domingo, 26 de febrero de 2012

EL SENTIDO DEL DESIERTO


Este pasaje lo basé en un escrito de mi amigo Joao Joseph al que le he agregado mi visión contemplativa.

La cuaresma o desierto es tiempo de auto-conocimiento, tiempo para enfrentarnos con el mal, como decían los Padres del Desierto, con aquél mal que habita en nosotros mismos. Es el momento de enfrentarnos con nuestra "sombra", con nuestras partes oscuras, con lo negativo que hay en nosotros, para integrarlo y reconciliarnos con él. Es tiempo de ser valientes.

Pero a Jesús los ángeles le servían. No estaba solo. En nuestros tiempos de prueba hemos de saber mirar a nuestro alrededor. Veremos "ángeles" que nos confortarán. Siempre encontraremos a alguien que nos tenderá una mano. Es más, hemos de buscar esa mano, ese consejero, que nos ayude a enriquecernos en la prueba.

Al salir del desierto la vida de Jesús cambió totalmente y empieza a predicar la Nueva Buena. Tras nuestro desierto el tiempo ha de dejar de ser "chronos", un tiempo para aprovechar, un tiempo fugaz, para pasar a ser "kairós": el tiempo oportuno. El presente pleno. Más adelante Jesús nos dirá, que esa Buena Nueva es la de que los lisiados caminan, los ciegos ven, el oprimido es liberado. A eso debemos dedicar nuestro presente: a luchar por la justicia y hacer que el verdadero Amor reine en la Tierra... pero no lo lograremos si antes no nos conocemos a nosotros mismos en un camino de silencio y quietud, de pura interioridad y escucha a Aquél que sabemos nos habita.

miércoles, 22 de febrero de 2012

“Los unos en los otros”: El don de la reciprocidad

[...]

Los discípulos del Señor, unidos a Cristo mediante la Eucaristía, viven en una comunión que los vincula los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo. Esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación. Aquí tocamos un elemento muy profundo de la comunión: nuestra existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión social.

En la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, se verifica esta reciprocidad: la comunidad no cesa de hacer penitencia y de invocar perdón por los pecados de sus hijos, pero al mismo tiempo se alegra, y continuamente se llena de júbilo por los testimonios de virtud y de caridad, que se multiplican. «Que todos los miembros se preocupen los unos de los otros» (1 Co 12,25), afirma san Pablo, porque formamos un solo cuerpo. La caridad para con los hermanos, una de cuyas expresiones es la limosna —una típica práctica cuaresmal junto con la oración y el ayuno—, radica en esta pertenencia común. Todo cristiano puede expresar en la preocupación concreta por los más pobres su participación del único cuerpo que es la Iglesia.

La atención a los demás en la reciprocidad es también reconocer el bien que el Señor realiza en ellos y agradecer con ellos los prodigios de gracia que el Dios bueno y todopoderoso sigue realizando en sus hijos.

Cuando un cristiano se percata de la acción del Espíritu Santo en el otro, no puede por menos que alegrarse y glorificar al Padre que está en los cielos (cf. Mt 5,16).

Del Mensaje del Papa para Cuaresma 2012.

Texto Completo

sábado, 11 de febrero de 2012

Ego - Thich Nhat Hanh

¿QUÉ ES LA COMPASIÓN?
...
En este hermoso relato metafórico que hace Thich Nhat Hanh para poner en jaque al ego y nuestra mirada hacia los demás y nosotros mismos... Diluir el ego es entrar en armonía con el universo, alinearse, dejando de lado el juicio, las etiquetas que nos separan y dándole lugar al amor y la compasión...


YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN


“Sentí como un fuerte viento que me obligó a levantar la cabeza.

Volví a mirar y vi que las ramas de espinas que rodeaban la gruta de la roca de Masabielle se estaban moviendo.

En ese momento apareció en la gruta una bellísima Señora, tan hermosa,

que cuando se le ha visto una vez,

uno querría morirse con tal de lograr volverla a ver".

Santa Bernardette Soubirous.

