Es importante comprender que el propósito principal de
cualquier práctica espiritual es escapar de la burocracia del ego; esto
significa salir del deseo constante que tiene el ego de alcanzar
versiones mas elevadas de conocimiento, religiosidad, virtud, buen
juicio, comodidad o cualquier otro objetivo que se haya fijado el ego
como meta de su búsqueda.
Hay
que salir, pues, del materialismo espiritual. Si no nos colocamos fuera
de él, si nos dedicamos a practicarlo, entonces a la larga nos veremos
esclavizados por una colección inmensa de vías espirituales. Creeremos
que esta colección espiritual es valiosísima. Nos deleitaremos entonces
con todo lo que hayamos estudiado.
El
problema es que tendemos a buscar una respuesta fácil que no nos duela.
Pero este tipo de solución no se aplica al sendero espiritual, en el
cual muchos de nosotros nunca debimos de habernos iniciado.
Una vez que nos comprometemos con el sendero, se nos hace muy doloroso y sabemos que nos esperan cosas desagradables.
Nos
hemos comprometido con el dolor de exponernos, de desnudarnos, de
despojarnos de nuestra piel, de nuestros nervios, de nuestro corazón y
de nuestro cerebro hasta quedar completamente expuestos al universo. No
nos quedará nada.”
Tchogyang Trumgpa
"De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto". (Juan 12:24) ...
Cuando hablamos de experiencias místicas, muchos piensan en gente
excepcional, que ha tenido vivencias extraordinarias e incluso mágicas.
Otros piensan que la mística solo les ocurre a personas muy religiosas,
porque la acaban provocando ellas mismas con sus creencias. También hay
quién llega a pensar que cualquier experiencia llamada mística es, en
realidad, una experiencia de locura o el producto de consumir drogas
alucinógenas. Al menos así ocurre con frecuencia en el ámbito
científico, o incluso en algunos entornos religiosos, en los que hablar
de mística puede suponer ser mirado con desconfianza.
Sin embargo, queremos mostrar un planteamiento diferente, desde la
consideración de que las experiencias místicas son experiencias que
regeneran, estimulan y aportan luz y salud a la vida de quienes las
experimentan. Experiencias que, curiosamente, también se dan hoy en día,
fuera de entornos religiosos. En algunos casos, estas experiencias de
la mística fuera de las religiones, lleva a las personas a procesos de
conversión religiosa, o al menos a tener una mirada más profunda de la
vida.
Para tratar de poner orden y claridad en estas cuestiones se partirá de
la descripción de diversos fenómenos actuales que podríamos considerar
relacionados con la mística, estableciendo las diferencias entre ellos y
la locura, la sugestión, la vanidad narcisista, o la neurosis, que
pueden llevar a experiencias que podríamos llamar como “pseudomísticas”,
cuyas consecuencias, contrariamente a las experiencias místicas, son
oscuras, destructivas y dañinas.
Ramiro Calle: «El yoga no es culto al cuerpo ni al ego, eso se llama yoguismo»
El pionero en enseñanza del yoga en España hace en su último libro «El milagro del yoga» una crítica a los pseudo-yogas modernos.
Ramiro Calle, pionero en la enseñanza del yoga en España. - ABC
Con una experiencia de más de sesenta años en la práctica y el estudio del yoga,
Ramiro Calle sintetiza las distintas tradiciones del yoga para
invitarnos a recuperar las enseñanzas espirituales más profundas de la
India. Desde Patañjali o la filosofía Samkhya a los yogas tántricos o
shivaístas, hasta el hatha, el kundalini o el mantra-yoga, pasando por
«las dudosas técnicas deportivas que se venden hoy como yoga» en algunos
centros o gimnasios, este pionero en la enseñanza del yoga invita en su
últoma obra, «El milagro del yoga», a separar «el grano de la paja» en
el conocimiento de este método de mejora y autoconocimiento llamado
yoga.
¿Qué es lo que «no» es el yoga, aunque creamos que sí?
Yo contestaría con otra pregunta: «¿Por qué le llaman yoga a lo que no es yoga y a veces a lo que es yoga no le llaman yoga?»
El yoga no
es deporte, no es una gimnasia exótica, no es calistenia, no es un
culto, no es una religión, no es un dogma. Es algo muy diferente, pero
lamentablemente como se mueven muchísimos millones de euros y de dólares
en el mundo del yoga cada día hay más charlatanes y más embaucadores
que prostituyen el yoga. Pero en realidad no es algo nuevo porque ya
desde los años treinta se está mercantilizando.
Lo
más curioso de esto y lo más paradójico también es que fueron los
primeros mentores hindúes que llegaron a América los que empezaron a prostituir el yoga. Siempre digo que el llamado «ministerio del yoga» que dicen que hay en la India tenía
que pedir perdón porque los primeros traidores al verdadero espíritu
del yoga fueron algunos mentores hindúes que lo mercantilizaron y lo
presentaron como una especie de pseudoyoga o yoga totalmente degenerado
con objeto de conseguir beneficios. Pero eso no es yoga en absoluto.
Aún persisten creencias equivocadas en torno a esta práctica, ¿cuál sería la más preocupante?
Siempre hago una diferencia entre yoga y yoguismo. Llamo yoga al «yoga verdadero»,
que es un método de evolución, de autorrealización, que implica poner
todos los medios para que una persona se humanice y se realice. Y llamo
yoguismo a este culto al cuerpo, a ese «jactarse» que lleva a intentar
mostrar a los demás quién es el más flexible y quién hace la mejor
postura. Pero esto en realidad se ha convertido en acrobacia circense y en postureo.
Podemos ver, por ejemplo, el postureo de muchas actrices que no saben
nada de yoga o el postureo de practicantes de pseudoyoga.
Lo más peligroso es que se traiciona la verdadera esencia del yoga.
Para distinguirlos puede servir el ejemplo de la joyería y la
bisutería. Está muy bien que haya bisutería, pero lo que no podemos
decir es que la bisutería sea joyería y tampoco podemos decir que el
juego de damas sea el juego de ajedrez porque son dos cosas diferentes.
Por otro lado, estos yogas agresivos, gimnásticos y circenses producen una enorme cantidad de lesiones.
Además,
ha surgido también un yoga pseudo místico basado en el «buenismo» y en
la hipocresía pseudoreligiosa que también es peligroso.
Por tanto
creo que hay que buscar la esencia y las raíces del verdadero yoga y es
lo que he intentado hacer después de 60 años en el mundo del yoga con
este libro, «El milagro del yoga».
¿Por qué
existen ideas preconcebidas sobre lo que es y lo que no es el yoga y por
qué nos creemos poco capaces de conectar con nuestro interior?
Si,
sobre el yoga hay una idea preconcebida y, sobre todo, supersticiosa,
pues en la India se le ha dado al gurú un papel diferente al que usamos
en Occidente. Muchas veces se rinde pleitesía ciega y abyecta al gurú. Y
el occidental debe aprender a discriminar y discernir porque si no, eso
puede dar lugar a otro fenómeno triste que llamo «la farsa de los gurús».
