Esta libertad es a) una liberación interior de cuanto oprime y b) un caminar de acuerdo con la moción del Espíritu.
A) Liberación interior: Impresiona constatar la importancia que la Palabra de Dios concede la libertad. Jesús, después de leer en la Sinagoga el texto de Isaías: «... me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos... y para dar la libertad a los oprimidos... » Afirma rotundamente: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy» (Lc 4,18-21).
Jesús ha precisado muy bien de qué esclavitud quiere liberar al hombre: muerte, pecado, tinieblas, ignorancia, enfermedad, es decir, las obras de la carne. La carne, según el lenguaje de Jesús y del Nuevo Testamento, no es lo mismo que cuerpo, sino que es aquéllo que tanto en nuestro cuerpo, como en nuestra psique, sea pasión, deseo, sentimiento o inclinación, es contrario a la tendencia del espíritu.
A partir del bautismo, el cristianismo nacido del agua y del Espíritu, empieza a ser liberado: “la ley del Espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la muerte» (Rm 8,2), "para ser libres nos libertó Jesucristo» (Ga 5,1), “habéis sido llamados a la libertad, sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne» (Ga 5,13).
Libertad resulta ser equivalente a la vida del Espíritu. La acción de Jesús, la presencia del Espíritu, es esencialmente una liberación no sólo en el hombre, sino hasta en la misma creación que también espera "ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8,21).
La falta de libertad supone oposición y rechazo del Espíritu. Podemos estar en el mismo engaño que los judíos cuando respondían a Jesús que les presentaba la verdad para ser libres:”... "Nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haré libres?» (Jn 8,33). Todo lo que en nosotros no esté iluminado por la presencia de Jesús será zona de oscuridad, de miedo, de ignorancia, de concupiscencia, zona en la que de alguna manera sigue dominando «la ley del pecado».
Unas manifestaciones concretas de esta falta de libertad se pueden apreciar:
- En la esfera de nuestra vida espiritual: infidelidad constante, dureza de corazón, deformación de la conciencia, malos hábitos, formalismo y rutina, respeto humano, fariseísmo, etc.
- En nuestro psiquismo humano: desequilibrios emocionales o afectivos, deformaciones de carácter, estados de angustia o ansiedad, rasgos neuróticos, depresiones, timidez, miedo: cualquier tipo de afección que nos pueda aquejar, cualquier herida inveterada sin restañar, siempre serán un obstáculo que impida la fluidez de la vida del Espíritu hasta llegar a la plenitud a la que estamos llamados.
La "aspiración del Espíritu» (Rm 8,27), cuyas tendencias son «vida y paz» (Rm 8,6), es curar rápidamente en nosotros toda enfermedad espiritual, todo trauma psíquico, hasta hacernos respirar la verdadera libertad.
B) Libertad plena del Espíritu en nosotros: Si crecemos, si se dan en nosotros los frutos del Espíritu, si fluye espontáneamente la alabanza, si somos guiados por el Espíritu de Dios (Rm 8,14), si el «amor perfecto expulsa el temor» (1 Jn 4,18), entonces se da esa libertad de Espíritu en nosotros. Yendo a la raíz, podríamos resumirlo muy simplemente: si Jesús ocupa el centro de mi corazón, tengo la plena libertad interior. Así dicho parece muy sencillo, pero es la clave para resolver todos los problemas espirituales que se nos puedan presentar.
Todos necesitamos la liberación interior de todas las fuerzas negativas que puedan operar en nosotros. Pero más que nada necesitamos llegar a alcanzar esta libertad que es el señorío de Jesús en nosotros, PORQUE EL SEÑOR ES EL ESPIRITU, Y DONDE ESTA EL ESPIRITU DEL SEÑOR, ALLI ESTA LA LIBERTAD (2 Co 3,17).
La fórmula de S. Pablo no puede ser más completa. Quizá sea la
que mejor nos defina el problema de la libertad espiritual.
En los tres artículos que siguen, un pensador nos hace un planteamiento general
de la libertad cristiana, haciéndonos ver cómo se manifiesta su urgencia y
los caminos para llegar a ella. Otro pensador, a través de un testimonio personal,
nos relaciona la libertad con la verdad, con el amor y el perdón. Se habla de
la liberación y curación interior como punto de partida para llegar a la
libertad.
Nosotros como Comunidad Orante Contemplativa, sabemos que la liberación se produce gracias a la intervención del Señor mientras oramos. Sin embargo, debemos recordar que el ego, para mencionar un término moderno con el que tratamos de definir a la mente conciente, va a tratar de impedir que se produzca esa descarga del inconciente y nos va a llenar de distracciones (no obstante algunas de ellas pueden ser esos mismos contenidos del inconciente que van aflorando). No luchemos contra ellas. También puede ser terapéutico este camino. TODO LO PERMITE DIOS Y TODO REDUNDA EN EL BIEN DE LOS QUE LO AMAN.
Como hemos venido definiendo a la Oración Contemplativa tengamos en cuenta que no se trata de una oración a nivel intelectual, sino que es tu voluntad consintiendo a la presencia de Dios en un acto de fe pura.
Normalmente el pensamiento expulsa trozos de basura emocional a través de pensamientos con carga emocional. Así que sin que te des cuenta, muchos conflictos emocionales que están sepultados en el inconciente, afectando tus decisiones más de lo que te puedas imaginar, están siendo resueltos. A consecuencia de dicho proceso, con el tiempo te irá invadiendo una sensación de bienestar y liberación interior. Aquéllos mismos pensamientos de los cuales te quejas mientras estás en oración, son precisamente los que están liberando tu psiquis del daño que se ha acumulado en ella durante toda tu vida. EN ESTA ORACION LOS PENSAMIENTOS Y EL SILENCIO VAN UNIDOS Y JUEGAN UN PAPEL MUY IMPORTANTE. Se requiere mucho valor para enfrentarse con el proceso de AUTOCONOCIMIENTO que es el que indefectiblemente tendrás que atravesar si quieres tener un camino espiritual serio, a través de la oración de silencio y quietud, a fin de llegar a una profunda liberación y sanación interior.
Cuando adquirimos el compromiso de emprender el camino espiritual, lo primero que el Espíritu Santo hace, es sacar del medio toda la basura emocional que llevamos almacenada dentro de nosotros, porque desea llenarnos completamente y transformar la totalidad de nuestro organismo corporal y espiritual a fin de que sea un instrumento flexible del Amor Divino.
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