Autor: P Evaristo Sada LC | |
Me ha llamado la atención la cantidad de personas que busca en
internet "frases de consolación". De las personas que llegan a este blog
a través de búsquedas en Google, que es el 40% de las visitas diarias,
la búsqueda de mayor impacto es "frases de consolación". Está claro, en
la vida hay sufrimiento y agradecemos aquello que contribuya a disminuir
la intensidad de una pena.
Es saludable reconocernos vulnerables Todos o casi todos conocemos el sufrimiento físico y moral, el peso profundo del propio pecado, la oscuridad del misterio de Dios, la incógnita del futuro, lo difícil que es encajar el sufrimiento en la familia, la soledad, la enfermedad, la traición, las humillaciones, la incomprensión de los seres queridos, etc. Así es la condición humana. Así es la vida... Por eso buscamos consolación. Esta vida es maravillosa pero tiene luces y sombras. Qué saludable es sentirnos vulnerables y que no nos dé vergüenza reconocerlo. Y luego, tener la humildad y el valor de pedirle a Dios consolación y fortaleza. El consolador tiene un nombre Jesucristo, al volver al Padre, no quiso dejarnos solos; vio que necesitaríamos compañía y consuelo para nuestra peregrinación camino al cielo. ¿Qué fue lo último que hizo en su vida terrena? Expiró. Exhaló el Espíritu", refiere san Mateo. (Mt 27, 50) Nos dejó su Espíritu. "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce" (Jn 14,16) "Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré" (Jn 16,7). Lo más común en la oración es dirigirse a Dios Padre y a Dios Hijo. Al Espíritu Santo se le llama "el Gran Desconocido". Pero Jesucristo le llamó: "Paráclito", que significa "Consolador". Esa consolación que tanto buscamos tiene un nombre: Espíritu Santo. La consolación, más que un estado anímico, es el fruto de una presencia, la presencia de una Persona: la tercera persona de la Trinidad. Cuando el Espíritu Santo se derrama sobre nosotros y nosotros lo acogemos como el "dulce huésped del alma" y somos fieles a sus inspiraciones, Él va produciendo sus frutos. Su presencia se demuestra con frutos. El don de Consolación abarca toda la realidad que Pablo enumera cuando habla de los frutos del Espíritu: caridad, gozo, paz, paciencia, afabilidad, bondad, longanimidad, fidelidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia, castidad. (cf Gál 5, 22-23) Por eso, si buscamos consolación, debemos acudir a la fuente y origen de todo consuelo. El inicio de la meditación diaria La meditación diaria se inicia con la invocación al Espíritu Santo, para pedir luz y consuelo. Les comparto las dos invocaciones al Espíritu Santo que yo utilizo al comenzar mi meditación. Con mi comunidad canto el Veni Creator. Cuando estoy solo me gusta cantar interiormente el himno Veni Sancte Spiritus, que es un himno de consolación. Si te sucede que al leer este himno del Espíritu Santo dices: "ya lo conozco" o "ya lo leí", y vas adelante con otra cosa, te sugiero hacer un alto y reflexionar. El hombre de oración o que quiere progresar en la oración, gusta y saborea estas cosas. Cada vez que entra en contacto con ellas se detiene y las disfruta. Si tu oración suele ser cerebral, tal vez pases adelante. Si tu oración es más contemplativa, podrás disfrutarlo más, saboreándolo interiormente. No se trata de saber o de conocer, sino de gustar interiormente las cosas del espíritu. ¡Que lo disfrutes Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo un rayo de tu luz. Ven, Padre de los pobres; ven, dador de las gracias; ven, lumbre de los corazones. Consolador óptimo, dulce Huésped del alma, dulce refrigerio. Descanso en el trabajo, en el ardor tranquilidad, consuelo en el llanto. O Luz santísima, llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles. Sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea inocente. Lava lo que está manchado, riega lo que es árido, cura lo que está enfermo. Doblega lo que es rígido, calienta lo que es frío, dirige lo que está extraviado. Concede a tus fieles que en ti confían, tus siete sagrados dones. Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación dales el eterno gozo. |
martes, 29 de mayo de 2012
EL PARACLITO
lunes, 28 de mayo de 2012
BELLA CATEQUESIS DEL SANTO PADRE
VATICANO, 27 May. 12 )
.- En su discurso previo al rezo del Regina Caeli, ante miles de fieles
reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI afirmó que el
Espíritu Santo , al irrumpir en la historia de la humanidad "vence la
aridez, abre los corazones a la esperanza, anima y favorece en nosotros
la madurez interior en la relación con Dios y con el prójimo".