Me refiero a estos «gurús de masas» que llevan detrás una enorme
estructura de marketing y parafernalia. Pero todo eso es palabrería
porque no saben nada ni aportan nada, a diferencia del profesor honesto y
serio cuyo deber es basar las técnicas y los métodos en enseñanzas. Por eso, como puede leerse en mi novela «El fakir», siempre digo que soy un aprendiz y
el deber de todo aprendiz es seguir aprendiendo y nunca situarse en esa
posición mayestática que dice «yo sé, tú no sabes», «yo te inicio»...
porque todo eso forma parte de esa parafernalia de los «pseudo yogas»
que no tiene nada que ver con el yoga.
El yoga se mueve por experiencias y nunca por creencias. Por eso digo que no es una religión, sino que es espiritual porque
trata de que elevemos nuestro nivel de la consciencia. Pero no es
religioso porque no observa ningún culto, ni ningún dogma.
Es
importante que limpiemos el yoga de estos dogmas pseudo religiosos que
en lugar de engrandecerlo lo está muchas veces falseando. Por eso el
yoga no es hindú, no es budista, no es cristiano... El yoga es yoga.
¿Cuáles son las señales que indican que no estamos aprendiendo yoga con un buen profesional?
Lo
primero que tenemos que hacer es informarnos, no hay que cerrar los
ojos y meternos en una corriente pseudo mística o pseudo religiosa o
pseudo yóguica. El ser humano tiene una preciosa función mental que es discernir.
Hay que leer libros buenos de yoga, hay que informarse y hay que
indagar quién es el profesor, igual que hacemos cuando vamos al médico,
por ejemplo.
Las empresas de yoga y los monopolios de yoga
quieren monopolizar la práctica y están moviendo mucho dinero, formando
profesores constantemente (con cursos de 100 horas, de 200 horas, de 400
horas...). Es el caso, por ejemplo, de una empresa americana que se
está extendiendo por todo el mundo. Pero eso hace un daño terrible
porque «fabrica» profesores de yoga.
Por tanto,
el discernimiento, la información, intención de aprender qué es el
verdadero yoga y desconfiar y huir como si fuera de la peste de todas
las organizaciones de yoga que se autodenominan «no lucrativas» pero no
pagan a sus profesores y sí que cobran a los alumnos. Esto es realmente
vergonzoso. En definitiva, tener un poco de visión de este tema para tener un juicio sobre lo más claro posible.
También es importante saber para qué queremos practicar yoga,
porque si solamente lo quiero para tener un trasero prieto, para sudar y
para ser el más elástico del cementerio... si solo lo quiero para eso,
es mejor que se practique cualquier deporte. Y además el yoga no está
reñido con la práctica de otros deportes porque se puede hacer yoga
serio y compatibilizarlo con deporte perfectamente. Pero lo que no se
puede hacer es tomar el yoga como un deporte agresivo porque eso no es
el yoga, eso es lo que han vendido los primeros falsos gurús y es lo que
ha generado esa corriente.
Estamos en un mundo
hiperconectado y las redes sociales lo mueven todo, ¿cómo podemos
acercarnos al conocimiento de la práctica real de yoga en este contexto?
Si
una persona no sabe lo que es el yoga, pero siente esa llamada interior
porque quiere perfeccionarse, mejorarse, completarse, equilibrarse y
armonizarse, tendrá que empezar a indagar y ya el hecho de empezar a
indagar es comenzar con el yoga.
También hay que tener en cuenta
que hay numerosas modalidades tradicionales de yoga. El yoga físico o
psicofísico, el yoga mental, el yoga emocional, el yoga espiritual, el
yoga de la acción, el yoga de las energías... El yoga es un campo tan
vasto que, como sucede con otras disciplinas artísticas o culturales,
tenemos que estudiar, indagar y seleccionar. Y también saber lo que nos
conviene y lo que nos permite profundizar y no quedarnos en la
superficie, porque si lo hacemos incurriremos en el yoguismo, que es el
culto al ego y al cuerpo.
¿Cuáles
son los principales obstáculos que podemos encontrar en la práctica del
yoga? En su libro «El milagro del yoga» cita cuestiones como la
desidia, la pereza, la inercia o la indolencia...
En el yoga se valora mucho el esfuerzo consciente, la voluntad bien dirigida y, sobre todo, la motivación.
La motivación es importante. Veamos por qué. Si uno está en un campo de
concentración, su motivación será salir de allí. Pues en realidad lo
que sucede es que estamos en un campo de concentración, que somos
nosotros mismos, con nuestras emociones negativas, nuestros estados de
ánimo, nuestra ignorancia, nuestros apegos, nuestra codicia, nuestro
odio y... para ir desmantelando poco a poco todo eso necesitamos
motivación y voluntad, y sobre todo, ese anhelo de mejorarse y querer
evolucionar.. Lo que nos puede distinguir siempre del mundo animal es
evolucionar, mejorar, y procurar ir consiguiendo otro nivel de entendimiento y de consciencia.
No conozco nada tan poderoso para vencer la pereza y la apatía como el esfuerzo bien encaminado.
Las
personas que practican yoga buscan en unos casos obtener resultados
físicos, energéticos, psicomentales o espirituales.. Pero, ¿hacia dónde
se encaminan los yoguis que estén totalmente involucrados en la
práctica?
Se puede compatibilizar perfectamente ser un «yogui» con
la vida cotidiana. Siempre me he declarado un yogui urbanita, porque
estoy en la ciudad y compatibilizo mi vida de hogar con la enseñanza y
con mi búsqueda interior. Lo que necesitamos es tener un propósito firme
y tener, indudablemente, voluntad para saber por dónde estamos
caminando y a dónde vamos. Pero eso nadie nos lo tiene que decir porque
si confiamos en que lo diga un gurú estamos perdidos porque nos
volveremos copistas o imitadores de los gurús.
Cada uno tiene que
ser él mismo, pero es cierto que en el yoga valoramos mucho, por un
lado las enseñanzas y, por otro, los métodos. Es necesario que cada uno
vaya consolidándose con sus conocimientos y sus prácticas. El yoga es
una filosofía práctica, una psicología práctica de la vida y es una actitud.
Y el yoga es tan inabordable y desmesurado que por eso digo que sigo
siendo un aprendiz aunque lleve sesenta años practicándolo y
estudiándolo. Y por eso es penoso que alguien diga que domina el yoga en
tres días.
Ahora parece que hay más profesores de yoga que
alumnos. Y esto da lugar también a que los profesores sean maltratados
porque se les pagan cantidades ridículas, no se les asegura como
empleado y es tremendo lo que pasa. En realidad hay un lado muy oscuro
en el mundo del «tráfico del yoga».
¿Cómo debe ser un buen profesor de yoga?
El profesor de yoga tiene
que ser humilde, tiene que ser empático y tiene que saber que él
depende de los discípulos como los discípulos dependen de él. Pero hay
un síndrome que mi mujer Luisa, que también es profesora de yoga desde
hace 25 años, siempre denuncia y que es el llamado «síndrome de la tarima» que implica que en cuanto una persona se sube a dar clase en una tarima se cree superior y entonces, en lugar de superar o controlar su ego (que
eso es realmente el yoga), el ego se le desmesura. Y además, como decía
el estudioso de temas orientales Agustín Pániker, el hecho de que ahora
se mueva más dinero que nunca en torno al yoga ha hecho que hayan
surgido cada vez más advenedizos y charlatanes.
¿Es entonces el yoga una forma de vida? ¿Se puede practicar yoga en más momentos de lo que creemos?
