miércoles, 31 de marzo de 2010

EL PODER DEL MANTRA

El poder y alcance del mantra depende de la actitud del que lo repite. Así lo evidencia la siguiente historia.

Un eremita vivía a la orilla del río. Era alimentado por una lechera que todos los días le regalaba leche para su manutención. El eremita había concedido una mantra a la buena mujer y le había dicho:

--Repitiendo este poderoso mantra puedes ir a través del océano de la existencia.

Pasó el tiempo. Cierto día en que la lechera iba a cruzar el río para llevar la leche al eremita, llovió torrencialmente y las aguas del río se desbordaron. No había manera de pasar el río en barca. La mujer recordó lo que había dicho el eremita: "Repitiendo este poderoso mantra puedes ir a través del océano de la existencia". Y se dijo a sí misma: "Y esto sólo es un río". Repitió interiormente el mantra con mucho amor y motivación y comenzó a caminar sobre el agua hasta llegar donde estaba el eremita. Al verla, éste, muy extrañado, preguntó:

--¿Cómo has podido llegar hasta aquí si el río se ha desbordado?

La mujer repuso:

--Como me dijiste que con el mantra que me entregaste podía atravesar el océano de la existencia, pensé que sería mucho más fácil cruzar el río. Recité el mantra y lo pasé caminando sobre las aguas.

Al escuchar esta explicación, el eremita se llenó de vanidad y pensó: "!Qué grado de evolución debo tener cuando la lechera ha podido hacer esta proeza con mi mantra!"

Días después, el eremita tenía que ir a la ciudad. Las lluvias
monzónicas no habían cesado y el río continuaba desbordado. El eremita pensó que no había ningún problema. Si el mantra había funcionado con la lechera, ¿cómo no iba a funcionar con él? Empezó a repetir el mantra y se lanzó a las aguas del río. Automáticamente se
hundió hasta el fondo y pereció.

*El Maestro dice: El ego es la muerte de lo más real que hay en uno mismo. No
libera, esclaviza y ahoga.

Reflexión: Podemos creer que somos lo que hacemos, o bien podemos SABER que somos lo que en verdad somos. Cuando el mantra se aprende bien, el Espíritu borra el mantra. Cuando el Espíritu guía la meditación, el mantra desaparece. Cuando la meditación es de abundante cosecha, el acto de meditar desaparece en el viento pero no lo que ha dejado en nuestra alma.
Es verdad que, como niños chiquitos, necesitamos andadores o muletas, pero cuando crezcamos todo eso será no sólo de poca utilidad, sino incluso hasta un estorbo. Y nunca, NUNCA, he de perder mi humildad, por más que me seas reveladas las cosas más importantes y sabias. Sólo soy un vehículo, sólo soy un canal
.

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