La alegría es posible. Pero no la confundas con la euforia de alguien que tuve suerte en el casino.
Tampoco es el placer de ganarle a otro en una discusión. Tampoco es el gusto de salir de vacaciones.
Es algo más profundo y mucho más valioso. Es una seguridad interior, una fuerza, un impulso de vida que uno siente cuando percibe que está vivo, que puede seguir adelante, que siempre hay una esperanza.
Pero sobre todo es la FUERZA INTERIOR que uno experimenta cuando SABE QUE ES AMADO, especialmente cuando tiene la certeza de que HAY UN AMOR INMENSO QUE LO SOSTIENE MÁS ALLÁ DE TODO Y POR ENCIMA DE TODO. Hay un amor infinito que nunca falla y que lucha por sacarnos adelante en cualquier situación que vivamos.
Esa es una alegría calma, que no se expresa en la risa o en la carcajada. No es una ostentación de felicidad. Es un gozo interno, sereno y discreto, pero verdadero, profundo y estable.
Es la sensación de los que le han encontrado un sentido a la vida, aunque estén llenos de problemas.
Víctor Manuel Fernández
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