Es importante hacer ver que el yoga es una técnica de vida, es un modo de vivir
y es una manera de ser. Es una actitud vital. Hay que llevar el yoga y
sus frutos a la vida cotidiana, al mercado, a la oficina, al ocio, al
trabajo, en soledad, en compañía... porque el yoga es un modo de vivir
desde la ecuanimidad, desde el contento interior, desde la compasión,
desde la atención, desde el esfuerzo bien encaminado y desde la calma
profunda que, además, se ha de transmitir a los demás.
domingo, 15 de noviembre de 2020
Dios creó tu alma silenciosa en el Bautismo, en un silencio inviolado. La llenó de sí mismo al descender a ella toda la Trinidad santa; nada más que para Él. Fue más tarde, poco a poco cuando el mundo hizo irrupción. El ruido la invadió, cubriendo la dulce voz de Dios. Desde el barullo se amplifica.
Sobre
los peligros de ciertas prácticas espirituales sin la madurez o
estabilidad mental suficientes y una adecuada orientación y supervisión
(vuelvo al tema de los "efectos adversos" de dichas prácticas). Muy interesante.
"Los
sabios y los instructores de yoga, meditación, sanación o de artes
marciales con un designio espiritual nos aconsejan ser extremadamente
cautos a la hora de adentrarnos en las técnicas que favorecen el
desarrollo del ki o prana, y no dejan de insistir en el hecho de que la
energía es absolutamente neutral, totalmente impersonal, como la luz o
la electricidad, ya que nutrirá nuestras tendencias e inercias, al igual
que el sol puede hacer crecer una planta de apio o de opio.
El
muy antiguo axioma hermético nos dice que "la energía sigue al
pensamiento", y por ello, si deseamos entrar en contacto con la Fuente
del Ki, debemos observar cuidadosamente la calidad de nuestros
pensamientos, palabras y actos, encontrar el núcleo de donde surgen, y
comprobar si éstos manan de nuestro amor, de la compasión y de la
alegría, o de nuestros traumas, deseos, ambiciones o miedos, con todas
sus positivas o fatídicas consecuencias.
A
ese respecto, diremos que algunos de los libros publicados sobre las
técnicas sanación o de pranayama (los antiguos métodos para absorber la
energía del ki o prana por medio de la respiración) pueden ser muy
nocivos, pues raramente hablan a los estudiantes acerca de los riesgos
derivados de una indiscriminada práctica. En la medicina tradicional
china se advierte acerca del uso de la energía en casos de patologías
graves y aconsejan detener inmediatamente estas prácticas si existe la
sospecha de una enfermedad grave. Recordemos que un tumor es una forma
de vida y que el uso ignorante de ciertas formas de energía puede
acelerar el proceso mórbido de la enfermedad.
Contrariamente
a lo que enseñan numerosas profesores y publicaciones, sobre todo las
provenientes la nueva religión profundamente utilitarista, superficial,
egocéntrica y materialista de la new age, un todo vale que por pura
ignorancia de las leyes espirituales y divinas, desconoce o ignora
adrede los peligros subyacentes a las practicas metafísicas, la
manipulación indiscriminada de la energía y los ejercicios relacionados
con el Ki puede tener muy graves consecuencias. No olvidemos que
trabajar con la energía del ki sin un guía que conozca la ciencia del
uso de la energía y la anatomía esotérica del cuerpo humano, es
literalmente jugar con fuego.
Por
otra parte, las técnicas de Aikido y de otras vías que incorporan
numerosos ejercicios respiratorios, como el hatha yoga, chikung o
taichi, hacen desarrollar muy rápidamente una gran cantidad de ki hárico
o ventral, es decir, sobre-alimentan por una simple ley de gravedad los
centros inferiores, y si no existe una conducta elevada guiada por
grandes valores humanos, compasión, no violencia, desapego y
ecuanimidad, (tal como fueron prescritos por Patanjali en sus Yoga
Sutras) veremos aparecer síntomas de una exacerbación de nuestros
defectos de carácter, de nuestras pasiones dominantes, nuestras
tendencias latentes e inercias mentales.
Los
Maestros nos previenen acerca de los numerosos riesgos que conllevan
ciertas prácticas respiratorias y energéticas cuando no se han superado
etapas anteriores que marcan el sendero mismo del discipulado. Muchas
personas se sienten axaltadas, sobre-energetizadas, incluso eufóricas
(entre otros síntomas visibles) tras recibir una transmisión de técnicas
curativas relacionadas con el Ki, y durante unos años o meses, parece
que su energía ha aumentado considerablemente. Sin embargo, puede
comprobarse que en unos dos o tres años, ésta energía disminuye
alarmantemente y el supuesto sanador entra en estados de crisis
personal, ansiedad, nerviosismo, tristeza o incluso depresión.
El
hecho de que algunas de estas técnicas parezcan gratuitas a ojos vista
no significa que el paciente y el sanador no paguen un elevado precio
invisible. Ello es debido a que la pseudo- iniciación que reciben en
forma alguna procede del Supremo Ki, ni vincula con el manantial de la
Vida Una en el Universo, sino de reservorios energéticos, de campos
mórficos muy antiguos o de egrégores del pasado que han sido resucitados
por medio de rituales de mas que dudosa polaridad, que tarde o temprano
terminan por agotarse y necesitan llenarse de nuevo de energía, pero
esta vez del cuerpo etérico del paciente y del sanador. No dudamos en
forma alguna de que algunos sanadores posean en verdad una cualidad
espiritual, a menudo desde la infancia, un don divino de curación, mas
debida a su influencia carismática, a la irradiación de la luz de su
alma, de su amor y su compasión que a una transmisión recibida."
Tú no eres tu apellido, tu color de ojos o piel. No eres el colegio
al que tuviste el privilegio de ir, un título universitario, tu "éxito laboral",
ni el cargo que tengas donde trabajas. No eres el carro que manejas, ni la casa
donde vives; no eres tus viajes, todo lo que te compras, ni tu dinero. No eres
la "imagen o status" que quieres demostrar en las redes sociales. No eres con
quien te casaste, ni los "estándares sociales" que sigues. Nada de eso te hace
mejor que nadie, porque nada de eso habla de quién eres tú en Verdad... Tú *ERES
la amabilidad* que expresas al hablar, *el perdón* que otorgas cuando te ofenden
y *la empatía sincera* que tengas ante cualquiera que pasa por un difícil
momento. Eres *la generosidad* que tengas al compartir lo que no te sobra con
otro, eres *la tolerancia* ante alguien que te impacienta y *la humildad* de no
hacer sentir a otros menos que Tú. Eres *la inclusión* al no discriminar a otros
por sus gustos, costumbres o posición, eres *la gentileza* que tengas hacia otro
que no pueda hacer nada por ti; Eres *la bondad* que muestres ante un niño, un
adulto mayor o una mascota. Eres *la inteligencia emocional* que proyectas al
pensar antes de hablar para no herir a otros. Eres *la sonrisa que le brindas al
desconocido* que pasa a tu lado caminando o *el abrazo honesto* que compartes
con otro ser humano. Eres *la madurez* y consecuencia con la que llevas la vida,
en lo que dices y en lo que haces. Eres *la sinceridad* cuando miras al otro a
los ojos y le dices te amo, no por inercia sino sabiendo todo lo que amar de
verdad significa. Eres *la fortaleza* que has construido, *la bondad que
obsequias,* la forma en que en plena conciencia percibes la vida, tu vida. Eres
la felicidad que irradias después de una tristeza, por que aprendiste que el
dolor es necesario pero el sufrimiento es opcional cuando decides aprender de
aquel. Eso es lo que TU eres” (Desconozco el/la autor(a).