EL PODER DE LA ORACIÓN


Relatos de un Peregrino Ruso

1. “Ora y piensa lo que quieras.” Tus pensamientos se purificaran con la oración. La oración iluminará tu entendimiento. Ahuyentara los pensamientos insidiosos. Lo asegura San Gregorio el Sinaita: “si quieres ahuyentar los pensamientos y purificar la mente, expúlsalos con la oración”, porque nada como la oración puede controlar los pensamientos. Lo mismo dice san Juan Clímaco: “derriba a los enemigos de la mente con el Nombre de Jesús. No encontrarás otra arma contra ellos”.

2. “Ora y haz lo que quieras”. Tus acciones serán gratas a Dios y a ti te serán útiles y saludables. La oración frecuente, cualquiera que sea su objetivo, no quedará sin fruto, porque en ella está el poder de la gracia y “todo el que invoque el Nombre del Señor se salvará” (Act. 2, 11). Por ejemplo: un hombre que había orado sin resultado y sin devoción recibió de la oración claridad de reflexión y una llamada al arrepentimiento. Una chica disoluta oró cuando volvía a casa y la oración la guió por el camino de la castidad y la obediencia a los mandamientos de Jesucristo.

3. “Ora y no te canses demasiado en dominar las pasiones con tus solas fuerzas”. La oración las reducirá ala nada. “El Espíritu de Dios que está en vosotros es más que el que esta en el mundo” (I Jn 4,4), dice la Escritura. Y san Juan de Kárpatos enseña que si no tienes el don de dominarte no debes afligirte, sino saber que Dios te pide diligencia en la oración, y la oración te salvará. El Staretz de quien habla en Otechik3, que, vencido por el pecado, no se desalentó, sino que acudió a la oración y volvió a su pureza anterior, es una prueba.

martes, 31 de enero de 2012

EL VALOR DEL SILENCIO


Extracto del mensaje del Papa Benedicto XVI para la 46 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales a celebrar el 20 de mayo de 2012 bajo el lema “Silencio y Palabra: Camino de evangelización”

Autor: S.S. Benedicto XVI | Fuente: revistaecclesia.com

1.- El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido.

2.- En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos.

3.- Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación.

4.- Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena.

5.- En el silencio, por ejemplo, se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona.

6.- En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones, el sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión particularmente intensa.

7.- Del silencio, por tanto, brota una comunicación más exigente todavía, que evoca la sensibilidad y la capacidad de escucha que a menudo desvela la medida y la naturaleza de las relaciones.

8.- Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial.

9.- Una profunda reflexión nos ayuda a descubrir la relación existente entre situaciones que a primera vista parecen desconectadas entre sí, a valorar y analizar los mensajes; esto hace que se puedan compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico conocimiento compartido.

10.- El silencio es precioso para favorecer el necesario discernimiento entre los numerosos estímulos y respuestas que recibimos, para reconocer e identificar asimismo las preguntas verdaderamente importantes.

11.- El silencio que, a veces, puede ser más elocuente que una respuesta apresurada y que permite a quien se interroga entrar en lo más recóndito de sí mismo y abrirse al camino de respuesta que Dios ha escrito en el corazón humano.

12.- No sorprende que en las distintas tradiciones religiosas, la soledad y el silencio sean espacios privilegiados para ayudar a las personas a reencontrarse consigo mismas y con la Verdad que da sentido a todas las cosas.

13.- El Dios de la revelación bíblica habla también sin palabras: "Como pone de manifiesto la cruz de Cristo, Dios habla por medio de su silencio. El silencio de Dios, la experiencia de la lejanía del Omnipotente y Padre, es una etapa decisiva en el camino terreno del Hijo de Dios, Palabra encarnada...

