lunes, 14 de octubre de 2019

CINCO CONTEMPLACIONES SEGÚN EL MAESTRO THICH NHAT HANH.

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Es mucha la felicidad que puede proporcionarnos contemplar el alimento pocos segundos antes de comer y comerlo luego atentamente. En nuestros centros de práctica utilizamos las cinco contemplaciones como forma de recordarnos de dónde viene el alimento y su objetivo.
La primera contemplación consiste en cobrar conciencia de que el alimento procede directamente de la tierra y del cielo. Es un regalo de la tierra y del cielo y de las personas que lo han preparado.
La segunda contemplación tiene que ver con ser merecedores del alimento de vamos a comer. Y, para ser merecedores, debemos comerlo atentamente, siendo conscientes de su presencia y agradeciendo la posibilidad de disfrutar de él. No podemos perdernos en elucubraciones, miedos o enfados relativos al pasado o el futuro. Es justo que, como el alimento está presente para nosotros, nosotros estemos también presentes para el alimento. Come atentamente y serás merecedor del cielo y de la tierra.
La tercera contemplación te ayuda a cobrar conciencia de tus tendencias negativas y a no dejarte arrastrar por ellas. Tienes que aprender a comer con moderación, es decir, a comer la cantidad adecuada de alimento. No en vano el cuenco utilizado por el monje o la monja es conocido también como “la medida apropiada”. Es muy importante no comer más de la cuenta. Si masticas y comes lenta y atentamente, tu nutrición será más completa. La cantidad adecuada de alimento que debes comer es aquella que te ayuda a permanecer sano.
La cuarta contemplación tiene que ver con la calidad de la comida. Por ello decidimos comer tan solo aquellos alimentos que no intoxiquen nuestro cuerpo y nuestra conciencia, es decir, comemos alimentos que nos mantengan sanos y nutran nuestra compasión. Eso es comer atentamente. El Buda dijo que comer de un modo que destruya en ti la compasión es como devorar la carne de tu propio hijo. Come, pues, de un modo que mantenga viva la compasión en ti.
La quinta contemplación tiene que ver con la conciencia de que nos alimentamos para realizar algo. Nuestra vida debe tener sentido, y ese sentido consiste en aliviar el sufrimiento ajeno y ayudar a los demás a permanecer en contacto con la alegría de la vida. La vida empieza a tener sentido cuando nuestro corazón alberga la compasión y podemos reducir el sufrimiento ajeno. Ese es, para nosotros, un alimento muy importante y que puede proporcionarnos mucha alegría. Una sola persona puede ayudar a muchos seres vivos, y eso es algo que puede hacerse en cualquier lugar.
Fuente: Felicidad - Thich Nhat Hanh.

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