El Anacoreta y su discípulo se sentaron bajo la palmera desgranando judías secas…El discípulo preguntó:
– Maestro. He observado que viene gente a hablar contigo que llegan llenos de Fe y parten llenos de dudas. Por el contrario los que vienen dudando se van contentos y felices.
Sonrió el Solitario, y mirando al discípulo le dijo:
– No es Fe todo lo que parece…Desgraciadamente la confundimos con la adhesión ideológica. Pensamos que creer es adherirse a una doctrina y defenderla a toda costa…
Desgranó unas cuantas judias y luego siguió:
– Fe es escuchar la Palabra y hacerla vida…Demasiadas veces utilizamos la Palabra en nuestro provecho. Sacamos citas de aquí y de allí para justificar nuestra doctrina…Es dejar que esa Palabra penetre poco a poco en nosotros…Es un error creer que esa Palabra es inamovible. La Palabra se pronuncia cada día para cada uno de nosotros. Por eso hemos de tener "odres nuevos para meter ese vino nuevo"…
Guardó un silencio que al discípulo se le hizo eterno y añadió:
– La Fe es esa pequeña lucecita en la noche que nos permite avanzar…No nos da ninguna seguridad…pero nos permite avanzar. Y podemos sostenerla en nuestras manos porque nosotros nos hemos abandonado en las manos de Dios…
Lo miró sonriendo:
– Por eso algunos que creían tener Fe, descubren conmigo que estaban muy lejos de tenerla…Y otros que se creían en la negra noche ven, casi sin darse cuenta, que en sus manos hay una lámpara de barro…
Y siguieron desgranando las alubias tranquilamente…
Un
poema de Luis Rosales de inspiración sanjuanista dice así: “De noche,
iremos de noche, que para encontrar la Fuente, sólo la sed nos alumbra”.
A
Dios, por lo general, acudimos cuando en nuestra vida es de noche, es
decir, cuando comprendemos que le necesitamos. Cuando es de día, en
cambio, son tantas las luces que nos deslumbran que es fácil olvidarse
de la luz.
Al igual que
al final de cualquier túnel, por largo y oscuro que sea, hay siempre una
luz, en el más profundo centro de nuestras noches brilla siempre una
llama. Esa llama es Dios, que nos espera en el corazón de nuestras
tinieblas. La invitación, por tanto, no es a huir de la oscuridad, que
es lo que normalmente hacemos, sino a entrar en ella.
Nuestra
noche oscura particular puede ser ahora un vicio no erradicado, una
pasión desordenada, un pacto con la mediocridad, un problema económico o
familiar grave, una crisis de pareja, un miedo de apariencia
insuperable…Sea cual sea nuestra noche actual, Dios está ahí para
nosotros. Esta es la convicción cristiana más radical.
La
felicidad del hombre en este mundo depende de su conexión con su fuente
interior, lo que los cristianos llamamos Espíritu Santo. Sólo esta
Fuente puede saciar el corazón humano. El resto de las alegrías son
pasajeras, fugaces, efímeras…
Seducidos
por el espejismo de otras fuentes o, sencillamente por pereza, con
frecuencia, conscientes o no, nos alejamos de esa Fuente. A veces nos
distanciamos tanto de Ella que ya ni la vemos y hasta dudamos de que
exista. Y nos decimos. ¿No será una ilusión juvenil? ¿No me habré
engañado cuando creí beber?
Cuando
más lejos estamos de la Fuente, más se van apagando las esperanzas y
menos confianza tenemos en nosotros mismos y en los demás. El futuro se
va estrechando. Sentimos la vida como un peso que nos fatiga, crecen los
miedos y las seguridades a las que pretendemos agarrarnos. Todo eso
deja una huella física: se ensombrece el rostro y nuestra mirada se
apaga. Hay quien piensa que eso es la madurez, pero se trata más bien de
la decadencia espiritual o de la muerte en vida. Crecer bienes crecer
en vulnerabilidad.
Es en
esta situación límite, casi desesperada, cuando podemos conocer que
estamos profundamente insatisfechos. Antes, quizá, no habíamos tocado
fondo y aún nos dejábamos engañar por los sucedáneos de la felicidad: el
prestigio social, la compensación sensorial, la seguridad
material…Pareja, familia, trabajo…;nadie niega que todo eso sea
importante y bueno, pero no es, ciertamente el Reino de los cielos.
Lo
primero que hace falta para atisbar algo de ese Reino es tener sed;
sólo entonces acudiremos a la Fuente. Lo primero es desear la luz; sólo
entonces salimos de la noche. ¿Y cómo? Gritando. Sólo un grito imperioso
y desgarrado es escuchado por Dios. No hay oración sincera que Él no
atienda. Ni una sola. Tampoco hay ritual vacío que El escuche. Ni uno
solo.
Estar en Dios y
estar en las cosas de Dios no es en absoluto lo mismo. Podemos ser muy
religiosos y muy poco espirituales, y quizá sea ése nuestro cáncer.
Podemos recitar plegarias durante media hora sin haber conectado con Él
ni un segundo. Por desconfianza a Dios y a la vida -que es la misma
desconfianza- nos aseguramos todo tanto que, al final, no necesitamos
nada y, en consecuencia, nada hay que pedir de verdad.
¿Cuál
es hoy mi grito? Esta es la pregunta. ¿De qué necesito ser salvado en
este momento de mi vida? ¿Estoy dispuesto a convertirme en un pobre que
suplica?
Esta foto de la Vía Láctea tomada una noche de verano nos evoca a Pitágoras, el filósofo y matemático de Samos, que unos 400 años ante de Cristo, enseñaba:
"Si se os pregunta ¿en qué consiste la salud?, decid: en la armonía. ¿Y la virtud?, en la armonía. ¿Y lo bueno?, en la armonía. ¿Y lo bello?, en la armonía. ¿Y qué es Dios? Responded aún: la armonía. La armonía es el alma del mundo. Dios es el orden, la armonía, por lo que existe y se conserva el Universo".
Una de las más recientes teorías físicas describe a las partículas elementales no como corpúsculos, sino como vibraciones de minúsculas cuerdas, consideradas entidades geométricas de una dimensión. Sus vibraciones se fundan en simetrías matemáticas particulares que representan una prolongación de la visión pitagórica del universo y la recuperación, en la más moderna visión del mundo, de la antigua creencia en la Música de las Esferas.
Pero no somos el centro de todo eso, ni tan importantes como creemos desde el yo. Nuestra vida es un parpadeo del Universo, una nota musical de la sinfonía. Un parpadeo único, sí, irrepetible y cósmico en miles de años y espacios, pero un solo parpadeo.
Cuando desaparece mi personaje, ese ego mental que creo ser, despierto.
Escribe Willigis Jäger: “Una vez más se me ha permitido y se me sigue permitiendo experimentar que mi vida no representa otra cosa que un simple golpe de mar en ese acontecimiento cósmico, y que lo que yo soy verdaderamente retornará sin tiempo y sin forma a la infinitud de la que nació mi yoidad”.
Somos pues una nota del pentagrama universal. Encontrar nuestra vibración en el universo nos devuelve nuestro sitio en el Ser.
