Dios creó tu alma silenciosa en el Bautismo, en un silencio inviolado. La llenó de sí mismo al descender a ella toda la Trinidad santa; nada más que para Él. Fue más tarde, poco a poco cuando el mundo hizo irrupción. El ruido la invadió, cubriendo la dulce voz de Dios. Desde el barullo se amplifica.
¡Vuelve al silencio bautismal, hermano!
El ruido tiene tres generadores:
1. los recuerdos,
2. la curiosidad,
3. las inquietudes.
¡Paraliza sus acciones!
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