"Un gran pianista. Un artista fuera de serie, pero más que eso, un ser humano gigante de alma, de corazón, de sentimientos.
Miguel Angel Estrella era muy feliz en su Tucumán natal. Estudió piano perfeccionándose nada más y nada menos que con Nadia Boulanger, una gran maestra y mejor artista.
Nada pudo quitarle a Miguel Angel la paz de su rostro. Pasó por todo tipo de atropellos: fue secuestrado, torturado. Relata que sus torturadores en Uruguay se ensañaban con sus manos que no pudo usar por años. También oyó de parte de sus captores aberrantes frases como: “Aquí Dios somos nosotros. Nosotros somos los dueños de la vida y de la muerte así que no te molestes en seguir rezando”. Miguel Angel rezaba más fuerte, como dice él, a los gritos.
En el Líbano de donde era oriunda su familia había muchos “Nayeb” : Estrella y pudo conocer allí a un primo que según él tenía la misma cara que su padre., cara de bueno. Su vida sin embargo, había estado marcada por familias judías de las que había aprendido tantas cosas: por ejemplo, a vivir en la diversidad, a ser cristiano en medio de ellos y más que antes. Un mundo sin prejuicios y sin etiquetas. Un mundo de seres humanos de solamente dos categorías: buenos y malos.
Nunca supo por qué lo secuestraron, como no lo supieron tantos otros. Intervinieron para su liberación toda una serie de organismos internacionales, inclusive el Vaticano como él relata.
Una torturadora de 20 años había llegado allí pues un jerarca la había seducido y en el catre la convenció de que fuera con él a un lugar donde podía inclusive experimentar goce sexual mientras torturaba. Ella le obedeció y allí estaba en ese infierno confesándose ante un Miguel Angel que no la odiaba a pesar del mal trato recibido. Ella misma no entendía cómo podía ser y es por ello que desistió de maltratarlo.
Es que estos seres no se repiten tan fácilmente. Seres que saben diferenciar el mal del bien y que viven a rajatabla el AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS. Seres que viven como Gandhi, como Luther King y tantos otros, desde un centro de poder que se localiza en el fondo de su corazón. Un poder que lo trasciende todo.
Aprendió que no todo el que cumple con rituales es creyente. No todo el que da limosna, lo hace por amor, sino para acallar tal vez su mala conciencia. No todo el que se dice derecho y justo sabe lo que es el respeto por el otro ni la justicia basada en el perdón.
A medida que yo escuchaba su relato me daba cuenta de cuán lejos estoy yo de perdonar así. Cuán lejos estoy yo de esa libertad interior. Si pienso en mis propias fuerzas, jamás la conseguiré, pero si pienso en lo trascendente y vivo desde allí, jamás perderé la esperanza.
El panel de periodistas que lo entrevistaba se quedó boquiabierto al ver a un hombre que ellos mismos definieron desde un lugar común, como alguien que tiene la humildad de los grandes. Un hombre sin rencores que sabe hablar objetivamente de un pasado tan cruel. Sin embargo un hombre comprometido con la lucha por sus ideales. Un hombre lleno de sabiduría que quizás la absorbió de tanta obra bella musical que pasó por sus manos hoy recuperadas. Un músico, un artista, un atleta de Dios."
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