El Santo Padre señaló que "el Espíritu, que 'ha hablado por medio de los profetas', con los dones de la sabiduría y de la ciencia sigue inspirando a las mujeres y a los hombres que se empeñan en la búsqueda de la verdad, proponiendo vías originales de conocimiento y de profundización del misterio de Dios, del hombre y del mundo".
Benedicto XVI también expresó su alegría por anunciar que el 7 de octubre de 2012, al inicio de la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, proclamará como Doctores de la Iglesia a San Juan de Ávila y a Santa Hildegarda de Bingen.
El Papa explicó que si bien ambos testigos de la fe vivieron en periodos históricos muy diferentes, "la santidad de la vida y la profundidad de la doctrina los hacen perennemente actuales. En efecto, la gracia del Espíritu Santo, los proyectó hacia esa experiencia de penetrante comprensión de la revelación divina y de diálogo inteligente con el mundo que constituyen el horizonte permanente de la vida y de la acción de la Iglesia".
"Hildegarda fue monja benedictina en el corazón del Medioevo alemán, auténtica maestra de teología y profunda estudiosa de las ciencias naturales y de la música. Juan, sacerdote diocesano en los años del renacimiento español, participó en el afán de la renovación cultural y religiosa de la Iglesia y de la coordinación en los albores de la modernidad", indicó el Santo Padre.
Al concluir su discurso, Benedicto XVI invocó la intercesión de Santa María, para que "obtenga que la Iglesia sea animada poderosamente por el Espíritu Santo, para testimoniar a Cristo con franqueza evangélica y para que se abra cada vez más a la plenitud de la verdad".
El Santo Padre señaló que "el Espíritu, que 'ha hablado por medio de los profetas', con los dones de la sabiduría y de la ciencia sigue inspirando a las mujeres y a los hombres que se empeñan en la búsqueda de la verdad, proponiendo vías originales de conocimiento y de profundización del misterio de Dios, del hombre y del mundo".
Benedicto XVI también expresó su alegría por anunciar que el 7 de octubre de 2012, al inicio de la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, proclamará como Doctores de la Iglesia a San Juan de Ávila y a Santa Hildegarda de Bingen.
El Papa explicó que si bien ambos testigos de la fe vivieron en periodos históricos muy diferentes, "la santidad de la vida y la profundidad de la doctrina los hacen perennemente actuales. En efecto, la gracia del Espíritu Santo, los proyectó hacia esa experiencia de penetrante comprensión de la revelación divina y de diálogo inteligente con el mundo que constituyen el horizonte permanente de la vida y de la acción de la Iglesia".
"Hildegarda fue monja benedictina en el corazón del Medioevo alemán, auténtica maestra de teología y profunda estudiosa de las ciencias naturales y de la música. Juan, sacerdote diocesano en los años del renacimiento español, participó en el afán de la renovación cultural y religiosa de la Iglesia y de la coordinación en los albores de la modernidad", indicó el Santo Padre.
Al concluir su discurso, Benedicto XVI invocó la intercesión de Santa María, para que "obtenga que la Iglesia sea animada poderosamente por el Espíritu Santo, para testimoniar a Cristo con franqueza evangélica y para que se abra cada vez más a la plenitud de la verdad".
VATICANO, 27 May. 12 .- Al presidir la Misa por la Solemnidad de Pentecostés, en la Basílica de San Pedro, el Papa Benedicto XVI afirmó que "el Espíritu Santo nos guía hacia las alturas de Dios, para que podamos vivir ya en esta tierra el germen de la vida divina que está en nosotros".
Durante su homilía, el Santo Padre señaló que ante la división entre los impulsos que provienen de la carne y aquellos que provienen del Espíritu, no podemos seguirlos a todos, sino que debemos elegir cuál seguir "y lo podemos hacer en modo auténtico solamente con la ayuda del Espíritu de Cristo".
"No podemos, en efecto, ser contemporáneamente egoístas y generosos, seguir la tendencia de dominar sobre los demás y sentir la alegría del servicio desinteresado", precisó.
Benedicto XVI recordó que San Pablo se refiere a las obras de la carne en referencia a los pecados de egoísmo y de violencia "como enemistad, discordia, rivalidad, desacuerdos. Son pensamientos y acciones que no nos hacen vivir en modo verdaderamente humano y cristiano, en el amor. Es una dirección que conduce a perder la propia vida".
El Papa criticó que con el progreso científico "orar a Dios parece algo superado, inútil, porque nosotros mismos podemos construir y realizar todo aquello que queremos".
"Pero no nos percatamos de que estamos reviviendo la misma experiencia de Babel. Es verdad, hemos multiplicado las posibilidades de comunicar, de obtener informaciones, de transmitir noticias, pero ¿podemos decir que haya crecido la capacidad de comprendernos, o tal vez, paradójicamente, nos comprendemos menos?", cuestionó.
