domingo, 8 de mayo de 2011

MA RA NA TA



Este es nuestro mantra o palabra sagrada en nuestra meditación cristiana.


La meditación comienza con una interrupción de todo pensamiento discursivo. Es precisamente la función del mantra alcanzar esta interrupción de los movimientos de la mente y la de despertar la conciencia del ser interior más allá de la palabra y del pensamiento. Se trata de silenciar la mente para alcanzar la conciencia directa del ser interior. Esto significa ir más allá del ego, o el yo hacedor, el ser exterior que funciona a través de los sentidos y de la razón. En tanto y en cuanto se permanece en el nivel de los sentidos y la razón, se subsiste bajo el control del ego. Sólo cuando vamos más allá de los sentidos y de la razón, somos concientes de nuestro ser más profundo y nos contactamos con la persona real que somos y al mismo tiempo nos conectamos con la realidad del mundo. Entonces, ir más allá del ego es encontrarnos a nosotros mismos, no aislados sino en comunión. Es ser concientes de nuestra íntima relación con todos y con todo.


A través de la práctica del mantra se puede ir más allá del ego -el ser humano limitado- y abrirse a los demás, no en superficie, sino en profundidad. Así se descubre lo que él llamó la comunión del amor. Entrar en el propio centro del ser, es entrar en la conciencia de Cristo, en la "oración de Cristo". Es encontrar "el amor de Dios. Es este amor - la vida interior de la Santísima Trinidad- lo que sostiene toda la Creación y fluye en cada corazón humano. Meditar es ser concientes de este río de amor, el manantial de agua del que habla Jesús en el Evangelio de Juan, que brota hacia la vida eterna.


Palabras de Bede Griffiths, OSB, en el libro "De la Palabra al Silencio" de John Main.

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