Cierra los ojos y sumérgete en el instante presente. Conectas con tu realidad sin tiempo. Te das cuenta que eres uno con el cosmos y que todos lo seres son pedazos de ti mismo. Que la muerte no es muerte, es una transición de forma, un beso con que te besa Dios al retornar a tu ser. Pero no es necesario morir para sentirse besado.
No soy el ciudadano envuelto en las circunstancias fáciles o difíciles, de éxito o fracaso que te rodean. Ya aquí y ahora “somos ciudadanos del cielo” (Flp 3.20).
Por eso es un error convertir la santidad en otra forma de protagonismo para alimentar el ego.
Perderse es encontrarse.
Entonces te percibes uva de racimo, gota entre millones de gotas del mar, chispa de una sola luz, ínfimo lucero de un cielo estrellado. Y cambia tu ser y tu compromiso con el mundo. Como certeramente encesta el mejor baloncestista, da en la diana el arquero, crea el músico, cuando no es él, sino la naturaleza, el Ser, a través de él.
La armonía es nuestra manera de reencontrarnos y el Uno, mi olvidado apellido de familia.
Incluso los que nunca tuviste ganas, el coraje y la paciencia de tocar.
Haz que tu casa sea brillante y cuidada. Quita el polvo, las telarañas, las impurezas. Incluso las más ocultas.
Tu casa te representa a ti mismo: si cuidas de ella, también te cuidas.
-Maestro pero el tiempo es largo.
Después de cuidar de mí a través de mi casa ¿cómo puedo vivir el aislamiento?
-Arregla lo que se puede arreglar y elimina lo que ya no necesitas.
Dedícate al remiendo, borda los arranques de tus pantalones, cose bien los bordes deshilachados de tus vestidos, restaura un mueble, repara todo lo que vale la pena reparar.
El resto, tíralo. Con gratitud.
Y con conciencia de que su ciclo ha terminado.
Arreglar y eliminar fuera de ti permite arreglar o eliminar lo que hay dentro de ti.
-Maestro ¿y luego qué?
Qué puedo hacer todo el tiempo solo?
-Siembra.
Incluso una semilla en un jarrón.
Cuida una planta, riegala todos los días, háblales, dale un nombre, quita las hojas secas y las malas hierbas que pueden asfixiarla y robarle energía vital preciosa.
Es una forma de cuidar tus semillas interiores, tus deseos, tus intenciones, tus ideales.
-Maestro ¿y si el vacío viene a visitarme?... ¿Si llegan el miedo a la enfermedad y a la muerte?
-Háblales.
Prepara la mesa para ellos también, reserva un lugar para cada uno de tus temores.
Invítales a cenar contigo. Y pregúntales por qué llegaron desde tan lejos hasta tu casa. Qué mensaje quieren traerte.
Qué quieren comunicarte.
-Maestro, no creo que pueda hacer esto...
-No es el aislamiento tu problema, sino el miedo a enfrentar tus dragones interiores. Esos que siempre quisiste alejar de ti. Ahora no puedes huir.
Míralos a los ojos, escúchalos y descubrirás que te pusieron contra la pared.
Te han aislado para poder hablar contigo.
Como las semillas que solo pueden brotar si están solas.
Un ratón mirando por un agujero de la pared, ve al granjero y su esposa abrir un paquete. Quedo aterrorizado al ver que era una trampa para ratones! Fue corriendo al patio a advertirle a todos. Hay una ratonera en casa! hay una ratonera! La gallina que estaba cacareando y escarbando le dice: "disculpe sr ratón yo entiendo que es un gran problema para ud, pero no me perjudica en nada", entonces fue hasta el cordero y le dice lo mismo: "disculpe sr ratón pero no creo poder hacer algo mas que pedir por ud en mis oraciones", el ratón se dirigió a la vaca y ella le dijo: "pero acaso estoy en peligro? pienso que no! dijo la vaca", el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido para encarar a la ratonera del granjero. Aquella noche se oyó un gran barullo como el de la ratonera atrapando su víctima, la mujer corrió a ver q había atrapado!!! En la oscuridad ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una serpiente venenosa. La serpiente veloz mordió a la mujer, el granjero la llevo inmediatamente al hospital, ella volvió con fiebre alta. El granjero para reconfortarla le preparo una nutritiva sopa, agarro el cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina; como la mujer no mejoro los amigos y vecinos fueron a visitarlos, el granjero mato al cordero para alimentarlos, la mujer no mejoro y murió, el esposo vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral..! La próxima vez que alguien te cuente su problema y creas que no te afecta por que no es tuyo y no le prestes atención, piensalo dos veces, el que no vive para servir no sirve para vivir. El mundo no anda mal por la maldad de los malos sino por la apatía de los buenos...Así que cuando alguien necesite d ti por sus problemas tiendele la mano o dale una palabra de aliento.
Cuando introducimos en google las palabras: "ser " y "positivo” nos
encontramos con 139 millones de resultados. Si introducimos los mismos términos
entre comillas ("ser positivo"), para acotar más la búsqueda nos aparecen algo más de un millón
medio de resultados.
Ser positivo está de moda, es cool ser
positivo. Los
libros de psicología positiva se venden como rosquillas. Animan a muchas
personas a tener una mejor manera de mirar a la vida y a sacar todas las
cosas
buenas que tienen dentro de ellas. Estimulan a pensar positivamente, a
dejar patrones mentales destructivos, a no hacer caso a los pensamientos
negativos, etc.
Pero… ¿Hay que ser siempre positivo? ¿Qué ocurre si un día
una persona no se siente tan positiva y necesita expresar algo de su
negatividad? ¿Es esto perjudicial para su salud física y mental?
¡En absotuto!
Más bien sería perjudicial para la salud el no poder nunca
expresar las emociones o pensamientos negativos (que en sí no tienen por qué ser negativas si se
las encauza adecuadamente).
Imaginemos un mundo en el que sólo se admite la
sonrisa, el optimismo, la buena inteligencia emocional, la simpatía y el buen rollismo.
Imaginemos un mundo en el que llorar, despotricar o quejarse están mal visto.
¿Qué tal os sienta eso? ¿Qué pasaría si un día sois víctimas de una injusticia
o simplemente hay un contratiempo cualquiera y no os podéis quejar? En ese mundo estaría indicado seguir
sonriendo y decir que todo va bien y que sigáis visualizando el siguiente
paso con buena onda para el resto del día… Y, si no sois capaces se os mandaría
a un terapeuta que os enseñara a pensar correctamente, pues habría en vosotros
errores de conducta y de pensamiento, por ejemplo.
¿Entonces es malo eso del pensamiento positivo?
Pues depende…
Depende de cómo lo usemos y de que sepamos también
manejarnos adecuadamente con el lado negativo de la vida y de nuestras propias
reacciones emocionales.
Ser
siempre positivo puede ser tan nocivo para la salud como ser
siempre negativo. Una persona que pretenda estar siempre en una onda
positiva,
sin un trabajo interior adecuado, es muy probable que esté reprimiendo
ciertas
emociones negativas, que tienen su sentido y utilidad y que son
naturales y necesarias ante el sufrimiento y ante la injusticia. Si se
reprimen este tipo de emociones pueden acabar saliendo de forma
desproporcionada e inadecuada o generar tensiones
internas que nos pueden llevar a enfermar. Por lo tanto, no puedo estar
de acuerdo con la parte más simple de la corriente de la psicología
positiva en
la que se nos vende como el camino hacia la felicidad el
esfuerzo hacia el pensamiento positivo, las emociones positivas, las
conductas positivas, etc.