Ante esto, el Santo Padre remarcó que "el Espíritu Santo, Espíritu de unidad y de verdad, puede continuar resonando en los corazones y en las mentes de los hombres e impulsándolos a encontrarse y acogerse recíprocamente".
"El Espíritu, justamente por el hecho de que actúa así, nos introduce en toda la verdad, que es Jesús, nos guía en el profundizarla, en comprenderla. Nosotros no crecemos en el conocimiento cerrándonos en nuestro yo, sino solamente siendo capaces de escuchar y de compartir, solamente en el 'nosotros' de la Iglesia, con una actitud de profunda humildad interior".
Benedicto XVI señaló que, de esta manera, "se hace cada vez más claro por qué Babel es Babel y Pentecostés es Pentecostés. Donde los hombres quieren hacerse Dios, pueden sólo ponerse el uno contra el otro. Donde en cambio se colocan en la verdad del Señor, se abren a la acción de su Espíritu que los sostiene y une".
domingo, 27 de mayo de 2012
ESPIRITU SANTO
El Espíritu es la clave de la VIDA.
Mi verdadero ser es lo que hay de Dios en mí.
Dios en mí está como Espíritu que se me da.
Es el único y total Don de Dios a cada criatura.
Desde nuestro ser aparente (lo que creemos ser),
debemos dar el salto a nuestra verdadera realidad.
Desde la parte reflejada del espejo,
tenemos que dar el salto al ser reflejado.
Mi verdadero ser y el ser de Dios no son dos realidades separadas
aunque yo sigo siendo yo y Dios sigue siendo Dios.
Para la razón es algo incomprensible.
Para el místico es la cosa más simple del mundo.
¡Inténtalo!
Fray Marcos
Mi verdadero ser es lo que hay de Dios en mí.
Dios en mí está como Espíritu que se me da.
Es el único y total Don de Dios a cada criatura.
Desde nuestro ser aparente (lo que creemos ser),
debemos dar el salto a nuestra verdadera realidad.
Desde la parte reflejada del espejo,
tenemos que dar el salto al ser reflejado.
Mi verdadero ser y el ser de Dios no son dos realidades separadas
aunque yo sigo siendo yo y Dios sigue siendo Dios.
Para la razón es algo incomprensible.
Para el místico es la cosa más simple del mundo.
¡Inténtalo!
Fray Marcos
sábado, 26 de mayo de 2012
UN MANTRA CRISTIANO MARAVILLOSO
Recordar colocar pausa en la música del blog cuyo ícono figura a vuestra derecha bajo el título de bella música.
jueves, 24 de mayo de 2012
BELLISIMO TEXTO DEL SANTO PADRE
Ciudad del Vaticano, 24 mayo 2012
El
Santo Padre ha recibido este mediodía a los participantes en la LXIV
asamblea general de la Conferencia Episcopal Italiana, a quienes ha
dirigido una alocución sobre los desafíos que presenta la nueva
evangelización en el contexto de una sociedad cada vez más alejada de
Dios. “Nuestra situación -ha dicho Benedicto XVI a los obispos- requiere
un renovado impulso dirigido a aquéllo que es esencial en la fe y la
vida cristianas.
En
un tiempo en el que Dios se ha convertido para muchos en el gran
Desconocido y Jesús es simplemente un gran personaje del pasado, la
acción misionera no puede ser relanzada sin que renovemos la calidad de
nuestra fe y nuestra oración; (…) no sabremos conquistar a los hombres
para el Evangelio si no somos nosotros mismos los primeros en volver a
una profunda experiencia de Dios”.
El
Papa ha iniciado su discurso recordando que el próximo otoño se cumple
el L aniversario del Concilio Vaticano II, y ha exhortado a los obispos a
poner en práctica las indicaciones conciliares para hacer frente a las
grandes transformaciones sociales y culturales de nuestro tiempo, “que
tienen consecuencias visibles también en la dimensión religiosa”. Una
situación de secularismo caracteriza hoy las sociedades de antigua
tradición cristiana, de forma que el patrimonio espiritual y moral que
constituye las raíces de Occidente “no se comprende en su profundo
valor. (…) La tierra fecunda corre así el riesgo de convertirse en
desierto inhóspito”.
Entre
los signos que despiertan preocupación, el Papa ha citado la
disminución de la práctica religiosa y la participación en los
sacramentos: “Numerosos bautizados han perdido su identidad; no conocen
los contenidos esenciales de la fe o piensan que pueden cultivarla
prescindiendo de la mediación eclesial. Y mientras muchos dudan de las
verdades enseñadas por la Iglesia, otros reducen el Reino de Dios a
algunos grandes valores, que ciertamente tienen que ver con el
Evangelio, pero que no se refieren al núcleo de la fe cristiana”.
