El descanso mental y el descanso físico son grandes valores. Pero un descanso mucho más profundo se encuentra en la libertad de la tiranía de los hábitos y compulsiones pecaminosos. Un descanso más profundo aún es la libertad de las raíces del pecado. Entonces nuestras emociones ya no están interesadas por los programas del falso yo, sino que reverberan ante los valores del Evangelio, gozándose en la práctica de la virtud y en la libertad de la cara oscura de nuestra personalidad. Finalmente el descanso mayor de todos es el descanso del amor perfecto en el que podemos reposar en medio de la actividad más intensa porque no consumimos energía a causa de nuestros apegos o frustraciones.
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