Estoy
de acuerdo con no alimentar los sentimientos
negativos, con no obsesionarse con los problemas, con no fustigarse con
los
errores, con combatir las ansiedades anticipatorias o con las actitudes
tendenciosas,
con la mala fe o con no generar una frágil autoestima mirando los
defectos
ajenos. Pero no es lo mismo no alimentar ciertas emociones, que
tenerlas en cuenta para superarlas, comprenderlas, integrarlas...
Es importante escuchar
los diversos movimientos internos, los entendamos como negativos y como
positivos, y comprender que ambos polos son una expresión de nuestro ser que
pugna por salir adelante. Si escuchamos y aceptamos comprensivamente lo que se
mueve dentro de nosotros es más probable que encontremos un equilibrio en el que
podamos expresar y canalizar adecuadamente los sentimientos negativos, a la vez
que también podamos potenciar de forma sana los positivos, sin excesivas
pretensiones ni represiones.
Sentir
miedo ante una amenaza, dolor ante un daño, rabia
ante la injusticia, malestar ante una mentira o enojo ante un crimen,
supone
tener esos sentimientos que se interpretan como negativos, pero que son
necesarios y
positivos en situaciones negativas. Y más en un mundo en el que el mal y
la
injusticia están presentes. En este caso, tener emociones negativas es
positivo, al igual que buscar el camino para expresarlas adecuadamente y
encontrar en ellas la energía para superar o resolver lo que nos hace
daño.
Los
psicólogos alertan sobre la moda del Pensamiento Positivo: "Hay una
pandemia de gente que se siente culpable por no ser feliz"
El
libro ‘Felicidad tóxica: El lado oscuro del Pensamiento Positivo’,
recoge avisos de médicos y psicólogos sobre la Psicología del
Pensamiento Positivo (PsP)
El
autor, Rafael Pardo, lamenta que los gurús del PsP vendan "felicidad
sin esfuerzo", obviando factores genéticos y socioeconómicos.
“Si
lo puedes soñar, lo puedes hacer”, “Estas aquí para ser feliz”, “Hoy va
a ser un gran día”. Llevamos años siendo bombardeados con eslóganes simpáticos que leemos en tazas bonitas, agendas cuquis y libros de autoayuda. Es la moda de la Psicología del Pensamiento Positivo (PsP), un movimiento ideológico sobre el que numerosos psicólogos alertan por los riesgos que puede comportar en nuestra salud física y mental.
Sobre este asunto trata el libro ‘Felicidad tóxica: El lado oscuro del Pensamiento Positivo’, escrito por Rafael Pardo,
donde recoge avisos de médicos, psicólogos y otros académicos sobre
esta nueva moda. En él, compara el Pensamiento Positivo con el ideal femenino de belleza de los años 90, que provocó una epidemia de anorexia y bulimia entre una población que perseguía un ideal irrealizable e insano”.Del mismo modo, ahora parece existir una “pandemia de gente que se siente culpable por no ser lo suficientemente feliz”, explica Pardo.
La PsP obvia la genética y la posición socioeconómica
Uno de los peligros que apunta el autor es que los gurús del Pensamiento Positivo ocultan que buena parte de nuestra personalidad y, en consecuencia, nuestra felicidad, depende en un 50% de nuestra genética. "De hecho, un psicólogo o psiquiatra titulado, cuando te visita lo primero que te pregunta es por tus antecedentes”, comenta el autor.
La
PsP, que vende felicidad como si de cualquier otro producto se tratara,
tampoco tiene en cuenta el importante papel que juega la posición socioeconómica. “Te dan ese mensaje perverso
de que las condiciones socioeconómicas no son importantes, cuando sí lo
son. No es lo mismo estar en un país con democracia que sin ella;
tampoco es lo mismo ser mujer en Zambia o en los Estados Unidos. Tú dile
a George Floyd que sus condiciones no eran importantes, que su felicidad eran cosa de cuatro pensamientos”, asevera.
"Dile a George Floyd que sus condiciones no eran importantes, que su felicidad eran cosa de cuatro pensamientos"
Culpa al trabajador, no al sistema
Así mismo, Pardo apunta que la filosofía del Pensamiento Positivo tiene una oscura conexión con el sistema capitalista y el mundo empresarial, ya que el mensaje que transmite es que el problema está en el trabajador, no en su precariedad laboral: "Así, llegan a hacerte creer que el estrés y ansiedad lo provocas tú por cómo te tomas las cosas, y que la causa no son tus condiciones sociolaborales. Es perverso", dice.
En épocas de crisis, la Psicología del Pensamiento Positivo gana terreno también en el ámbito político. Ahora, con la crisis por la pandemia de la Covid-19, el propio Gobierno ha adoptado esta moda, según Pardo: “Dicen que saldremos más fuertes, cuando saldremos con el bolsillo más vacío.
Desde la crisis económica del 2008, los políticos usan la PsP para
distraer la atención. Mensajes de tarta de fresa para disimular la mala
gestión o la falta de medios sanitarios”, asegura.
"El Gobierno utiliza estos mensajes para disimular la mala gestión o la falta de medios sanitarios"
Además,
esta filosofía cada vez más extendida también puede comportar peligros
para la salud física de la ciudadanía, porque adquieren la ilusión de
una supuesta invulnerabilidad, de que “todo va a salir bien”. Estas personas, explica Pardo, "tienden a acoger las campañas sanitarias de peor manera” y, en consecuencia, a no tomarse en serio medidas de precaución como las que se han establecido para la Covid-19.
Niños educados para un mundo irreal
Otro
factor que preocupa al autor son las generaciones venideras, criadas en
un mundo donde el Pensamiento Positivo es lo que se estila y "los niños se educan para un mundo feliz que no existe".
De hecho, psicólogos y psiquiatras alertan que la PsP está creando una plaga de narcisismo, de niños que son criados como los reyes de sus casas; pero que fuera que de ella van a ver que no son los reyes del mundo. “Van
a vivir en una frustración permanente, porque no se les ha educado para
encajar que en la vida también ocurren cosas malas”, asevera Pardo.
"Los niños van a vivir en una frustración permanente, porque no se les ha educado para encajar las cosas malas"
La clave, el equilibrio
Entonces, ¿la moraleja es que lo mejor es ser pesimista? Pues no. Según el autor, lo ideal es un punto medio
basado en el “optimismo realista” de las culturas orientales, donde se
acepta que en la vida hay espacio para todo, lo que viene siendo ‘el ying’ y el ‘yang’.
"Desde
luego, es mejor levantarse con buen humor, pero no imponerlo como si
fuese una obligación", puntualiza Pardo, y concluye: “Al final
terminaremos convirtiéndonos en hipocondríacos emocionales,
chequeando continuamente nuestras emociones, hasta llegar a un punto
que pensamos que sufrimos alguna patología si sentimos tristeza o rabia,
cuando en realidad todas lasemociones son naturales".
La práctica de la Oración de Jesús es simple: permanece en la presencia del Señor con la atención en el corazón e invocando: “Señor Jesucristo, Hijo de dios, ten piedad de mí.”
Lo esencial no está en las palabras, sino en la fe, en la contrición y en la sumisión al Señor. Con estos sentimientos se puede estar delante de Dios incluso sin palabras y estar igualmente en oración.