“Lamentablemente,
Dios queda excluido del horizonte de tantas personas; y cuando no
encuentra indiferencia o rechazo, se quiere relegar el discurso sobre
Dios al ámbito subjetivo, reduciéndolo a un hecho íntimo y privado,
marginado de la conciencia pública. El corazón de la crisis que hiere
Europa pasa por este abandono, este rechazo de la apertura a lo
Trascendente”.
En
este contexto, ha afirmado Benedicto XVI, “no bastan nuevos métodos de
anuncio evangélico o de acción pastoral para hacer que la propuesta
cristiana encuentre mayor acogida”. Como señala el Concilio Vaticano II,
se trata de “recomenzar desde Dios, celebrado, profesado y
testimoniado. (…) Nuestra primera, verdadera y única tarea es la de
comprometer nuestra vida por aquéllo que (…) es verdaderamente fiable,
necesario y último. Los hombres viven de Dios, que a menudo buscan
inconscientemente o con tanteos para dar pleno significado a la
existencia. Nosotros tenemos la tarea de anunciarlo, mostrarlo, de guiar
al encuentro con Él”.
En
este punto, el Papa ha advertido que “la primera condición para hablar
de Dios es hablar con Dios, ser cada vez más hombres de Dios, nutridos
con una intensa vida de oración y plasmados por su Gracia. (…) Dejémonos
encontrar y aferrar por Dios, para ayudar a que cada persona que
encontramos sea alcanzada por la Verdad. (…) La misión antigua y nueva
que está ante nosotros es la de introducir a los hombres y las mujeres
de nuestro tiempo a la relación con Dios, ayudarlos a abrir la mente y
el corazón a ese Dios que los busca y quiere estar cerca de ellos,
guiarlos a comprender que hacer su Voluntad no supone un límite a la
libertad, sino que es ser verdaderamente libres, realizar el verdadero
bien de la vida”.
“Dios
es el garante de nuestra felicidad -ha dicho Benedicto XVI para
terminar- , y donde entra el Evangelio (…) el hombre experimenta que es
objeto de un amor que purifica, renueva y hace capaces de amar y servir
al hombre con amor divino”.
Texto extraído de: http://www.news.va/e
ESPIRITU SANTO GRACIAS!!!
“En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia,
afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales
cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la
carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu,
obremos también según el Espíritu.” (Gálatas 5, 22-25).
miércoles, 16 de mayo de 2012
SEAMOS BUENOS CARPINTEROS COMO EL
Había un carpintero ya entrado en años que estaba listo para retirarse.
Le contó a su jefe sus planes de dejar el negocio de la
construcción y llevar una vida más placentera con su esposa y disfrutar
de su familia.
El jefe sentía ver que su buen empleado dejaba la compañía
y le pidió cómo favor especial si podría construir una sola casa más y
el carpintero accedió. Claramente se notaba que no estaba poniendo el
corazón en su trabajo, y hasta utilizaba materiales de baja calidad,
acompañados de un trabajo deficiente. Verdaderamente era una
desafortunada manera de terminar su carrera.
Cuando el carpintero terminó el trabajo su jefe fue a
inspeccionar la casa y le entregó las llaves de la puerta principal
diciéndole: "Esta es tu casa, es mi regalo para usted."
¡Qué pena!
Si el carpintero hubiera sabido que estaba
construyendo su propia casa, la hubiera hecho de una manera totalmente
diferente.
Está en nosotros construir nuestras vidas de manera
distraída, o prestando atención a cada detalle, dando siempre lo mejor
que podemos.
Entonces, manos a la obra, construyamos nuestras casas
eligiendo cuidadosamente los materiales, y ordenando armoniosamente el
interior y el exterior, teniendo en cuenta que también es la casa por
la cual pasan nuestros hijos, y lo que aprendan de ella será parte de
su herencia.
domingo, 13 de mayo de 2012
LECTIO DIVINA - EJEMPLO CON UN TEXTO PASCUAL
Lucas 24, 35-48
1. INVOCA
Preparémonos para el diálogo con el Señor. Éste es el tiempo
más importante de nuestra jornada. El Señor nos va a decir su Palabra. Nosotros
la escucharemos, la meditaremos. Y el Espíritu, con la Palabra, irá transformando
nuestra conducta. Procuremos establecer un silencio total. Exteriormente,
evitando los ruidos. Interiormente, dejando a un lado las preocupaciones.
Invocamos al Espíritu, abriéndonos a su inspiración. Es el mismo que inspiró la Palabra a los autores
sagrados de la Biblia.
