viernes, 5 de marzo de 2010

SALVIFICI DOLORIS

Carta Apostólica de Juan Pablo II sobre el sentido cristiano del sufrimiento.

Atenta al comentario de mi amigo Gabriel, he aquí que incluyo algunas reflexiones de este valiosísimo documento que nos ayudará a entender el misterio del sufrimiento humano a la luz de la Cruz de Cristo y de su Resurrección.

Juan Pablo nos dice "Casi siempre cada uno entra en el sufrimiento con una protesta típicamente humana y con la pregunta del "por qué". El hombre se pregunta sobre el sentido de su sufrimiento y busca una respuesta a nivel humano. Ciertamente pone muchas veces también esta pregunta también a Dios, al igual que a Cristo. Además, no puede notar, que Aquél a quien pone su pregunta, sufre El mismo, y por consiguiente El quiere responderle desde la cruz: desde el centro de su propio sufrimiento. El hombre percibirá esa respuesta salvífica a medida que él mismo se convierta en partícipe de los sufrimientos de Cristo".

"... El AMOR es también la fuente más plena de la respuesta a la pregunta sobre el sentido del sufrimiento. Esta respuesta ha sido dada por Dios al hombre en la cruz de Jesucristo".

Yo diré que en la medida en que suframos con Cristo, ese sufrimiento envuelto en Su Amor, asumido por Amor, será Redentor y contribuirá ciertamente a la Salvación del Mundo, mas sólo por el camino del encuentro interior con el Maestro, iremos madurando en el Amor a tal punto que podremos unir nuestros dolores a Cristo crucificado y ofrecerlos por su Cuerpo Místico, por obra de Su Gracia santificante.

Juan Pablo continúa diciendo que "Jesús te dice: "Sígueme", "Ven, toma parte con tu sufrimiento en esta obra de salvación del mundo, que se realiza a traves de Mi sufrimiento, por medio de Mi cruz".

"A medida que el hombre toma su cruz, uniéndose espiritualmente a la cruz de Cristo, se revela ante él el sentido salvífico del sufrimiento. Entonces el hombre encuentra en su sufrimiento la paz interior e incluso la alegría espiritual".

... También nos dirá luego ... "El sufrimiento debe servir para la conversión, es decir, para la reconstrucción del bien en el sujeto, que puede reconocer la misericordia divina en esta llamada a la penitencia. La penitencia tiene como finalidad superar el mal, que bajo diversas formas está latente en el hombre, y consolidar el bien tanto en uno mismo como en su relación con los demás y, sobre todo, con Dios".

"El Redentor ha sufrido en vez del hombre y por el hombre. Cada uno está llamado también a participar en este sufrimiento mediante el cual se ha llevado a cabo la redención: cada uno está llamado a participar en ese sufrimiento por medio del cual todo sufrimiento humano ha sido también redimido. Llevando a cabo la redención mediante el sufrimiento, Cristo ha elevado el sufrimiento humano a nivel de redención."

"La misión del Hijo unigénito consiste en vencer el pecado y la muerte. El vence el pecado con su obediencia hasta la muerte, y vence la muerte con su resurrección."

"Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte". Los que padecemos con El, gozaremos también con El en su Gloria.

"En la cruz está "el Redentor del hombre", el Varón de Dolores, que ha asumido en sí mismo los sufrimientos físicos y morales de los hombres de todos los tiempos, para que en el amor puedan encontrar el sentido salvífico de su dolor y las respuestas válidas a todas sus preguntas".

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