Bajo la mirada de Dios.
Trabaja recitando la Oración de Jesús. A la costumbre de recitar oralmente esta oración une también el recuerdo del Señor, acompañado de temor y de devoción. Lo más importante es que tú camines en la presencia de Dios, bajo su mirada, consciente de que Dios te está observando, está buscando tu alma y tu corazón, está viendo todo lo que sucede en ellos. Esta consciencia es la palanca más poderosa del mecanismo de la vida espiritual.
Un refugio para los indolentes.
La experiencia de la vida espiritual nos enseña que quien tiene celo en la oración no tiene necesidad de que se le enseñen como perfeccionarse en este campo. Avanzando con paciencia, el esfuerzo mismo de la oración conduce a la cumbre suprema de la oración.
Pero, ¿qué deben hacer las personas débiles e indolentes, sobre todo aquellos que, antes de haber entendido la verdadera naturaleza de la oración, se han endurecido en los hábitos cotidianos y se han dejado enfriar por una repetición formalista de las oraciones obligatorias? Estos tienen todavía la posibilidad de usar la técnica de la Oración de Jesús como refugio y fuente de fuerza. ¿No es pues sobre todo para ellos que ha sido inventada esta técnica, de modo de injertar en sus corazones la verdadera oración interior?
Un remedio contra la somnolencia
En los libros se encuentra escrito que cuando la Oración de Jesús adquiere fuerza y se establece en el corazón, entonces nos llena de energía y aleja la somnolencia. Pero una cosa es que ésta se vuelva habitual por la lengua y otra es que ésta se establezca en el corazón.
Cavar profundamente.
Cava profundamente en la Oración de Jesús con toda la fuerza que seas capaz. Esto te recompondrá a ti mismo, dándote una sensación de fuerza en el Señor, y producirá fruto en el hacerte permanecer constantemente junto a Él, mientras tú estés sólo o con otros, mientras tú hagas trabajos hogareños, o leas o reces. No debes sin embargo atribuir la fuerza de esta oración a la repetición de ciertas palabras, sino al dirigir la mente y el corazón hacia el Señor cuando repites las palabras, es decir, a la actividad que acompaña esta repetición.
Una lámpara para nuestros pasos
Aprende a practicar la oración de la mente en el corazón. La Oración de Jesús es en efecto una lámpara para nuestros pasos y una estrella que nos guía por el camino al cielo, como enseñan los santos Padres en la Filocalia. La Oración de Jesús, cuando brilla incesantemente en la mente y en el corazón, es una espada contra la debilidad de la carne y los deseos malvados de la gula y de la lujuria. Después de las palabras iniciales: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios”, puedes también continuar así: “por la intercesión de la Madre de Dios, ten piedad de mí, pecador”.
La oración exterior por sí sola no es suficiente, Dios presta atención a la mente: por esto los monjes que no concilian la oración interior con la exterior no son monjes, son semejantes a leña quemada. El monje que no conoce o que ha olvidado la práctica de la Oración de Jesús no lleva el sello de Cristo. Los libros no pueden enseñarnos la oración interior, pueden sólo hacernos ver algunos métodos técnicos para practicarla. Es necesario en cambio recitarla con perseverancia.
Las manos al trabajo, la mente y el corazón con Dios.
Ya has leído algo respecto a la Oración de Jesús y sabes algo gracias a tu experiencia personal. La disciplina necesaria al alma puede ser mantenida sólo con la ayuda de esta oración. Sólo a través de ella podemos conservar intacta nuestra disciplina interior incluso cuando somos distraídos por las preocupaciones cotidianas. Sólo esta oración nos hace posible la observancia del mandato de los Padres: “las manos al trabajo, la mente y el corazón con Dios”. Una vez que esta oración se ha injertado en el corazón, entonces no hay interrupciones interiores y ella fluye siempre con el mismo perenne movimiento.
El camino para llegar a una disciplina interior rigurosa es muy trabajoso, pero es posible conservar esta disposición de espíritu (o una semejante) durante los variados e inevitables tareas que cada uno debe desarrollar: lo que hace posible esto es la Oración de Jesús injertada en el corazón. ¿Cómo se injerta? No se puede saber con precisión, sino lo esencial es que esto sucede. Quien hace este esfuerzo se vuelve siempre más consciente de este injerto, pero no se da cuenta cómo sucede. Para alcanzar esta disciplina interior debemos caminar siempre en presencia de Dios, repitiendo la Oración de Jesús lo más frecuentemente posible. Apenas tengamos un momento libre comencemos de nuevo y así el injerto se realizará.
Un medio para reavivar la Oración de Jesús es la lectura, y es mejor leer sobre todo textos referidos a la oración.
El camino más fácil para alcanzar la oración incesante.
Habituarse a la Oración de Jesús y hacerla enraizar en nosotros es el camino más fácil para llegar al lugar de la oración incesante. Hombres de gran experiencia han descubierto, a través de una iluminación divina, que esta forma de oración es un medio simple pero eficacísimo para instaurar y reforzar la vida espiritual entera y la vida ascética, y en sus reglas para la oración han dejado respecto a esto instrucciones detalladas.
Lo que buscamos en todos nuestros esfuerzos y combates ascéticos es la purificación del corazón y el restablecimiento del espíritu. Hay dos modos de alcanzarlo: la vía activa, es decir la práctica de una disciplina ascética, y la vía contemplativa, que consiste en el dirigir la mente a Dios. Con el primer método el alma se purifica y así recibe a Dios; con el segundo, Dios mismo del cual el alma se ha vuelto consciente quema toda impureza y viene a morar en el alma purificada. Este segundo método está enteramente resumido en la Oración de Jesús, como dice san Gregorio Sinaíta: “A Dios se conquista a través de la actividad y el trabajo, como a través del arte de invocar el Nombre de Jesús”. Él agrega que el primer camino es más largo que el segundo, el cual es también mucho más eficaz. Por este motivo algunos santos Padres han dado primaria importancia, entre todos los diversos tipos de prácticas espirituales, a la Oración de Jesús. Ésta ilumina, refuerza, reanima, vence a cualquier adversario, visible o invisible, y conduce directamente a Dios. ¡Cuán potente y eficaz es! El Nombre del Señor Jesús es el depósito de todo lo bueno, el depósito de la fuerza y de la vida en el Espíritu.
Deberemos por tanto dar desde el comienzo todas las instrucciones sobre la práctica de la Oración de Jesús a quien se arrepiente o empieza a buscar al Señor. Sólo después podremos introducir al principiante a otras prácticas, porque es éste el modo para darles firmeza lo más rápidamente posible, haciéndolos espiritualmente maduros e interiormente pacificados. Muchos, ignorando estas cosas, gastan tiempo y fatiga sin avanzar más allá de actividades formales y exteriores del alma y del cuerpo.
La práctica de la oración es llamada “arte”, y en realidad es un arte muy simple. Permanece consciente y atentamente en tu corazón y grita incesantemente: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí!”, sin crearte en la mente ninguna visión o imagen, y creed que el Señor te ve y te escucha.
Es importante conservar la atención en el corazón y, al hacer esto, controla un poco también la respiración para adecuarla al ritmo de las palabras de la oración. Pero lo más importante de todo es creer que Dios está cerca y te escucha: recita la oración únicamente para que Él te escuche.