Veni, Sancte Spiritus.
Ven, Espíritu Santo,
te abro la puerta,
entra en la celda pequeña
de mi propio corazón,
llena de luz y de fuego mis entrañas,
como un rayo láser opérame
de cataratas,
quema la escoria de mis ojos
que no me deja ver tu luz.
Ven. Jesús prometió
que no nos dejaría huérfanos.
No me dejes solo en esta aventura,
por este sendero.
Quiero que tú seas mi guía y mi aliento,
mi fuego y mi viento, mi fuerza y mi luz.
Te necesito en mi noche
como una gran tea luminosa y ardiente
que me ayude a escudriñar las Escrituras.
Tú que eres viento,
sopla el rescoldo y enciende el fuego.
Que arda la lumbre sin llamas ni calor.
Tengo la vida acostumbrada y aburrida.
Tengo las respuestas rutinarias,
mecánicas, aprendidas.
Tú que eres viento,
enciende la llama que engendra la luz.
Tú que eres viento, empuja mi barquilla
en esta aventura apasionante
de leer tu Palabra,
de encontrar a Dios en la Palabra,
de encontrarme a mí mismo
en la lectura.
Oxigena mi sangre
al ritmo de la Palabra
para que no me muera de aburrimiento.
Sopla fuerte, limpia el polvo,
llévate lejos todas las hojas secas
y todas las flores marchitas
de mi propio corazón.
Ven, Espíritu Santo,
acompáñame en esta aventura
y que se renueve la cara de mi vida
ante el espejo de tu Palabra.
Agua, fuego, viento, luz.
Ven, Espíritu Santo. Amén. (A. Somoza)
2. LEE LA PALABRA DE DIOS Lc 24, 35-48 (Qué dice la Palabra de Dios)
Contexto litúrgico
Estamos celebrando, en un tiempo litúrgico especial, la Pascua de resurrección del Señor. Es un tiempo destacado en la liturgia para crecer en la fe en el Señor Resucitado, vencedor de la muerte y de todo mal. Tiempo mucho más importante que el de la Cuaresma. Tiempo para vencer los miedos, abrirnos al gozo y experimentar la alegría de los discípulos del Resucitado.
Contexto bíblico
Después de la manifestación de Jesús resucitado a los dos de Emaús y a Simón, este texto nos narra la presentación del Resucitado a los demás discípulos. Con este relato del Resucitado termina Lucas su evangelio, que lo continuará en el libro de Los Hechos de los apóstoles. En los versículos 50-53, describe Lucas brevemente la ascensión de Jesús al cielo, que es la plenitud de la resurrección. Lucas ubica este acontecimiento en Jerusalén, no en Galilea, como lo hacen los otros evangelistas. En el evangelio de Lucas, lo que comienza en el templo (Lc 1, 8-10), con el mensaje a Zacarías, termina en el templo (vs. 53).
Texto
1. La paz esté con ustedes (v. 36)
En la realidad de la vida, en la tristeza por la muerte del Amigo, cuando menos lo esperan, el Resucitado se presenta a los Once, abatidos y desesperanzados, sin saber qué rumbo dar a su vida. Los dos de Emaús ya se habían separado de sus compañeros, para recomenzar su vida de antes de conocer a Jesús. En este momento están los Once reunidos. Jesús Resucitado no es un fantasma. La fe no cree en ilusiones ni en apariciones ni en revelaciones raras. La fe se apoya en la Roca firme, inconmovible, que es Jesús Resucitado. Jesús saluda y trasmite la paz, que es la síntesis de todos los bienes, de las bendiciones de Dios. Jesús quita del corazón todos los miedos. Cuando Él está ausente, nos vienen los miedos y los espantos. En la liturgia de la Eucaristía, también recibimos y damos la paz, como signo de reconciliación entre los hermanos que celebran el misterio del perdón y del amor de Dios, manifestado en la muerte y resurrección de Jesús.
2. Les abrió la inteligencia (v. 45)
Jesús Resucitado, como a los de Emaús, explica las Escrituras a los discípulos reunidos, para entender el misterio de la entrega hasta la muerte del Mesías. Recordemos que los judíos esperaban un Mesías político y triunfador. Y los discípulos se llevaron el gran desengaño, cuando el “Mesías soñado” por ellos moría en la cruz como un criminal y maldito. Con todo, el mismo Lucas en el Libro de los Hechos, en la despedida definitiva de Jesús, describe la pregunta que refleja las expectativas de los discípulos sobre un Mesías que restableciera el reino de Israel (Hch 1, 6). ¡Un Mesías crucificado! Ésta en la gran sabiduría del Evangelio. Pablo lo vivió en sí mismo este modo de comprender el misterio de la cruz, escándalo para los judíos y locura para los paganos. En cambio, para los que han sido llamados, sean judíos o griegos, se trata de un Cristo que es fuerza y sabiduría de Dios (1 Cor 1, 23-24). ¿Tenemos abierta nuestra conciencia para vivir así el misterio del sufrimiento, de la enfermedad y de la muerte?
