Cuando uno lee con fe la Palabra de Dios, entra en el corazón de eso que
lee, porque la Revelación Divina no consiste en dar a conocer un relato
sobre la realidad, sino en una participación en la realidad misma,
participación que sólo alcanza aquél que cree. Si yo leo el Evangelio y
me encuentro con el relato del nacimiento de Jesús, no lo tomo como una
noticia, una información, un dato. Con la fe, yo mismo entro en ese
misterio, formo parte de la escena, participo del nacimiento de Jesús.
No sólo entro en la escena del Pesebre, sino que eso que leo se hace
realidad dentro de mí, Jesús nace en mí, el Hijo de Dios hoy se acerca a
mi vida y me salva.
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