sábado, 6 de julio de 2019

EL ICONO

La palabra surge del silencio y solo se escucha bien desde el silencio. Algunas veces en los comentarios bíblicos se alude por este motivo a los iconos, por lo que en sus páginas aparecen varios que no son una mera ilustración artística.

¿Qué es un icono realmente?

La palabra “icono” viene del griego “eikon”, que significa semejanza, imagen que atestigua una presencia. Cristo, imagen visible de Dios invisible, es el prototipo del icono. El icono es una ventana a lo invisible. Ocupa un lugar central en la fe, y en la expresión litúrgica de esta fe, en la tradición cristiana rusa y bizantina.

Para ser iconografo se requiere por encima de talentos artísticos una vida santa. Antes de pintar, el iconografo se prepara durante cuarenta días por medio del ayuno y de la oración.

Pinta los rostros por medio de una “aclaración progresiva”. Recubre la plancha de madera de un tono oscuro y luego pasa a usar tintes más claros, añadiendo ocres y amarillos, superponiendo progresivamente claros, añadiendo ocres y amarillos, superponiendo progresivamente claros, lo que revela el nacimiento de la luz en el ser humano. Es luz manifestando la verdadera Luz que ilumina todas las cosas. En el icono la luz nace de dentro, no hay ningún foco externo que ilumine la imagen desde fuera. El iconografo nunca firma; ha sido Otro quien ha pintado a través de él.

El icono “no pintado por mano humana: recuerda el “sumi-e” japonés, donde se trata de pintar el alma de la flor, del paisaje, “sin pincel”. El pintor del icono es el Espíritu, y se dirige al ojo del espíritu. Solo lo sabe ver y reconocer el ojo humilde de un niño. Es un conocimiento por semejanza; tiene que haber una correspondencia interior entre el icono que se mira y el icono interior de quien lo mira. El icono interior anida en lo más profundo de todo ser humano, es su identidad más verdadera. Está en cada uno “desde los orígenes”, pero muchas veces está oculto bajo capas que cubren la luz del corazón. Toda la obra del Espíritu en el ser humano consiste en descubrir esta imagen.

El Icono se revela en el silencio. La mirada contemplativa prolongada descubre ahí el Misterio que ninguna palabra puede expresar, ninguna mano pintar. El icono es una alabanza de Aquel que sobrepasa toda imagen y toda palabra. Así como la fe, experiencia oscura amorosa, trasciende toda imagen y concepto gracias, precisamente, a la ruta mostrada por imágenes y conceptos, así el ser humano primero calla porque ha visto y oído, para luego volver a pintar y hablar desde el silencio.

La Palabra desde el Silencio

Por Ana Maria Schluter

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