3. Ustedes son testigos de estas cosas (v. 48)
Después de ser llamados para vivir en comunidad con Jesús y con los otros discípulos, después de haberse iniciado en el misterio del Mesías, muerto y resucitado, viviendo la experiencia del encuentro con el Resucitado, después de ser transformados por el Espíritu de Amor, los discípulos reciben la misión: ser testigos de su propia experiencia de intimidad con el Resucitado. Los frutos de la resurrección los describen unánimemente los cuatro evangelistas:
- ausencia del miedo, presencia de paz y alegría, apertura de la inteligencia para entender la Palabra, creer en un Mesías maltratado, crucificado y resucitado, donación del Espíritu, compartir la Palabra y la Eucaristía, envío a la misión, ser testigos de la Vida recibida.
3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
Necesito la paz de Jesús en mi vida para ahuyentar los miedos y temores, debilidades y perezas. Necesito de la alegría del Resucitado, para vencer la tristeza, los sentimientos desviados, experimentar la alegría de ser y vivir como hijo/a de Dios. Necesito entender el misterio de la entrega de Jesús: muerte por amor, resurrección para vivir la plenitud de hijo de Dios. Necesito fortalecer mi vocación de evangelizador, discípulo y misionero, testigo de la Palabra, de la presencia del Resucitado en mi vida. Para proclamar con mis obras y palabras que “Jesús vive” y tiene pleno sentido la entrega a pregonar la “Buena Noticia” de su Amor.
4. ORA (Qué le respondo al Señor)
Jesús, Tú vienes a nuestros caminos siempre. Tú te presentas en los momentos de nuestra debilidad, cobardía y olvido de Ti. Tú nos das la gran Paz, que eres Tú mismo. Tú nos abres nuestra escasa inteligencia para comprender que Tú eres Amor siempre, Perdón siempre, Buena Noticia siempre. Jesús. Tú nos eliges para vivir en comunidad de hermanos, para aprender de Ti en la convivencia diaria, en la oración con tu Palabra, en la relación con los demás, para construir la Iglesia, para difundir la Buena Noticia de que el Padre en Ti nos ama, para ser testigos de tu Vida en cada uno de nosotros por la donación del Espíritu de Amor... Gracias infinitas te doy, Jesús... Sin Ti, ¿qué sería de mí? Cuando me siento débil, entonces es cuando soy fuerte (2 Cor 12, 10).
5. CONTEMPLA
A Jesús Resucitado, radiante, lleno de alegría, que te infunde el don de su presencia, gozo , el verdadero sentido del sufrimiento, de la muerte y de la Vida. A Jesús Resucitado que, en la oración y en la celebración litúrgica, te abre a la comprensión de la Palabra del misterio de la cruz. A ti mismo, que, con la donación del Espíritu del Resucitado, quitas los miedos y te llenas de alegría.
6. ACTÚA
Eres testigo de la Buena-Alegre Noticia “Dios te ama”. ¿Cómo la vives? ¿Cómo la proclamas? Repetiré como Tomás, en experiencia de fe y gozo: ¡Señor mío y Dios mío!
Ven, Espíritu Santo,
te abro la puerta,
entra en la celda pequeña
de mi propio corazón,
llena de luz y de fuego mis entrañas,
como un rayo láser opérame
de cataratas,
quema la escoria de mis ojos
que no me deja ver tu luz.
Ven. Jesús prometió
que no nos dejaría huérfanos.
No me dejes solo en esta aventura,
por este sendero.
Quiero que tú seas mi guía y mi aliento,
mi fuego y mi viento, mi fuerza y mi luz.
Te necesito en mi noche
como una gran tea luminosa y ardiente
que me ayude a escudriñar las Escrituras.
Tú que eres viento,
sopla el rescoldo y enciende el fuego.
Que arda la lumbre sin llamas ni calor.
Tengo la vida acostumbrada y aburrida.
Tengo las respuestas rutinarias,
mecánicas, aprendidas.
Tú que eres viento,
enciende la llama que engendra la luz.
Tú que eres viento, empuja mi barquilla
en esta aventura apasionante
de leer tu Palabra,
de encontrar a Dios en la Palabra,
de encontrarme a mí mismo
en la lectura.
Oxigena mi sangre
al ritmo de la Palabra
para que no me muera de aburrimiento.
Sopla fuerte, limpia el polvo,
llévate lejos todas las hojas secas
y todas las flores marchitas
de mi propio corazón.
