Muchos somos cristianos bautizados sólo de nombre, sin nunca haber despertado a las riquezas que semejante gracia implica. Estamos nadando en el mar de la presencia de Dios, y no obstante, pasamos gran parte de la vida buscando frenéticamente el agua. Yo caracterizaría esta situación como una crisis de conciencia plena. En gran medida, hemos perdido la capacidad de dejar que se desarrolle en nosotros la gracia del Bautismo. Tenemos nuestros ritos antiguos bien formalizados, y nuestras bibliotecas teológicas están llenas de escritos sobre los sacramentos, pero hemos olvidado cómo dar vida a todo esto, cómo vivir en plenitud nuestra iluminación bautismal. Es aquí, me parece, en donde la práctica de la conciencia plena (vivir cada momento en el presente y de manera profunda) que enseña Thay (maestro Budista con quien estoy efectuando mi retiro), debería brillar como hermosa luz en el camino de los cristianos de hoy. Pero, debido a que atravesamos una crisis de práctica, necesitamos guías espirituales que puedan mostrarnos el camino nuevamente. Necesitamos personas adentradas en las prácticas espirituales, personas que puedan ayudarnos a descubrir en nuestro interior la amorosa presencia de Dios. Necesitamos experimentar ser quienes somos -hijos e hijas de Dios- llenos de la luminosa presencia del Cristo viviente. Este fue el papel de los Padres y Madres del desierto en los primeros siglos de la cristiandad. Los cristianos los buscaban en sus chozas y cavernas en el desierto, para poder aprender a practicar su fe. Estos ermitaños y ascetas itinerantes eran maestros que enseñaban con la sencillez de su ejemplo. No era cosa de largos tratados y discusiones teológicas. Ellos enseñaban a través de la práctica.
Thay toca el tema de la falta de verdaderos guías espirituales en nuestros días. Aunque es una realidad dolorosa, si reconocemos honestamente esta verdad, podremos emprender un camino de sanación.
Estas son las palabras del Maestro Budista Thay:
"Los líderes espirituales... simplemente no saben qué hacer. No han podido transmitir los valores más profundos de sus tradiciones, tal vez porque ellos mismos no los han podido comprender y experimentar plenamente. Cuando un sacerdote no encarna los valores vivos de una tradición, no puede transmitirlos a la próxima generación. Sólo puede usar los ornamentos externos y transmitir las formas superficiales ... El Budismo, al igual que el Cristianismo y otras tradiciones, tiene que renovarse a sí mismo para poder responder a las necesidades de la gente de nuestro tiempo".
Thay es un maestro que sí ha podido responder a este desafío. Enseña principalmente con su ejemplo. He sido testigo de esto con mis propios ojos. He observado a Thay haciendo la meditación caminante con un recogimiento perfecto y con un gozo sencillo, como el de un niño. Thay sabe morar completamente en el momento presente. Recuerdo haberlo visto detenerse un día, en el medio de una de sus charlas sobre el dharma, para contemplar un maravilloso arreglo floral, preparado por una de las monjas. Fue como si el tiempo se hubiera detenido. No había apuro, simplemente un deleite puro y la belleza del momento. Al observarlo, me di cuenta de que él no necesitaba pronunciar ninguna palabra; su presencia contemplativa habló por sí misma. La forma en que Thay mira a las personas, su sonrisa, su voz tierna, sus historias sencillas, su apertura a escuchar a otros: éstas son las cualidades, que la gente que tiene hambre espiritual , busca en un GUIA ESPIRITUAL.
Thay no necesita hablar sobre el Buda. El es un Buda, y lo que hace es dar testimonio de las enseñanzas del Buda. Sus enseñanzas son poco complicadas, prácticas, liberadoras. Se sienta en meditación con sus monjes y monjas, come con ellos, viaja y da retiros con ellos. Durante mi estadía en el monasterio Deer Park, un día nos recibió a ocho personas en su pequeña casita para tomar el te de la tarde, dejando algún tiempo para la conversación informal. Aun ese tiempo fue una enseñanza. El simple hecho de estar con nosotros, las pausas de silencio que compartimos mientras tomábamos el té, todo tiene que ver con la práctica de la CONCIENCIA PLENA. La manera como Thay vive el momento presente sin prisa forma una parte importante del alimento espiritual que nuestro mundo ansía hoy. Me pregunto si, como sacerdote católico, no será que uno de los mejores dones que yo puedo dar a los demás sea simplemente el sentarme con ellos en silencio contemplativo. Este aspecto, desafortunadamente, no formó parte de nuestro plan de estudios en mis años de formación.
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