar
no sólo a toda criatura y sus obras sino también a ti mismo, juntamente
con cuanto has hecho por el servicio de Dios. Pues un verdadero amante
no sólo quiere a su amado más que a si mismo sino que en cierto sentido
se olvida de si mismo en relación al único que ama”.(cap. 43)
10. “A
medida que la persona madura en la obra de la contemplación, descubrirá
que este amor gobierna su comportamiento de una manera conveniente tanto
interna como externamente. Cuando la gracia atrae a un hombre a la
contemplación, parece transfigurarlo incluso físicamente de tal forma
que, aunque sea contrahecho por naturaleza, aparece cambiado y agradable
a la mirada. Toda su personalidad se vuelve tan atractiva, que las
buenas personas se honran y se deleitan estando en su compañía,
fortalecidas por el sentido de Dios que irradia de ellos”. (cap. 54)