Ven, Espíritu Santo,
acompáñame en esta aventura
y que se renueve la cara de mi vida
ante el espejo de tu Palabra.
Agua, fuego, viento, luz.
Ven, Espíritu Santo. Amén. (A. Somoza)
2. LEE LA PALABRA DE DIOS Lc 24, 35-48 (Qué dice la Palabra de Dios)
Contexto litúrgico
Estamos celebrando, en un tiempo litúrgico especial, la Pascua de resurrección del Señor. Es un tiempo destacado en la liturgia para crecer en la fe en el Señor Resucitado, vencedor de la muerte y de todo mal. Tiempo mucho más importante que el de la Cuaresma. Tiempo para vencer los miedos, abrirnos al gozo y experimentar la alegría de los discípulos del Resucitado.
Contexto bíblico
Después de la manifestación de Jesús resucitado a los dos de Emaús y a Simón, este texto nos narra la presentación del Resucitado a los demás discípulos. Con este relato del Resucitado termina Lucas su evangelio, que lo continuará en el libro de Los Hechos de los apóstoles. En los versículos 50-53, describe Lucas brevemente la ascensión de Jesús al cielo, que es la plenitud de la resurrección. Lucas ubica este acontecimiento en Jerusalén, no en Galilea, como lo hacen los otros evangelistas. En el evangelio de Lucas, lo que comienza en el templo (Lc 1, 8-10), con el mensaje a Zacarías, termina en el templo (vs. 53).
Texto
1. La paz esté con ustedes (v. 36)
En la realidad de la vida, en la tristeza por la muerte del Amigo, cuando menos lo esperan, el Resucitado se presenta a los Once, abatidos y desesperanzados, sin saber qué rumbo dar a su vida. Los dos de Emaús ya se habían separado de sus compañeros, para recomenzar su vida de antes de conocer a Jesús. En este momento están los Once reunidos. Jesús Resucitado no es un fantasma. La fe no cree en ilusiones ni en apariciones ni en revelaciones raras. La fe se apoya en la Roca firme, inconmovible, que es Jesús Resucitado. Jesús saluda y trasmite la paz, que es la síntesis de todos los bienes, de las bendiciones de Dios. Jesús quita del corazón todos los miedos. Cuando Él está ausente, nos vienen los miedos y los espantos. En la liturgia de la Eucaristía, también recibimos y damos la paz, como signo de reconciliación entre los hermanos que celebran el misterio del perdón y del amor de Dios, manifestado en la muerte y resurrección de Jesús.
2. Les abrió la inteligencia (v. 45)
Jesús Resucitado, como a los de Emaús, explica las Escrituras a los discípulos reunidos, para entender el misterio de la entrega hasta la muerte del Mesías. Recordemos que los judíos esperaban un Mesías político y triunfador. Y los discípulos se llevaron el gran desengaño, cuando el “Mesías soñado” por ellos moría en la cruz como un criminal y maldito. Con todo, el mismo Lucas en el Libro de los Hechos, en la despedida definitiva de Jesús, describe la pregunta que refleja las expectativas de los discípulos sobre un Mesías que restableciera el reino de Israel (Hch 1, 6). ¡Un Mesías crucificado! Ésta en la gran sabiduría del Evangelio. Pablo lo vivió en sí mismo este modo de comprender el misterio de la cruz, escándalo para los judíos y locura para los paganos. En cambio, para los que han sido llamados, sean judíos o griegos, se trata de un Cristo que es fuerza y sabiduría de Dios (1 Cor 1, 23-24). ¿Tenemos abierta nuestra conciencia para vivir así el misterio del sufrimiento, de la enfermedad y de la muerte?
3. Ustedes son testigos de estas cosas (v. 48)
Después de ser llamados para vivir en comunidad con Jesús y con los otros discípulos, después de haberse iniciado en el misterio del Mesías, muerto y resucitado, viviendo la experiencia del encuentro con el Resucitado, después de ser transformados por el Espíritu de Amor, los discípulos reciben la misión: ser testigos de su propia experiencia de intimidad con el Resucitado. Los frutos de la resurrección los describen unánimemente los cuatro evangelistas:
- ausencia del miedo, presencia de paz y alegría, apertura de la inteligencia para entender la Palabra, creer en un Mesías maltratado, crucificado y resucitado, donación del Espíritu, compartir la Palabra y la Eucaristía, envío a la misión, ser testigos de la Vida recibida.