14.- El silencio de Dios prolonga sus palabras precedentes. En esos momentos de oscuridad, habla en el misterio de su silencio" (Exhort. ap. Verbum Domini, 21). En el silencio de la cruz habla la elocuencia del amor de Dios vivido hasta el don supremo. Después de la muerte de Cristo, la tierra permanece en silencio y en el Sábado Santo, cuando "el Rey está durmiendo y el Dios hecho hombre despierta a los que dormían desde hace siglos" (cf. Oficio de Lecturas del Sábado Santo), resuena la voz de Dios colmada de amor por la humanidad.

15.- Si Dios habla al hombre también en el silencio, el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios. "Necesitamos el silencio que se transforma en contemplación, que nos hace entrar en el silencio de Dios y así nos permite llegar al punto donde nace la Palabra, la Palabra redentora".

16.- La contemplación silenciosa nos sumerge en la fuente del Amor, que nos conduce hacia nuestro prójimo, para sentir su dolor y ofrecer la luz de Cristo, su Mensaje de vida, su don de amor total que salva.

17.- En la contemplación silenciosa emerge asimismo, todavía más fuerte, aquella Palabra eterna por medio de la cual se hizo el mundo, y se percibe aquel designio de salvación que Dios realiza a través de palabras y gestos en toda la historia de la humanidad.

18.- La pregunta fundamental sobre el sentido del hombre encuentra en el Misterio de Cristo la respuesta capaz de dar paz a la inquietud del corazón humano. Es de este Misterio de donde nace la misión de la Iglesia, y es este Misterio el que impulsa a los cristianos a ser mensajeros de esperanza y de salvación, testigos de aquel amor que promueve la dignidad del hombre y que construye la justicia y la paz.

19.- Palabra y silencio. Aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización.

20.- Silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo.

"LA CONTEMPLACIÓN SILENCIOSA NOS SUMERGE EN LA FUENTE DEL AMOR, NOS BAÑAMOS EN ELLA Y NOS TRANSFORMAMOS EN AMOR PARA LUEGO IRRADIAR EN EL OTRO , ESE AMOR"

viernes, 20 de enero de 2012

UN PROFETA DE MARIA


Hoy se festejaron los 60 años de la bendición del Santuario de Schönstatt de Florencio Varela por el Padre José Kentenich.

Se vivió un clima tan especial. La organización del evento se puede calificar de Excelente 10.

La Misa concelebrada con los sacerdotes schönstattianos y varios sacerdotes invitados fue adornada con el canto coral de las Hermanas de María acompañadas por una flauta traversa, un oboe y un teclado.

Visitar el Santuario es entrar al Paraíso. El contraste cuando se sale de allí al mundo exterior es violento: la gente nerviosa por las calles, en el barrio, en las casas. ¡Cuánta falta hace María en los hogares! ¡Cuánto falta la experiencia de un Jesús Vivo en el corazón de los seres humanos!


DOS PRUEBAS DEL PADRE KENTENICH


El Padre José Kentenich sufrió dos grandes pruebas en su vida de Fundador. Primero el Nazismo, lo confinó tres años y medio en el campo de concentración de Dachau.

Fue detenido por la Gestapo en septiembre de 1941 y pudiendo evitar esa detención, la aceptó como Sacrificio en pro del Movimiento, fue enviado al campo de concentración de Dachau, donde permaneció hasta el 6 abril de 1945. Allí consolidó su Obra y le dio alcances internacionales.

La segunda gran prueba vino de parte de la misma Iglesia, a partir de 1949. El Santo Oficio lo separó de su Obra y lo relegó por catorce años a Milwaukee, en Estados Unidos. Esto no debe extrañarnos si consideramos la suerte de los fundadores a lo largo de la historia de la Iglesia. Son pruebas que Dios permite a fin de purificar la fe y la entrega de sus instrumentos y hacerlos fecundos en el orden de la gracia, que brota de la cruz.

La rehabilitación se produjo al término del Concilio Vaticano II, la nueva visión de la Iglesia permitió reconsiderar su caso y restituirlo a la Familia de Schoenstatt. En 1965, Pablo VI le otorga plena libertad y, más tarde, Juan Pablo II destaca su personalidad dentro de la Iglesia y avala plenamente su carisma como fundador del Movimiento de Schoenstatt.