Al comienzo, y a veces por un largo período, esta oración permanece como una actividad como cualquier otra, pero con el tiempo pasa a la mente y finalmente pone raíces en el corazón.
Es posible desviarse de este correcto modo de orar, por esto debemos aprenderlo de alguien que conozca todos los detalles. Los errores más frecuentes derivan del hecho de que la atención resida en la cabeza y no en el corazón. Aquel que mantiene la propia atención en el corazón está salvado. Más seguro aún está quien se aferra continuamente a Dios con contrición y le ruega ser liberado de la ilusión.
Un único pensamiento o bien el pensamiento de lo Único.
Esta breve oración a Jesús tiene un objetivo bastante elevado: profundizar el recuerdo de Dios y el sentimiento de amor hacia Él. Las invocaciones del alma a Dios son interrumpida muy fácilmente por las primeras impresiones que nos vienen y además, a pesar de estas invocaciones, los pensamientos continúan zumbando en la cabeza como mosquitos. Para frenar este murmullo es necesario anclar la mente en un único pensamiento, en el pensamiento del Único. Una oración breve ayuda a la mente a volverse simple y unida. Ésta desarrolla un sentimiento de amor hacia Dios y se le injerta. Cuando este sentimiento nace en nosotros, la consciencia del alma se establece en Dios y el alma comienza a realizar todas las cosas según la voluntad de Dios. Mientras recitas la breve oración, debes conservar el pensamiento y la atención dirigida hacia Dios: si en efecto tu oración se limita a las palabras, eres un “bronce que resuena”.
Las técnicas y métodos no tienen importancia, una sóla cosas es lo esencial.
La oración “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí” es una oración verbal como todas las otras. De por sí no tiene nada de especial, pero recibe toda su fuerza del espíritu según la forma en que es recitada.
Los distintos métodos descriptos por los Padres –estar sentados, hacer postraciones y las otras técnicas usadas cuando se recita esta oración- no vienen bien para todos: es más, sin una dirección personal son realmente peligrosas, y es mejor no buscar realizarlas. Hay un único método obligatorio para todos: permanecer con la atención en el corazón. Todo lo demás es accesorio y no conduce a lo esencial.
En cuanto a los frutos de esta oración, ha sido dicho que no hay nada en el mundo más sublime: pero esto es falso, ¡la Oración de Jesús no es un talismán! No hay nada en las palabras de la oración y en su recitación que de por sí pueda dar frutos. Se puede recibir cualquier fruto sin esta oración, incluso sin ninguna oración verbal, basta sólo dirigir la mente y el corazón hacia Dios.
La esencia de la oración es permanecer establemente en el recuerdo de Dios y caminar en su presencia. Se puede decir a cualquiera: “Seguí los métodos que prefieras, recitá la Oración de Jesús, haz inclinaciones y postraciones, ve a la iglesia, haz lo que quieras, basta que te esfuerces en estar siempre en el constante recuerdo de Dios”. Recuerdo haber conocido en Kiev a un hombre que decía: “No he jamás usado algún método, no conocía la Oración de Jesús, pero gracias a la misericordia de Dios camino siempre en su presencia: cómo esto ha sucedido, no lo sé ni yo, ¡Dios me lo ha concedido!”.
Es importantísimo darse cuenta que la oración es siempre un don de Dios, de otro modo nos arriesgamos de confundir el don de la gracia con un logro cualquier de nuestra parte.
Muchos dicen: “practica la Oración de Jesús porque esta es la oración interior”. Esto no es exacto: la Oración de Jesús es un buen medio para llegar a la oración interior, pero por sí misma no es una oración ni interior ni exterior. Cuantos toman el hábito de recitar la Oración de Jesús hacen bien, pero si se frenan allí y no van más allá, quedan a mitad de camino.
Incluso si estamos recitando la Oración de Jesús, debemos siempre tener el pensamiento dirigido hacia Dios, de otra manera ésta es un alimento seco. Es algo bueno que el Nombre de Jesús se apegue a vuestra lengua, pero a pesar de esto es aún posible no acordarse en absoluto de Dios e incluso alimentar pensamientos opuestos a Él. Por esto todo depende de la libre y consciente mirada dirigida hacia Dios y del esfuerzo ponderado de permanecer firmes en este estado.
¿Por qué la oración de Jesús es más eficaz que las otras oraciones?
La Oración de Jesús es como cualquier otra oración: es más eficaz que todas las otras sólo en virtud del omnipotente Nombre de Jesús, nuestro Señor y Salvador. Pero es necesario invocar el Nombre con fe plena e inquebrantable, con la profunda certeza de que Él está cerca, ve y escucha, presta atención de todo corazón a nuestra invocación y está pronto a escucharla y a concedernos cuanto buscamos. No hay que avergonzarse de esta esperanza: si a veces hay que esperar para el cumplimiento, esto puede derivar del hecho de que quien invoca no está aún preparado para recibir cuanto pide.
No es un talismán
La Oración de Jesús no es un talismán: su poder le viene de la fe en el Señor y de una profunda unión de la mente y del corazón con Él. Con una actitud así, la invocación del Nombre del Señor se vuelve eficacísima en muchos modos, pero una mera repetición de las palabras no tiene ningún sentido.
Una repetición mecánica no sirve para nada
No olvides que no debes limitarte a una repetición mecánica de las palabras de la Oración de Jesús. Esto te conduciría únicamente al hábito de repetir automáticamente la oración con la lengua, sin jamás pensar en lo que dices. Naturalmente no hay nada de malo en esto, pero constituye sólo el extremo límite exterior de la obra. Lo esencial es permanecer conscientemente en la presencia del Señor con temor, fe y amor.
Oración verbal y oración interior.
Se puede recitar la Oración de Jesús con la mente en el corazón sin ningún movimiento de los labios: esto es mejor que la oración verbal. Usa la oración verbal como soporte de la oración interior, a veces esto es necesario para reforzar esta última.
Evita las imágenes.
Cuando practiques la Oración de Jesús no interpongas ninguna imagen como intermediario entre la mente y el Señor. Las palabras que son pronunciadas son sólo una ayuda, pero no lo esencial: lo principal es permanecer ante el Señor con la mente en el corazón. Lo esencial es permanecer en Dios y este caminar en la presencia de Dios significa que tú vives con la convicción constantemente presente en tu consciencia de que Dios está en ti, así como está en todas las cosas. Vive con la firme certeza de que Dios ve todo lo que está en ti y que te conoce mejor de cuanto tú mismo te conoces. La certeza de que la mirada de Dios escruta tu ser interior no debe ser acompañada por ninguna imagen divina, sino que debe limitarse a una simple convicción y sensación. Un hombre que se encuentre en una habitación caliente siente el calor que lo envuelve y lo penetra: tal debe ser el efecto sobre nuestra naturaleza espiritual de la presencia omnicomprensiva de Dios, verdadero fuego en la habitación de nuestro ser.
Las palabras “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí” son sólo instrumento y no la sustancia de la oración, pero son un instrumento fuerte y eficaz porque el Nombre del Señor Jesús inspira temor a los enemigos de nuestra salvación y es una bendición para todos aquellos que lo buscan. No olvides que esta práctica es simple y no debe tener nada de fantasioso. En cualquier situación implora a Dios, a su purísima Madre y a tu ángel custodio: ellos te enseñarán todo, directamente o mediante otros.