3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
Necesito la paz de Jesús en mi vida para ahuyentar los miedos y temores, debilidades y perezas. Necesito de la alegría del Resucitado, para vencer la tristeza, los sentimientos desviados, experimentar la alegría de ser y vivir como hijo/a de Dios. Necesito entender el misterio de la entrega de Jesús: muerte por amor, resurrección para vivir la plenitud de hijo de Dios. Necesito fortalecer mi vocación de evangelizador, discípulo y misionero, testigo de la Palabra, de la presencia del Resucitado en mi vida. Para proclamar con mis obras y palabras que “Jesús vive” y tiene pleno sentido la entrega a pregonar la “Buena Noticia” de su Amor.
4. ORA (Qué le respondo al Señor)
Jesús, Tú vienes a nuestros caminos siempre. Tú te presentas en los momentos de nuestra debilidad, cobardía y olvido de Ti. Tú nos das la gran Paz, que eres Tú mismo. Tú nos abres nuestra escasa inteligencia para comprender que Tú eres Amor siempre, Perdón siempre, Buena Noticia siempre. Jesús. Tú nos eliges para vivir en comunidad de hermanos, para aprender de Ti en la convivencia diaria, en la oración con tu Palabra, en la relación con los demás, para construir la Iglesia, para difundir la Buena Noticia de que el Padre en Ti nos ama, para ser testigos de tu Vida en cada uno de nosotros por la donación del Espíritu de Amor... Gracias infinitas te doy, Jesús... Sin Ti, ¿qué sería de mí? Cuando me siento débil, entonces es cuando soy fuerte (2 Cor 12, 10).
5. CONTEMPLA
A Jesús Resucitado, radiante, lleno de alegría, que te infunde el don de su presencia, gozo , el verdadero sentido del sufrimiento, de la muerte y de la Vida. A Jesús Resucitado que, en la oración y en la celebración litúrgica, te abre a la comprensión de la Palabra del misterio de la cruz. A ti mismo, que, con la donación del Espíritu del Resucitado, quitas los miedos y te llenas de alegría.
6. ACTÚA
Eres testigo de la Buena-Alegre Noticia “Dios te ama”. ¿Cómo la vives? ¿Cómo la proclamas? Repetiré como Tomás, en experiencia de fe y gozo: ¡Señor mío y Dios mío!
jueves, 3 de mayo de 2012
ABANDONO EN LAS MANOS DE DIOS
"El abandono en las manos de Dios se vive en dos tiempos: el pasado y el futuro.
Respecto
a tiempo pasado toma el nombre y forma de reconciliación. El cristiano
debe ir apagando angustias, suavizando las tensiones, aceptando todo lo
que tiene las fronteras clausuradas (hechos consumados).
Respecto
a tiempo futuro, el abandono podría recibir el nombre de sabiduría,
según la cual todo lo que me va a acontecer desde este instante hasta el
fin de mis días puede encerrarse en la simplicidad de las mismas
preguntas pero desde dos puntos de vista diferentes (a y b):
... a) ¿cabe hacer algo?, ¿depende de mi?: en este caso, ¡manos a la obra!.
...
b) ¿todo está consumado?, ¿están las fronteras clausuradas?,
entonces - en este otro caso - yo me abandono en ti, Padre mio.
Ahora vamos a imaginar que las posibilidades están abiertas. Las presentes reflexiones se hacen sobre ese supuesto.
En
toda la historia que me resta de vida, desde ahora hasta la sepultura,
la sabiduría me aconseja discernir entre el esfuerzo y los resultados.
La
etapa del esfuerzo es nuestra hora: organizamos el frente de batalla;
hacemos cuenta de que el Padre no entra en este juego, no es la hora
del abandono sino de la acción, como si todo dependiera de nosotros;
buscamos colaboración armando grupos compactos; no descuidamos detalle
ni ahorramos esfuerzo ...
Pero ¿qué sucede?
Sucede
que si el esfuerzo depende de nosotros, el resultado del esfuerzo no
depende de nosotros sino de una completa combinación de causalidades,
cuyo análisis se no se escapa casi siempre: estado de ánimo, deficiente
preparación, clima desabrido, descuido de detalles y, sobre todo, las
mil reacciones psicológicas de las personas a las que iba dirigida mi
acción ...
ro, situados en la óptica de la fe, nosotros sabemos que todas las cosas, en última instancia, dependen del Padre ...
... de aquí emerge nítidamente una conclusión práctica: si el esfuerzo depende de mi y el resultado no depende de mi, estamos comprometidos con el esfuerzo y no con el resultado.
Con otras palabras:
"a
la hora del esfuerzo, damos la batalla y, a la hora de los resultados,
nos abandonamos, depositandolos en las manos del Padre"
Sí que es para reflexionar, ¿verdad?
¡Que tengan un buen día y que Dios bendiga vuestras acciones con respecto a los resultados esperados!
Besos y abrazos para todos.
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